Teoría e Historia

 

Por Luis Sandoval Ramírez

Resumen: N. I. Bujarin y V. I. Lenin acuñaron la categoría «capitalismo de Estado-capitalismo monopolista de Estado» y le confirieron contenidos históricos precisos. El autor investiga la génesis y el contenido de la misma, situándola en el contexto histórico mundial en que fue creada: la situación extraordinaria provocada por la Primera Guerra Mundial, la. cual originó una fase ¡nueva en el desarrollo del capitalismo: el CE-CME, desaparecido una vez que cesó la conflagración bélica. No es objeto de investigación en este artículo la utilización de la Categoría en las condiciones de la Rusia soviética. Los stalinistas y «compañeros de ruta» deformaron la categoría, la aislaron del contexto histórico en el cual fue creada, separaron el «capitalismo de Estado» del CME y le dieron un Contenido reformista a ambas «categorías».

La guerra imperialista de 1914-18 conmovió profundamente a los revolucionarios de los países europeos. Para algunos, como Lenin, que habían creído en el «marxismo» de la socialdemocracia europea, su «traición» sonó como un rayo en cielo despejado. El voto social-demócrata a los créditos de guerra en Alemania y la defensa de la «patria» de las direcciones socialdemócratas de todos los países europeos, incluyendo a los mencheviques y eseristas rusos, cimbraron hasta sus cimientos su «fe» en el marxismo «ortodoxo» a él contemporáneo. Revisar el método y la estrategia, elaborar una visión de ese mundo que se dirigía a pasos agigantados hacia una situación revolucionaria, se convirtieron en la tarea principal en la orden del día.

Dos núcleos de revolucionarios se destacaron en esa tarea: los agrupados alrededor de Liebknecht y Rosa Luxemburgo en Alemania, y los revolucionarios rusos, sobre todo Lenin, Bujarin y Trotsky. Del primer grupo mencionado, Rosa Luxemburgo ya anteriormente había logrado percatarse del oportunismo y reformismo de los dirigentes socialdemócratas alemanes, no sólo de los abiertamente revisionistas, como Bernstein, sino también de los aparentemente «ortodoxos», como Bebel y sobre todo Kautsky, el «Papa» del marxismo de aquel tiempo. En sus combates contra ellos, Rosa Luxemburgo logró profundizar en el método marxista y pudo elaborar una estrategia coherente y lúcida que implemento decididamente en los duros años de la guerra y postguerra, durante el proceso revolucionario en Alemania, en el 18 y 19, hasta su asesinato en este último año.[1]

En el otro grupo de revolucionarios destacó Lenin, pero también Bujarin y Trotsky, quienes lograron aportar elementos importantes en la teoría y la praxis revolucionarias.

El camino de Lenin en su revisión del marxismo «ortodoxo» pasó por el estudio a fondo del método dialéctico, la filosofía marxista y posteriormente de la economía capitalista imperialista y, ya en pleno proceso revolucionario, del Estado y la revolución.

El estudio de estos últimos aspectos lo realizó presionado por los acontecimientos y motivado también por las investigaciones realizadas por Bujarin, joven y brillante teórico marxista.[2] En efecto, el libro de este revolucionario, La economía mundial y el imperialismo, cuyo manuscrito conoció Lenin, fue terminado en noviembre de 1915, antes de El imperialismo, fase superior del capitalismo. La polémica con Bujarin sobre la problemática del Estado indujo a Lenin a reflexionar seriamente y a estudiar e investigar sobre esta temática, sobre todo a partir de diciembre de 1916. Meses después había llegado a modificar considerablemente sus puntos de vista sobre el Estado. Sus investigaciones, como ya sabemos, se plasmaron sistemáticamente en El Estado y la Revolución. Con respecto a la categoría que nos interesa, Lenin la comienza a utilizar después de conocer los ensayos de Bujarin, en los que éste la emplea por primera vez en la literatura marxista.

El libro en el que Bujarin, antes que Lenin, utiliza tal categoría, es el ya señalado La economía mundial y el imperialismo, la emplea también en el artículo “Hacia una teoría del Estado imperialista”, terminado en 1916 pero publicado hasta 1925 y en el resumen del mismo, aparecido en varias revistas, entre otras en la edición suiza de La Internacional Juvenil del 1o. de diciembre de 1916, editada por Willi Münzenberg, con el título de El Estado predatorio imperialista.[3] De los tres se conservan las anotaciones y comentarios de Lenin, importantes para seguir la evolución de su pensamiento.

Antes de continuar, es necesario puntualizar que en su libro, El imperialismo, fase superior del capitalismo, aparecido en 1916, antes que los dos últimos artículos de Bujarin, Lenin no menciona al capitalismo de Estado-capitalismo monopolista de Estado (CE-CME), como se pretende en la literatura soviética. En esa obra, Lenin habla de los «monopolios del Estado», y de ello no se deduce que ya entonces haya empleado la categoría CE-CME para indicar una nueva fase en el desarrollo del capitalismo, puesto que los «monopolios de Estado»[4] han existido desde las primeras etapas del desarrollo del capitalismo e incluso antes; es necesario recordar las múltiples referencias que hace Marx a los monopolios estatales y a la intervención estatal, durante la acumulación originaria del capital, en el periodo del parto del capitalismo y posteriormente; un párrafo de Engels nos ilustra sobre lo que afirmamos:

Pero recientemente, desde que Bismarck emprendió el camino de la nacionalización, ha surgido un cierto socialismo falso, que ha degenerado en algunos casos en servilismo, que declara sin rodeos toda nacionalización, hasta la de Bismarck, como socialista. Por cierto, si la nacionalización del tabaco fuera un acto socialista, habría que incluir a Napoleón y a Matternich entre los fundadores del socialismo. Cuando el Estado belga, por las más vulgares consideraciones políticas y financieras, emprendió la construcción de las principales líneas férreas del país, o cuando Bismarck, sin la mínima necesidad económica, nacionalizó las más importantes líneas férreas de Prusia, con el simple propósito de manejarlas y utilizarlas mejor en caso de guerra y convertir al personal ferroviario en rebaño electoral [...] De otro modo deberíamos considerar la Real Compañía de Comercio Marítimo, la Real Manufacturera de Porcelana, y hasta las sasterías de compañías en el ejército como instituciones socialistas, o también la nacionalización de los prostíbulos propuesta muy en serio, allá por la década del 30, bajo el reinado de Federico Guillermo III, por un hombre muy listo.[5]

En la cita anterior, Engels refuta a los que ven en los monopolios estatales la encamación del socialismo; con ello también demuestra que los monopolios de Estado existieron mucho antes de la aparición del imperialismo. Pero no sólo éstos ya existían, sino que el crecimiento extraordinario del militarismo, de la actividad del Estado, de su intervención directa en la economía, etcétera, son fenómenos claramente observables en la Alemania de Bismarck, en la Francia de Luis Napoleón, pero también en la Rusia zarista y en el Japón del periodo posterior a la restauración Meiji.

Ahora bien, volviendo al Imperialismo, fase superior del capitalismo, la categoría «capitalismo monopolista de Estado» (CME) aparece con posterioridad a la obra citada y es obvio que en ese extraordinario folleto, en el que se exponen “someramente, en la forma más popular posible, los lazos, y las relaciones recíprocas existentes entre las particularidades económicas fundamentales del imperialismo”, el autor hubiera expuesto, en forma somera también, su teoría sobre el capitalismo monopolista de Estado o al menos la hubiera mencionado si ya hubiera pensado en ella en ese entonces. Pero las primeras referencias a tal categoría aparecen al terminar el antepenúltimo año de la guerra mundial, es decir, en diciembre de 1916. Pero antes de pasar a examinar estas primeras referencias es necesario examinar los trabajos señalados de Bujarin. Por otra parte, es curioso constatar que algunos de los términos y varias de las ideas que se manejan actualmente como fundamentación teórica del CME, no proceden originalmente de Lenin, sino de Bujarin. Ya lo veremos en las siguientes páginas.

En La economía mundial y el imperialismo, N. I. Bujarin señala el crecimiento de las “nacionalidades estatales” imperialistas:

Si la tendencia general de la evolución que la guerra no ha hecho sino agravar reside en el desarrollo de la centralización, la presente guerra habrá tenido por resultado precipitar la entrada en escena de uno de los principales trusts capitalistas nacionales, cuya organización interna es de una potencia extraordinaria. Nos referimos a los Estados Unidos.

Hemos visto que a fines del siglo XIX, la lucha por la concurrencia se desplazó en gran parte hacia la concurrencia exterior, es decir, hacia la concurrencia en el mercado mundial. La organización estatal del capital, «el Estado-patria», que se ha transformado en trust capitalista nacional, ha sustituido así a la empresa aislada. Ha hecho su aparición en la arena mundial de la lucha con todo el peso de su recia armazón.[6]

Comentando posteriormente algunas posiciones de los profesores «socialistas estatales» alemanes, que al analizar la economía de guerra hablaban de un socialismo de guerra y un socialismo de Estado, Bujarin comenta:

nos encontramos en presencia de un proceso de centralización acelerada en el seno del trust capitalista nacional que se desarrolla en su forma más elevada, forma que no es el socialismo de Estado, sino el capitalismo de Estado [subrayado de lsr]. En principio, no se trata de una nueva estructura de producción, es decir, de una transformación de las relaciones de clase, disponiendo de medios de producción de una magnitud sin precedentes. Asimismo, es no sólo arriesgado, sino completamente absurdo aplicar al presente estado de cosas una terminología que va más allá de las relaciones capitalistas. Kriegsso-zialismus (socialismo de guerra) y Staatssozialismus (socialismo de Estado) son términos que se utilizan con el fin evidente de inducir al error y de disimular con una «bonita» palabra el verdadero fondo de las cosas que está muy lejos de ser bello. El modo capitalista de producción se basa en el hecho de que los medios de que la dase capitalista dispone son monopolizados por ésta sobre el fundamento de la economía mercantil. Importa poco a este prepósito que el Estado sea la expresión directa de esta monopolización o que ella sea debida a la «iniciativa privada». En un caso como en otro, se mantiene la economía mercantil (y en primer lugar en el mercado mundial), y lo que es más importante todavía, las relaciones de clase ENTRE EL PROLETARIADO Y LA BURGUESIA.

Así, pues, el porvenir pertenece (en tanto se mantenga el capitalismo) a formas vecinas al capitalismo de Estado..[7]

Las necesidades de la guerra empujan a la burguesía hacia una nueva forma de capitalismo, a la estatización de la producción y de la repartición y a la abolición definitiva del antiguo individualismo burgués.

Es cierto que aun al presente existen diversas capas de la burguesía cuyos intereses divergen en un sentido o en otro. Pero la evolución económica, reforzada en este punto por la guerra, debe hacer y hará que la burguesía se muestre, en conjunto, más tolerante cada vez, ante la injerencia de los monopolios. Es preciso atribuir la causa principal al hecho de que el Estado entra en relaciones más estrechas con los medios dirigentes del capital financiero. Los establecimientos de Estado y los monopolios privados se fusionan en el seno del trust capitalista nacional.[8]

Los intereses del Estado y los del capital financiero coinciden sin cesar cada vez más. De otro lado, la enorme tensión de la concurrencia en el mercado mundial exige del Estado UN MAXIMUM DE CENTRALIZACION Y DE PODER. Estas dos Causas, por una parte, y razones fiscales, por otra, son las que constituyen los principales factores de la estatización de la producción dentro del marco capitalista.[9]

El artículo anterior de Bujarin, El estado predatorio..., firmado con el seudónimo Nota-Rene, era “en lo esencial, una nota divulgadora de La economía mundial y el imperialismo, pero también de Hacia una teoría del Estado imperialista y en él, “ataca también el Estado como tal, la estatalidad.”[10]

Hay que señalar que no encontramos en Lenin, pero sí en Bujarin, una sistematización de sus concepciones sobre el capitalismo de Estado. En los ensayos mencionados de este último, pero sobre todo en El Estado predatorio... se encuentra un primer (esbozo de teoría marxista sobre el CE. Éste fue publicado en la prensa radical de varios países, en medio de una agitada controversia con Lenin, el cual se negó a publicar la versión ampliada en el Sbornik Sotziat-Demókrata (Antología socialdemócrata), que editaba, puesto que no estaba de acuerdo con el autor en varios aspectos fundamentales.[11]

Sin embargo, poco tiempo después, al volver Lenin. a trabajar sobre el Estado, lo cual había prometido en su artículo La Internacional Juvenil, cambió de parecer y en una carta dirigida a Inés Armand con fecha de 19 de febrero de 1917, escribió:

En estos últimos tiempos he estado pensando particularmente sobre la posición del marxismo respecto del Estado, he reunido mucho material, y he llegado, según creo, a conclusiones muy interesantes e importantes, las cuales apuntan mucho más contra Kautsky que contra Bujarin [...] Me gustaría poder publicar el No. 4 del Sbornik Sotzial-Demókrata con el artículo de Bujarin y mi análisis de sus pequeños errores y del gigantesco tejido de mentiras y trivializaciones del marxismo por Kautsky.[12]

Cuando Bujarin regresó a Moscú del exilio en mayo de 1917, la esposa de Lenin, Nadiezhda Krupskaia, le transmitió un mensaje del líder: “sus primeras palabras fueron: V. I. Lenin me pidió que le dijera que ya no está en desacuerdo con usted en la cuestión del Estado.”[13]

Aunque Lenin continuó manteniendo discrepancias secundarias con Bujarin sobre varios aspectos del Estado, a partir de fines de 1916, comenzó a utilizar la categoría de capitalismo de Estado-capitalismo monopolista de Estado.[14]

.

Pero volvamos al artículo de Bujarin en cuestión. En éste escribió lo siguiente:

La introducción de monopolios comerciales del Estado, la fusión [subrayado de lsr] de las empresas estatales y de crédito «privadas» (bancos), los precios fijos, la intervención del Estado en la distribución de los productos, todo esto significa la absorción de la vida económica por la organización estatal. La «economía nacional» se convierte cada vez más y más en una «economía estatal», en un «trust estatal-capitalista» (núm. 5).[15] Pero no sólo la organización estatal y la organización puramente económica de la burguesía se unen en una sola, sino que esa misma tendencia muestran todas las demás organizaciones burguesas y clasistas. La ciencia, los partidos, la iglesia, las asociaciones de empresarios son absorbidos por el aparato estatal. De este modo se forma una organización única que TODO LO ABARCA[16] EL ESTADO PREDATORIO IMPERIALISTA CONTEMPORANEO, EN CALIDAD DE ORGANIZACION OMNIPOTENTE DE LA burguesía dominante, con innumerables funciones y un poder gigantesco, tanto espiritual (diferentes métodos de estupidización; religión, prensa, la escuela, etcétera) como material (policía, ejército). Esta fuerza penetra en todos los poros de la sociedad financiero-capitalista y le imprime un sello singular, específico a nuestro tiempo. Y vemos aquí la dialéctica de la historia: el Estado, que fue al principio la única organización DE LA CLASE DOMINANTE, SE CONVIERTE EN UNA ORGANIZACION MÁS EXISTENTE AL LADO DE LAS DEMAS PARÁ NUEVAMENTE TRANSFORMARSE EN UNA ORGANIZACION ÚNICA QUE ABSORBE en sí misma a las demás. Tal es el monstruo contemporáneo, el Leviatán moderno de la estatalidad. [Subrayados de lsr.]

Luego agrega:

El desarrollo de la economía mundial conduce a la más aguda lucha de las economías nacionales organizadas en forma estatal. Por otra parte, las guerras imperialistas ejercen una influencia contraria en la estructura del Estado. Y si el modelo descrito antes es, por así decirlo, un cuadro ideal del Estado imperialista, la etapa, que alcanzaron sólo los Estados más adelantados, entonces cada día y, en particular, cada día de la guerra, conduce a la ampliación de este fenómeno.[17]

El propósito principal del revolucionario bolchevique, de tan trágica suerte,[18] en sus ensayos del periodo que investigamos, era ‘Volver a concentrar las esperanzas revolucionarias y restaurar el antiestatismo de Mane en la ideología socialdemócrata.”[19]

En las notas transcritas de Bujarin encontramos muchas similitudes con lo que conocemos de las citas de Lenin acerca del CE-CME.

Sin embargo, existen diferencias entre ambos, quizá la más notable estriba en que Bujarin sí integró al Estado en El imperialismo y la economía mundial y logró elaborar una teoría consistente del capitalismo de Estado ya en 1915 (a diferencia de Lenin en El imperialismo, fase superior del capitalismo). Otro de los méritos de Bujarin es el rescate de la visión antiestatista del marxismo, coincidiendo con A. Pannenkoek y Zeth Hoglund.[20]

La constatación del crecimiento extraordinario de los Estados imperialistas beligerantes durante la guerra mundial, adquirió en Bujarin aspectos apocalípticos: “La centralización se convierte en la centralización de los cuarteles; entre las élites se intensifica ineluctablemente el militarismo más vil, así como la regimentación brutal y la represión sangrienta del proletariado.” [21]

Este «capitalismo de Estado militarista» lo angustiaba de tal manera que provocó la utilización por Bujarin y sus partidarios de la categoría capitalismo de Estado también durante la postguerra, lo que condujo a innumerables aclaraciones de éste, en el sentido de que sus concepciones deberían “entenderse como un análisis abstracto [...], como un modelo «químicamente puro» destinado no a corresponder a cada aspecto de la realidad, sino a revelar las tendencias transitorias de la sociedad burguesa contemporánea”.[22] El prolífico Bujarin, al utilizar ambiguamente esta categoría, fue también uno de los autores de la distorsión de la misma. Al caer Bujarin en desgracia en la URSS a fines de los años veinte, la paternidad de la categoría se trasladó a Lenin y durante la larga noche del thermidor staliniano, en un ambiente de corrupción y degeneración tanto de la teoría como de la práctica, la categoría CE-CME alcanzó su nivel más bajo de vulgarización. En los primeros años después de la muerte de Stalin, se la terminó de sacar del contexto histórico en que había sido elaborada, se le despojó de su esencia, se le separó en dos «categorías» y posteriormente, como consecuencia, se consideró que el capitalismo monopolista de Estado podría ser la base para una transición pacífica, evolutiva, hacia el socialismo.[23]

Por otra parte, una de las diferencias más importantes con Lenin, se refiere a que en la visión de éste, la aparición de los monopolios no elimina la competencia entre los mismos ni la anarquía resultante, ya sea en el sistema capitalista en su conjunto o en el seno de las «economías nacionales» tomadas aisladamente, mientras que para Bujarin la anarquía y competencia de los capitales se trasladan del «trust capitalista nacional» al plano internacional:

La economía mundial de nuestra época se caracteriza por una estructura profundamente anárquica. A este respecto se puede comparar la estructura de la economía mundial actual a la que era típica de las economías nacionales hasta principios del siglo XX.[24] [.. .] La concurrencia alcanza su desarrollo máximo: la concurrencia de los trusts capitalistas nacionales en el mercado mundial. En el seno de las economías nacionales, la concurrencia se reduce al mínimum, para resurgir fuera en proporciones fantásticas, desconocidas en las precedentes épocas históricas.[25]

El capital financiero ha abolido la anarquía de la producción dentro de los países del gran capital.

(Anotación de Lenin: “No «ha abolido»”).[26] La visión de Lenin es más amplia y dialéctica, mientras que la de Bujarin parece en momentos, más evolucionista, unilateral. Sé basa en gran medida en Hilferding, autor al que cita en múltiples ocasiones; parecen encontrarse en las obras del revolucionario ruso ecos del capitalismo organizado, «planificado», de Hilferding, quien idealizó la racionalidad nacional frente a la anarquía y lucha internacionales.

Resulta interesante constatar tanto en Bujarin como en Lenin la ausencia de un examen detallado de la tasa de ganancia, aspecto fundamental del desarrollo del capitalismo. Es uno de los presupuestos de ambos, pero no es analizada en sus trabajos; tampoco en los de la mayoría de los economistas soviéticos más renombrados.

Bujarin se opuso a las concepciones de Lenin con respecto a la aplicación de la categoría capitalismo monopolista de Estado para las condiciones de la URSS en los años veinte. Es curioso que el antiestatista Bujarin haya sido arrollado y aplastado por esa maquinaria estatal que él ayudó a «embellecer» negándose a aceptar lo que el genio de Lenin ya había comprendido.

Lenin y el capitalismo de Estado

Las primeras referencias que conocemos dé la categoría CE-CME en la obra leninista se dan a fines de 1916-principios de 1917. En diciembre de 1916, escribe: “En el transcurso de la guerra el capitalismo mundial dio un paso adelante no sólo hacia la concentración general, sino también hacia la transición del monopolio en general a capitalismo de Estado en escala mucho más amplia que antes.. .”[27] y, posteriormente, en su obra Un viraje en la política mundial, del 31 de enero de 1917, escribe:

la historia no se queda estacionada ni siquiera en tiempo de contrarrevoluciones. La historia avanzó también durante la guerra imperialista de 1914-1916, la cual fue una continuación de la política imperialista de los decenios anteriores. El capitalismo mundial, que en las décadas de los 60s-70s del siglo pasado fue una fuerza progresiva y avanzada de la libre competencia, y el que a comienzos del siglo xx se transformó en capitalismo monopolista, es decir en imperialismo, dio un gran paso adelante, durante la guerra, no sólo hacia una mayor concentración del capital financiero sino también hacia su transformación en capitalismo de estado.[28]

Y en su plan de artículo Las lecciones de la guerra, de febrero del mismo año, uno de los puntos a desarrollar, el punto 3, se titula “Paso del capitalismo monopolista a capitalismo estatal”.[29]

Durante la VII Conferencia (de abril) de toda Rusia del POSDR (b), en su Informe sobre el momento actual del 24 de abril (7 de mayo), es más explícito:

La resolución sobre el momento actual se divide en tres partes. En la primera se caracteriza la situación objetiva creada por la guerra imperialista, la situación en que se ha visto el capitalismo mundial [...] formulo la Conclusión de que el capitalismo1 \se ha desarrollado durante la guerra más aún que antes de ella (subrayados de LSR). Se ha adueñado de ramas enteras de la producción. Ya en 1891, hace 27 años, cuando los alemanes aprobaron su Programa de Erfurt, Engels decía que no podía interpretarse el capitalismo según se venía haciendo, como un régimen carente de todo plan. Esta interpretación es ya anticuada:

Donde hay trust no hay carencia de planes. Durante el siglo xx, sobre todo, el desarrollo del capitalismo siguió avanzando a pasos agigantados y la guerra hizo lo que no se había hecho en 25 años (subrayados de LSR).

En mayo de 1917, en su Guerra y revolución es mucho más explícito pues, refiriéndose al grupo rival de los imperialistas anglo-franceses, agrupado alrededor de los imperialistas alemanes, escribe:

Este grupo introdujo los principios de la estatización de la producción capitalista, de la unión de la fuerza gigantesca del capitalismo con la fuerza gigantesca del Estado en un solo mecanismo, organizando decenas de millones de personas en una sola organización del capitalismo de Estado.[30]

En el prefacio a la primera edición de El Estado y la revolución, de agosto de 1917, señala:

La guerra imperialista ha acelerado y agudizado extraordinariamente el proceso de transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado. La monstruosa opresión de las masas trabajadoras por el Estado, que se va fundiendo cada vez más estrechamente con las asociaciones omnipotentes de los capitalistas, adquiere proporciones cada vez más monstruosas. Los países adelantados se convierten —y al decir esto nos referimos a su «retaguardia»— en presidios militares para los obreros.[31]

Es en la famosa cita de La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla, en donde expone más explícitamente su pensamiento:

El mismo consorcio del azúcar nos demuestra palmariamente la transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado.

Y ¿qué es el Estado? Es la organización de la clase dominante: en Alemania, por ejemplo, la organización de los junkers y los capitalistas. Por eso, lo que los Plejanov alemanes llaman «socialismo de guerra», no es en realidad, más que un capitalismo monopolista de Estado en tiempo de guerra, o, dicho en términos más sencillos y más claros, un presidio militar para los obreros y un régimen de protección militar de las ganancias de los capitalistas.

Pues, bien, substituid ese Estado de junkers y capitalistas, ese Estado de terratenientes y capitalistas por un Estado democrático-revolucionario, es decir, por un Estado que destruya todos los privilegios, que no tema implantar revolucionariamente la democracia más completa, y veréis que el capitalismo monopolista de Estado, en un Estado verdaderamente democrático-revolucionario, representa inevitablemente, ¡un paso, pasos hacia el socialismo!

[. . .]Pues el socialismo no es más que el paso siguiente después del monopolio capitalista de Estado. O dicho en otros términos, el socialismo no es más que el monopolio capitalista de Estado puesto al servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista.

[.. .]La guerra, al acelerar extraordinariamente la transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado, pone de este modo a la humanidad extraordinariamente cerca del socialismo: tal es, precisamente, la dialéctica de la historia.

La guerra imperialista es la víspera de la revolución socialista. Ello no sólo se debe a que la guerra engendra, con sus horrores, la insurrección proletaria —pues no hay insurrección capaz de instaurar el socialismo si no han madurado las condiciones económicas para él—, sino a que el capitalismo monopolista de Estado es la preparación material más completa para el socialismo, su antesala, un peldaño de la escalera histórica entre el cual y el peldaño llamado socialismo no hay NINGÚN PELDAÑO INTERMEDIO.[32]

En éste y otros trabajos posteriores, hace hincapié en la utilización del capitalismo monopolista de Estado una vez tomado el poder, bajo la dictadura del proletariado. Éste es un aspecto frecuentemente no comentado por la mayoría de los que actualmente utilizan tal concepto. No nos ocuparemos de este problema en este ensayo, sin embargo es necesario señalar que existe una simplificación ya anotada por varios críticos de Lenin, en la concepción de éste acerca de que el capitalismo monopolista de Estado representa el antecedente organizativo del socialismo.[33]

También es oportuno recordar que cuando Lenin anotó que el CME “es la preparación material más completa para el socialismo, su antesala”, pensaba principalmente en términos históricos inmediatos, en la Europa desangrada por la guerra; sin embargo, la realidad tomó caminos diferentes, ya que el experimento socialista en el país imperialista más atrasado de Europa se vio aislado en un solo país al no triunfar las revoluciones parciales que se dieron en Occidente; por ello el naciente socialismo se vio sometido a deformaciones tan profundas que condujeron a la postre a otro tipo de sociedad. Ésta ha sido denominada por sus críticos de diversas maneras, por ejemplo: capitalismo de Estado o sociedad postcapitalista, ni capitalista ni socialista, etcétera.

En las obras posteriores de Lenin son ya escasas las menciones al concepto CE-CME. En una de ellas, en la que menciona el concepto, pero no el término, es decir, en la primera variante del artículo Las tareas inmediatas del poder soviético, señala algunas cuestiones que queremos recalcar. En dicha variante, escrita entre el 23 y 28 de marzo de 1918, se dice lo siguiente:

El imperialismo alemán, que representa en la actualidad el mayor progreso, no sólo de la potencia militar y de la técnica militar, sino de las grandes organizaciones industriales en los marcos del capitalismo, expresó su progresividad entre otras cosas, en el hecho de que antes que otros Estados, organizó el tránsito al trabajo obligatorio.. .

i Y nosotros también, en las condiciones creadas por la destrucción increíble de la postguerra, estamos obligados indudablemente, a poner en uno de los primeros lugares una reforma semejante...

En sus últimas obras el concepto no aparece, para referirse a épocas posteriores a la guerra, salvo cuando se refiere a la Rusia soviética; así ocurre, en efecto, en los discursos ante el II, III y IV Congresos de la Internacional Comunista, en su conferencia Acerca del Estado, pronunciada en la Universidad Sverdlov el 11 de julio de 1919 y en la cual, si trataba específicamente el tema del Estado, debería haberse referido al término. En estos últimos trabajos el no mencionar el concepto no es de ninguna manera casual; en el prólogo a las ediciones francesa y alemana de El imperialismo, fase superior del capitalismo, su autor tiene oportunidad de examinar lo que de nuevo ha surgido en el campo del imperialismo, pero no hace mención en absoluto ni al concepto ni al término; es más, parafraseando La catástrofe que nos amenaza..., Lenin escribe: “El imperialismo es la antesala de la revolución social del proletariado. Esto ha sido confirmado, en una escala mundial, en 1917.” La fecha de este escrito: 6 de julio de 1920.[34] Demasiado claro el abandono de la categoría CE-CME. Sin embargo, hay toda una literatura que, al colgarse del árbol genealógico de Lenin, pretende que éste lo utilizó para el capitalismo, hasta el final de sus días.[35]

De lo que hemos expuesto de Lenin, se deduce que: la categoría capitalismo monopolista de Estado-capitalismo de Estado es utilizada por él en un breve lapso de tiempo —fines de 1916, principios de 1919— para expresar acontecimientos extraordinarios que ocurrían en varios países imperialistas, sobre todo en Alemania e Inglaterra, debido a las condiciones extraordinarias de la guerra mundial, que habían hecho avanzar inusitadamente —décadas que se comprimen en meses—, las economías imperialistas, hasta dar lugar a un fenómenos nuevo: «el capitalismo de Estado-capitalismo monopolista de Estado», que forzosamente tuvo que desaparecer una vez terminada la guerra (aunque en Alemania haya subsistido poco tiempo después, porque ahí las condiciones extraordinarias seguían existiendo también). A mediados de 1917, Lenin emplea tal categoría para referirse a algunos rasgos de la economía soviética después de la toma de poder y la instauración de la dictadura del proletariado. En tal acepción, Lenin la sigue utilizando hasta sus últimos días.

Al CE-CME, Lenin no pudo darle un tratamiento sistemático, pues siempre nos encontramos frases aisladas, párrafos, pero no el tratamiento teórico necesario al «peldaño último» anterior al socialismo. No hay en ese sentido una «teoría leninista» sobre el CE-CME como algunos pretenden.

A continuación, trataremos de resumir los aspectos principales de la concepción de Lenin sobre el tema:

1) La utilización de tal categoría presupone su teoría sobre el imperialismo; considera al evento de la guerra que hizo avanzar extraordinariamente el desarrollo del capitalismo; “lo que no había avanzado el capitalismo en los últimos 25 años, lo ha logrado en los últimos dos años de la guerra” de tal manera que “del capitalismo monopolista se ha pasado al capitalismo monopolista de Estado”, es decir, “el capitalismo mundial [...] dio un gran paso adelante durante la guerra [...] hacia su transformación en capitalismo de Estado”.

Para Lenin y también para Bujarin, y esto es lo más general, el CME es una nueva fase en el desarrollo del capitalismo mundial, un cambio cualitativo de tal magnitud que se compara al paso del capitalismo competitivo al monopolista: ése es el sentido, inequívoco, de la cita de Un viraje en la política mundial: el capitalismo ha pasado a la fase del capitalismo de Estado-capitalismo monopolista de Estado.

Sin embargo, ya vimos que esta concepción, esta categoría histórica, Lenin la utilizó durante un tiempo extraordinariamente corto. Posteriormente volvió a hablar únicamente de imperialismo. La concepción de «última fase» —que anteriormente había utilizado también para el imperialismo «simple»—, «último peldaño antes del socialismo», estaba totalmente acorde con sus expectativas sobre la revolución mundial y el próximo paso al socialismo en Europa occidental, así corno con las condiciones extraordinarias que había creado la guerra mundial.[36]

2) Otro aspecto esencial del CME, en la caracterización de Lenin, creemos, consiste en la unión de la fuerza gigantesca del capitalismo con la fuerza gigantesca del Estado en un solo mecanismo, colocando a decenas de millones de personas en una sola organización de capitalismo de Estado”. Tal aspecto es en realidad un cambio cualitativo de considerable magnitud con respecto al monopolio privado; al hablar de ello, Lenin lo tenía en mente como una generalidad en los países que habían avanzado hacia el CME; en efecto, así como solamente se pudo considerar que el capitalismo había pasado la etapa de libre competencia y se había convertido en imperialismo cuando los monopolios eran ya un fenómeno general, así Lenin pudo hablar del CME cuando éste se había generalizado cuando la fuerza del capitalismo se había unido, ensamblado con la fuerza del Estado en un solo mecanismo; Lenin de ninguna manera confundía este fenómeno totalmente nuevo con el sector estatal en la economía, que ya existía en todos los países capitalistas antes de la guerra imperialista o con la intervención creciente del Estado en la economía, que también se daba anteriormente,, o con la creciente injerencia de la burguesía y los monopolios en el Estado,[37] que se ha dado desde que el capitalismo existe y claro está, cuando los monopolios aparecieron; más aún, toda la política y actividad de los Estados de los países imperialistas, incluyendo por supuesto, la guerra mundial, obedecieron a las leyes del desarrollo del capitalismo, plasmadas en los objetivos y dictados de los monopolios; Lenin era consciente de la subordinación del aparato estatal a los dictados de los monopolios desde mucho antes de la guerra y no por ello destacó una categoría nueva, una fase nueva; lo hizo sí, cuando el desarrollo del capitalismo, de sus contradicciones principales, hizo pasar a éste 'a una nueva fase, en determinados países y por circunstancias extraordinarias que terminaron muy pronto, lo que motivó que él cesara de mencionarla.

3) Esta unión, ensambladura, de la fuerza del capitalismo con la fuerza de los monopolios, es provocada en condiciones que “obligan a una serie de países a implantar la regularización social de la producción y de la distribución”, es decir, a introducir la planificación; Lenin cita a Engels en su Critica al Programa de Erfurt de la socialdemocracia alemana:

[ ...] Si pasamos de las sociedades anónimas a los trusts, que dominan y monopolizan ramas industriales enteras, vemos que aquí termina no sólo la producción privada, sino también la falta de planificación (Neue Zeit, año 20, i. 1, 1901-1902, p. S).[38]

Aquí se encierra lo más fundamental de la apreciación teórica del capitalismo moderno, es decir, del imperialismo, a saber, que el capitalismo se convierte en un capitalismo monopolista...]

[.. Naturalmente, los trusts no entrañan, no han entrañado hasta hoy ni pueden entrañar una planificación completa. Pero por cuanto son ellos los que trazan los planes, por cuanto son los magnates del capital quienes calculan de antemano el volumen de la producción en escala nacional o incluso internacional, por cuanto son ellos quienes regulan la producción con arreglo a planes, permanecemos, a pesar de todo, dentro del capitalismo aunque en una nueva fase de éste, permanecemos, indudablemente, dentro del capitalismo [. .] [39]

Esta planificación de las empresas capitalistas «trasnacionales» se transformó durante la guerra en una planificación del Estado capitalista, en una planificación coercitiva. Ella fue impuesta sobre todo en Alemania, pero también en Inglaterra y otros países, y no pudo impedir que, en el penúltimo año de la guerra, en el primer país mencionado hubiese condiciones de catástrofe. “En Alemania es todavía peor. En Rusia se puede hacer mucho con organización. En Alemania no es posible hacer nada más. No hay más pan, y la muerte de todo el pueblo es inevitable.” [40]

Tales planes abarcaban todos los aspectos de la economía y de la sociedad de tales países y se presentaban bajo el aspecto de la defensa del país y por tanto, de la militarización de la economía.

Los fines de la movilización industrial, lo mismo que su significación, son puestos claramente de relieve en el discurso pronunciado el 3 de junio (de 1915) en Manchester, por Lloyd George:

“La ley sobre la defensa del país, declara el ministro, da al gobierno un poder completo sobre las fábricas. Ella nos confiere la posibilidad de llevar a cabo, antes que nada, los trabajos necesarios para el gobierno. Podemos disponer de la fábrica entera, como de cada máquina, y si en alguna parte encontráramos dificultades, el Ministerio de Abastecimientos podría aplicar las medidas más eficaces. Medidas análogas ha sido adoptadas en Francia y en Rusia [...] [41]

Es decir, se trataba de una verdadera, gigantesca unión de la fuerza del capitalismo con la fuerza del Estado, de una regulación, planificación capitalista de la producción y la distribución, con el objetivo de incrementar las superganancias de los monopolios y salir avante en el conflicto mundial. Dicha planificación abarcaba el control directo del Estado sobre la producción de las empresas privadas (“producción obligatoria, regularización de los métodos de trabajo, etcétera”),

la regularización de la repartición (obligación de suministrar y recibir productos —organización de oficinas centrales nacionales de repartición—; de almacenes nacionales de materias primas, combustibles, productos alimenticios, fijación de los precios, cartas de pan, de carnes y otros productos; prohibición de importaciones y exportaciones, etcétera; de la organización del crédito nacional y del consumo nacional;[42]

también abarcaba, como ya vimos, el trabajo obligatorio general, que se convierte, en palabras de Lenin, en un «presidio militar para los obreros».

La planificación o ‘‘movilización de la industria”,

es decir, su militarización, se ha efectuado con tantas menos dificultades cuanto más fuertemente desarrolladas se encontraban las organizaciones patronales, carteles, sindicatos, trusts. Estas uniones patronales, en cuyo interés, a decir verdad, se ha emprendido la guerra, han puesto todo su aparato regulador al servicio del Estado imperialista, al cual se encuentran estrechamente ligadas. Es así como han proporcionado la posibilidad técnica y económica de militarizar la vida económica, desde el proceso directo de producción hasta las sutiles operaciones de crédito. Y en todos aquellos países en donde la industria se encontraba organizada en carteles, su «movilización» ha tomado proporciones gigantescas.[43]

Vastas ramas industriales —escribe Pinner a propósito de Alemania—, fusionadas desde hace decenas de años en estrechas asociaciones, cuya actividad económica tenía un carácter casi colectivo, han absorbido una parte de la producción y la han colocado bajo una dirección única: los carteles y los SINDICATOS.[44]

El sometimiento de la economía de los países beligerantes a una extrema centralización y control por parte del Estado y a una plena connivencia del aparato del Estado con los monopolios, provocó el enriquecimiento inmenso de éstos, el saqueo de las arcas del Estado por las pandillas de los monopolistas de ambos grupos de países contendientes. La caza de superganancias, móvil fundamental del capitalismo, fue el eje que permitió el paso a la «planificación» capitalista de tales países.

4) Se desarrolla considerablemente la maquinaria estatal, sus aparatos burocrático y militar.[45] Se forman también monopolios de Estado, algunos de los cuales posteriormente,, una vez terminada la guerra y desaparecido el capitalismo de Estado, desaparecen, aunque otros persisten. Como señalaba Bujarin al constatar esta idea: “Así pues, el porvenir pertenece (en tanto se mantenga el capitalismo) a formas vecinas al capitalismo de Estado.”[46] El crecimiento inaudito, extraordinario del aparato estatal, en los dos aspectos antes señalados,, decae una vez terminada la guerra, pero es una tendencia que, habiendo surgido desde antes de la guerra permanece ya en los decenios posteriores.

5) En el periodo de la guerra, o sea en el CE-CME, las fuerzas productivas se socializan de tal manera, que nos encontramos según Lenin y Bujarin, ante el último peldaño de la escalera histórica al socialismo. Paradójicamente, en este periodo la internacionalización del capital adquirió niveles sin precedentes, la interdependencia de todos los países capitalistas fue mayor, las fronteras nacionales perdieron su anterior significado.[47]

Todo ello no hace sino llevar a un plano más elevado las contradicciones del sistema capitalista, sobre todo, se manifiesta de manera más acentuada que nunca la contradicción entre el carácter cada vez más social de las fuerzas productivas y la envoltura capitalista privada de las relaciones sociales de producción.

6) La historia no sigue, de ningún modo una línea recta, de tal manera que siempre existe un proceso de continuidad-discontinuidad, de avances y retrocesos. La guerra, al potenciar extraordinariamente todas las contradicciones del capitalismo, condujo a éste al CE-CME; sin embargo, al cesar aquélla, se produjo un retroceso histórico en países como Inglaterra, Alemania, EUA, etcétera, en los que el capitalismo monopolista había transitado al CME y éstos volvieron a la fase del capitalismo monopolista «simple»,, aunque con tendencias o «formas próximas al CE-CME» que se acentúan, después de la crisis del 29, en los países fascistas y durante la Segunda Guerra Mundial. En la postguerra existen estas tendencias sobre todo en los países imperialistas más débiles y más golpeados por la concurrencia internacional.

Por ello, Lenin cesa de utilizar tal categoría ya en el año 18 y cuando la utiliza posteriormente es para referirse a la situación ya descrita, durante la guerra imperialista, o para aprehender la situación de la Rusia Soviética, después de la toma del poder.[48] En la actualidad, incluso en los países capitalistas más avanzados no se dan las características que indujeron a Lenin a emplear la categoría CE-CME.

Por último, habría que señalar que Lenin siempre utilizó los términos capitalismo de Estado y capitalismo monopolista de Estado indistintamente. Posteriormente toda una extraña literatura ha tratado de hacer una separación entre ambos términos, utilizando el de capitalismo de Estado para indicar la intervención estatal en el capitalismo premonopolista y el de capitalismo monopolista de Estado para señalar la intervención estatal en la etapa del capitalismo monopolista o, la más «ortodoxa» para señalar la presencia de una fase como la indicada por Lenin, pero sin demostrar su existencia.[49]

Para finalizar, agregaremos algunas reflexiones sobre los rasgos precedentes.

El ciclo largo de ascenso de la economía capitalista mundial, de aproximadamente 1893 a 1914, al elevar todas las contradicciones del capitalismo, condujo inevitablemente a la guerra imperialista de 1914-18:

El conflicto obliga a los países beligerantes a movilizar su fuerza militar con rapidez, a desplazar recursos productivos hacia la producción bélica y adecuar la economía toda a esas exigencias, lo que resulta imposible lograr en el marco de una economía de competencia y mercado libre. Con tal motivo, la intervención estatal adquiere un impulso inusitado y aun empieza a hablarse de la necesidad de «planificar». En Estados Unidos se crea en 1917 la «Junta Industrias de Guerra», organismo que había de intervenir en materia de abastecimiento, adquisición de materias primas, transportes, programas de producción de emergencia, suspensión de la fabricación de artículos de lujo, etcétera, todo ello para lograr que una menor fuerza de trabajo estuviera en condiciones de asegurar un alto nivel de producción requerido por la guerra[50]

En Alemania, también se organizó una «economía estatal»:

Para Alemania,, separada del mar y privada del trigo de Rusia y del hierro de Lorena, la economía de guerra se presentaba extraordinariamente difícil. Mientras el gobierno practicaba una política de unión nacional de los partidos, a la vez que promulgaba medidas de rigor contra las minorías, Walter Rathenau organizó la economía sobre la base estatal. Se creó un servicio que puso en manos del Estado el monopolio de las materias primas, las cuales fueron requisadas, así como los cereales y las patatas y se agruparon todas las industrias en una Unión de Guerra de industrias alemanas, encargada de distribuir la mano de obra bajo la intervención del Estado.

En Austria el gobierno Stürgkh instauró una dictadura militar a la que fue entregada toda la administración civil.[51]

Durante el invierno de 1915-1916, los dos imperios centrales tuvieron que recurrir al racionamiento de víveres.

También ocurrió el hecho paradójico que ya señalamos de una mayor intemacionalización de las economías imperialistas, como lo muestra lo siguiente:

por extraordinario que parezca, el comercio inglés, por intermedio de los escandinavos, continuaba abasteciendo a Alemania y enviándole, por ejemplo, el algodón indispensable para la fabricación de municiones. Y es que Inglaterra, banquero de la Entente, se preocupaba ante todo de sostener la libra aunque fuese por medio de exportaciones a Alemania.[52]

Esta «economía estatal», de la que nos hablan historiadores burgueses como Pirenne, se acrecentó extraordinariamente durante los dos últimos años de la guerra, sobre todo, cuando se produce el «viraje en la política mundial», de la guerra imperialista a la paz imperialista, del que nos habla Lenin en su artículo citado de enero de 1917, cuando:

los recursos de ambas coaliciones imperialistas se determinaron suficientemente, todos o casi todos los posibles aliados y los más cercanos «vecinos», que constituyen una magnitud considerable, ya han sido jalados al matadero, las fuerzas de los ejércitos y flotas ya han sido probadas y vueltas a probar, medidas y vueltas a medir. El capital financiero adquirió miles de millones: la montaña de deudas bélicas muestra la magnitud del regalo, que el proletariado y las masas indigentes «deben» ahora pagar durante decenios a la burguesía internacional porque ésta muy benevolentemente les permitió asesinar a millones de sus hermanos, esclavos asalariados, en la guerra por la división de las ganancias imperialistas.

Obtener con la ayuda de esta guerra más correas de cuero del trabajo asalariado, quizás ya no es posible y en esto reside una de las bases económicas profundas del viraje observado actualmente en la política mundial. No es posible porque en términos generales se agotaron los recursos.[53]

Para maniobrar con estos recursos ya agotados o en trance de agotarse era necesario la ensambladura gigantesca de los aparatos del Estado y del capitalismo de la que nos habla Lenin. Esa unión es un fenómeno nuevo, cualitativamente diferente al imperialismo monopolista, anterior, una nueva fase, pero sólo tal unión, como un fenómeno generalizado, constituyen la nueva fase, no los simples monopolios de Estado o el sector estatal de la economía, con los cuales muchos pretenden identificarla, ignorando el contenido qué Lenin le proporcionaba y no parándose a reflexionar mínimamente sobre el asunto. No es casual que no nos hayamos encontrado ni un solo trabajo, dentro de los que ahora pretenden utilizar dicha categoría alegando su origen leninista, que estudié, investigue acuciosamente la génesis del concepto, el marco histórico mundial en los que fue utilizado y el autor o autores que lo habían empleado antes que Lenin, dentro de la literatura marxista (Bujarin hasta donde sabemos nosotros). Por lo pronto, no era el objetivo de este trabajo el examinar exhaustivamente las teorías de marxistas posteriores a Lenin sobre el CE-CME, sino sólo las concepciones sobre Ja cuestión de él y de su antecesor Bujarin.[54]

 NOTAS

[1] Cf. entre otros, Lelio Basso, Rosa Luxemburgo. Ed. Nuestro Tiempo, México, 1977; Rosa Luxemburgo, La acumulación de capital, así como la respuesta a las críticas sobre este libro, etcétera. No es objeto de este ensayo abundar sobre R. Luxemburgo y el espartaquismo; sin embargo, es necesario destacar que es ella quien, después de Marx y Engels, retoma la radicalidad comunista del marxismo y abarca lúcidamente los problemas estratégicos de la revolución y el comunismo. Además de ella, solamente los bolcheviques lograron abordarlos de manera consecuente, en la teoría y la práctica. Y luego vino una larga involución del pensamiento y la práctica marxistas, un largo período de pragmatismo, de subordinación de los intereses revolucionarios estratégicos del proletariado mundial a la defensa de la URSS, entendida ésta en una acepción conservadora, estrecha y limitante, que la eliminaba como tal defensa, lo que, junto con la degeneración del “socialismo en un solo país” y la ausencia de vanguardias consecuentes en el Occidente trajo como resultado la decapitación de partidos enteros (PC alemán) y la trágica derrota de procesos revolucionarios como el chino y el español. En el desierto teórico que se produjo, pocas fueron las voces discrepantes que se alzaron; los trabajos serios y sólidos desde un punto de vista marxista fueron boicoteados y saboteados constantemente. Apenas en la actualidad los problemas de la estrategia vuelven a ser planteados en sectores importantes del proletariado, aunque no con la seriedad necesaria en la mayor parte de los casos, por ejemplo en el así llamado «eurocomunismo». (Volviendo a R. Luxemburgo las críticas a ella por parte de K. Korch et al., nos parecen importantes y merecen mención aparte. Cf. La contrarrevolución burocrática. Ed. Anagrama, Barcelona, 1976. pp. 11-114).

[2] S. F. Cohén, Bujarin y la revolución bolchevique. Siglo XXI Eds., Madrid, 1976, p. 64, nota 154; K. Korsch et al., op. cit., p. 8; Tony Cliff, Lenin. Pluto Press, London, 1976, vol. 2, p. 60.

[3] Cf. A. G. Lowy, El comunismo de Bujarin. Ed. Grijalbo, Barcelona, 1972, pp. 67-68; Stephen F. Cohén, op. cit., pp. 44-52; V. I. Lenin, Obras completas (en ruso), 5a. ed., v. 33, pp. 329-338. (Se incluye ahí, íntegro, el artículo mencionado de Bujarin, con observaciones de Lenin.)

[4] Cf. V. I. Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo, en Obras escogidas, t. 3, Ed. en Lenguas Extranjeras, Moscú, p. 752: “Los magnates bancarios parecen temer que el monopolio del Estado se deslice hasta ellos cuando menos lo esperen [. ..] el monopolio del Estado en la sociedad capitalista no es más que un medio de elevar y asegurar los ingresos de los millonarios que están a punto de quebrar en una u otra rama de la industria. .

[5] F. Engels, Del socialismo utópico al socialismo científico, en Marx y Engels, Obras Escogidas, t. 2. Ed. Progreso, Moscú, 1966, pp. 145-146.

[6] N. I. Bujarin, La economía mundial y el imperialismo. Ed. Ruedo Ibérico, 1969, p. 136.

[7] Bujarin, La economía mundial..., pp. 147-148.

[8] Años después, Bujarin reclamaría la paternidad del término “trust capitalista de Estado”. (Gf. Teoría económica del período de transición, Cuadernos de Pasado y Presente, Córdoba, 1972, p. 5; y Cohén, op. cit., p. 44, nota 99). El término capitalismo monopolista de Estado fue elaborado y usado por primera vez por Lenin a finales de 1917; Cf. Enrique Semo, “Lenin, la teoría del capitalismo monopolista de Estado y los países capitalistas de nivel intermedio”, Coyoacán, No. 4, México, julio-sept., 1978, p. 110.

[9] Bujarin, op. cit., pp. 145- 146.

[10] A. G. Lowy, op. cit., p. 68.

[11] En forma por demás extraña, V. Guerratana, uno de los teóricos del «eurocomunista» PCI, al mencionar los trabajos de Bujarin, La economía mundial. .., Contribución a la teoría del Estado imperialista y El Estado predatorio . . ., hace hincapié en las diferencias de éste con Lenin, pero en ningún lado menciona las innovaciones de Bujarin, su concepción sobre el «capitalismo de Estado». (Guerratana et al. no se atrevieron a desafiar las condenas stalinistas a Bujarin, todavía en vigor y a retomar la historia tal cual, descanonizando a Lenin y dándole su verdadero, meritorio lugar.) Por lo tanto en la obra de Guerratana y de los teóricos del PCI (Cf. Pesenti et al.), la categoría CME sigue teniendo un origen «clásico», la autoridad de Lenin permite su utilización «sólida» para el presente. Camino semejante había seguido Stalin, en su polémica con Bujarin (Cf. Stalin: “La desviación derechista en el PC (b) de la URSS”, Obras, t. 12). La descomposición de la teoría durante el stalinismo y posteriormente, fue al parejo de la idolatría hacia los clásicos sobre todo hacia Lenin. Casi es inútil señalar que los stalinistas viejos y nuevos han seguido el camino de Stalin. Los artículos y discrepancias de Lenin con Bujarin son extremadamente interesantes, sin embargo no hay lugar aquí para examinarlas (Cf., entre otras: “La internacional de la Juventud”, Obras, t. 30, pp. 225-229. De V. Guerratana, ver Investigaciones sobre la historia del marxismo, n. Barcelona, Ed. Grijalbo, 1972, pp. 102 y 14-24).

[12] Lenin, Obras (en ruso), 5a. Lówy, op. cit. p. 70. ed., t. 33, p. 390, nota 254; A. G.

[13] Stephen F. Cohén, op. cit. p 63; una posición distinta se sostiene en J. V. Stalin. Obras, t. 12, pp. 73-82. Eds. en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1955.

[14] En los primeros años del régimen soviético, por lo menos antes de que Bujarin cayera en desgracia, la paternidad de la concepción sobre el capitalismo de Estado se atribuía generalmente a Bujarin: “Aunque se utilizaba ya el término, principalmente en conexión con la economía de guerra en Alemania, los autores bolcheviques atribuían generalmente a Bujarin haber elaborado la concepción marxista de capitalismo de Estado. Véase, por ejemplo, la reseña de Osinski,, en Kommunist (Moscú), núm. 2, 1918, p. 24, y L. Kristman, “Período histórico de la gran revolución rusa”, 2a. ed. Moscú y Leningrado, 1926, p. 19. Stephen F. Cohén, op. cit., p. 44., Sobre la utilización por Lenin de los términos capitalismo de Estado y capitalismo monopolista de Estado, cf. Henri Claude, Le Capitalisme Monopoliste d’État, París, 1971, Centre d’Études et de Recherches Marxistes, pp. 6 y 7, y E. Semo, op. cit

[15] Como el artículo en cuestión se había publicado en varias revistas entre otras el núm. 25 del Arbeiterpolitik, Lenin cotejó ambas versiones y anotó las modificaciones. La nota núm. 5 se refiere a la quinta modificación, puesto que en la versión del Arbeiterpolitik Bujarin añadió “la estatización de la fuerza de trabajo, tal como se expresa en la ley inglesa sobre el equipo militar, en la alemana «servicio auxiliar a la patria», etcétera, es una consecuencia inevitable de este proceso”.

[16] A esta expresión, Lenin le hace la siguiente observación: «Inexacto».

[17] V.I. Lenin, Obras (en ruso), 5a. ed., t. 33, p. 326.

[18] Bujarin, «el favorito del Partido», según Lenin, cayó en desgracia ya en 1927-28 y oficialmente en 1929; a partir de entonces, aunque siguió ocupando altos puestos, su obra y su prestigio fueron destrozados; en el 38 tuvo lugar el «juicio» a la «camarilla bujarinista-trotzkista» y su fusilamiento. La historia fue reescrita y su nombre borrado de la misma. No ha sido rehabilitado oficialmente, aunque la actitud gubernamental hacia él ha cambiado; sin embargo, su nombre y sus obras son prácticamente desconocidos o vilipendiados para el pueblo soviético. Suerte similar corrieron miles de bolcheviques (sobre todo los que con Lenin participaron en la Revolución y la guerra civil), y centenares de miles de trabajadores.    

En el movimiento comunista internacional el nombre de Bujarin comienza a ser rehabilitado; en junio de 1980 fue organizado en Roma un coloquio internacional sobre Bujarin, por el PCI, con la presencia de especialistas marxistas de Occidente, pero también de delegados chinos, húngaros, rumanos y yugoslavos. Cf. Le Monde Diplomatique, en español, año 2, número 20, agosto de 1980, p. 14.

[19] S. F. Cohén, op. cit., p. 52.

[20] Cf. Michael Futrell, Northern underground, N. York, 1963, pp. 91-92. Citado en S. F. Cohén, p. 59, nota 138.

[21] “K. teorii imperialisticheskogo gosudarstva”. Moskva, 1925. p. 31, citado en S. F. Cohén, op. cit., p. 45.

[22] Stephen F. Cohén, op. cit., p. 47, nota 106. Cf. además, N. I. Bujarin, Teoría económica del período de transición, Cuadernos de Pasado y Presente, Córdoba, 1971, p. 128, nota 6: “Naturalmente ocurre así en el «tipo puro» de capitalismo de estado, que en la realidad sólo se manifiesta como tendencia.”

[23] Cf. C. I. Bregel, Economía política del capitalismo. (En ruso) Moscú, 1959, p. 583; Cuestiones del capitalismo de Estado en los países imperialistas y subdesarrollados en la época actual. (En ruso). Moscú, Eds. de la Universidad de Moscú, 1966. I. K. Sheremiétiev. Capitalismo de Estado en México. Moscú, Instituto de América Latina, 1963. p. 4, 5 y 9. E. Varga. El capita~ lismo del siglo XX. Moscú. Edit. Progreso, s. f. y Paul Boceara, Capitalismo monopolista de Estado, Ed. Cultura Popular, México, D. F., 1972.

[24] N. I. Bujarin. El imperialismo. 71.

[25] Op. cit., p. 151.

[26] N. I. Bujarin. Teoría económica., pp. 5 y 155.

[27] V. I. Lenin, Obras completas. (En español), t. 24, pp. 226-27.

[28] V. I. Lenin, “Un viraje en la política mundial”, Obras completas, 5a, ed. (en ruso), t. 30, pp. 344.

[29] V. I. Lenin, “Plan del artículo «Las lecciones de la guerra»”, Obras, t. 30, p. 397.

[30] V. I. Lenin, Obras completas, en ruso, 5a. ed. t. 32, p. 83, Moscú, Ed. Literatura Política, 1969. En esta parte y otras más, se traduce frecuentemente la palabra rusa soedinienie por fusión, cuando la acepción correcta es unión, empalme, enlace, juntura, ensambladura, etcétera. Diccionario ruso-español. Ed. Enciclopedia Soviética, Moscú, 1967, p. 723. En general, Bujarin emplea la palabra fusión (silanie), mientras que Lenin prefiere utilizar la de soedinienie. Parecería una pequeña modalidad semántica, pero obviamente hay un matiz diferente en el significado. En las traducciones directas del ruso de ensayos sobre éste tema, se traduce equivocadamente soedinienie por fusión: Gf. V. I. Lenin, Obras completas, en español, Ed. Cartago, t. xxv, pp. 385-386, V. A. Cheprakov, El capitalismo monopolista de Estado, Moscú, sf. Ed. Progreso p. 11, E. Varga Economía política del capitalismo, Ed. de Cultura Popular, pp. 55-80.

[31] V. I. Lenin, El Estado y la revolución, prefacio a la primera edición. Moscú. Ed. en Lenguas Extranjeras, Obras escogidas, t. 2, p. 383.

[32] V. I. Lenin, La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla, Obras escogidas, t. 2, p. 277.

[33] Paul Mattick, Crítica de la teoría económica contemporánea. Ed. Era, México, 1980, p. 14; K. Korsch et al., op. cit., p. 46.

[34] V. I. Lenin, Obras escogidas, t. 3, p. 730.

[35] Lenin utiliza indistintamente los términos capitalismo de Estado-capitalismo monopolista de Estado para señalar el mismo fenómeno. Sin embargo, siguiendo la tradición soviética del stalinismo y del periodo actual, muchos autores separan ambos términos y le dan un significado distinto, pero más aún pretenden basar, sin el menor rubor, su deformación de la categoría y su separación en dos «categorías» en ¡¡¡lenin!!!; por ejemplo: “Tesis básicas de Estrategia sobre el capitalismo mexicano”. Estrategia, núm. 20, marzo-abril, 1978, p. 8; Alonso Aguilar, Teoría leninista del imperialismo, Ed. Nuestro Tiempo, México, 1978, pp. 151-184, y La crisis del capitalismo, Ed. Nuestro Tiempo, México, 1979. Este autor separa a la categoría CME del contexto histórico en el que surgió y pretende aplicarla a México, deformándola y olvidando presupuestos leninistas básicos. Este autor la utiliza para señalar la fusión de intereses entre la oligarquía financiera y el Estado, en este sentido tiene un cierto valor propagandístico, positivo, de un hecho negado por los reformistas.

[36] Un aspecto importantísimo, que llevaría muchas cuartillas examinar, es el examen de las esperanzas de los revolucionarios rusos sobre la inminencia de la revolución en Occidente. A ello está ligada ineludiblemente, la teorización de Lenin sobre la «última fase» del capitalismo, sobre el capitalismo «agonizante», así como la polémica anterior en el seno de la socialdemocracia europea, sobre el «derrumbe del capitalismo». Sobre este aspecto, es necesario ver entre otros, los trabajos de Henryk Grossmann, “La acumulación y la ley del derrumbe del sistema capitalista” (próximo a publicarse por Ed. Siglo XXI), Fritz Stemberg, Capitalismo o socialismo. Ed. FGE, 1954, y La Revolución militar e industrial de nuestro tiempo. Ed. FGE, México, 1961; del mismo autor: ¿Quién domina la segunda mitad del siglo XX?, Barcelona, 1963, además del capítulo n del libro de F. Claudín; el capítulo “Estrategia” del libro de Lelio Basso ya citado y el trabajo de R. Castañeda, La teoría del derrumbe en H. Grossman y F. Stemberg. Seminario de Teoría del Desarrollo, heounam, México, 1978.

[37] Autores, como Garlos Perzábal Marcué, confunden el “entrelazamiento (de intereses, LSR), de los monopolios (nacionales y extranjeros) con el aparato de Estado” con las tesis leninistas arriba apuntadas. Cf. Carlos Parzábal Marcué, “Notas para la crítica del concepto de capitalismo monopolista de Estado”, Crítica, Universidad Autónoma de Puebla, núm. 2, año n, marzo-junio de 1978, pp. 45-52.

[38] La interpretación correcta de “aquí termina no sólo la producción privada. . nos la da V. Guerratana, al citar palabras semejantes de Marx, en las que éste señala que el desarrollo de la sociedad por acciones significa “la supresión (Aufhebung) del modo de producción capitalista en el ámbito del mismo modo de producción capitalista”. Nos dice Guerratana “coqueteando una vez más con una típica locución hegeliana, Marx hace aquí un uso de ella que en realidad es ajeno a la lógica de Hegel. Aufhebung en el sentido hegeliano es una supresión que al mismo tiempo es conservación; en cambio, para Marx, a diferencia de Hegel, ese suprimir que es a la vez un conservar no es la supresión real, sino la máxima expresión de una contradicción que todavía debe ser superada. En efecto, esta «supresión-conservación» del modo capitalista de producción, en tanto que expresa “una contradicción que suprime y conserva a sí misma”, debe entenderse —precisa Marx— sólo como “momento de transición hacia una nueva forma de producción (en la que, evidentemente, el viejo modo de producción será suprimido real y completamente)”. V. Guerratana, Investigaciones sobre la historia del marxismo, H, Ed. Grijalbo, Barcelona, 1975, p. 125.

[39] V. I. Lenin, El Estado y la revolución. Ed. en Lenguas Extranjeras, Moscú, s.f., pp. 77-78

[40] V. I. Lenin, Guerra y revolución, Obras (en ruso), t. 32, p. 96.

[41] N. I. Bujarin, La economía mundial y el imperialismo, p. 141.

[42] N. Bujarin, La economía mundial..p. 140.

[43] Ibid.

[44] Pinner, citado por Bujarin, op. citp. 140.

[45] “Y en particular”, escribe Lenin, “el imperialismo, la época del capital bancario, la época de los gigantescos monopolios capitalistas, la época de la transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado, revela un extraordinario fortalecimiento de la «máquina estatal», un desarrollo inaudito de su aparato burocrático y militar, en relación con el aumento de la represión contra el proletariado, así en los países monárquicos como en los países republicanos más libres.” V. I. Lenin, El Estado y la revolución, Obras escogidas, t. 2, cap. u, sec. 2, p. 321.

[46] N. I. Bujarin, op. cit.s p. 148.

[47] N. I. Bujarin, op. cit.3 p. 138. El comercio exterior de Francia creció, de 1914 a 1918, de 11 395 a 24 921 millones de francos oro de la preguerra, el del Japón, de 1 186.8 a 3 650.2 millones de yens en el mismo período, el de los eua, de 3 828 a 8 978 millones de dólares y el de la Gran Bretaña, de 1 031.9 a 1 786.6 millones de libras esterlinas; E. Varga, Crisis económicas mundiales, 1848-1935. Moscú, 1937, Instituto de Economía y Política Mun-diaes, Ogiz, vol. i, pp. 346-377 (en ruso).

[48] 48     Cf., entre otros, Rodolfo Mondolfo, Bolchevismo y capitalismo de Estado, Eds. Libera, Buenos Aires, 1968; Tony Gliff, State capitalista in Russia, London 1947, Pluto Press, y del mismo autor, Lenin, Paul Belhc, Marxism and the USSR, The MacMillan Press, LTD, 1979, G. Bretain; Paul Mattick, Crítica de la teoría económica contemporánea.

[49] Paul Boceara Tratado de economía marxista. El capitalismo monopolista de Estado. Ed. de Cultura Popular, México, 1971, y “Qu’est que la crise du capitalisme monopoliste d’Etat”, Economie et Politique, dic., 1972, num 22L Antonio Pesenti “Capitalismo monopolista de Estado y empresa pública, Investigación Económica, México, abril-junio de 1974, p. 199.

[50] Alonso Aguilar M., Teoría y técnica de la planificación económica. Escuela Nacional de Agricultura, Chapingo, México, 1966, p. 11.

[51] Jacques Pirenne, Historia universal. Ed. Éxito, Barcelona, 1972, t. vn, p. 113.

[52] Ibid. 119.

[53]  V. I. Lenin, Un viraje en la política mundial. Obras completas, t. 340. 30, p.

[54]  De las obras en las que se examina con seriedad el CE-CME en Lenin y se le proporciona un marco histórico adecuado, anotamos la de J. M. Vidal Villa, Teorías del imperialismo, Ed. Anagrama, Barcelona, 1976, pp. 213-216; existen otros autores que adoptan una actitud crítica frente a la manipulación que de esta categoría hacen corrientes contemporáneas, p. ej., Nicos Poulantzas, Las clases sociales en el capitalismo actual, Ed. Siglo XXI, México, 1976, pp. 155-164; Jacques Valier, El Partido Comunista Francés y el capitalismo monopolista de Estado, Ed. Era, México, 1978; Bruno Théret y Michel Wieviorka: Critique de la Theorie du Capital Monopoliste d’Etat, Ed. F. Maspero, París, 1978; Margaret Wirth”, Contribución a la crítica de la teoría del capitalismo monopolista de Estado”, en El Estado contemporáneo y el marxismo, FE, UNAM, s.f., y, curiosamente, Maurice Dobb, en Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Ed. Instituto del Libro, La Habana, 1969, p. 377, citado en El capitalismo monopolista de Estado en México, de Jorge M. Méndez Galeana (tesis profesional), IPN, ESE, 1979.