Honduras

Por Lic. Josué Sevilla

Desde la primera década del siglo XXI, he tenido cierto grado de sin sabor en percibir cómo los argumentos de la tradición historiográfica liberal más inteligente de los siglos XIX y XX, y las posturas desde el materialismo histórico pasaron de ser interesantes a burdas para las nuevas generaciones de cientistas sociales. Esto se debe a la influencia de nuevas interpretaciones historiográficas desde el posmodernismo, algunas con las que no comulgo ni una cuartilla, pero hay que conocerlas.  

Empero, más alarmante es para mí, el lenguaje extraño que se explana en ciertas narrativas que ocultan en ocasiones su concepción burguesa de la sociedad para disfrazarse de academia o academicismo neutral y objetivo. Es decir, aquel tipo de intelectuales orgánicos y sistémicos que suspiran por la modernidad burguesa y el eurocentrismo.

Anclado a ello, con las celebraciones de diferentes bicentenarios en nuestro ambiente Centroamericano –independencia de España (1821), independencia absoluta de Centroamérica (1823)– y mi malograda Honduras, he traído en la cabeza al republicano radical Dionisio de Herrera quien tránsito en aquellos años de principios del siglo XIX, por una coyuntura histórica de cambio de mentalidades, de rupturas con la corona española, de noticias impresionantes de independencias populares en México y Sudamérica, y de formación de la Federación Centroamérica.

Cuando Dionisio de Herrera cursó sus estudios en Guatemala se empapó de los diferentes liberalismos tanto el moderado y el radical que provenía de los filósofos iluministas que incubaron las ideas de la facción jacobina alrededor de la revolución francesa.  En la praxis a juicio de ciertos colegas, Dionisio de Herrera se inclinó por el ala liberal más radical, al igual que Morazán como representantes de una burguesía capitalista, según Filander Díaz Chávez (1986). Las independencias en Latinoamérica al ser hijas de la revolución francesa, fueron parte de la oleada de revoluciones burguesas en la primera mitad del siglo XIX (2005).

La Alcaldía Mayor de Tegucigalpa en el periodo colonial y las redes de poder en la historiografía posmoderna

Los y las historiadoras que han estudiado el periodo colonial y han centrado su atención en la lucha de clases que se dio entre Comayagua y la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa a finales del siglo del siglo XVIII, y principios del siglo XIX, son de la opinión que existió una élite económica de mucho peso en la provincia de Honduras.

Tal es el caso de la historiadora Ethel García Buchard (2021) –aunque se suman a la lista Leticia de Oyuela (2003), Luis Pedro Taracena (1998), Oscar Zelaya (1995) y otros– quien ha estudiado las redes de poder de ciertas regiones en Honduras y de la élite de Tegucigalpa, en uno de sus más recientes trabajos.  La alcaldía mayor de Tegucigalpa representó un foco de poder y territorialidad debido al peso que tuvo la economía de extracción minera y otros rubros que devinieron de esta actividad. El estudio de estas redes de poder es el punto de partida de la historiografía actual. Al respecto nos dice la historiadora García Buchard.

Buscando en esta dirección, la historiografía reciente ha puesto su atención en el estudio de los municipios y las oligarquías locales, ya que pueden ser de gran utilidad como categorías de análisis si se pretende identificar y explicar las particularidades de las dinámicas sociopolíticas que ocurren en una sociedad concreta (p. 14)

En tanto existen otro tipo de discusiones fuera de nuestro ambiente, los intelectuales hondureños imaginaron y definieron la formación socioeconómica colonial como feudal, marcados por un eurocentrismo altamente interiorizado en su mentalidad. Y aunque, la historiadora citada hace énfasis en los nuevos debates que ha despertado la historiografía posmoderna, la tendencia siempre apunta al estudio de las elites, mas no los subalternos y menos aún, a estudios bien definidos sobre las estructuras de clases en Centroamérica. Algo característico de la historiografía posmoderna es que evita utilizar de forma abierta categorías como lucha de clases, formaciones sociales, relaciones económicas, modo de producción, estructura de clases, etc.

El historiador Julio Cesar Pinto Soria (1994), al analizar las independencias manifestó que “el nivel económico alcanzado en la época colonial” determinó la beligerancia de ciertos grupos locales y los intereses que defendían, como fue el caso de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa.

En síntesis, son notables los estudios sobre las elites, pero con un discurso precavido, donde los negros, los indígenas o pueblos originarios, las mujeres, los desposeídos siguen sin tener rostros; sujetos sociales que puedan ser presos de ese discurso o narrativa, que considera la historia como ficción. Salvo de la historiografía posmoderna aquellos científicos sociales honestos con su trabajo mas no a los que ocultan su conservadurismo con este lenguaje y que siguen siendo altamente eurocéntricos teóricamente.  

Dionisio de Herrera el conspirador de la independencia en la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa

En el momento previo a las independencias de las provincias de Centroamérica, la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa había ganado su batalla por mantener su autonomía del régimen de intendencias que introdujo las reformas borbónicas y que lo supeditada a Comayagua. La lucha de clases entre estas localidades se hizo presente en el momento en que la separación de España, era más que inminente e irreversible.

Ahora bien ¿Predominaban en Centroamérica élites económicas feudales o mercantilistas? Pues bien, habría que ver dicen los expertos, pero me parece que Centroamérica ya había hecho su transición al capitalismo mercantilista de forma paulatina. Sobre este particular los teóricos de la dependencia aludieron que la conquista misma de América dio inicio al capitalismo, al igual que la postura descolonial. Estos análisis fueron producto de un debate heterodoxo, dentro de corrientes estructuralistas, y marxistas (Hurtado, 1999, p. 162-173).  

En este sentido, la historiografía hondureña –la menos desarrollada en historia económica en Centroamérica– debe de explicar cuándo, y como ocurrieron estos cambios, y qué efectos tuvo en el modo de producción colonial. No soy especialista en el tema, pero hipotéticamente deseo desmarcarme de aquellas posturas que enmarcaron el periodo colonial como una trasposición en su totalidad del mundo feudal europeo, en la América Colonial y por ende, en Honduras.

La familia de la cual proviene Dionisio de Herrera pertenecieron a la élite terrateniente y ganadera del sur de Honduras, igual que sus parientes Díaz del Valle. Las discrepancias que se generaron entre Juan Jacinto Herrera y José Díaz del Valle, padre de Dionisio y José Cecilio, fueron superadas por estos personajes que tuvieron el privilegio de estudiar en la capital del Reino de Guatemala y tener una amena relación. El primero retorna a Honduras en 1820 y se avecinda en la rica Tegucigalpa –como la designó Francisco Morazán en algún momento– y donde empezó a ocupar puestos fundamentales, en tanto el segundo consolido su vida en Guatemala, y aunque visto con desdén por la oligarquía guatemalteca, tuvieron que bancar su inteligencia, virtud y conocimiento de la administración pública.

Dionisio de Herrera comenzó a hacer partido y dio paso a tertulias con la juventud de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa, en pro de la separación de España e independencia. Como buen conspirador del orden colonial, reunió adeptos entre la élite de Tegucigalpa, y empezó a ser señalado por el representante de la autoridad española, Narciso Mallol como agitador (Becerra, 2007, p. 15).

Su privilegiada posición, su nivel cultural, su vasta biblioteca personal, lo hicieron maestro de Francisco Morazán con quien mantuvo una prolongada amistad. Además, Dionisio de Herrera perteneció al grupo de liberales que abanderaron la forma de gobierno Federal como Joaquín Rivera, José Antonio Márquez, y Diego Vigil. En este sentido, los estudios sobre las pugnas entre liberales y conservadores como aludió la vieja escuela historiográfica yace un en proceso de revisión en las narrativas posmodernas, la cual se ha enfocado en provocar líneas de investigaciones de redes de poder, y redes familiares; mismas que se apoyan entre sí, desde las independencias, hasta llegar a la construcción de estados nacionales bajo los criterios del liberalismo político, según Ethel García.

En verdad, vale la pena problematizar si es preciso señalar como un proceso de revoluciones burguesas la coyuntura independentista, federal y de los estados nacionales, pues, al fin y al cabo, bajo la influencia eurocéntrica y su modernidad, las élites eligieron el camino de la democracia burguesa, y la supuesta libertad económica, que a todas luces siguió siendo desigual con las clases subalternas. Sin embargo, considero que la generación de liberales a la que perteneció Dionisio de Herrera, si le apostó a un choque frontal con las oligarquías coloniales y promover el liberalismo en todas sus dimensiones para suplantar la herencia colonial. Es decir, promovieron la transición de la formación socioeconómica colonial a la capitalista.

El aporte de Dionisio de Herrera como demócrata radical

Es posible que un par de colegas no estén de acuerdo con la idea que las luchas independentistas fueron en realidad la pujanza de esas redes de poder o familiares, por establecer el liberalismo político, donde el principal propósito era degollar la formación socioeconómica colonial, según sus intereses económicos. Después del cisma que tuvo la anexión a México y la intentona imperial, el camino quedo abierto para que el pensamiento de Montesquieu, John Locke, y Tomas Hobbes, se pusieran en práctica. Sin embargo, la lucha de clases tomo pronto otros matices cuando estas redes de poder o familiares vieron en peligro privilegios pasados y el estado laico someramente toco sus intereses de clases. Un bloque histórico es sustituido por otro en teoría, y así la pacífica y elitista independencia de las provincias de Centroamérica se encaminó hacia las guerras civiles entre 1827-29.

Los liberales radicales, más enfocados en la idea del contrato social de Rousseau llevaron a cabo reformas que no gustaron a ciertos sectores. En ese contexto, Dionisio de Herrera casi es asesinado en Comayagua en su casa de habitación. Al parecer, este plan fue diseñado por el religioso Nicolás Irías, según Louis E. Bumgartner quien nos comenta que. 

Escribiendo en las vísperas de la guerra civil de 1827-1829 el presidente Dionisio de Herrera describió el atentado que se hizo contra su vida, a su primo y amigo de toda la vida José Cecilio del Valle. La tragedia que casi se consumó fue una de las manifestaciones más violentas de la rivalidad entre Herrera y el Provisor Nicolás Irías por el control del Estado de Honduras (Bumgartner, 1980, p 211).

Si bien es cierto que hay una disputa por el control de estado como afirma, uno de los mejores biógrafos de José Cecilio del Valle, también es evidente como sectores afectados por la aplicación del liberalismo político, consternaron sus privilegios de clase.

Una deuda historiográfica sobre el primer jefe de Estado de Honduras

Las y los historiadores hondureños tenemos una deuda historiográfica sobre la figura de Dionisio de Herrera. Es decir, del principal conspirador de la independencia en la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa y del primer jefe de estado de Honduras (1824). En septiembre de este año se cumplió el bicentenario en que la asamblea constituyente lo eligió para este cargo en medio de una disputa abierta por controlar la administración por diferentes redes de poder regionales de Honduras. Este hecho pasó por alto, por nuestra academia, el gobierno de Honduras y los aficionados a los detalles históricos. Pero mi impaciencia no lo pasó por alto pues siempre me pareció interesante el personaje acusado de masón, al que la iglesia en un acto de intolerancia quemó su biblioteca y que murió en la miseria en la hermana república de El Salvador. Qué bueno sería que en Honduras conserváramos la biblioteca de Dionisio de Herrera como la de José Cecilio del Valle custodiada por la Universidad Francisco Marroquín, en Guatemala. Demás está decir lo intolerantes que fueron algunos líderes de la iglesia católica en Honduras con los liberales radicales, como Herrera y Morazán.

Al revisar la historiografía existente sobre Dionisio Herrera me resulta impresionante lo poco que se ha escrito, si se compara con la cantidad de obras que hay sobre José Cecilio del Valle (su pariente) y Francisco Morazán; partiendo del hecho que esté último fue formado ideológicamente, en su exquisita biblioteca. Otro aspecto que me causó impresión son las erratas que hubo en torno a la fecha de su nacimiento.

Antonio R. Vallejo (1882) manifestó en su momento que “no se conoce con seguridad ni el lugar ni el año en que nació. Algunos de sus biógrafos afirman que nació en Tegucigalpa; otros que nació en Choluteca.” El historiador liberal Rómulo E. Durón (1927), situó la fecha de nacimiento de Herrera en 1788, y Félix Salgado (1941) manifestó que fue el 8 de abril de 1783. Estas tres lumbreras de la historiografía liberal se equivocaron.

Fue el señor Juan B. Valladares quien situó la fecha de nacimiento de Herrera el 9 de octubre de 1781 (Honduras, 1950, p. 22-23), apoyado en la fe de bautismo, que publicó para la Revista de la Sociedad de Geografía e Historia de Honduras, en el año de 1950, donde se conmemoró el centenario de su fallecimiento, en Honduras.

En la misma edición de la revista citada aparece un apartado que hizo Rafael Heliodoro Valle donde expuso un balance referencial de lo que se había escrito sobre Dionisio de Herrera en periódicos y revistas en nuestro país (Honduras, 1950, p. 143-149); en 1981 Juan Ramón Ardon publicó una biografía de Herrera. Más recientemente, el historiador José Manuel Cardona a través de la Editorial Sabio Valle, abordó el asunto de la constituyente de 1824, donde nos encontramos a Dionisio de Herrera en esa trama que lo constituyo como el primer jefe de estado –el historiador José Manuel Cardona es el único que puso atención a la coyuntura histórica entre 1821-25 haciendo un balance excepcional de la constituyente de esos años y el sistema de las primeras votaciones en Honduras– y en una compilación de escritos donde participó el Ministro de la Secretaría Educación de Honduras (SEDUC) Daniel Esponda, con otros colegas, donde se incorporó una biografía escrita por Rafael Heliodoro Valle que “se publicó por primera vez en 1950, en el número 30 del tomo 4 de la revista Hispanic American Historical Review, mientras su autor era embajador de Honduras en Estados Unidos (Esponda et al, 2023, p. 2.).”

Posibles líneas de trabajos

Tal vez en años posteriores se pueda estudiar a este criollo radical y analizar su asidero más detenidamente pero no solo en el contexto de su participación en Honduras, sus años preso en Guatemala hasta la llegada de Morazán abril de 1829, el desempeño que tuvo como jefe de estado de Nicaragua (1830-1833). Así como los intelectuales Morazanista estudiaron fuentes en Costa Rica, Guatemala, El Salvador, sería de gran importancia revisar los archivos nicaragüenses, en ese lapso de tiempo en que Dionisio de Herrera estuvo en la conducción de este estado. De ser posible, estudiar cómo fue perseguido por las redes de poder o familiares, o clases sociales que consolidaron su hegemonía, posterior a la caída de la federación y ese grupo de liberales radicales que estuvieron en la misma empresa, como acusó Ramón Rosa, a Francisco Morazán en su biografía.

Pero además de ello, se debe procurar no perder la lectura de la historia, desde la visión antisistémica, del materialismo histórico, y analizar sin miedos el impacto que tuvo esta transición de la formación social colonial a la burguesa liberal.

Hasta este momento ha predominado el estudio de las élites tanto por la tradición historiográfica clásica, como por esta nueva oleada posmoderna, siempre leal al liberalismo, aunque algunos y algunas lo oculten. Los historiadores sociales, antisistémicos y dialécticos, debemos de dejar de romantizar al extremo a esta generación fundadora de la democracia burguesa en el siglo XIX y analizar sus vidas como seres humanos con sus aciertos y erratas, aunque apartándose de esa pseudo ciencia, neutral y objetiva.

Referencias

Arriola, L. P. (1998). Ilusión minera y poder político. La alcaldía mayor de de Tegucigalpa, siglo XVIII. Tegucigalpa : Guaymuras .

Becerra, L. (1992). Morazán revolucionario . Tegucigalpa : Baktún.

Buchard, E. G. (2021). De una élite regional a una fracción política: un viaje a los orígines de los grupos de poder en Honduras . Tegucigalpa : Ediciones Subirana .

Bumgartner, L. E. (1980). El asesinato frustrado del presidente Dionisio de Herrera el 3 de noviembre de 1826. Yaxkin, 211-213.

Cardona, J. M. (2023). De la independencia de Centroamérica a la primera constitución del estado de Honduras 1821-1825. Tegucigalpa : Editorial Sabio Valle .

Chávez, F. D. (1986). Pobre Morazán pobre. Tegucigalpa: Editorial Universitaria .

Daniel Esponda, J. M. (2023). Constructores de la nación, soñadores de la nación. Tegucigalpa: Editorial Sabio Valle .

Duron, R. E. (1927). Bosquejo histórico de Honduras. San Pedro Sula : Tipografía del Comercio.

Félix Maximiano Briones Quiroz, C. E. (2005). Las revoluciones burguesas del siglo XIX: 1815-1848. Theoria, Vol. 14, 17-23.

Garay, O. Z. (1995). Raíces del poder local en el departamento de Tegucigalpa siglo XIX, tesis de licenciatura en historia. Tegucigalpa : UNAH .

Honduras, S. d. (1950). Vida y escritos de Don Dionisio de Herrera. Tegucigalpa: Talleres tipográficos nacionales.

Hurtado, R. V. (1999). La sociología latinoamericana y su influencia sobre la historiografía (siglo XIX-1980). En H. P. Brignoli, Historia General de América Latina (págs. 162-173). Ediciones UNESCO .

Oyuela, L. d. (2003). Esplendor y miseria en la míneria de Honduras . Tegucigalpa : Guaymuras .

Salgado, F. (1941). Elementos de historia de Honduras. Tegucigalpa : Imprenta Calderon.

Soria, J. C. (1994). La independencia y la Federación . En H. P. Brignoli, Historia General de Centroamérica, Tomo III. (págs. 73-140). San José : FLACSO .

Vallejo, A. R. (1882). Compendio de la historia social y política de Honduras . Tegucigalpa : Tipografía Nacional .