Honduras

 

Por: Tomas Andino Mencía

I.- ¿Hacia dónde va la política de Biden en Centroamérica y Honduras?

En el mundo recién acaba de saldarse un conflicto global en las pasadas elecciones presidenciales del 27 de noviembre de 2020 en Estados Unidos, en las que perdió el poder el grupo político nacionalista y ultraconservador de la burguesía norteamericana, representado por el expresidente Donald Trump, a manos del sector de la burguesía globalista que sigue la agenda de las multinacionales de USA, Europa y Asia, representada por Joe Biden.

Este desenlace significa que el poder imperialista mundial no solo retoma su agenda de expansionismo global, semiabandonado por el trumpismo –que enfatizo en un desarrollo capitalista “hacia adentro” en Estados Unidos– sino que la lleva a un nivel más profundo, generando reformas al capitalismo para incrementar la explotación de las riquezas de los países periféricos, explotar su mano de obra, replantear sus mecanismos de enriquecimiento financiero, tener más control sobre la población mundial y sobre los estados de los países llamados “subdesarrollados” y prevenir sus crisis económicas cíclicas a través de lo que llaman “El Gran Reinicio” del capitalismo, que entre otras cosas significa una reorientación de las grandes inversiones energéticas, financieras e industriales.

En ese contexto, los países de la periferia capitalista en Latinoamérica debemos esperar un recrudecimiento de la ofensiva transnacional para arrebatarnos nuestros territorios, reducir a su mínima expresión los estados nacionales y tener mecanismos de control más efectivos sobre los gobiernos y sobre las poblaciones así como una mayor ofensiva de sus inversiones y exportaciones. Ejemplos de lo anterior son; a) la manipulación de la pandemia del COVID-19 para fortalecer los regímenes policiacos-militares de la región, como uno de esos mecanismos privilegiados de control, que ha probado ser efectiva para detener la ola de levantamientos sociales que recorría el mundo y la región latinoamericana en el año 2019; b) la profundización del endeudamiento externo con la banca multilateral (FMI; BM, BID) con lo cual busca crear un nuevo y más profundo ciclo de endeudamiento externo; c) la utilización de la retórica contra la corrupción y el combate al narcotráfico para intervenir más en los países; d) el fomento de las fuentes de energía renovable, las inversiones “verdes”, productos farmacéuticos y la informática; d) el relanzamiento de la ofensiva que Trump no pudo concretar sobre Venezuela, entre otros. Todo esto con el pretexto de la pandemia, el cambio climático, la lucha contra las drogas y lo que ellos entienden por “democracia” (made in USA).

En lo que a Centroamérica concierne, adicional a lo anterior, Biden se propone implementar una política especifica con dos objetivos muy precisos: el primero es desactivar la bomba social que se acumula en su frontera sur con los centenares de miles de migrantes que periódicamente pujan por entrar a Estados Unidos, especialmente hondureños, y el segundo es recuperar el control de los estados nacionales centroamericanos que Trump había dejado prácticamente en manos de una naciente burguesía ligada a los negocios del narcotráfico, para volverlos a poner bajo su control hegemónico.

La contención de la migración, haciendo más de lo mismo

En el tema migratorio, el gobierno norteamericano presionado por su electorado de origen latino, desarrolla una política de temporal tolerancia hacia los migrantes que ya se encuentran en territorio norteamericano, mediante iniciativas como la revocatoria del decreto de Trump de 2017 que criminalizaba la presencia indocumentada o el memorándum para preservar y fortalecer la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), entre otras; y, a nivel internacional, con  la eliminación de los Acuerdos del Tercer País más Seguro y la apertura de la frontera a los migrantes para “casos humanitarios”.

Sin embargo, su estrategia de largo plazo sobre este tema se supone que es crear un muro de contención de medidas económicas, sociales e institucionales en los países del norte de Centroamérica, donde se origina la mayoría de los migrantes, de tal forma que disminuyan la presión por migrar hacia Estados Unidos. Estas medidas están dispuestas en la denominada “Estrategia Integral para América Central” que cuenta con un presupuesto de cuatro mil millones de dólares.

Según el CELAG, en su escrito “La Doctrina Biden en Centroamérica” (Nery Chaves García, Tamara Lajtman y Mariela Pinza, febrero 2021) estos fondos son “obtenidos por fondos del Homeland Security e inversión del sector privado, así como mayor participación del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el desarrollo de infraestructura e IED (Inversión Extranjera Directa) en la región”. Esta cantidad es mucho mayor que los US 750 millones aprobados por la administración Obama en 2015 y será una continuación de la política de la “Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica”, aprobada por Biden en 2014 cuando fue vicepresidente durante esa administración.

Cualquiera pensaría que la benevolencia es la guía de esta política, pero no es así. En primer lugar es el producto obligado de la presión de la sociedad norteamericana que reacciono frente a los encierros masivos de niños y niñas practicados desde la era Obama (el gobierno que más latinos deporto en los últimos años); y por otro lado, es previsible que eso recursos sigan el mismo criterio de la Alianza para la Prosperidad, es decir que serán invertidos en fortalecer la agenda neoliberal en Centroamérica; por ejemplo, financiar negocios privados, especialmente extractivos, fortalecer la policía y los sistemas de justicia, financiar a ONGs supuestamente para prevenir la violencia y generar fuentes de empleo. Que no funciona este esquema lo muestra el hecho de que el plan de la Alianza para la Prosperidad no impacto en la pobreza de nuestros países ni impidió las migraciones masivas; más bien estas se incrementaron con las llamadas “caravanas migrantes” a partir de 2018.

La razón de su infuncionalidad es doble: por un lado, este tipo de iniciativas no atacan las causas de raíz de la pobreza, la violencia y la corrupción, que consiste en las desigualdades sociales y privilegios que genera la terrible concentración de la riqueza de una oligarquía que, contradictoriamente, es aliada de Washington; y por otro lado, porque el descontento social no se reduce solo a variables económicas, sino que en países como Honduras se ha llegado a un nivel tan extremo de hartazgo y desesperanza política con el régimen actual, que hasta sectores de clase media quieren huir del país, a causa de un régimen despótico y super corrupto que los mismos Estados Unidos han sostenido en el poder.

El cerco sobre los gobiernos del Triangulo Norte

En cuanto al tema del control político, Biden tiene frente a si a dos gobiernos que en la última década han sido influenciados por organizaciones criminales transnacionales, como ocurre con el gobierno de Alejandro Giammatei en Guatemala y Juan Orlando Hernández en Honduras. También han sonado las alarmas por la elevada concentración de poder alcanzada por Nayib Bukele como resultado de las recientes elecciones legislativas en El Salvador.

Sin embargo, no vaya a creerse que la preocupación de Washington en este tema es la democracia o el bienestar de nuestros pueblos. Para nada. Se trata de un asunto meramente de control geopolítico del llamado “Triángulo Norte centroamericano”. La creación de este concepto, incompatible con nuestro concepto de una sola Centroamérica, obedece a una estrategia divisionista de la región, según la cual Guatemala, Honduras y El Salvador serian un traspatio seguro bajo su control total; mientras que, un poco más al sur, Nicaragua representa la puerta de entrada de sus competidores rusos y chinos, quienes desde 2014 han dado avances importantes en materia económica y militar en ese país. Adicional a esto, no olvidemos que Honduras es una pieza clave para su posicionamiento estratégico militar en Mesoamérica con su base en Palmerola.

Pero ¿por qué tanto interés por reafirmar su hegemonía en esta región? ¿Acaso no la tenía ya? Una respuesta corta es “la tiene, pero por momentos la pierde y vuelve a recuperarla”.

En la última década los gobiernos de estos tres países, si bien en general han tenido una trayectoria histórica de sumisión al imperio, en la última década (especialmente después de la crisis capitalista mundial de 2008) han dado muestras de “desalinearse” como resultado de las presiones de la economía mundial que los obliga a buscar fuentes de financiamiento distintas a Estados Unidos, siendo el otro motivo el acceso del crimen organizado transnacional al poder. Veamos los casos:

Guatemala.-

El corrupto gobierno guatemalteco de Otto Pérez Molina, intento desmarcarse de la política antidrogas norteamericana al promover en 2012 una cumbre presidencial en Centroamérica que abogaría por la despenalización de las drogas, la cual fue boicoteada por Estados Unidos. Desde entonces las relaciones se deterioraron al grado que, al cabo de tres años, le costó la presidencia y la cárcel tanto a Pérez Molina como a su vice presidenta Roxana Baldetti en 2015, envueltos en actos de corrupción, investigados por la CICIG con apoyo de los gringos. Luego, Jimmy Morales, el nuevo mandatario, se lució como otro funcionario corrupto y autoritario que llego a ser objeto de una nueva investigación por parte de la CICIG, lo que motivo que el gobierno no renovara su mandato a partir de 2018.

Su sucesor Alejandro Giammatei, proviene del mismo grupo de empresarios y militares corruptos que apoyaron a Jimmy Morales. Este no ha invitado de nuevo a la CICIG y la razón es obvia:  los escándalos de corrupción comienzan a carcomer su recién instalado gobierno. De hecho, están acusados familiares de diputadas de un partido que forma parte de la coalición que llevo al poder a Giammatei (UCN, fundado por un convicto narcotraficante preso en Estados Unidos). Asimismo, diputados leales al mandatario socaban la Corte de Constitucionalidad, que intenta sanear el poder judicial de jueces corruptos. Sí bien las relaciones con Washington no son críticas todavía comienza a notarse cierta tensión; varios funcionarios y legisladores estadounidenses han expresado en las últimas semanas y meses su interés por la elección de cortes imparciales para Guatemala, considerado por informes de organismos internacionales como una de las naciones más corruptas del continente. La preocupación llego al grado de que Biden en persona hizo una llamada telefónica recordándole a Giammatei su compromiso de la lucha contra el narcotráfico y la corrupción (Swiss.info.ch, 5 de marzo 2021).

El Salvador.-

Aunque las relaciones de El Salvador con la República Popular China fueron establecidas desde 2018 cuando gobernaba el FMLN (rompiéndolas con Taiwán, un aliado de Estados Unidos), fue durante la administración del recién estrenado Nayib Bukele, un político de centro derecha, que en diciembre de 2019 firmó el más importante acuerdo comercial con la República Popular China y no bastando con eso, visito ese país. Que no le cae en gracia esa relación a Estados Unidos, lo expresa constantemente su embajada en El Salvador para quienes la presencia china en ese país es una “provocación” (Diario El Mundo, 30 octubre 2020). Es significativo que meses después de que el FMLN estableció esas relaciones con el país asiático, la OEA organizo una Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (CICIES), la que ahora le contara las costillas a la administración de Bukele. Hoy día, tras su aplastante triunfo electoral de 2021, que le permite tener el control absoluto del Estado, son frecuentes los mensajes de congresistas norteamericanos haciendo críticas a las acciones más represivas o abusivas del mandatario, como el ingreso de tropas de la Fuerza Armada a la Asamblea Legislativa en 2020 o el asesinato de militantes del FMLN. Es sintomático que en febrero de este año ningún funcionario de Biden accedió a reunirse con Bukele cuando este visito Estados Unidos para intentar mejorar las relaciones. El deterioro de esa relación es evidente.

Honduras.-

Pero donde las cosas están calientes es en Honduras. Durante la presidencia de Pepe Lobo y después de JOH, el gobierno hondureño tuvo un momento de “disidencia” con Washington cuando se estableció una Embajada hondureña en Cuba y  Rusia, tuvo acercamientos con países de América del Sur (Brasil, Ecuador) en aquel entonces satanizados por los norteamericanos, participo en la cumbre que dio nacimiento a la CELAC (organismo regional alternativo  la OEA), y estableció un convenio de seguridad con la Federación Rusa, entre otras decisiones polémicas con Washington.

Estas actitudes de indisciplina respecto a la política exterior norteamericana no se deben a que estos gobiernos sean “blancas palomas” o “progresistas”, sino a dos razones muy distintas; a que el imperio ha visto debilitado su hegemonía en todas las regiones del planeta, incluida Centroamérica, debido al debilitamiento económico que le produjo las crisis financiera del capitalismo mundial en 2008; y también porque la camada de narcos y corruptos que recién se establecieron en estos, por lo menos en el caso de Honduras y Guatemala, o la nueva burguesía que emerge en El Salvador, han buscado diversificar sus relaciones internacionales para no depender excesivamente de las regulaciones norteamericanas antidrogas y de sus fuentes financieras; osadía que el imperio no está dispuesto a permitir.

Como resultado, fue sacado del poder Otto Pérez Molina en 2015, como vimos, y JOH recibió un remesón ese mismo año con el “movimiento de las antorchas”, un movimiento legítimo que luego fue desnaturalizado por la OEA para introducir la MACCIH en Honduras, mecanismo que se convirtió en un instrumento de escrutinio de los norteamericanos a instancia de la OEA.

No obstante, el movimiento maestro que los gringos han privilegiado en el caso de Honduras son los juicios que desarrolla en la Corte del Distrito Sur de New York, a donde van a desfilar empresarios, capos y funcionarios ligados al narcotráfico afines a JOH. Estos juicios, si bien tienen como meta inmediata acusar a los capos y funcionarios secundarios que les ayudan, al largo plazo tienen la dedicatoria de sumar evidencias para darle finalmente un golpe mortal a JOH, cuando necesiten hacerlo.

Con estos dos mecanismos de control el imperio logro poner a “mecate corto” a JOH y, como resultado, este se realineo a la política exterior norteamericana, haciendo todo lo que al gobierno norteamericano se le antoja… por lo menos hasta marzo de este año. En ese sentido, ambos mecanismos han funcionado como instrumentos de chantaje político contra el régimen hondureño.

Trump afloja y Biden aprieta de nuevo

Sin embargo, la administración de Donald Trump hizo un temporal levantamiento de esta presión, al menos por parte del Poder Ejecutivo gringo, desde el año 2016 hasta el 2020. Por eso, a diferencia del caso del presidente guatemalteco Otto Pérez Molina, que fue sacado durante la administración de Obama, en el caso hondureño Trump no se propuso sacar a JOH del gobierno, teniendo la oportunidad en el proceso electoral de 2017, sino que opto por mantenerlo y exprimirlo, porque este aún tenía tareas pendientes que realizar; tareas que difícilmente un gobierno de la Alianza de Oposición aceptaría o garantizaría, como la aprobación del Convenio con el FMI, el Tratado sobre el Tercer país más Seguro, el traslado de la Embajada de Honduras a Jerusalén, entre otros. Por ese motivo, el pacto entre JOH y Almagro, durante la era Trump, fue que aquel colaboraría entregando a sus compinches que le fueran solicitados, pero que personalmente no sería tocado por las investigaciones, según lo denuncio el destituido Vocero de la MACCIH, Juan Jiménez Mayor (despedido por atreverse a investigarlo).

El debilitamiento de esta presión en tiempo de Trump llevo a que los corruptos volvieron a tener una influencia decisiva en el gobierno guatemalteco de Jimmy Morales (que expulso al CICIG) y de su sucesor Giammatei; y en Honduras JOH también se dio el lujo de expulsar la MACCIH meses después de que la Representante de Negocios en Honduras, Heide Fulton, bendijera su ilegal reelección en las instalaciones del entonces Tribunal Supremo Electoral. Eso le dio alas a JOH y su grupo para que, durante la pandemia, robara a más no poder de las arcas del Estado y continuara con sus negocios del narcotráfico.

Sin embargo, en noviembre 2020 Trump cayó y, con el regreso de los demócratas, la presión viene ahora más dura. Para operativizar este segundo objetivo, Biden ha nombrado a Norma Torres, como la fuerte funcionaria encargada de depurar y someter a estos gobiernos, y por otro lado, ha anunciado la creación de una Comisión Centroamericana contra la corrupción y la impunidad que tendrá un rol aún más incidente que su predecesora, la CICIG guatemalteca, la CICIES salvadoreña y la MACCIH hondureña. De esa forma esperan un alineamiento total de estos y en especial de los gobiernos que los sucederán.

JOH en alas de cucaracha

Como ya lo han dejado entrever las acciones del Senado, del Departamento de Estado y el Departamento de Justicia de Estados Unidos, la primera ofensiva viene sobre el gobierno de JOH en Honduras, debido a que Biden tiene una fuerte presión en EEUU por ser hondureños y hondureñas quienes nutren la mayoría de las caravanas migrantes. Eso explica la movilización que hacen los congresistas y senadores para incluir a los funcionarios hondureños en la lista de corruptos a los que se les aplicara la Ley Magnisky; y también motiva la iniciativa de la “Ley Sobre Derechos Humanos y Anti-Corrupción de Honduras 2021”. Por otro lado, en las nuevas audiencias de 2021 de la Corte del Distrito Sur de New York se hacen menciones directas de JOH, ya no como conspirador, sino directamente como narcotraficante en el marco del juicio de Geovanni Fuentes. En pocas palabras se prepara la cama para su salida.

En respuesta, el gobierno de JOH no se limitó a hacer un comunicado, sino que tomo otras medidas, las que, desafortunadamente para él, precipitaron los eventos en su contra. Una de sus medidas fue amenazar al gobierno norteamericano través de sus “influencers” de que no seguiría cooperando en el combate contra las drogas, si seguían incluyéndolo en las audiencias de los juicios; algo denunciado por los fiscales de dicha corte. Pero la otra, fue la gota que rebalsó la copa: JOH aceptó la oferta de la Federación Rusa de proveer 4.2 millones de vacunas Sputnik V y la recepción el 4 de marzo de 2021 de las cartas del embajador ruso Alexander Nikolaevich Khokholikov en Casa Presidencial; a sabiendas de que este coqueteo con Putin equivale a traspasar la “línea roja” de lo aceptable para Washington.

Ambos hechos, que según el gobierno norteamericano comprometen su “Seguridad Nacional”, en vista del lugar que ocupa Honduras en la geoestrategia militar norteamericana, precipitaron una respuesta aún más dura de Washington. El tono del Poder Ejecutivo gringo, que hasta ese momento se había mantenido un poco tibio, cambio: cinco días después de la recepción del embajador ruso en Honduras, el vocero del Departamento de Estado, Ned Price, afirmo que “Un líder que no está preparado para luchar contra la corrupción no está en una posición de disfrutar de una colaboración estrecha con USA”, refiriéndose directamente a JOH. Tan grave se pusieron las cosas que de inmediato JOH convoco al Consejo de Seguridad Nacional a puerta cerrada en el Congreso nacional y la temperatura subió a su máximo nivel. 

Con las cosas así, es fácil predecir que estamos ante una virtual ruptura de acuerdos entre JOH y los gringos y puede anticiparse cuál será el final del “Hombre”. En ese contexto cualquier cosa puede suceder, dado que está de por medio otro actor internacional imprevisto; Rusia. Sin embargo, esta ruptura es todavía inminente, pero no se ha producido. Y esto tiene que ver con consideraciones de orden político, que abordaré más adelante.

Arreciará el intervencionismo

Lo que sí es claro es que la ofensiva gringa no terminara en las presiones judiciales y diplomáticas de corto plazo.  Con tanto dinero e intereses geopolíticos de por medio, Biden busca asegurarse que su voluntad y su plata se aplicara donde quiera y no donde quieran los gobiernos actuales y sucesores, para lo cual necesita poner en cintura las fugas de corrupción que están institucionalizadas en estos países, pero también incrementara su influencia sobre la toma de decisiones en estos Estados. De hecho, Biden prevé la creación de una nueva agencia como parte de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) con incidencia en el Triángulo Norte y una mayor presencia de los agregados de los departamentos de Justicia y Tesoro en las embajadas centroamericanas (CELAG, febrero 2021).

Lo dicho llevara a incrementar su intervencionismo en los sistemas judiciales, a un mayor protagonismo de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) sobre los estados centroamericanos y el reinado de un sequito de ONGs internacionales que prácticamente coparan los principales centros de decisión en estos países, a fin de favorecer las políticas de libre comercio, mayor control de la población, apoyo a la inversión norteamericanas y demás hierbas que nos traerá el llamado “capitalismo reiniciado” post pandemia.

Esto, que puede sonar bien frente a gobiernos corruptos, no lo es tanto frente a gobiernos que los sucedan y que busquen fortalecer la independencia de nuestros países, porque al largo plazo compromete nuestra soberanía nacional, y, como la historia lo demuestra, nada asegura que el imperio no se hará de la vista gorda de sus propios corruptos. Por eso, no es buen negocio depositar las esperanzas de cambio en una potencia extranjera, máxime cuando se trata de aquella que contribuyó históricamente a crear los demonios que nos acechan. Solo cuando nuestros pueblos conquistemos la verdadera independencia y democracia podremos acabar con estas lacras sin comprometer nuestro futuro al largo plazo.

II.- De la promesa de reformas electorales al fraude de las primarias

Como argumenté en el contexto internacional analizado en la primera parte de este artículo, creo que el nuevo gobierno de Biden ha dado indicios muy claros de que JOH perdió ya la confianza y la utilidad que tenía para el imperio y por ende su salida está asegurada. Pero hasta ahí. Como se concreta esa decisión, es otra cosa.

El imperio no va a sacar a JOH de manera brusca y repentina, como muchos sueñan, a través de un golpe de Estado, un “golpe de barracas” dentro de las Fuerzas Armadas, una invasión, o algo similar, mientras este se mantenga dentro del universo de sus aliados. En el mundo de la “realpolitik” hay cuestiones que pesan más que los buenos deseos. Por ejemplo:

Honduras es una pieza clave en el terreno para la estrategia geopolítica y militar del Comando Sur de la Fuerza Armada de Estados Unidos en Mesoamérica (SOUTHCOM), donde tiene un centro neurálgico (Palmerola) diseñado para comandar intervenciones de distinto tipo en un amplio radio de acción. Eso para ellos es prioridad número uno y está bajo supervisión del Departamento de Defensa y la CIA. Entonces cualquier cambio que se pretenda hacer no debe poner en riesgo ese rol que para el Comando Sur juega el Estado de Honduras.

Para ellos es indispensable asegurarse de sustituir a JOH por un sucesor confiable a sus intereses de imperio que dé continuidad a su proyecto de la “Estrategia Integral para América Central”. No va a cometer el error de abrir un vacío de poder que pueda ser llenado por cualquiera, y menos por alguien que se resista a todo el intervencionismo que se nos viene encima durante la era Biden en Centroamérica y en nuestro país.

Cualquier cambio debe hacerse sin dañar su alianza estratégica con la oligarquía nacional, es decir, con los grupos de poder representados en el bipartidismo tradicional cachureco-liberal. El problema con Honduras es que se dejó mucho tiempo en el poder a la banda criminal juanorlandista y esta tiene contaminados a casi todos los estratos políticos, militares, policiales y empresariales. De manera que sacar un prospecto que reúna todos los requisitos, es extremadamente difícil.

Dado que la élite corrupta tiene su “guardia pretoriana”, la Policía Militar, cualquier intento de sacarlo por la fuerza generaría un conflicto mayúsculo que laceraría las buenas relaciones que el Comando Sur tiene con la cúpula de la Fuerza Armada Hondureña, la que a pesar de las fechorías que haga, son “sus” corruptos, “sus” violadores y “sus” narcos. No le interesa provocar inestabilidad política y social en donde tiene una base militar estratégica para Mesoamérica. En tal sentido prefiere que el régimen tenga una transición por la vía electoral.

No tiene urgencia por sacarlo de inmediato porque no hay en el país un estado de sublevación popular masivo, que lo obligue a sacarlo antes que el Pueblo coloque su propio gobierno. Si lo hubiera otro gallo nos cantara.

Hay también una razón legal-diplomática. Es parte de la política exterior norteamericana que un gobierno gringo no puede capturar o juzgar a un presidente al cual haya reconocido como legítimamente elegido, por razones de inmunidad diplomática; y como todos sabemos Trump reconoció el resultado del fraude electoral de 2017.

Por ende, mientras JOH este en la presidencia y no cometa una locura que a ojos de los gringos amerite invocar razones de “Seguridad Nacional” (como hacer un pacto militar con los rusos o chinos, tocar la base militar de Palmerola, dar un auto golpe de Estado) el imperio no tendrá motivo para precipitar una intervención por fuera de los canales políticos regulares. Su muerte política será lenta.

Así que no es extraño que se siga echando más leña al fuego preparando un juicio contra JOH, que se emitan leyes en el Congreso y el Senado norteamericano para apretar más las tuercas, que se recorten ciertos rubros de la asistencia económica o que se quiten visados, porque esto seguirá así en espera de que salga del poder.

El proceso electoral en el centro de la estrategia del imperio y del régimen

Ahora ¿puede prolongarse este estado de cosas indefinidamente? Considero que no. El tiempo se le agota también al imperio. La oportunidad de sacar a JOH por los medios convencionales, tiene fecha de vencimiento el 28 de noviembre de 2021, es decir, el día de las elecciones generales. Para entonces los gringos ya deberían haber posicionado a su alternativa en el escenario político nacional, a fin de que en las elecciones el gobierno de JOH tenga un aterrizaje suave sin revolver las aguas de la rebelión popular y de la inestabilidad política. De lo contrario, después le será más difícil sacarlo del poder y, en el peor de los casos, para nuestra desgracia, podría verse obligado a aceptarlo por un tiempo más, sometido a fuertes condicionamientos.

Por todo lo dicho, el proceso electoral en general se ha convertido en el mecanismo que, a los ojos del imperio y de la oligarquía, permitiría la salida de JOH y haría una transición controlada a otra etapa. Pero también desde la perspectiva de JOH y sus aliados, el proceso electoral es estratégico pues es la “llave mágica” que tiene para evadir la justicia norteamericana. En ese sentido, el proceso electoral es clave para ambos bandos y todos los caminos conducen hacia ahí.

¿Qué paso con las reformas electorales prometidas?

Es sabido que tanto los procesos electorales de 2013 y 2017 fueron manipulado por JOH para lograr sus “triunfos” fraudulentos. No repetir semejante escenario en noviembre de 2021 requería hacer cambios sustanciales mediante una nueva Ley Electoral; cambios como la despartidización de los organismos electorales, nuevas autoridades que administren el proceso, la incorporación del balotaje o segunda vuelta, un nuevo Censo, nueva identidad y mecanismos confiables de registro y conteo de los votos (como el voto electrónico). Pero ¿Qué paso con todo eso?

Lo primero por decir es que este proceso desde un inicio ha estado bajo control de los sectores afines al régimen, es decir, el juanorlandismo en el Partido Nacional y su aliado el florismo en el Partido Liberal. Para ellos ha sido de interés que nada cambie en materia de legislación electoral para hacer lo mismo que se hizo en 2013 y 2017, porque de esa forma se aseguran la continuidad de JOH en el poder, al menos cuatro años más. Y viceversa, es de máximo interés de la oposición burguesa y de la resistencia popular que esos cambios se implementen… O más exactamente, debería serlo.

En este proceso podemos apreciar tres momentos diferentes; a) la reforma constitucional y la integración de los nuevos organismos electorales; b) las elecciones primarias e internas; y, c) las elecciones generales.

La reforma constitucional: un paso atrás y siete adelante a favor de los cachurecos

En el año 2018, después de la crisis electoral de 2017 y de la intervención de la OEA, el Partido Nacional dio un paso atrás accediendo a hacer una reforma constitucional que creo dos nuevas instituciones electorales, el Concejo Nacional de Elecciones (CNE) y el Tribunal de Justicia Electoral (TJE), ambas en sustitución del Tribunal Supremo Electoral. También hizo reformas importantes al Registro Nacional de las Personas (RNP). Previamente se había integrado también la llamada Unidad de Política Limpia (UPL), supuestamente para vigilar que no se colaran en el proceso candidatos(as) con nexos con el crimen organizado.

Lo novedoso de este paso fue que la reforma constitucional y a la Ley del RNP permitieron la incorporación del Partido LIBRE a estos organismos; posibilitado por un acuerdo sobre ese punto (no declarado pero evidente) entre nacionalistas, liberales y libres en el Congreso Nacional. Las expectativas de esa incorporación eran grandes, al menos en su base.

Sin embargo, el Partido de gobierno en alianza con el “lado oscuro” del Partido Liberal, aprovechando la confianza que deposito el citado partido opositor en ellos, logro dar siete pasos adelante en su estrategia para lograr sus objetivos:

1) Evadió hacer las reformas electorales torales. El tema de las reformas electorales más recientes viene masticándose en Honduras desde 2014, siendo la prohibición de la reelección y la segunda vuelta los temas torales sobre los que nunca se ha logrado consenso, precisamente porque oponerse a estos temas es la clave para la continuación en el poder del actual régimen.

El citado acuerdo de 2018 entre el PN, PL y LIBRE evadió abordar esos temas y se limitó a la mencionada reforma constitucional que creo el CNE, TJE y reformo al RNP. Desde entonces el Partido Nacional se tranco en no aprobar ninguna nueva Ley Electoral que contuviera las reformas más importantes, prometiendo abordarlas “para después”.

Del lado de la oposición, LIBRE, que es el partido con más capacidad de movilización, en lugar de exigirlas enérgicamente en las calles, se contentó con su integración al CNE, TJE, RNP y la UPL, y se limitó a participar en una mesa de trabajo de los tres partidos políticos para elaborar el proyecto de Ley en base a una propuesta de la OEA; una triste forma de perder tiempo porque es sabido que los cachurecos nunca respetan los acuerdos.

La primera muestra de que el pacto no era de fiar fue el hecho de que el Partido Nacional se negó a instalar los nuevos organismos electorales acordados a fin de no incorporar los nuevos concejales de LIBRE y los empleados de estos. Esto último motivo la “insurrección parlamentaria” en 2019 para exigir el nombramiento de sus concejales y la contratación de sus funcionarios, pero contrario a lo que podía esperarse, no coloco en el centro de esta “insurrección” el asunto de las reformas electorales. Finalmente, el Partido Nacional accedió a los nombramientos, pero… con la condición de que la Ley Electoral fuera aprobada “después”; y LIBRE, pues, no lo objeto.

Vencido el plazo fatal para la aprobación de la nueva Ley en septiembre de 2020, el cachurequismo incumplió el compromiso de aprobar la nueva Ley desde la presidencia del Congreso, y la oposición no estuvo en condiciones de reaccionar debido al confinamiento de la pandemia y a que las sesiones del Congreso desde entonces son virtuales. Pocos días antes, Rixi Moncada, concejal de LIBRE en el CNE, había dejado de ser presidenta de ese organismo, poniendo fin a la oportunidad de hacer algo para cambiar las reglas del juego, quedándole solo el derecho al pataleo.

 De esa forma el Partido Nacional hábilmente se echó a la bolsa al citado partido por confiar en la palabra de su enemigo, por no pelear las reformas con movilización y por ceder lo estratégico (las reformas) a cambio de lo inmediato (las chambas).

2) Se estableció el CNE y TJE con todas las ventajas para el bipartidismo. En lugar de defender la ciudadanización del máximo organismo electoral, LIBRE pactó con el Partido Nacional y Liberal aceptar que estos tuvieran dos concejales contra uno de oposición, algo difícil de digerir como una “conquista”. Por otro lado, la presidencia del Consejo Nacional Electoral es rotatoria pero el orden definido favorece al bipartidismo: LIBRE lo presidiría el primer año (2018-2019), el Partido Liberal en el segundo año, o sea durante las elecciones primarias (2019-2020); y el Partido Nacional lo presidiría nada más y nada menos que durante la realización de las elecciones generales (2020-2021). Es decir que el bipartidismo tradicional se reservó turnar la presidencia del CNE en los momentos estelares para llevar al terreno una estrategia fraudulenta, sin que hubiera de parte de ningún otro partido de oposición ninguna objeción. Ahora que pasaron las primarias nos damos cuenta por qué el interés del bipartidismo en presidir el organismo en estas etapas.

3) El nuevo Censo fue “depurado” con trampas: La primera versión del Censo Nacional entregado a fines de diciembre de 2020 presento más de 400 mil inconsistencias, las que en cuestión de poco más de un mes, fueron “resueltas” ¡supuestamente a razón de más de 10 mil inconsistencias diarias! (nunca se había visto tanta eficiencia en el Estado de Honduras…). Se prometió la entrega del nuevo Documento Nacional de Identificación para fin de enero 2021 pero llegada la fecha no se cumplió y de emergencia se resolvió que los electores en marzo podrían votar con ambas identidades (la vieja y la nueva), añadiendo listados adicionales en las mesas electorales, con los riesgos que eso suponía para la doble votación. Al parecer se eliminaron los “muertos votantes” del censo, pero el domicilio de más de 1,600,000 votantes fue modificado para dificultarles ejercer el sufragio; 200 mil jóvenes no pudieron votar, entre muchos otros problemas que en la mayoría de los casos afectaba a los partidos de oposición. Debido a esto, en las primarias hubo muchos problemas que beneficiaron la estrategia fraudulenta del régimen.

4) Se elimino el TREP. El sistema Transmisión de Resultados Preliminares Electorales (TREP) en la mayoría de los procesos electorales se utilizó para dar tendencias oficiales desde el organismo electoral, a fin de evitar la manipulación privada de información al público. En este caso fue descartado argumentando que no se encontró una empresa capaz de organizarlo en el poco tiempo que quedaba y se decidió que el mismo CNE lo asumiría. Lo malo es que el cambio fue para empeorar. Ahora nos damos cuenta de que esto favoreció las encuestas de “boca de urna” pagadas por el Partido Nacional para difundir la versión de los resultados que a ese partido le interesaba. Algo similar ocurrió en los otros partidos de oposición.

5) La Unidad de Política Limpia “no detecto” candidatos corruptos. Cuando se suponía que todos los candidatos debieron ser minuciosamente esculcados por esta unidad, integrada por los tres partidos políticos mayoritarios, vemos que se inscribieron en las elecciones primarias candidatos “pandoros” en el Partido Liberal, vinculados a escándalos de latrocinio como Marco Bográn, Waleska Zelaya y otros en el Partido Nacional, y varios mencionados en la Corte de New York, como Adán Funez en el Partido LIBRE o el hermano de Geovani Fuentes en el PN; y por supuesto, tampoco fue objetado Yani Rosenthal quien tiene pendiente responder ante la justicia hondureña por los delitos que cometió en Honduras por los trances que hizo con los narcotraficantes. ¿Por qué esa unidad no impidió o al menos cuestiono la inscripción de estas personas?

A lo anterior hay que sumar dos intangibles:

6) La confianza hizo bajar la guardia. Se vendió políticamente la incorporación de LIBRE a los organismos electorales como una garantía de la supuesta transparencia del proceso electoral y de que, con su presencia, era prácticamente “imposible” un fraude, en palabras de sus líderes. Esto hizo bajar la guardia por confiar en la capacidad de los representantes de dicho partido en el CNE, el TJE y RNP, lo cual fue aprovechado por el Partido Nacional, con los resultados que estamos viendo.

7) Se profundizo la división de la oposición. No es de extrañar que estos pasos en lugar de favorecer el posicionamiento de LIBRE como un partido de oposición consecuente, se le perciba como un partido que ahora forma parte del establishment o el estatus quo de la clase política tradicional, provocando mayores divergencias de este con los demás partidos contrarios a la narco dictadura. Los hechos muestran que LIBRE privilegió establecer pactos con el enemigo supuestamente para tener cuotas de poder, que pactar con los otros partidos de oposición para fortalecer sus aliados naturales.

En ese sentido, el primer paso en la estrategia del cachurequismo para mantenerse en el poder fue lograda con éxito. Pregunta obligada: ¿Cómo se explica tanto “error” de parte de un liderazgo tan sagaz como el de LIBRE? Comprendo que este partido no es mayoría en el Congreso, pero para eso se tiene la calle y las bases. Hacer componendas de esa forma con el poder, no es justificable teniendo a la vista los resultados obtenidos.

El siguiente paso de la estrategia del partido de gobierno fue dado en las recién pasadas elecciones primarias e internas. 

Las elecciones primarias e internas: un desastre calculado

Si algo podemos decir de las elecciones primarias del 14 de marzo es que en estas se reflejó la ausencia de mecanismos de control y transparencia que pudieron haber funcionado si se hubiera contado con una nueva Ley Electoral, con la ciudadanización de los organismos electorales y la transparencia de la gestión electoral. Como consecuencia se practicaron las modalidades de fraude más burdas y descaradas, como la inflación de votantes, personas que votaron varias veces, personas duplicadas en listados, añadidas, actas adulteradas, además de la compra de votos, etc.

Como lo exprese en otro trabajo, el proceso electoral primario e interno fue un desastre, pero un desastre planificado. Viendo los resultados generales del proceso que recién acaba de ocurrir, no es difícil conocer cuáles fueron los objetivos que se propuso el régimen en estas elecciones primarias e internas:

1) Instalar en el imaginario colectivo la supuesta supremacía del voto duro del Partido Nacional frente al voto de los otros partidos, quedando la falsa impresión de que LIBRE quedo en último lugar de preferencias, algo contradictorio con lo observado en la afluencia de votantes en las urnas; una forma sucia de iniciar la campaña electoral del cachurequismo. Lo inaudito es que la representación de LIBRE no muestra la misma beligerancia que tuvo en un inicio para desmentir esa maniobra, denunciando el fraude en curso. Al no hacerlo se está afectando a sí mismo como partido de cara a las próximas elecciones, pues con los resultados que su representante avala, aparece en el último lugar de las preferencias por detrás del bipartidismo; sin mencionar la afectación a su prestigio ético, que es aún más importante.

2) Posicionar mediante un gran fraude electoral a los candidatos más afines al régimen en el Partido Nacional y Liberal, es decir, Nasry Asfura para el primero y Yani Rosenthal en el segundo. El caso de Nasry Asfura es clave para la continuidad del régimen porque significa la posibilidad de que este actúe como testaferro guardándole el puesto a JOH en la candidatura presidencial.  En el caso de Yani Rosenthal, miembro del florismo y por tanto en el fondo aliado de JOH, es clave para asegurarse cuotas de poder en un próximo gobierno de colaboración con la dictadura y también para iniciar el destronamiento de Luis Zelaya del Concejo Central Ejecutivo del Partido Liberal, fortaleciéndose el bipartidismo que sostiene la narco-dictadura.

3) Exacerbar el divisionismo en la oposición al volver irreconciliables las discrepancias entre LIBRE, de un lado, y el grupo constituido por Nasralla, Luis Zelaya, Wilfredo Méndez, Nelson Ávila, María Luisa Borjas y otros, como resultado de las críticas de estos últimos sobre el proceso fraudulento en marcha.

4) Introducir un factor de crisis interna en el partido LIBRE, donde unas corrientes hicieron fraude a otras y al interior de estas. Esto ha generado un conflicto interno entre quienes reconocen los resultados del CNE y los que denuncian el fraude ocurrido. Esta situación puede volverse peligrosa para dicho partido con ocasión de la disputa por la Coordinación General, que puede llegar hasta los tribunales dominados por el bipartidismo.

La responsabilidad del CNE

El órgano que ha protagonizado desde el inicio este desastre y ahora legitimado sus resultados es el Concejo Nacional Electoral (CNE), dominado por el bipartidismo tradicional –el más interesado en que se dé la situación que vemos—pero del cual no se exime de responsabilidad la representación del único partido de oposición que lo integra, porque hasta el momento de escribir este artículo, avalaba estos resultados.

EL CNE y el RNP con un presupuesto de alrededor de 1 mil 100 millones Lempiras fue incapaz de garantizar lo básico del proceso: el censo electoral completo, el nuevo documento de identificación, la habilitación de los nuevos electores, el voto domiciliario, los locales en muchos lugares del país, entre otros temas; y una vez realizados los comicios, tampoco garantizo una difusión oficial expedita y confiable de resultados, porque por 48 horas hubo un “apagón informativo” que tuvo al borde de un ataque de nervios a sirios y troyanos. Eso recuerda el “apagón del sistema informático” de las elecciones de 2017. A partir de ahí, la duda es lo que predomina.

Una vez echado a andar el conteo de actas, se revelaron irregularidades en muchísimos centros de votación, aspecto documentado por varios movimientos afectados, en su mayoría que no gozan de la preferencia de las autoridades centrales de los partidos; y en el caso del Partido Liberal, de aquellos que no gozan de cercanía con JOH. El CNE presidido por la representante liberal Ana Paola Hall, responsabiliza a los miembros de MER de esas irregularidades, olvidando decir que por ley en cada MER había un representante del CNE, que debió evitarlas; y que la suma de las actas con vicios de nulidad al conteo general no lo hace las MER sino el personal central del CNE en Tegucigalpa.

En base a la información y denuncias que han trascendido de parte de las y los afectados, con documentación de soporte, puede decirse que el CNE ha mentido a la población porque se han contabilizado como validas actas con vicios de nulidad, en base a las cuales el organismo informa de las tendencias en los resultados, favoreciendo a los candidatos afines al régimen en el Partido Nacional y el Partido Liberal, o afines al oficialismo en el Partido LIBRE.

Que hay la posibilidad de hacer impugnaciones, si la hay; de lo que hay menos posibilidades es de que el Tribunal de Justicia Electoral, que lo domina el bipartidismo, resuelva las impugnaciones de manera que se cambien drásticamente los resultados ya difundidos.

Los números inflados del fraude

El 14 e marzo fue notoria la mayor afluencia de electores presentes en las urnas de LIBRE y del Partido Liberal en los centros de votación, y una reducida cantidad de electores en las urnas cachurecas, pese a que el Partido Nacional fue el que más pago el voto y envió a todos los empleados públicos que pudo, bajo obligatoriedad. Pero al momento del conteo, se contabiliza un promedio nacional de 119 votos por cada acta del cachurequismo, para un total de 797,367 votos en la fórmula presidencial; al Partido Liberal se le adjudican 90 votos por MER y 535,695 votos; mientras que al partido LIBRE se le acreditan 69 votos promedio por cada MER y un total de 353,798 votos.

Esto es a todas luces un resultado super inflado a favor del partido de gobierno, como ya fue mencionado, para fortalecer la imagen del partido y del candidato de JOH. Según ese “resultado”, solo el candidato Nasry Asfura obtuvo más votos que las dos corrientes liberales y casi el doble de LIBRE. Con esto se busca colocar en la conciencia de las personas que en noviembre el PN le dará una paliza a la oposición, algo increíble.

Lo resultados por cada corriente interna son igualmente inaceptables porque se basan en prácticas similares de compra de votos, inflación de datos en las actas, entre otras, en favor de los candidatos “repitentes” y afines al oficialismo en cada partido. Y las quejas provienen no solo de corrientes internas adversas a los caudillos sino también al interior de las mismas corrientes.

Que esos resultados los avale el partido Nacional y el Liberal no es de extrañar, pero lo que ha sorprendido es que lo avale también la representación de LIBRE en el CNE. A diferencia de la actitud beligerante que tuvo la abogada Rixi Moncada al comienzo de su integración al CNE, ahora se llama al silencio sobre estas muestras evidentes del fraude que una vez ella denuncio. Recordamos, por ejemplo, que el 18 de febrero recién pasado, en conferencia de prensa, Moncada afirmo lapidariamente que “Aquí se está fraguando el fraude para las primarias y generales”, refiriéndose al CNE. (Disponible en: http://cholusatsur.com/noticias/ultima-hora-rixi-moncada-revela-que-dentro-del-cne-se-fragua-un-fraude-electoral/); un mes más tarde, el 16 de marzo estaba llamando “a la calma” explicando que todo está bajo control y que el conteo se realizaría despacio pero bien. El cambio de actitud de dicha concejal fue abismal.

Tan notorio ha sido que un líder emblemático de LIBRE, como Rafael Alegría, llego a declarar, desencantado; “Creíamos que el proceso sería transparente, sin triquiñuelas y totalmente democrático como lo ha reiterado la compañera Rixi Moncada, representante de LIBRE en el CNE; al parecer no ha sido así, abundan las denuncias de abultamiento de resultados de la MER para favorecer a unos y perjudicar a otros que sin lugar a duda constituye un fraude electoral” (El Pulso, 24 de marzo 2021)

¿Qué ocurrió ahí? ¿Cómo puede ser que la representante de LIBRE avale con su silencio un resultado que desfavorece a su propio partido? ¿Y qué paso con las autoridades de su partido que no se oye su voz crítica, como haría cualquier partido medianamente atento a lo que pasa?

¿Van a actuar de la misma manera en las elecciones generales, callando las irregularidades que se presenten y avalando el fraude que se prepara desde ya por cachurecos y liberales-yanistas, como al inicio lo denuncio Rixi? La práctica dirá si dicho partido rectifica o se hunde.

Pero volviendo al CNE, cabe reflexionar: Si esto ocurre cuando dicho organismo lo preside el Partido Liberal, ¿Cómo será cuando lo presida el Partido Nacional, a partir de septiembre de este año?

III.- ¿Hacia dónde va el proceso electoral? Escenarios probables. Por ahora, el Partido Nacional se salió con la suya, pero…

En el Partido Nacional con el 88.68% de las actas escrutadas, los resultados de la farsa electoral primaria no dejan lugar a dudas de que el bendecido por su cúpula es el alcalde capitalino, Nasry Asfura, candidato de JOH y de los nuevos corruptos (que en sus cuentas sacaron 579,764 votos inflados) sobre Mauricio Oliva (que cuenta 245,899 votos también inflados), candidato de la vieja guardia cachureca corrupta. Pese a un breve pataleo de Mauricio Oliva, el fraude interno fue tomado con la sumisión típica de sus dirigentes al caudillo de turno.

Pero además era algo esperado. Asfura siempre fue la mejor carta del nacionalismo a su interior por no tener mayores antecedentes en el ejercicio del poder, lo que atrae la simpatía de un cachurequismo nada exigente en términos éticos (Asfura enfrenta un requerimiento del Ministerio Publico por el desvío de L.29 millones de fondos de la Alcaldía a sus cuentas personales). En cambio, Oliva totalmente impopular y “quemado” por su escandalosa corrupción al frente del Poder Legislativo, tenía muy poca oportunidad.

Por consiguiente, el fraude interno en este partido no tuvo como propósito imponer a Asfura sino inflar el volumen de votos de este para engrandecer su imagen para consumo interno, y, de cara a lo externo, inflar al máximo los resultados del Partido Nacional, haciéndolo aparecer “invencible” frente a los partidos competidores. Para lograrlo, el nacionalismo hizo su mejor esfuerzo inflando votos a mas no poder y también obligando a la gran masa de empleados públicos a votar bajo un estricto control represivo laboral, posible debido a la separación de urnas por partido. Una evidencia indirecta de esto son los 161,900 voto nulos y blancos que hasta este momento han sido contabilizados en dicho partido, que equivalen al 57% del total de votos blancos y nulos de los tres partidos juntos.

No obstante, en una elección general el cachurequismo difícilmente podría repetir el mismo efecto porque el voto es anónimo y se enfrentara a esa gran masa del voto flotante que, preveo, será adverso al nacionalismo por su catastrófico gobierno. Es la oposición, sobre todo una oposición distinguida por una buena imagen ética, la que puede sacar mejor provecho del voto flotante, que es decisivo.

Adicional a esto, si JOH concreta su maniobra de sustituir a última hora a Asfura, es previsible que la base del nacionalismo podría repudiarlo dado que JOH no goza de simpatía en su electorado después de las revelaciones de los juicios de New York y podría tener una debacle electoral. En este último caso tendría que hacer un fraude de dimensiones colosales para poder remontar a la oposición.

La fragmentación de la oposición

En el caso de los llamados partidos de oposición, Liberal y LIBRE, el fraude ha tenido un efecto devastador en términos numéricos y políticos. (Los siguientes datos están basados en el reporte de la página oficial del CNE para las elecciones primarias, disponible al 28 de marzo, 2021: https://resultadosprimarias2021.cne.hn/)

En el Partido Liberal el movimiento “Rescatar Honduras” de Luis Zelaya y “La Esperanza de Honduras” de Ángel Darío Banegas, han declarado su rechazo a los resultados y por tanto el desconocimiento de una potencial candidatura de Yani Rosenthal por el Partido Liberal, en vista de sus vínculos con el crimen organizado y por acusarlo de ser el autor del fraude al interior de dicho partido. Hay que decir que, por separado, Zelaya con 207,808 votos (35.25%) y Banegas con 95,045 votos (16.12%) son vencidos con los 286,630 votos inflados de Yani (48.62%); pero juntos suman 302,853 votos (51.38%), es decir, un poco por encima de este último, aun con los resultados cuestionados del CNE.

Esto significa que, sin Luis Zelaya y Darío Banegas, el liberalismo quedaría reducido a menos de la mitad o tal vez a un tercio de su volumen actual, si consideramos que gran parte de los votos que se le acreditan (más de cien mil según denuncia de Luis Zelaya) son falsos. Un escenario catastrófico para este partido; con el Golpe de estado de 2009 fue abandonado por más de la mitad de su activismo, ahora de nuevo vuelve a partirse en dos pedazos.

De hecho, Yani está en aprietos: como es casi imposible que se alíe con el Partido Nacional, porque prácticamente ningún liberal lo acompañaría, y si se va solo quedaría en la última posición, no le queda otra opción que mendigar una alianza con el único partido que le ha coqueteado: la dirigencia de LIBRE.

En el Partido Libertad y Refundación, corrientes como “Honduras Libre” de Wilfredo Méndez, el Movimiento “5 de julio” de Nelson Ávila y la “Nueva Corriente” de Carlos Eduardo Reina, que hicieron una campaña opositora a su interior, también criticaron el trato desigual que le dispenso la dirigencia de su partido previo a las elecciones y ahora las prácticas fraudulentas practicadas el 14 de marzo. Vale decir que, si bien son corrientes minoritarias, el caso de Nelson Ávila es destacable porque después de varios años de estar en el ostracismo político por criticar duramente al caudillo del partido, en estas elecciones ascendió meteóricamente en las preferencias electorales, ganando muchas mesas en las principales ciudades del país en su competencia contra Xiomara Castro, la otrora incuestionada lideresa.

La mayoría de las críticas en el tema del fraude en LIBRE van dirigidas contra el Movimiento “28 de junio” que es el movimiento creado por los colaboradores más cercanos al caudillo de dicho partido, y dirigido por su propio hermano, Carlos Zelaya; empero las críticas a dichas prácticas se escuchan también en menor medida en contra de dirigentes de otros movimientos y al interior de estos.

Pese a esto, el virtual triunfo de las seis corrientes que postularon a Xiomara Castro no es una sorpresa con 332,158 votos (83.29%) sobre 91,810 obtenidos por las otras tres corrientes contendientes (16.71%). De hecho, la corriente de Carlos Eduardo Reina se ha realineado con el oficialismo declarando que apoyara a Xiomara también; mientras que Méndez y Ávila se niegan a reconocer esos resultados.

Los partidarios de Xiomara tratan de minimizar el impacto de la deserción de los dos líderes disidentes, pero en materia electoral, los números por, pequeños que sean, cuentan. Los dos precandidatos disidentes totalizaron 70,825 votos (16.71% del total del partido) significa que estos tienen un volumen de votantes relativamente pequeño, pero que podría significar la victoria o la derrota si LIBRE participa en una contienda reñida. Como dato, la suma de ambos candidatos significa el 3.85%, de la suma de todos los tres partidos, y más de una elección se ha perdido por un porcentaje menor que ese.

Peor aún, el aporte que los dos candidatos disidentes dan al partido en los departamentos de Cortes (19,495 votos) y Francisco Morazán (24,288 votos), que son departamentos decisivos a la hora de definir el triunfo de la planilla presidencial y las diputaciones, indica que juntos totalizan 43,783 votos contra los 109,154 votos sacados en estos mismos departamentos por Xiomara y Reina juntos, lo que equivale más o menos al 28% del total de votos del partido en estos.  Una diferencia nada despreciable para quien ve los números fríamente.

Sin embargo, el más grave impacto del fraude en LIBRE no es tanto numérico sino político, por dos razones: en primer lugar, porque crea en el imaginario popular la idea de que el Partido Nacional tiene una votación casi el doble de superior a LIBRE (algo muy poco probable en la realidad por el terrible desgaste del gobierno cachureco); pero principalmente por una segunda razón: el fraude decepciona a su voto duro que cree en un proyecto con prácticas diferentes a las del tradicionalismo bipartidista y, por otro lado, se ve como una mancha en su imagen ética para el voto flotante que aún no ha decidido por quién votar.

En realidad, estas prácticas no son algo nuevo en LIBRE. En la anterior elección interna (2016), ocurrió algo semejante al grado que el Tribunal de Honor emitió una dura condena por estas prácticas. Pero parece que lejos de aprender, algunos de sus dirigentes reinciden en lo mismo.

La alianza contra el narco Estado

Al menos los cuatro movimientos que fueron  víctimas del fraude, tanto en el Partido Liberal como en LIBRE, han decidido unirse y hacer carpa aparte para las próximas elecciones; estos son los movimientos que coordinan Nelson Ávila, Wilfredo Méndez, Luis Zelaya y Darío Banegas. Esta Alianza busca organizar una participación electoral para noviembre de este año en las elecciones generales de forma independiente a sus respectivos partidos de origen en asocio con otras instituciones opositoras como el Partido Salvador de Honduras (de Nasralla) y una probable candidatura independiente de la Dra. Suyapa Figueroa, apoyada por Milton Benítez (El Perro Amarillo). La nueva agrupación se denominada “Amplia Alianza contra el Narco Estado”. 

La Alianza apenas se ha constituido y está en proceso de construcción, pero desde ya pueden advertirse al menos cinco características:

1) Es una alianza policlasista que inicialmente se constituyó para luchar por oponerse al fraude, aunque todo indica que puede evolucionar a una alianza electoral.

2) Aún no ha definido su programa político, pero claramente tendrá como eje la lucha contra los grupos políticos corruptos y ligados al narcotráfico en el poder (como JOH y Asfura) o que aspiran al poder (como Yani), por lo cual tiene el potencial de atraer el voto de la mayoría del electorado indeciso.

3) Aglutina un fuerte caudal electoral. Si nos atenemos a los números que hasta el momento han sido difundidos por el CNE con el 87% de las actas escrutadas del Partido Liberal y el 79%vde LIBRE (a pesar del fraude que les resto votos), esta coalición contaría con el aporte de Méndez, Ávila, Luis y Banegas que suma un subtotal de 373,678 votos, a lo que hay que sumar los votos del Partido Salvador de Honduras, que podría aportar unos 300,000 (recuérdese que tuvo más de 400 mil en las elecciones de 2013) y Suyapa Figueroa que podrían aportarle unos 200,000 votos como mínimo, para sumar entre todos alrededor de 874,000 votos; que es aproximadamente 230,000 más que la alianza entre Xiomara y Yani juntos, que suman hoy unos 640,000. Lejos de ser una “Alianza de los perdedores” como se les endilga, tiene potencial superior a los partidos por separado. 

4) Es ideológicamente heterogénea. Tiene una variedad de posiciones que van desde posiciones de izquierda como la de Nelson Ávila y de centro izquierda como Wilfredo Méndez, hasta posiciones neoliberales y de centroderecha como Nasralla, Luis Zelaya, Darío Banegas y probablemente la Dra. Suyapa Figueroa (si bien esta ha tenido una práctica de lucha antineoliberal al defender la salud y educación públicas, sus concepciones ideológicas tienden a la centro derecha por su origen liberal). Lo único que los une a todas y todos es su oposición a la narco dictadura.

5)  Está abierta aun a una alianza más amplia con otros sectores que pudieran incorporarse.

En otras palabras, por los hechos ocurridos el 14 de marzo, los conflictos internos desbordaron a los partidos opositores, creando una situación de debilitamiento en el caso de LIBRE, y de franca crisis en el caso del liberalismo, pero que dio lugar a una alternativa electoral potencialmente más fuerte. 

Las perspectivas hacia las elecciones generales del 28 de noviembre

Analicemos ahora tres posibilidades comparando los votos duros hasta ahora escrutados de los tres partidos políticos al 27 de marzo. Aclaro que los números del siguiente ejercicio no deben tomarse literalmente sino como tendencia, pues son tomados del CNE que incluye actas infladas del oficialismo, corresponden a un conteo incompleto (entre 79% y 88% de las actas) y no incluye el voto flotante es decir de los indecisos, que se deciden a última hora; pero sirve a groso modo como modelo de lo que deseo plantear.

  • Si todos van por separado a las elecciones generales de noviembre.

En esta posibilidad, el Partido Nacional ha mostrado que puede contar con 825,663, entre reales e inflados, a los que habría que sumar los de los otros partidos satélites suyos (UD; APH, etc.,) pudiendo llegar a unos 900,000 con lo cual disputaría el 1er lugar con la Alianza contra el Narcoestado, que puede contar con unos 874,000 votos duros. En tercer lugar, puede quedar Xiomara+Reina con los 353,143 que votos contabilizados a su favor   y por último Yani con los 286,630 votos que dice que tiene.

  • Si Xiomara se une a Yani.

En la eventualidad de que la alianza Xiomara-Yani ocurriera, porque ambos partidos se sienten débiles por separado, cuenta con 639,773 votos, pero no sería rival para un Partido Nacional que tiene capacidad de lograr 900,000 votos reales o inventados a través de un fraude; sin mencionar el hecho de que Yani es repudiado por gran parte del voto duro de LIBRE en su base al percibirlo como un corrupto y un “Caballo de Troya” que buscar colarse con importantes cuotas de poder en un gobierno conjunto con este. La Alianza contra el Narcoestado siempre sería la mejor colocada para disputar el primer lugar a un inflado Partido Nacional pues, como vimos en el numeral anterior, sumarian unos 874,000 votos, además de que contaría con buena parte de los votos de LIBRE que repudiarían la alianza Xiomara-Yani.

  • Si Xiomara se une con la Alianza contra el Narcoestado y deja a Yani por fuera

En este caso, Xiomara + Reina (con 353,143 votos) y la Alianza contra el narcoestado (con unos 877,000 votos) alcanzarían más de un 1,230,000 de votos duros; suficiente para derrotar a los cachurecos; sin necesidad de hacer compromisos con Yani. Aun en el caso de que Nasralla no apoyara esta alianza con LIBRE, por sus compromisos con la Embajada norteamericana o por sus pretensiones irreductibles de ser el candidato presidencial, muchos miembros de sus bases si lo harían, con lo cual podrían alcanzar alrededor de 1,000,000  de votos, con el resultado de derrotar a los cachurecos. En este caso, el Partido Nacional no podría compensar la diferencia haciendo alianza con Yani ni con Nasralla. Sin embargo, esta alianza resulta casi imposible de lograr, en vista de las fuertes discrepancias entre los líderes de LIBRE y de las fuerzas de la Alianza contra el Narcoestado.

En conclusión, la estrategia ideal para derrotar electoralmente al nacionalismo y al lado oscuro del Partido Liberal es unir a todos los grupos de LIBRE, incluidos Xiomara, Reina, Nelson Ávila y Wilfredo Méndez, junto con Luis Zelaya, Darío Banegas, Suyapa Figueroa, Doris Gutiérrez y Salvador Nasralla es decir A TODA LA OPOSICION CONTRA EL NARCO ESTADO, aunque es la más difícil de realizar.  El principal obstáculo para esta última es el virulento nivel de confrontación que existe entre LIBRE y los miembros de la Alianza. A menos que cese esa confrontación y prevalezca el rescate del país como prioridad, tendremos garantizado no solo cuatro sino muchos más de narco dictadura.

¿Y la embajada norteamericana?

Como he sostenido, a los norteamericanos les interesa que salga JOH pero que lo sustituya un gobierno que se abandere de los temas que pretende instalar en el Triángulo Norte de Centroamérica, analizados en la primera parte de este artículo. En tal sentido, descarto que se incline por LIBRE al cual asocia con el chavismo; como lo demostró en el pasado proceso electoral de 2017. Tampoco creo que le interese Yani, puesto que aparte de que este por sí solo no tiene posibilidades reales de ganar, tiene limitantes legales por su condición de exconvicto para poder relacionarse con el gobierno norteamericano.

En mi opinión creo que el Departamento de Estado gringo tendría más afinidad por apoyar una candidatura de un Tito Asfura desmarcado de JOH, o de la Alianza contra el Narco Estado, siempre y cuando su candidato(a) sea afín con su politica neoliberal extractivista y sus planes injerencistas y no se una a LIBRE. Es decir que el imperio tiene las opciones aun abiertas. Los gringos no juegan a solo una carta sino a todas las posibles que les permitan lograr sus objetivos. Todo depende de quien se defina a favor de sus intereses.

Escenarios probables

En base al análisis anterior, son tres las variables que puede determinar los diferentes escenarios hacia el proceso electoral general.  Uno es la jugada que haga el partido de gobierno para imponerse. Otro es la posición del imperio respecto a quien va a respaldar. Otro es la capacidad que tenga los partidos y movimiento de oposición para unirse y luchar contra la maquinaria del fraude.

Los supuestos de estos escenarios son: a) las elecciones primarias no se declaran nulas; b) hay un mecanismo de fraude en marcha del Partido Nacional; c) el cachurequismo no podrá ganar la mayoría del voto flotante; d) el gobierno contará con muchísimo dinero disponible para comprar votos masivamente; e) no se produce un estado de rebelión social antes del proceso electoral, ni se produce un autogolpe o un golpe de barracas, por las razones expuestas en el análisis previo; f) continúan las mismas reglas del juego con la actual Ley Electoral;, g) el abstencionismo será

En esas condiciones veo tres escenarios:

Primer escenario: el más probable y el segundo menos conveniente.

Por la urgencia que JOH tiene para evadir la justicia, sustituye a Nasry Asfura como candidato presidencial, inhabilitando al primero con el proceso que le tiene abierto el Ministerio Publico. En ese caso el Partido Nacional se debilitaría muchísimo por la impopularidad de JOH. La oposición se inscribiría dividida, LIBRE junto a Yani por un lado y la Alianza contra el Narco estado por otro, pero aun así la Alianza contra el Narco estado podría derrotar a JOH en las urnas debido a su baja popularidad. Este ofrece resistencia tratando de impedir su salida, sin descartar que pueda hacer un auto golpe para perpetuarse a la fuerza, lo que abriría una situación insurreccional.

Segundo escenario: medianamente probable y el menos conveniente.

El Partido Nacional lleva a Nasry Asfura hasta el final, es decir que no es sustituido por JOH y este es sacado del juego. En este caso encontraríamos a un Partido Nacional unificado alrededor de su candidato más fuerte, con posibilidades de quedarse con el poder, debido a la división de la oposición entre LIBRE y Yani, por un lado, y la Alianza contra el Narcoestado, por otro, existe la posibilidad de que el Partido Nacional logre imponerse con Nasry Asfura y el gobierno norteamericano podría negociar con ellos con la posibilidad de que apoye un gobierno del Partido Nacional sin JOH. Este sería el peor escenario.

Tercer escenario; menos probable pero el más conveniente

La oposición logra superar sus discrepancias y se inscribe unificada total o casi totalmente alrededor de una sola candidatura, muy probablemente Xiomara Castro o Suyapa Figueroa, con lo cual cualquier maniobra del cachurequismo (no importa que Asfura sea sustituido o no) estaría condenada al fracaso. El Partido Nacional intentaría imponerse mediante el fraude y la represión pero solo encendería el ánimo insurreccional del Pueblo, con altas posibilidades de este de triunfar. El imperio no aceptaría un gobierno de la oposición y podría decidirse por la continuidad del régimen actual, que le da ventajas, pero sin poder influir en el resultado. Este es el escenario más favorable para el Pueblo y por tanto al que hay que apostar, pero es el menos probable si continúan las actuales actitudes sectarias y triunfalistas del liderazgo opositor.

¿Qué hacer?

Frente a este panorama, considero que es una necesidad histórica derrotar al Narcoestado y sus candidatos: Tito, Yani y eventualmente el mismo JOH. Para eso, como pocas veces en la historia, se hace necesaria la más amplia unidad electoral y de acción para sacar al narco del poder.

Para ello se requiere atender las siguientes recomendaciones:

  • El mejor instrumento para sacar al narco sería una CANDIDATURA UNICA DE LA OPOSICION que represente la UNIDAD TOTAL de las fuerzas contrarias al Narco Estado, lo que implica que tanto LIBRE como la Alianza establezcan un dialogo que les permita unificarse entre sí y con los movimientos sociales, obreros, campesinos, estudiantes, mujeres organizadas, migrantes, etc.
  • Aprobar un planteamiento de gobierno antineoliberal que recoja las aspiraciones más sentidas del Pueblo y se posicione contra cualquier injerencia norteamericana.
  • Que la candidatura recaiga en una figura que goce de la simpatía de mayoritarios segmentos de la población por su conducta ética y que sea lo más cercana posible a las causas populares, antineoliberales y claramente desmarcada de la incidencia de la Embajada, como podría ser Xiomara Castro o Suyapa Figueroa. No veo que Nasralla cumpla ese perfil ya que, además de su mentalidad neoliberal, en varias ocasiones ha declarado su sumisión con las decisiones del gobierno norteamericano.
  • Articular la oposición politica con la oposición social que existe a lo largo y ancho de todo el pais de manera que el pueblo mismo sea el protagonista de esta batalla.
  • Desarrollar una ESTRATEGIA DE MOVILIZACION TOTAL, que no solo involucre la movilización por la caza de votos sino también por defender los derechos sociales del pueblo hondureño, en especial de la clase trabajadora.

 A JOH no se le sacara con votos sino con el pueblo movilizado

Como puede percibirse de los escenarios arriba descritos, JOH no entregara el poder por un evento electoral. Los votos no sacaran la dictadura. La participación electoral  debe ser entendida solo como un medio para que el pueblo sienta la fuerza que tiene; pero hay que tener claro que para lograr la salida del tirano, hay que prepararse con la fuerza de la movilización.

Dado que es previsible que JOH trate de imponerse al verse rebasado por una oposición unificada, podría dar lugar a un escenario de auto golpe desesperado. Por ello, lo que necesitamos es organizar a nivel de bases un nuevo levantamiento popular más amplio, más prolongado y mejor organizado que el de 2017 y 2019 para defender el triunfo. PLANIFICANDOLO DESDE AHORA para no improvisar; que sea ORGANIZADO y no un caos espontaneo; que pueda ser SOSTENIDO y no de corta duración.

Esto no lo dan las urnas ni los votos, sino el Pueblo de carne y hueso, y a este se le gana identificándose con sus necesidades más sentidas en la lucha.