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¿Cómo y cuándo aparecieron las empresas militares privadas (EMP)? ¿Qué han estado haciendo y dónde han actuado? ¿Qué tienen en común las EMP y el Grupo Wagner? Periodistas del proyecto “Barmaleys/Partisans” indagan en la historia de estos grupos mercenarios.
Los primeros pasos
La primera empresa militar privada del mundo, WatchGuard International, la fundó un oficial escocés del ejército británico, el coronel David Stirling, el mismo que durante la segunda guerra mundial creó la unidad de comandos que se hizo famosa con la sigla SAS (Special Air Service). En la década de 1960, Stirling tuvo la idea de crear una organización de estos soldados de fortuna, registrada oficialmente y controlada por el Estado.
En 1965, Stirling registró WatchGuard International Ltd junto con otro veterano del SAS, John Woodhouse. WatchGuard estableció su cuartel general en Londres y se registró legalmente como empresa extraterritorial con sede en la isla de Jersey. WatchGuard llevó a cabo sus primeros encargos en la península arábiga, concretamente en Yemen, Arabia Saudí y Omán. Especialistas del antiguo SAS asesoraron a los gobiernos de estos países en materia de instrucción militar y la supresión de movimientos insurgentes; también les ayudaron a combatirlos.
Merece la pena señalar que en 1970-1971, WatchGuard planeó una operación encaminada a derrocar al coronel Muamar el Gadafi y restaurar el poder legítimo del rey Idris en Libia. Esto podría haber sido un guion de intriga para una película de espías, pero los planes de aquellos soldados de fortuna acabarían en un cajón: el gobierno exigió que WatchGuard suspendiera la operación porque la implicación de sujetos británicos en semejante aventura habría perjudicado las relaciones del Reino Unido con los países árabes.
En 1972, Stirling dejó de desempeñar una función activa en WatchGuard International. Durante la segunda mitad de la década se dedicó a crear una organización clandestina concebida para socavar el movimiento sindical.
Una extensión internacional
Mientras tanto fueron apareciendo cada vez más nuevas EMP por todo el mundo. En 1974, el gobierno de EE UU firmó un contrato con Vinnell Corporation cuyo importe superó los 500 millones de dólares. El personal de esta EMP debía implicarse en la instrucción de la Guardia Nacional de Arabia Saudí y en la protección de sus yacimientos petroleros.
No solo Stirling, sino también otros excombatientes del SAS se dedicaron a fundar EMP, que facilitaban guardaespaldas, sicarios e instructores en cualquier lugar del mundo. Algunas de estas organizaciones ofrecieron públicamente sus servicios, mientras que otras prefirieron registrarse como consultoras o aseguradoras. Así, por ejemplo, se fundó Control Risks Group en 1975. Originalmente estuvo formado por tan solo tres oficiales del SAS y fue contratado para la búsqueda de individuos secuestrados. Con el tiempo, esta EMP se convirtió en una empresa internacional de consultoría militar.
Los British Security Advisory Services y sus intervenciones en la guerra civil de Angola
Un episodio notable de la historia de las EMP tiene que ver con las actividades de los British Security Advisory Services (Servicios de Consultoría de Seguridad Británicos). Esta empresa, fundada por el traficante de armas Leslie Aspin, el exparacaidista Frank Perrin y el marine retirado John Banks, reclutó masivamente mercenarios para participar en la guerra civil de Angola.
En noviembre de 1975, después de que Angola se independizara de Portugal, tuvo lugar un episodio significativo de la guerra fría: un conflicto armado entre el prosoviético MPLA (Movimiento Popular de Liberación de Angola), un partido de izquierda que tomó el poder en el país desafiando los acuerdos de gobierno de coalición; el proamericano FNLA (Frente Nacional de Liberación de Angola) y UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola).
Norman Hall, asesor de Holden Roberto, el líder del FNLA, vino al Reino Unido y transfirió 25.000 dólares al SAS para que le ayudara a reclutar mercenarios. Más tarde, otro de los asesores de Roberto, Terence Haig, transfirió otros 85.000 dólares al SAS.
Banks reclutó soldados para el frente en bares londinenses, como si estuvieran todavía en el siglo XVIII. Los mercenarios se reunirían en el pub Dirty Dick’s y, después de pasar la noche en la iglesia de St. George-in-the-East, volarían con escalas a Zaire, que linda con Angola. El SAS firmó un contrato de seis meses con los mercenarios y pagó sus gastos de viaje. De acuerdo con Banks, a los hombres se les ofreció una paga de 300 dólares semanales y una gratificación de 10.000 dólares por cada ruso que apresaran. Un total de 90 a 200 soldados, según diversas estimaciones, viajaron a Angola. Algunos de ellos tenían tan solo 17 años de edad y carecían de experiencia militar y de la munición adecuada. Ben Hills, reportero del periódico australiano The Age, calcula que en Angola murieron 59 mercenarios del SAS.
En junio de 1976 tuvo lugar en Luanda, la capital de Angola, un juicio contra trece mercenarios que habían luchado contra el MPLA. Cuatro de ellos (tres ciudadanos británicos y un estadounidense) fueron condenados a muerte y los otros nueve a penas de cárcel de 16 a 30 años (EE UU consiguió intercambiar a sus nacionales en 1982, mientras que el ministerio de Asuntos Exteriores británico lo hizo con los suyos en 1984). A la vista del juicio celebrado en Luanda, el parlamento británico declaró que las actividades del SAS violaban la ley de 1870 que prohíbe el reclutamiento de mercenarios para la guerra. No obstante, no se aplicaron sanciones a las personas implicadas.
El auge de las EMP con el final de la guerra fría
En 1981, con el apoyo financiero de la banca británica, se fundó la empresa Defense Systems Limited. Amparada en sendos contratos con el Banco Mundial, Naciones Unidas y organizaciones no gubernamentales, esta empresa se dedicó en África a proteger infraestructuras petroleras y energéticas y a la formación de personal. Otra EMP, el Golan Group, apareció en Israel a comienzos de la década de 1980. Fue creada por oficiales retirados de las fuerzas especiales israelíes y envió instructores militares a algunos países latinoamericanos. Otra compañía, Beni Tal, llevó a cabo operaciones contra la Organización por la Liberación de Palestina (OLP).
El auge de las EMP vino con el final de la guerra fría. Su base de reclutamiento pasó a situarse entre los millones de expertos militares que se quedaron sin trabajo a raíz de la reducción de efectivos de los ejércitos de los países de la OTAN y del Pacto de Varsovia. Enormes cantidades de armas baratas, sobre todo de fabricación soviética, entraron en el mercado. Tampoco hubo escasez de clientes, pues ni EE UU ni los Estados que emergieron del colapso de la Unión Soviética tenían entonces muchos motivos para intervenir en las disputas interminables en el continente africano. Debido a ello, los gobernantes africanos tenían que buscar apoyos militares en otros ámbitos.
Nuevos escenarios de intervención: guerra del Golfo, guerra civil de Angola, Sierra Leona
En la guerra del Golfo de 1990-1991, los contratistas civiles ya representaban el 2 % del contingente militar estadounidense, aunque la mayoría de ellos no trabajaban para EMP, sino para empresas privadas convencionales. Como escriben Iván Konoválov y Oleg Valetsky (quien también trabajó para EMP) en su libro, The Evolution of Private Military Companies, “la totalidad del apoyo logístico del ejército saudí corrió a cargo de contratistas privados de EE UU. En el frente, instructores de la empresa militar privada Vinnell acompañaban a las unidades de la Guardia Nacional saudí en el combate contra las tropas iraquíes cerca de Ra’s al-Hafji. Especialistas de DynCorp se encargaban del mantenimiento de las unidades de helicópteros en el frente.”
En 1989, Eeben Barlow y Michael Mullen, exdirectivos de la rama europea occidental de la Civil Cooperation Bureau (CCB), una agencia de inteligencia sudafricana implicada en operaciones secretas y asesinatos de oponentes políticos, fundaron otra EMP, Executive Outcomes (EO). Cuando se inició el colapso del sistema de apartheid a comienzos de la década de 1990 y el líder de la resistencia, Nelson Mandela, exigió que el presidente sudafricano Frederik Willem de Klerk desmantelara las fuerzas especiales implicadas en asesinatos políticos, muchos exmiembros de estas fuerzas especiales perdieron el empleo y pasaron a cubrir muchas vacantes en esta nueva EMP.
El gobierno de Angola, donde estalló la guerra civil en el otoño de 1992, después de que la UNITA se negara a reconocer los resultados de las elecciones, firmó dos contratos con EO por importe de 40 millones de dólares cada uno. A raíz de una serie de operaciones llevadas a cabo por EO, la UNITA sufrió importantes reveses y se vio forzada a negociar. En noviembre de 1994 se firmó un tratado de paz entre UNITA y el gobierno angoleño, que puso fin temporalmente al baño de sangre (aunque pocos años después se reanudó con fuerza).
En enero de 1995, EO fue contratada por el gobierno de Sierra Leona a fin de combatir a los rebeldes del Frente Unido Revolucionario, famoso por utilizar a más de 10.000 niños soldado, en su mayoría en edades comprendidas entre 7 y 12 años. En aquel momento, los rebeldes ya habían penetrado en la capital, Freetown, y habían tomado el control de importantes depósitos de titanio y bauxita. Según el contrato, el gobierno de Sierra Leona se comprometía a pagar a EO 1,8 millones de dólares al mes (aportado en su mayor parte por el Fondo Monetario Internacional). Las fuerzas armadas de EO consistían en 500 asesores militares y 3.000 soldados instruidos y bien equipados, apoyados por helicópteros y vehículos blindados adquiridos por la EMP en África y Europa Oriental.
La unidad, formada por exmiembros del odioso 32º Batallón del ejército sudafricano, que había sido disuelto anteriormente por exigencia del Congreso Nacional Africano en vísperas de las elecciones parlamentarias, era, según Harper’s Magazine.una banda de espías y asesinos que habían combatido la insurgencia en su país durante 15 a 20 años. Esta EMP fue sumamente eficaz en el campo de batalla, ya que en diez días de combates logró hacer retroceder al Frente Unido Revolucionario sesenta millas tierra adentro. Siete meses después, con el apoyo del ejército sierraleonés, EO expulsó a los rebeldes de la zona de minas de diamantes y después, durante la segunda ofensiva, destruyó su base principal, forzándoles a firmar el acuerdo de paz de Abiyán el 30 de noviembre de 1996.
Blackwater, la EMP protagonista en la guerra de Irak
Tras la invasión de Afganistán en 2001, el gobierno de EE UU contrató los servicios de varias EMP para que entrenaran a las fuerzas policiales y militares locales y controlaran el movimiento de bienes y las actividades de inteligencia. Guardias de seguridad privados se encargaron de la seguridad de posibles objetivos extranjeros, cuyo personal no se fiaba de la policía local. Esto generó un profundo resentimiento entre las autoridades locales, que acusaron a las EMP de comportamientos criminales.
Antes de que el mundo tuviera noticias del grupo Wagner, Blackwater era la EMP más conocida. En septiembre de 2005, el gobierno estadounidense acudió a Blackwater para que le ayudara a eliminar los efectos del huracán Katrina. Alrededor de 200 empleados de esta empresa acudieron a la zona catastrófica en una operación que costó a EE UU 240.000 dólares al día.
Sin embargo, el momento estelar de esta EMP llegó con la guerra de Irak. En diciembre de 2006, el ministerio de Defensa de EE UU empleó por lo menos a 100.000 trabajadores contratados, diez veces más que el número de civiles reclutados durante la guerra del Golfo. Las actividades llevadas a cabo por empresas privadas iban desde servicios de catering hasta la defensa armada de bases militares estadounidenses, el desminado de campos y la destrucción de munición no detonada. Blackwater obtuvo la autorización para trasladar a 1.020 empleados a Irak. Entre otras responsabilidades, asumió la misión de proteger la embajada estadounidense en Bagdad.
Según Andy Bearpark, director general de la Asociación Británica de Empresas de Seguridad Privadas (BAPSC), “en 2003 y 2004, el dinero en Irak no costaba prácticamente nada. Esto significa que se concedían contratos [de seguridad privada] por cantidades increíbles de dinero: millones y millones de dólares entraron en las arcas de las empresas del sector”. Otras empresas británicas, Aegis Defense Services y ArmorGroup entre ellas, se embolsaron cientos de millones de libras tan solo por estar presentes con sus combatientes en Irak. Estas empresas subcontrataron posteriormente las tareas de seguridad que hasta entonces habían corrido a cargo de militares regulares estadounidenses.
Conviene destacar que las EMP en Irak no estaban sujetas al Código Uniforme de Justicia Militar. Antes de abandonar el país, Lewis Paul Bremer III, jefe de la Autoridad Provisional de la Coalición en Irak entre 2003 y 2004, firmó una orden que garantizaba la inmunidad de todos los ciudadanos estadounidenses que trabajaron para el gobierno de ocupación frente a la legalidad iraquí.
Como era de esperar, la labor de las EMP no careció de excesos sangrientos. Así, el 31 de marzo de 2004, combatientes iraquíes en Faluya, Irak, tendieron una emboscada a un convoy de vehículos de Blackwater que escoltaban un transporte de provisiones. Uno de los vehículos chocó contra un edificio y los demás pasaron de largo sin detenerse, como estipulaban las cláusulas del contrato. Los iraquíes sacaron los cuerpos de los mercenarios de Blackwater del vehículo, los rociaron con gasolina y los quemaron. Acto seguido arrastraron los cadáveres quemados por las calles y los colgaron del puente sobre el Éufrates. Todo esto quedó registrado en un vídeo y las imágenes televisadas soliviantaron al público estadounidense, tras lo cual el ejército lanzó una operación de limpieza en Faluya.
En septiembre de 2007, empleados de Blackwater abrieron fuego indiscriminadamente en la plaza Nisur de Bagdad, matando a 17 civiles iraquíes e hiriendo a otros 20. Los mercenarios de Blackwater vieron un coche sospechoso que circulaba por el lado indebido de la calzada y que no se detuvo tras los disparos de advertencia. Los hombres de Blackwater abrieron fuego, creyendo que se trataba de una emboscada. Cuando la policía iraquí respondió disparando contra el convoy de Blackwater, los mercenarios pensaron que los agentes colaboraban con los insurgentes. Uno de los mercenarios siguió disparando incluso después de que dieran la orden de alto el fuego, bajando el arma tan solo después de que un colega suyo le apuntara con la pistola.
Una investigación reveló que los mercenarios mataron a 17 iraquíes, 14 de ellos sin motivo aparente. El día después del tiroteo se revocó la licencia de Blackwater para operar en Irak. En diciembrede 2008, empleados de la empresa fueron acusados de asesinato, homicidio e incumplimiento de las normas de legítima defensa. Un año después se archivó el caso debido a vicios de procedimiento, aunque volvió a abrirse en 2011. Finalmente, uno de los participantes en el incidente, Nicholas Slatten, fue declarado culpable de asesinato premeditado y condenado a cadena perpetua en abril de 2015. Otros tres mercenarios fueron sentenciados a 30 años de prisión.
El Grupo Wagner y su actividad en África
En la última década, las EMP se han empleado con creciente profusión en África. Por ejemplo, el mando central de EE UU para África (USAFRICOM) cuenta con los servicios de 21 EMP estadounidenses tan solo en África del Norte y el Sáhara. Estas empresas pueden llevar a cabo misiones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas, la instrucción de combatientes locales, tareas logísticas y de desminado de terrenos, entre otras tareas importantes. China tampoco se queda atrás y utiliza mercenarios, por ejemplo, en los campos petroleros de Sudán que son propiedad de empresas chinas.
En África se muestra particularmente activo el famoso Grupo Wagner. En 2021, el gobierno de Malí se puso en contacto con esta empresa de mercenarios o le ofreció, de acuerdo con algunos informes de prensa, unos 11 millones de dólares al mes para la protección de oficiales locales y la instrucción del ejército maliense. Según el proyecto All Eyes on Wagner, los mercenarios de esta empresa destacados en Malí han participado en toda clase de atrocidades, inclusive el atraco y asesinato de civiles. Así, en septiembre de 2022, el grupo estuvo implicado en un golpe militar en Burkina Faso, que llevó al poder a Ibrahim Traoré.
Una investigación emprendida por los periodistas rusos Orkhan Jemal, Kirill Radchenko y Alexander Rastorguev sobre las actividades de Wagner en la República Centroafricana acabó con el asesinato de los tres, un caso que todavía no se ha resuelto. En mayo de 2022, Human Rights Watch acusó al Grupo Wagner de asesinar y torturar a civiles en este país.
Conviene señalar que de acuerdo con una investigación periodística de The Bell, la idea de crear el Grupo Wagner fue de unos oficiales de alto rango del ministerio de Defensa ruso en 2010, tras una presentación por parte de Eeben Barlow, elfundador de Executive Outcomes.
El ejemplo del grupo Wagner demuestra cómo los gobiernos pueden utilizar las EMP para aplicar políticas sin tener que recurrir al ejército regular y sin temor a mancharse las manos de sangre. A menudo, las EMP son más profesionales y están mejor instruidas que las fuerzas armadas convencionales, además de ser mucho más móviles. Pueden emplearse para las operaciones más sucias sin tener en cuenta la opinión pública, por ejemplo para organizar una revuelta en un país o, a la inversa, para suprimir violentamente una insurrección. Las bajas en las filas de las EMP no provocan tanto la indignación del público como la muerte de soldados del ejército regular.
Las EMP están interesadas en mantener vivas las guerras que hay por el mundo, pues esos conflictos les proporcionan continuos ingresos. Según el periodista Yuri Veselov, “puesto que uno de los principales objetivos de las guerras consiste en capturar recursos naturales, las empresas militares privadas tienen interés se ponerse a las órdenes de compañías multinacionales de los países ricos que aspiran a acceder a dichos recursos. El ingreso anual de algunas EMP es similar al de ciertos países en desarrollo.” No cabe duda de que las EMP seguirán actuando mientras existan las guerras… y el capitalismo.
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América Latina
Por: Raúl Jiménez Lescas
Las y los mexicanos estamos acostumbrados desde hace muchos años a conmemorar la Independencia de México en la noche del 15 de septiembre con una “Noche Mexicana”, pero en realidad, el Grito de Dolores se dio en la madrugada del 16 de septiembre y fueron varios gritos, según la audiencia del Padre de la Patria.
Y el 16 de septiembre de 1810 apenas inició la lucha por esa anhelada independencia. La guerra duró más de una década y fue devastadora para la entonces Nueva España. Por tanto, la Independencia no se logró el 16 de septiembre como el pueblo mexicano cree, sino 11 años después y no en forma de República como soñaron los insurgentes, sino como un “Imperio Mexicano” a nombre del Rey de España, Fernando VII.
Así que en estas entregas trataremos de mostrar la Ruta de la Consumación de la Independencia que inició con el Plan de Iguala, el Tratado de Córdoba (fue un sólo tratado y no en plural “los tratados”).
Dice Doralicia Carmona:
Los Tratados de Córdoba ratifican el Plan de Iguala por el que se consuma la Independencia de México. El virrey Juan de O’Donojú, antes de tomar posesión de su cargo y en camino a la ciudad de México, firmó estos tratados en la Villa de Córdoba, Veracruz.
O’Donojú, quien formará parte de la Junta Gubernativa del Imperio Mexicano, llegó a Veracruz como Capitán General y Jefe Superior Político cuando España tiene como últimos reductos Veracruz y Acapulco, plazas desprotegidas y sin capacidad para resistir un sitio bien organizado. Ante esta situación invitó a Iturbide a discutir la independencia y logra modificar el Plan de Iguala en el sentido de que las cortes del imperio mexicano puedan elegir libremente un gobierno monárquico moderado.
Iturbide tiene los recursos militares para tomar la capital, pero estima que puede hacerse sin derramar sangre y con una capitulación honrosa. Así que entra en comunicaciones con Iturbide y acuerdan firmar un tratado el 24 de agosto siguiente.
El día anterior, O’Donojú arribó a Córdoba acompañado por una escolta de Puebla y fue recibido “con el decoro correspondiente”, por el coronel Villaurrutia, el conde de San Pedro del Álamo y el marqués de Guardiola; por la noche llegó Iturbide a villa de Córdoba. Carlos M. de Bustamante refiere sobre el hecho: A pesar de estar “lloviendo salió mucha gente al camino a recibirlo, la cual quitó las mulas del coche y a brazo lo condujo hasta su posada, encontrándose iluminada la villa. Aguardábalo en su misma habitación el señor O'Donojú. Ambos jefes, rodeados de un brillante concurso, se abrazaron y dieron muestras de un cordial cariño”.
Este día, 24 de agosto por la mañana, Iturbide va a la casa de O'Donojú y antes que nada Iturbide dice: "Supuesta la buena fe y armonía con que nos conducimos en este negociado, supongo que será muy fácil cosa que desatemos el nudo sin romperlo'". Sigue refiriendo Bustamante: “Dados los puntos y encerrados en el despacho del señor O'Donojú dichos jefes con sus respectivos secretarios, el de Iturbide extendió el Tratado; llevóselo a O'Donojú, quien después, desde luego, aprobó la minuta y sólo tachó de mano propia dos expresiones que cedían en elogio suyo.
En ellos se estipula: “Esta América se reconocerá por Nación soberana e independiente y se llamará en lo sucesivo Imperio Mexicano... El Gobierno del Imperio será monárquico constitucional moderado... Será llamado a reinar en el Imperio Mexicano en primer lugar el Sr. D. Fernando Séptimo, Rey Católico de España y por su renuncia o no admisión, el... Sr. Infante D. Francisco de Paula; por su renuncia o no admisión, el... Sr. D. Carlos Luis, Infante de España,... y por renuncia o no admisión de éste, el que las Cortes del Imperio designaren... El Emperador fijará su Corte en México, que será la capital del Imperio... Se nombrará inmediatamente, conforme al espíritu del Plan de Iguala, una junta compuesta de los primeros hombres del Imperio, por sus virtudes, por sus destinos, por sus fortunas...
El 31 de agosto siguiente, desde la misma Villa de Córdova, O’Donojú envía la justificación de su actuar a España, en ella dice: “¿Quién ignora que un negociador sin fuerzas está para convenirse con cuanto le propongan y no para proponer lo que convenga a la nación que representa?... envié al Primer Jefe del Ejército Imperial Iturbide dos comisionados con una carta en que le aseguraba de las ideas liberales del Gobierno, de las paternales del Rey, de mi sinceridad y deseos de contribuir al bien general e invitándole a una conferencia. Otra recibí del mismo Jefe, que al ver mi proclama me dirigía también comisionados para que nos viésemos. Repito que jamás pensé en que podría sacar de la entrevista partido ventajoso para mi patria; pero resuelto a proponer lo que, atendidas las circunstancias, tal vez se consiguiese; a no sucumbir jamás a lo que no fuese justo y decoroso, o a quedar prisionero en poder de los independientes si faltaban a la buena fe, como por desgracia es y ha sido siempre tan frecuente, salí de Veracruz para tratar en Córdoba con Iturbide… tuvieron cuidado de formar apuntes de mis contestaciones, de las bases en que era preciso apoyarse para que pudiésemos entrar en convenio… Yo no sé si he acertado… cuando reflexiono que todo estaba perdido sin remedio, y que (hoy) todo está ganado, menos lo que era indispensable que se perdiese, algunos meses antes o algunos después… La Independencia ya era indefectible, sin que hubiese fuerza en el mundo capaz de contrarrestarla. Nosotros mismos hemos experimentado lo que sabe hacer un pueblo que quiere ser libre. Era preciso, pues, acceder a que la América sea reconocida por nación soberana e independiente y se llame en lo sucesivo Imperio Mexicano.”
Ciertamente O’Donojú estaba en una situación muy delicada; en el momento de su llegada, solamente México, Veracruz, Durango, Chihuahua, Acapulco y la fortaleza de San Carlos de Perote, permanecían bajo el dominio español.
Carlos María de Bustamante escribe en su Cuadro histórico: “Tal fue el Tratado de Córdoba, confirmación del Plan de Iguala, aunque modificándolo en el importante punto de designación de las personas que se llamaban a ocupar el trono del nuevo imperio, pues además de señalar para ellos al rey Fernando VII y a sus hermanos don Carlos y don Francisco de Paula, se hizo también mención del príncipe heredero Luca, sobrino del monarca español y se omitió el nombre del archiduque Carlos de Austria; pero se introdujo en el tratado la notable novedad de que por la no admisión del rey y los infantes, las Cortes elegirían al soberano, sin expresar que había de ser de casa reinante, como se fijó en el Plan de Iguala. Iturbide dejó con esto abierta la puerta a su ambición, y O'Donojú, «empeñado únicamente en asegurar el trono a los príncipes de la casa de España, dice Alamán, quizás no reparó en la variación muy sustancial que Iturbide había introducido, bastante a minar todo el edificio que acababa de levantarse.» No pudo ocultarse al sagaz primer jefe del ejército libertador que el tratado era esencialmente nulo, por falta de poder para ajustarle por una de las partes, pues el carácter de capitán general y jefe superior político que tenía O'Donojú era insuficiente para celebrar un contrato de tanta entidad; pero el tratado le allanaba la posesión de la capital, y dividía más y más a los últimos defensores de la dominación española”.
Entretanto, en la ciudad de México, el mariscal Novella trataba de mantener el orden, concentraba fuerzas en los poblados cercanos y expedía severos bandos, perseguía a los simpatizantes de la independencia y asistía a Catedral a novenarios a la Virgen de los Remedios por el triunfo de las armas realistas. Entre las medidas que dispuso, fue ordenar al ayuntamiento que proveyese a la ciudad de víveres y demás efectos de consumo y trató de hipotecar las rentas públicas. Enérgicamente el Ayuntamiento se opuso.
Poco después, O’Donojú ofrecerá sus buenos oficios como autoridad para que las tropas realistas se retiren y entrará a la capital con el Ejército Trigarante. En breve morirá poco después de pleuresía. El rey español, Fernando VII no reconocerá los Tratados de Córdoba. En los hechos, con la firma de estos tratados será arreado el estandarte virreinal que ondeó en la Nueva España desde el siglo XVII, un lienzo de seda en forma de cuadrado, de color pardo leonado, con la cruz de San Andrés al centro, de color morado.
Juan O’Donojú informa de su llegada a Veracruz
El penúltimo día de julio de 1821 el nuevo “virrey” de la Nueva España, Don Juan O’Donojú fondió el puerto de Veracruz. Viaje largo, cansado y llegó muy mareado. Era normal en esos tiempos, todos llegaban bien mareados de alta mar. Descansó varios días, lo cual quiere decir que siguió muy mareado.
Tomó la pluma y el 3 de agosto de 1821 le escribió al “Excelentísimo señor ministro de la Guerra”: “El 30 del pasado fondeé en este puerto, el 1º. del corriente me trasladé al castillo de San Juan de Ulúa, el 3 hice en manos del gobernador de la plaza, por la imposibilidad de verificarlo en las de mi antecesor, el juramento prescrito en la Constitución [Cádiz], encargándome del mando militar y político como capitán general y jefe superior nombrado por Su Majestad de estas provincias.”.
Se entiende que no sería “virrey” de la Nueva España sino capitán general militar y político y jefe superior de la niña mimada de la corona española, según el espíritu y letra de la Constitución de Cádiz, restituida por el golpe militar contra el mismísimo rey de España el año anterior inmediato. Es decir, en el año del señor de 1820.
Era la primera y última vez que estaría en Veracruz, el primer ayuntamiento del actual México por decreto y decisión del conquistador Hernán Cortés por ahí un día como el 22 de abril de 1519.
Me encanta el tal Don Juan por su agudeza política, pues con sólo 96 horas, 20 minutos y 32 segundos de estar en Veracruz sacó una conclusión tajante y sin dejar dudas a su majestad, Fernando VII: “... estas provincias… [están] reducidas al estado más deplorable, el espíritu de independencia anima a casi todos sus habitantes. El coronel Iturbide manda en jefe el ejército que se llama Imperial de las Tres Garantías, multitud de otros jefes ya militares, ya patriotas, comandan fuerzas, más o menos todos están a las órdenes del primero, y aunque nominalmente no puedo señalar las provincias declaradas independientes por falta de noticias exactas, es voz común que lo están casi todas.”.
Don Juan estuvo mareado por las olas del mar, pero no por los informes de la realidad política y social de la Nueva España.
¿Cómo no le informaron ese estado deplorable de las provincias y el espíritu que animaba a los pobladores de la Nueva España a su Majestad en 11 años de Guerra de la Independencia?
Sin pelos en la lengua, Don Juan le confesó a la Corona Española: “El virrey de Nueva España fue depuesto en México el 5 del anterior por las tropas de la guarnición, entregando el mando al mariscal de campo D. Francisco Novella, subinspector de artillería; su adjunto bando manifiesta las intenciones de este general y sus disposiciones. Igualmente que el virrey, sufrió en Monterrey el general Arredondo el 3, entrando en su lugar Echegaray, declarado independiente, también lo es Negrete, que ha sustituido a Cruz, arrojado de Zacatecas y cuyo paradero no se sabe con certeza. El coronel Quintanar, que mandaba en Valladolid, abandonó su encargo trasladándose al ejército de los que desconocen al gobierno español. Las tropas europeas son un corto número las que quedan, pues es continua la desmembración de partidas que desertan siguiendo el ejemplo de muchos jefes y oficiales.”.
Me da la impresión que ni Vicente Guerrero ni Guadalupe Victoria pudieron pintar semejante cuadro de la realidad novohispana en víspera de la Independencia. Don Juan lo hizo en 96 horas, 20 minutos y 32 segundos de estar en el puerto de la Vera Cruz.
Su diagnóstico fue contundente e inobjetable: “La capital se conserva [CDMX], pero es de temer que dure poco en nuestro poder porque carece de recursos contra un enemigo poderoso [¿los insurgentes estaban aislados? ¿los trigarantes en crecimiento?]. Sea como sea, el enemigo era poderoso y se haría del poder de la capital.
Don Juan estaba perdido para asumir su cargo conferido por su Majestad de Madrid. Lo supo cuando fondió el puerto y le chismearon suave y alegremente la realidad española de su próxima ex colonia imperial. Escribió sin parar y reparar: “Yo he apoyado con el capitán general de la isla de Cuba la solicitud de este gobernador y ayuntamiento que le piden 1 000 ó 1 500 soldados; podría también Su Majestad dignarse mandar se trasladasen a este punto las tropas de Venezuela, en donde son absolutamente inútiles (como digo al rey por conducto del secretario de la Gobernación) pero sobre ver las grandes dificultades que ofrece uno y otro, entiendo que todo será esforzarse sin fruto y que los socorros llegarán tarde, suponiendo que aun cuando llegasen a tiempo no hay fuerzas contra un vasto Imperio decidido por la libertad y que jura sostenerla a toda costa; al mismo precio defenderé yo esta plaza, y para que me auxilie detengo al navío Asia, cuya guarnición y tripulación desembarcaré cuando convenga, e iguales esfuerzos haré por ver si estos hombres pueden reducirse a un deber, pero el recurso de los papeles y de las negociaciones es inútil cuando no hay ejército que imponga.”.
Pero la suerte estaba decidida: ni mil o mil 500 soldados de las tropas de Venezuela, ni las fuerzas del navío Asia detendrían al “vasto Imperio decidido por la libertad y que jura sostenerla a toda costa”.
Tenía Don Juan razón: “... pero el recurso de los papeles y de las negociaciones es inútil cuando no hay ejército que imponga.”. Se impuso el Ejército Trigarante al mando de Agustín de Iturbide, aliado de Vicente Guerrero, Antonio López de Santa Anna y Guadalupe Victoria.
¿Por eso decidió firmar el Tratado de Córdoba el 24 de agosto de 1821? Tratado que no tenía facultades para firmar. Pero lo firmó.
En México hay un dicho que reza: “Nadie sabe para quién trabaja”. Don Juan no supo que trabajó para el Emperador Agustín I y no para su rey, Fernando VII. C’est la vie!, dicen los franceses. Y yo agrego: además.. ingrata.
La carta de Don Juan cerró así: “Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. Veracruz, 3 de agosto de 1821.”. En realidad fueron 30 días, el 27 de septiembre de ese año del Señor, se consumó la Independencia del Imperio de México.
Proclamas de don Juan de O'Donojú
En el Año del Señor de 1821. Día intenso el 3 de agosto para la pluma y mente de don Juan de O’Donojú en la Vera Cruz. No pensó en reportarse con su Majestad de España, sino también dirigirse a los habitantes de la Nueva España, como se hacía en esos tiempos: mediante una proclama. ¿Cuándo perdieron los políticos esa bella forma de comunicarse con sus habitantes?
Don Juan en realidad se llamó Juan José Rafael Teodomiro de O’Donojú y O’Ryan, por los apellidos se entiende que era descendiente de irlandeses, pero nació sevillano el 30 de julio de 1762. Según su Fe de Bautizo: “Fue bautizado el 2 de agosto de 1762 en la parroquia del Sagrario de la catedral de Sevilla con los nombres de Juan José Rafael Teodomiro por el presbítero Gregorio Rodríguez de Hervás”, su madrina fue María Nicolasa O’Donojú, hermana de su padre, Juan O´Donojú (Caballero de la orden de Calatrava) que fue perseguido por el rey inglés Jorge II dada su fe católica, apostólica y roma. La familia dejó Irlanda católica para mudarse a la España súper católica.
Nacido en la segunda mitad del siglo XVIII, murió en la capital del Imperio Mexicano en la segunda década del siglo XIX, a los 59 años, dijeron los doctores que de pleuresía, pero la vox populi, dice que lo envenenaron para quedarse con su trono. Nada nos consta, solamente que fue sepultado con honores de virrey en la catedral de México, aunque no fue virrey sino Capitán General y Jefe Político Superior de Nueva España, según la Constitución vigente, la de Cádiz proclamada en 1812 por los liberales gachupines, bueno, españoles, incluídos algunos americanos brillantes de los cuales nos ocuparemos más adelante.
Don Juan tuvo una sólida formación en letras y artes militares. No fue un improvisado enviado por el rey Fernando VII. En su biografía leemos que destacó en la resistencia a los franceses y, las Cortes de Cádiz, lo nombraron “Ministro de la Guerra”. Fue un militar liberal adicto a la Constitución gaditana y enemigo de los franceses napoleónicos invasores de la península Ibérica en 1808.
Pero con el retorno de Fernando VII y la restauración absolutista que siguió, nuestro Don Juan cayó en desgracia como tantos liberales gaditanos: sentenciado el 18 de octubre de 1814 a cumplir cuatro años de prisión en el castillo de San Carlos, en Mallorca, se dice que fue sometido a torturas, que afectaron su salud. También fue adicto a la Masonería.
Se colgó dos grandes medallas en su pecho: la Gran Cruz de la Orden de Carlos III y, después la Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo. La primera por la Cédula Real de 19 de septiembre de 1771 con el lema latino Virtuti et merito; la segunda, distinción militar y una orden de caballería española creada por Fernando VII al terminar la Guerra de la Independencia [de España] del 28 de noviembre de 1814.
Con esas credenciales fondió el puerto de la Vera Cruz y se dirigió, como hemos dicho, esa mañana del 3 de agosto como “Proclamas de O'Donojú a los habitantes de la Nueva España. Informe sobre la incertidumbre de su situación. 3 de agosto de 1821.”.
Tenía domesticada la mano para escribir sin corregir:
“A los habitantes de Nueva España”, les dijo. Pasó lista de sus cargos: “El capitán general y jefe superior político”. Y, luego, como era la costumbre de esos tiempos:
“Conciudadanos: La nación recompense con prodigalidad los sacrificios que por servirla hiciera desde mi juventud, de mi tranquilidad y de mi sangre, elevándome a la primera silla a que puede aspirar sin delinquir el que no nació a la inmediación del trono; empero, jamás fuera tan generosa conmigo como cuando me confiara la dirección de la parte más hermosa y más rica de la monarquía.”
En 6 renglones nos contó de su vida, así de sencillo: se ha sacrificado por su Patria desde su juventud, recordando su resistencia férrea a los invasores napoleónicos de 1808. Logró el puesto de mando en la Nueva España sin delinquir; que tampoco nació en una cuna de la nobleza, pero reconoce la generosidad del rey y escribió algo muy cierto: le confiaron la dirección de la parte más hermosa y más rica de la monarquía, la nueva España, quizá también por eso firmó el Tratado de Córdoba sin tener la autoridad para hacerlo, pero lo hizo.
¿O firmó porque dijo con todo sereno, reflexivo y sin temblarle la mano?
¡Y será la fatalidad de estas provincias que no sepan nunca sus moradores elegir entre el bien y el mal, la vida y la muerte, el ser y no ser!
Yo interpreto que quiso decir: saber elegir entre la dependencia y la independencia.
El puerto de la Vera Cruz lucía como ha lucido siempre con brisa, arena y un azul profundo. El sitio impuesto por los Trigarantes había concluido. Se esperaba la llegada desde España de Don Juan de O'Donojú. La fortaleza de San Juan de Ulúa estaba intacta, gracias a la ayuda de tropas y buques de guerra provenientes de Cuba. Según diversas fuentes la resistencia realistas al sitio trigarante dejó 119 bajas, pero, según otras fuentes, los españoles alteraron las cifras para inflar los partes militares.
Don Juan pudo caminar sin prisas por el puerto y se dirigió a los novohispanos con un párrafo memorable: “Ideas equivocadas, resentimientos anteriores, error de cálculo esterilizaron y despoblaron vastas regiones dignas de mejor ventura, y es hoy Nueva España la colonia de un extranjero, o la presa de un tirano ambicioso. Así se escribirá dentro de algunos años.
¿Y podréis ver con indiferencia que sea este el término de tantos sacrificios?
Yo acabo de llegar desarmado, solo; apenas me acompañan algunos amigos; contaba con vuestra hospitalidad, y confiaba en vuestros conocimientos; jamás me propuse dominar, sino dirigir; animado de los mejores deseos a vuestro favor, abundando mi corazón de ideas filantrópicas, unido por los más estrechos vínculos de amistad con vuestros representantes, instado tal vez por ellos para emprender tan dilatado, tan costoso viaje y tan expuesto, venía a traeros la tranquilidad de que carecéis, la paz que necesitáis, para no aniquilaros con unas guerras intestinas las más desastrosas.”.
Está muy evidente que no venía tocando tambores de guerra intestina, desastrosa, sino desarmado.
Y se dirigió a los novohispanos desde la Vera Cruz el 3 de agosto de 1821 en los siguientes términos:
“Yo no pensaba ya, muy poco hace, sino descansar de mis pasados sufrimientos: sucesos bien conocidos en el mundo me arrancaron de mi retiro para mandar ejércitos, para dirigir provincias, guardando siempre en mi corazón la idea de volver a la soledad luego que la patria no me necesitara. Ya mis deseos serían cumplidos al no haberme la fortuna convidado con venir a vivir entre vosotros. Sénos grata mi adhesión y el amor que profeso a vuestras virtudes. Yo no dependo de un rey tirano, de un gobierno déspota; yo no pertenezco a un pueblo inmoral; de una vez, yo no vengo al opulento imperio mexicano a ser un rey, ni a amontonar riquezas; yo no... Pero no es mi pluma, no mis palabras las que deben hacer mi apología: obras y el tiempo adquirirán a un europeo la benevolencia de los americanos. Tal vez este exordio parecerá intempestivo a muchos que hasta ahora sólo ven los objetos entre sombras a media luz; empero, los circunspectos y detenidos me harán justicia y conocerán por mis expresiones el fondo de mi corazón; ellos retrogradaran a los siglos de hierro y de luto; olvidemos lo que ruborizaría a los españoles de ambos mundos, y dediquémonos exclusivamente a tratar de nuestros días, días que llenarán muchas páginas de la historia con gloria de los americanos, o transmitiendo a las generaciones los males que padecieron por irreflexivos y precipitados.
Amigos, el dado está volteando y la suerte o el azar va a decidirse; sobre una línea balancea, de un lado la felicidad y del otro la desgracia de seis millones de hombres, de sus hijos y de la posteridad: vuestra situación es la más espinosa; puesta está a la ventura vuestra muerte civil o vuestra existencia política; dije maldiciendo a la ventura: no está sino a vuestro arbitrio y en vuestra mano.
¡Y será la fatalidad de estas provincias que no sepan nunca sus moradores elegir entre el bien y el mal, la vida y la muerte, el ser y no ser! ¿Pues que, no grabó la naturaleza en sus corazones los sentimientos mismos que en los del resto de la especie humana?
Permitidme, americanos, que escriba con anticipación la historia de nuestro malhadado país en el caso (que no temo si sois dóciles a la razón y a la verdad) de que desoigáis los consejos de la sabiduría y de la prudencia.
Nueva España (los tiempos que precedieron a Cortés y los que le han sucedido hasta ahora harto conocidos son), Nueva España empezaba a respirar el aire puro de la justa libertad: un nuevo sistema de gobierno acababa de derrocar el despotismo, de extinguir para siempre la arbitrariedad que por casi cuatro siglos la había abrumado; una Constitución meditada, fruto de la experiencia, producción de un saber casi celestial y que admiró a la política misma, prometía recompensar con lucro incalculable sus pasados males, su abatimiento, sus desgracias: ella ¡tierra infortunada! fue seducida y se pervirtió, y se obcecó, y se arrojó al precipicio, y en el yace sin recurso y sin esperanzas: sin esperanzas, porque los pueblos no se constituyen bien sino una vez en muchos siglos. Quiso ser independiente cuando de nadie dependía; quiso dejar de ser parte de una nación grande quedando aislada cuando carecía de recursos para existir sola y cuando de conservarse unida a ella pudieran ambas componer la sociedad mayor, más rica, más poderosa del globo, más respetada y más temida de los pueblos; quiso tener por sí representación soberana, y rompió intempestivamente los vínculos más sagrados de la política, de la sociedad, de la conveniencia y aun los de la naturaleza; intempestivamente, pues esta misma representación la habrían tenido a ninguna costa pocos meses después, y no la tuvieron consolidada jamás, porque mal aconsejados atropellaron tan arriesgada operación; algún tiempo, muy poco tiempo de esperar habría bastado, para que sus deseos quedasen satisfechos sin obstáculos, sin ruinas; ya sus representantes trazaban en unión con sus hermanos europeos el plan que debía elevarlo al alto grado de dignidad de que era susceptible.
Ideas equivocadas, resentimientos anteriores, error de cálculo esterilizaron y despoblaron vastas regiones dignas de mejor ventura, y es hoy Nueva España la colonia de un extranjero, o la presa de un tirano ambicioso. Así se escribirá dentro de algunos años.
¿Y podréis ver con indiferencia que sea este el término de tantos sacrificios?
Yo acabo de llegar desarmado, solo; apenas me acompañan algunos amigos; contaba con vuestra hospitalidad, y confiaba en vuestros conocimientos; jamás me propuse dominar, sino dirigir; animado de los mejores deseos a vuestro favor, abundando mi corazón de ideas filantrópicas, unido por los más estrechos vínculos de amistad con vuestros representantes, instado tal vez por ellos para emprender tan dilatado, tan costoso viaje y tan expuesto, venía a traeros la tranquilidad de que carecéis, la paz que necesitáis, para no aniquilaros con unas guerras intestinas las más desastrosas.
Al escribir este papel giran por mi imaginación mil ideas, y otras mil que quisiera no perder tiempo en manifestaros para que os persuadieseis de cuáles son vuestros verdaderos intereses, pero me detiene el que quizá no estáis en estado de oír; nada perderéis en tranquilizaros por un momento, en dar lugar a la reflexión, en permitirme pasar a mi destine y ponerme a vuestra cabeza; pueblos y ejercito, soy solo y sin fuerzas; no puedo causaros ninguna hostilidad; si las noticias que os daré, si las reflexiones que os haré presentes no os satisficiesen; si mi gobierno no llenase vuestros deseos de una manera justa, que merezca la aprobación general y que concilie las ventajas recíprocas que se deben estos habitantes y los de Europa; a la menor señal de disgusto yo mismo os dejaré tranquilamente elegir el jefe que creáis conveniros: concluyendo ahora con indicaros que soy vuestro amigo, y que os es de la mayor conveniencia suspender los proyectos que habéis emprendido, a lo menos hasta que lleguen de la Península los correos que salgan después de Junio anterior. Quizá esta suspensión que solicitó se considerara por algunos faltos de noticias y poseídos de siniestras intenciones, un ardid que me dé tiempo a esperar fuerzas; este temor es infundado: yo respondo de que jamás se verifique ni sea esta la intención del Gobierno paternal que actualmente rige. Si sois dóciles y prudentes aseguráis vuestra felicidad, en la que el mundo todo se halla interesado.
Veracruz, 3 de Agosto de 1821. Juan de O'Donojú.”.
Día agitado de Don Juan. Era el 4 de agosto de 1821. No paró de escribir. Informó a las autoridades realistas de Madrid que escribió 6 papeles. Conocemos 3, suficientes, para entender su lógica política y sus intereses en América. Un día antes, el 3 de agosto le escribió a su Majestad: “Habiendo dicho ya a vuestra excelencia en mi carta fecha del 3, núm. 1, el estado en que he encontrado estos reinos, y en el que me hallo, me ha parecido conveniente usar de medios dulces y adaptables al espíritu que abunda en el país…”.
Mientras tanto el puerto de la Vera Cruz recuperaba su vida cotidiana, su comercio y sus actividades. El sitio de los Trigarantes había concluído y don Juan, ahora se dirigió a los habitantes del puerto para reconocerlos como dignos militares y heroicos habitantes. Venía de España. No conocía la Nueva España, pero rápidamente se enteró de la situación política y social después de 10 años de guerra intestina.
Sin embargo, Don Juan no sabía todo lo que pasaba, no en la Nueva España, sino en la misma Vera Cruz: José Dávila informó al Virrey Conde del Venadito, sobre la Llegada de Guadalupe Victoria a la población de La Soledad, el 23 de abril del año del señor de 1821, en los siguientes términos:
“Excelentísimo señor:
Acabo de tener noticia de que el viernes santo 20 del corriente, llegó Guadalupe Victoria a la Soledad, donde le recibieron con salvas, vestido en el mismo traje que lo vieron en enero cuando autorizó con su presencia los asesinatos cometidos en San Diego, y el sábado de gloria se vistió con la ropa
que le tenía prevenía el capitán Antonio López de Santa Anna; quedando reconocido por los rebeldes, general de la provincia.
Lo que participo a vuestra excelencia para su conocimmiento superior.
Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.
Veracruz, abril 23 de 1821. Excelentísimo señor.
Josef Dávila
[Rúbrica.]”.
Este informe es clave para entender que la partida guerrillera al mando de Guadalupe Victoria, discípulo del Generalísimo Morelos, no estaba muerto ni andaba de parranda, sino organizando la resistencia. Los mismo que Vicente Guerrero en el Sur y el reintegro de Nicolás Bravo y López Rayón en el centro de la provincia novohispana. Por su parte el ex diputado constituyente del Congreso de Anáhuac, Carlos María de Bustamante había dejado la prisión de San Juan de Ulúa unos meses antes de la llegada de Don Juan y, también se preparaba para volver a la lucha.
Sin duda, se desprende de la información presentada por Don Juan a la corona española, que la situación de la provincia de la Nueva España estaba demasiada agitada para “... ser todos amigos, sin que quede ni aun memoria de los fatales anteriores acontecimientos.”. Para ello se requería aceptar la Independencia de México y, ni así, vinieron años de guerras intestinas entre monarquistas, federalistas y centralistas, que nos ocuparemos más adelante.
Acá el texto de Don Juan:
“A los dignos militares y heroicos habitantes de Veracruz.
El capitán general y jefe superior político.
Luego que me encargué ayer del mando militar y político de estas provincias que el rey se dignó poner a mi cuidado, recibí del general gobernador de la plaza el diario de las ocurrencias de ésta desde el 25 del mes anterior hasta la fecha del parte. Al paso que me instruía de los sucesos, se aumentaban mis sentimientos de admiración debidos a un valor heroico, me dolía de vuestros sufrimientos, y compadecía a los que siendo nuestros hermanos, por un extravío de su acalorada imaginación, quisieron convertirse en nuestros enemigos, hostilizando a su patria, alterando la tranquilidad pública, ocasionando graves males a aquellos a quienes los unió la religión, la naturaleza y la sociedad con relaciones indestructibles, y atrayendo sobre sí la pena de un arrojo inconsiderado que pagaron los más de ellos con la muerte y la falta de libertad.
Aunque antes de pisar la tierra ya empecé a oír el feliz éxito de una defensa singular, la falta de representación pública entre vosotros, y de datos positivos, contuvo mis deseos de apresurarme a manifestaros mis sentimientos; dejaron de ser estas dificultades, y sobre creerlo un deber, tengo la mayor satisfacción en daros las gracias más expresivas en nombre de la nación, del rey constitucional, y por mi parte, por los distinguidos servicios que hicísteis a la causa pública; la más completa enhorabuena por el dichoso resultado de vuestros trabajos militares y gloriosa victoria; tributándoos al mismo tiempo los elogios de que sois dignos por vuestro valor, por vuestra disciplina, por vuestro amor al orden, a la conservación de vuestros derechos, y a que se conserve sin mancha en la historia el nombre español.
¡Ojalá que la expansión que siente mi alma al recordar vuestras virtudes cívicas, no estuviese acibarada por el profundo dolor que me causa la ceguedad de los que sin objeto legítimo y sin motivo justo se segregaron de nuestra sociedad y se declararon nuestros enemigos! Su sangre vertida manchando el suelo en que vieron la primera luz, es un espectáculo horroroso para todo lo que no esté desposeído de todos los sentimientos de humanidad; sólo resta para nuestro consuelo, el que ellos fueron los agresores, que no hicisteis sino defenderos, y que tengo esperanzas de que reducidos y desengañados dentro de poco volveremos a ser todos amigos, sin que quede ni aun memoria de los fatales anteriores acontecimientos.
Diré al gobierno por el primer correo, cuán dignos sois de su gratitud, y cuanto os debe la Patria; recomendaré a todos, y a cada uno de vosotros, y sabrá el mundo que los jefes, guarnición, milicia y vecindario de Veracruz, así como la marina nacional y mercante que se hallaba en su puerto, todos, todos merecen un lugar distinguido entre los buenos, y preferente entre los bravos y bizarros.
Veracruz, 4 de agosto de 1821.
Juan O’Donojú.”.
El éxito es muy incierto
El clérigo Miguel Ramos Arizpe, mexicano en las cortes españolas, pudo ser un promotor de que don Juan de O’Donojú navegara a la Nueva España como capitán general y político para sustituir al virrey Apodaca. Lo señala la Real Academia de Historia. Con don Juan venía en el barco el general Antonio Valero Bernabe de Fajardo de la isla de Puerto Rico pero formado en España y combatiente de la Guerra de Independencia contra los napoleónicos en 1808; con O’Donojú formó un binomio ideológico sin igual en la época que con otros integraron lo que entonces se conoció como “El Taller Sublime”, del que nos ocuparemos más tarde.
Ramos Arizpe (15 de febrero de 1775, Valle de San Nicolás de la Capellanía, Provincias Internas de Oriente, Nueva España - 28 de abril de 1843, Puebla de los Ángeles) en realidad se llamó José Miguel Rafael Nepomuceno Ramos de Arreola y Arizpe. Era un estudioso desde su infancia: en Seminario de Monterrey fue ordenado sacerdote en 1803; cura del Real de Borbón; siguió estudiando en la Real Universidad de Guadalajara donde se doctoró en filosofía, cánones y leyes; docente del Seminario de Monterrey, pero le gustaba convivir con los campesinos.
En el año del señor de 1810 fue elegido diputado por Coahuila para las Cortes de Cádiz, España. Viajó al viejo mundo y, según los datos biográficos, destacó como legislador americano (1810-1814). Fue un liberal e independentista. Signó la primera constitución española, la Constitución de Cádiz de 1812, llamada La Pepa (por haber sido proclamada el día de San José).
También fue víctima, como don Juan de O’Donojú, de la reacción absolutista (regreso al trono de Fernando VII y disolución de las Cortes). Detenido y sometido a juicio como tantos liberales gaditanos. Estuvo prisionero en Madrid y luego en el monasterio cartujo de Porta Coeli en Bétera, cerca de Valencia. Las revueltas populares le dieron la libertad y estuvo en el llamado “Trienio Liberal” de 1820 a 1823. volvió a su México Independiente y destacó en el Constituyente que redactó la Constitución de 1824.
En enero de 1821, las noticias llegaron a Madrid sobre una nueva rebelión en su provincia denominada Nueva España. No eran los insurgentes herederos de Hidalgo y Morelos, sino los Trigarantes que provenían de las propias filas realistas, al mando de Agustín de Iturbide.
Las Cortes españolas pretendían exportar a América, sus fórmulas liberales gaditanas: “... establecimiento de diputaciones, nombramiento de delegados del poder ejecutivo, jefes políticos de las provincias, etc. Tratando de buscar al hombre mejor capacitado para su ejecución, tanto el Ministerio como los componentes de la Asamblea, y en especial el mexicano Ramos Arizpe que lo conocía muy bien, apostaron por O’Donojú, que resultó elegido en medio de una abierta controversia.”.
A continuación el texto completo de O’Donojú, donde “informa sobre la incertidumbre de su situación”.
“Excelentísimo señor.
Tengo el honor de acompañar a vuestra excelencia seis ejemplares de cada uno de los papeles que he dado al público después de mi llegada, para que vuestra excelencia tenga la bondad de manifestarlos a Su Majestad con las siguientes reflexiones. El dirigido a la guarnición y habitantes de Veracruz, no tiene otro objeto que el de felicitarles por su triunfo, y darles las gracias en nombre de la nación y del rey por el brillante servicio que acaban de verificar. En el que hablo a los habitantes de Nueva España, quizás se encontrarán algunas ideas que necesitan de aclaración. Habiendo dicho ya a vuestra excelencia en mi carta fecha del 3, núm. 1, el estado en que he encontrado estos reinos, y en el que me hallo, me ha parecido conveniente usar de medios dulces y adaptables al espíritu que abunda en el país; aun así el éxito es muy incierto, y no me atrevo a anticipar ideas de lo que haré si encuentro docilidad, porque en tan difícil situación podrán ser tan varias las circunstancias que destruyesen todo plan y me veré precisado a obrar según ellos, arreglándome siempre a proporcionar las mayores ventajas a mi nación, en cuanto sean compatibles con los deseos de estos pueblos, que tienen fuerzas para sostenerlos y llevarlos a cabo, cuando yo carezco de ellas para contenerlos, al menos mientras resolviese el gobierno. Sírvase vuestra excelencia hacerlo todo presente a Su Majestad asegurándole de mi patriotismo y amor a su persona.
Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.
Veracruz, 5 de agosto de 1821.
Excelentísimo señor. Juan O’Donojú.
Excelentísimo señor ministro de la Guerra.”.
¿Planearon esos colegas firmar la Independencia de México?
Sí alguien fue luminaria tras la consumación de la Independencia de México fue José Miguel Rafael Nepomuceno Ramos de Arreola y Arizpe. Su colega don Juan de O’Donojú había firmado los llamados Tratados de Córdoba y entró -enorgullecido como pavo real, a la ciudad de México, entonces capital de la ex provincia española de España- con el Ejército Trigarante, pero rehusó firmar el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, aquel 28 de septiembre de 1821. Año 1, de nuestra Independencia. Sus razones tuvo, de las cuales me ocuparé más tarde.
Siempre dejo para más tarde lo interesante de la Historia, en lugar de andar buscando “tres piés al gato”, mejor encontrar lo interesante de la Historia que inventar una Historia Interesante de la Historia, como hacen algunos colegas que venden como mercancía la Historia.
Dos historias derivadas, nótese el toque de la matemática infinitesimal: El destino de Ramos Arizpe y del general Antonio Valero de Bernabé y Pacheco. El primero, combatiente en el constituyente de 1824 en México; el segundo, combatiente por la Independencia de Nuestra América.
El clérigo y colega de don Juan de O’Donojú, participó del primer Congreso Mexicano, donde peleaban los grupos de poder: republicanos, borbonistas (monárquicos) y los iturbidistas, además de los ex insurgentes, léase Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, fray Servando Teresa de Mier y Carlos María de Bustamante que afilaban las espadas contra la monarquía moderada de Agustín I.
El clérigo liberal fue arrestado por decisión de la corona imperial de don Agustín I. Otros diputados también cayeron en prisión, mientras que Victoria y Guerrero se fugaron por el camino de La Marquesa para atrincherarse en el actual estado de Guerrero, donde tenían sus bases militares. El periodista Bustamante no escapó y fue arrestado, por segunda ocasión, a manos, ahora de los monárquicos del nuevo emperador: Agustín I.
Pero Ramos Arizpe salió victorioso por enésima ocasión. ¿Sí libró las cárceles del rey Fernando VII, por qué no las del emperador efímero, Agustín I?
Así que tras la abdicación de Agustín I, se le vio muy activo en la comisión que elaboró el proyecto de la Constitución Federal en 1823 y fue aprobado en 1824. La Constitución de 1824, la primera del México Independiente (la de 1814 promulgada en Apatzingán, fue del proyecto de nueva Nación).
Fue el 4 de octubre de 1824, cuando se juró la Constitución, muy al estilo español de jurar por todo: “Júralo por Díos” decíamos en nuestra niñez. La “Jura” de la constitución Federal de 1824 definió una República Federal integrada por 19 estados y 4 territorios federales (Texas formó parte del estado de Coahuila y Texas). Así empezó nuestra historia, de lucha entre monárquicos pro españoles, pro Agustín I, centralistas republicanos y federalistas republicanos. Una lucha que nos consumió hasta la Reforma de 1857, cuando el colega de don Juan de O’Donojú ya no estaba para contarla.
El clérigo Ramos Arizpe, durante el gobierno del presidente Guadalupe Victoria (el primer presidente de México) entre de 1824 a 1829 fue ministro de Justicia, cargo que también ocupó de 1832 a 1833 con los presidentes Manuel Gómez Pedraza, Valentín Gómez Farías y Antonio López de Santa Anna. Fue un intelectual orgánico, se dice ahora en el léxico gramsciano. Un cuadro político de la Independencia.
1842. Se le vio como diputado a Cortes Constituyentes por el estado de Puebla y miembro de la junta que surgió de las Bases de Tacubaya. Su defensa del federalismo le valió el sobrenombre de Padre del Federalismo. Yo sí lo creo, Ramos Arizpe, colega de don Juan de O’Donojú, es padre o uno de los padres y madres del federalismo mexicano.
No era viejo o muy viejo. Tenía apenas 68 años de edad y sin haber amado, al menos eso creemos. Estaba muy enfermo de la llamada, en ese entonces, “gangrena seca” y lo visitó la muerte el 28 de abril de 1843. Ahí en Puebla, ahora de Los Ángeles, sirvió a Díos como deán y chantre de la Catedral poblana (por cierto hermosa).
Para quienes quieran dejarle un recuerdo, está enterrado con honores, que se los merece por cuenta propia no por ser colega de O’Donojú, en la Rotonda de las Personas Ilustres de la Ciudad de México (Miguel Ramos Arizpe, 1775-1843, Político y sacerdote, Coahuila). Ahí en el Valle de San Nicolás (Coahuila) vio la luz Ramos Arizpe, pero nunca volvió, en su honor se denomina Ramos Arizpe.
Estoy muy de acuerdo.
Ramos Arizpe, Valero de Bernabé y Juan de O'Donojú
En nuestra Historia Patria se nos enseña que don Agustín de Iturbide, vallisoletano y realista de corazón, tuvo la habilidad de enganchar los insurgentes Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo, Teresa de Mier y Carlos María de Bustamante al “Plan de Iguala” y, por supuesto, al recién llegado de España, don Juan de O’Donojú para que estampara su firma en el Tratado de Córdoba para facilitar la Consumación de la Independencia.
Lamento decirle al sistema educativo mexicano que no fueron así las cosas. Lo siento mucho. Sin minimizar las habilidades políticas del futuro primer emperador mexicano, fueron más complejas las cosas.
La Consumación de nuestra Independencia fue un proceso complejo donde confluyen diversas fuerzas de la península ibérica y de la Nueva España. Después de una década de guerra civil, todos podemos entender que “el horno no estaba para bollos”. Los realistas en el sur, al mando de Iturbide no podían acabar con la lucha insurgente al mando de Guerrero. Ni los insurgentes podían derrotar al ejército realista.
En España se había restituido la Constitución gaditana y en la Nueva España se nombraron, por elección (del tipo siglo XIX), los ayuntamientos constitucionales gaditanos. Así muchos criollos asumieron los mandos políticos y no sólo militares. Por ejemplo, el general Antonio de León, dejó las armas y ganó el primer cabildo mixteco en Huajuapan, donde se levantó en armas en pro del Plan de Iguala, reconociendo a Iturbide en el mando militar.
Iturbide, después de intentar sofocar la resistencia de los insurgentes del Sur (hoy buena parte del estado de Guerrero), decidió pactar con sus archienemigos de una larga y turbulenta década. Así nació el Plan de Iguala del 24 de febrero de 1821. Mandos realistas e insurgentes conformaron el Ejército de las Tres Garantías (Trigarante).
Es una historia bastante conocida. ¿Pero qué hay de los peninsulares que fueron partidarios de la Independencia y actuaron en consecuencia? ¿Por qué no los recordamos?
Uno de ellos venía, como hemos dicho, en el navío con don Juan de O’Donojú, colega de Ramos Arizpe: Antonio Valero de Bernabé y Pacheco, (Fajardo, Puerto Rico 26/10/1790–Bogotá, Colombia 7/07/1863). Sus biógrafos lo llamaron: Brigadier, masón, liberal, libertador y, debemos agregar, acompañó a don Juan de O’Donojú en su misión a la Nueva España.
Hijo de Cayetano Valero de Bernabé (aragonés) y de la puertorriqueña Rosa Pacheco de Ormandía. Quedó huérfano y su tío paterno, lo despachó a España para estudiar en la Academia Militar de Valencia (1803). Ahí lo agarró la invasión napoleónica de 1808 y se enroló en la resistecia. Según dicen sus biógrafos: peleó en el sitio de Zaragoza; en Tarragona, Sagunto, Carcante, Cullera, Castalla, Albaida, “lo que le hizo ganar el grado de coronel y le valió numerosas condecoraciones y galardones como: la cinta y la Cruz de Zaragoza, dos escudos de distinción y benemérito de la patria en grado heroico y eminente. Además se le otorgó la más alta condecoración española: la Cruz Laureada de San Fernando. Al terminar la guerra contaba tan sólo veinticuatro años.”.
La Guerra de Liberación de los franceses, llevó a Bernabé a abrazar la causa liberal gaditana. Sus influencias fueron el general José Rebolledo de Palafox (jefe militar y capitán general del Reino con sede en Zaragoza) y, más adelante, don Juan de O’Donojú. Y también se hizo adicto a la masonería.
Dicen sus biógrafos: “Al ser ayudante de campo del general Juan de O’Donojú, Valero se vio expuesto directamente a la masonería, a la que rápidamente abrazó. En ese contexto y en todos los lugares en que estuvo destinado entre 1814 y 1820 se lo encuentra destacándose por trabajar afanosamente en la organización de nuevas logias en toda la región de Andalucía. Con O’Donojú formó un binomio ideológico sin igual en la época que con otros integraron lo que entonces se conoció como ‘El Taller Sublime’...”.
Con esos antecedentes se puede inferir que tuvo participación directa o indirecta en el levantamiento del coronel Rafael de Riego en las Cabezas de San Juan (1820) contra el rey Fernando VII para hacer jurar la Constitución de Cádiz. El primer día de enero de 1820, Riego y otros oficiales, como Antonio Quiroga, “... proclamó la constitución y ordenó la detención del general en jefe del cuerpo expedicionario encargado de terminar con los independentistas sudamericanos que estaban azotando las colonias españolas.”.
Cuando O’Donojú fue enviado a la Nueva España, “... Valero le acompañó como su secretario y ayudante personal. Allí el puertorriqueño tuvo una destacada participación en las negociaciones que primero se realizaron en 1820 con el comandante militar mexicano Agustín de Itúrbide y que desembocaron en la firma de los Tratados de Córdoba del 24 de agosto de 1821. Con ello se aceptó por los españoles y se confirmó el Plan de Iguala que había sido proclamado el 28 de febrero de aquel año. El mismo declaró la independencia de México como estado monárquico separado de España y bajo Fernando VII. Esa situación no fue bien vista ni aprobada por la Corona Española, como tampoco lo fueron los militares que participaron en las mismas, lo anterior podría representar inconvenientes a la hora de regresar a la Península. Sin embargo el nuevo estado ofreció grados y empleos a los militares españoles que desearan integrarse a la patria mexicana. Toda vez que solo se rompieron los lazos políticos con España —no así los culturales, espirituales y lingüísticos— no fue difícil para muchos soldados y jefes españoles aceptar aquel ofrecimiento; entre ellos estuvo Antonio Valero quien dejó al lado no solo la misión que le llevará a México, sino además su acatamiento al gobierno de Fernando VII. No obstante la lealtad a su ideario liberal y masón quedó intacta al ingresar al ejército mexicano, pues en América la libertad y la tenían un futuro que en ese momento era halagador. Desde entonces echó su suerte y su trabajo a la formación de la nueva nación. Fue en esta época que su labor le acredita para la Cruz de la Independencia Mexicana.”.
Con la crisis de la monarquía mexicana del emperador Agustín I, el puertorriqueño fue acusado de “conspirador” como tantos otros… Dejó México, pero su semilla libertaria floreció, aunque no se le reconozca. Se sumó al ejército de Simón Bolívar y ahí siguió luchando por la independencia de Nuestra América y soñó con independizar a su Matria: el Borinken.
Los astros se alinean, pero sin Guadalupe Victoria
Honor a quien honor merece. Guadalupe Victoria no firmó ni el Plan de Iguala ni el Tratado de Córdoba con los gachupines y trigarantes. No es justo. Tampoco entró con honores a Ciudad de México, ni firmó el Acta de Independencia, es más, ni los mexicanos lo recuerdan. Pero fue pieza clave de nuestra Independencia.
Era muy joven cuando fue reclutado por el generalísimo Morelos en las costas del sur. Fue en el año del Señor de 1810-1811. Es más, se llamaba José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, luego, en la toma de Oaxaca, que en ese entonces se le llamaba la Antequera (1812), se hizo apodar: Guadalupe Victoria, porque mi generalísimo decía, quizá sin razón, que todas sus victorias se las debía a Guadalupe, la vírgen morena. Yo no lo creo, pero Morelos y José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, sí. Y, por eso se puso: Guadalupe Victoria, para que el generalísimo lo volteara a ver. Yo no lo creo. Porque el generalísimo sabía formar cuadros (no como los partidos políticos de hoy).
Morelos le echó el ojo, bueno los dos, porque sabía que era un cuadro militar que despuntaba y tenía madera como para construir una presidencia. Así era el generalísimo.
No pienso contar la historia de ese joven que se volvió presidente de México, de hecho, el primero. Me interesa contar cuando lo daban por muerto o quizá, de parranda… Ni una ni otra. Victoria seguía peleando por la independencia, cuando don Juan de O’Donojú y Valero Bernabé arribaron al puerto de Veracruz. ¿Qué día? Ya se los dije… hagan memoria.
Victoria demostró que los “Sonidos del Silencio” en la guerra son más mortales que los petardos: Hola, silencio, vieja camarada.
Resulta que el tal Victoria en 1818 se dirigía así a los americanos:
“Americanos, la sagrada llama del entusiasmo arde ahora con más fuerza que nunca por los cuatro ángulos de la América. Sí, unión y fijaremos para siempre el árbol de nuestra libertad. Pueblo de Acazónica, 16 de septiembre de 1818”.
Más adelante le informan: “Felipe Romero a Victoria, Informa que el enemigo incendió los campos y otros movimientos. 1818, septiembre 19, La Laguna.” (AGN, Operaciones de Guerra, vol. 932, fs. 256-256v.). Más adelante concede perdón: “Victoria concede un Perdón General con ocasión de los últimos Triunfos. 1818, octubre 10, Santa Fe sobre Veracruz (AGN, Operaciones de Guerra, vol. 932, fs. 258-259.).
Incluso una insurgenta María Lucía Martínez, le confiesa:
“Excelentísimo señor: Las gallinas que tenía, las he gastado en alimentar al alférez don Joaquín Arenas al que desde que vino lo he estado alimentando con ellas y ahora ya le estoy matando pollitos, por no haber otra cosa, pues las tres que han quedado son para darle al enfermo los huevos, yo me alegraré tener para poder mandar a vuestra excelencia las que me pide. Apreciaré se mantenga vuestra excelencia los muchos años que le desea su afectísima servidora que sus manos besa. María Lucía Martínez.”
¿Ven? Mi general no estaba muerto ni andaba de parranda tomando caña, dicen los españoles.
Así que en noviembre de 1818 se dirigieron de esta manera:
“El Gobierno Provincial Mexicano de las Provincias del Poniente, comisiona a Miguel Arias y Juan Bradburn, para entrevistarse con Victoria. Van facultados para acciones militares. etc. 1818, noviembre 23, Tecpan (AGN, Operaciones de Guerra, vol. 932, fs. 261-262.).”
Entonces apareció Antonio López de Santa Anna para combatir a mi general:
“Antonio López de Santa Anna a Pascual de Liñan, Informe sobre la Persecución contra Victoria. 1819, febrero 23, San Diego (AGN, Operaciones de Guerra, vol. 490, fs. 165-168 v).
Escribió: “Excelentísimo señor: Consecuente con lo que tenía participado a vuestra señoría, salí de este punto, el día 12 de la fecha, con 70 caballos, de los nuevos indultados con dirección a la sierra de Masatiopa, en busca del cabecilla Victoria, que las repetidas noticias que tienen de haberse pasado por aquel rumbo buscando el abrigo de los de su partido, Romero y Tinoco.”.
Y, así, años tras año, como un pez nadando en la misma pecera, diría Pink Floyd.
Dos años después aparecen nuevos reportes de Victoria:
José Ignacio Iberri a José Dávila, informó lo averiguado por dos espías que envió a San Diego y a los que les fue “Dada Proclama de Victoria” (1821, enero 1, Campo de Santa Fe. 1821, enero 2, Veracruz. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 259, f. 82.).
El informe dice: “Estos mismos individuos me aseguran que en dicho pueblo hay doscientos hombres armados, y que están combinados y de acuerdo con los de Jamapa, Tamarindo, Temascal, Medellín y Tlalixcoyan; y habiendo sabido el cabecilla Crisanto que los precitados individuos se regresaban para este puerto, les entregó la proclama adjunta firmada por Victoria, para el comandante que se hallaba en él.”.
Los reportes eran precisos sobre los levantamientos promovidos por Guadalupe Victoria: José Dávila le escribió a su superior José Ignacio Iberri Ordenando el Ataque a San Diego, el 2 de enero de 1821, ahí le señaló que: “La proclama que a nombre de Guadalupe Victoria me acompaña vuestra merced en su oficio de 1º de enero y me ha entregado el capitán don Francisco Hernández, han confirmado el levantamiento de los vecinos de San Diego, capitaneados por Crisanto de Castro. La certeza de la noticia, la falta de armas de fuego en que debemos suponerlos, y la corta reunión de rebeldes hasta el día, nos presenta la senda que debemos seguir y que es preciso atacarlos sin detención, antes que se reúna mayor número de rebeldes y que consigan aumento de armas. En tal concepto, y de que en Tlacotalpan han sido rechazados por aquel vecindario una reunión, quitándole armas y caballos. Espero que vuestra merced con su actividad, ejecute del modo que más considere eficaz al atacar a San Diego, en la inteligencia de que escribo al señor Hevia, comandante de las villas, despache tropa al Temascal y al señor Horbegoso de Jalapa que verifique lo mismo a Paso de Ovejas.” (Dios guarde a vuestra merced muchos años. Veracruz, 2 de enero de 1821. José Dávila. Señor don José Ignacio Iberri. Es copia. Veracruz, enero de 1821. Francisco Antonio Rodal [Rúbrica.] Veracruz. AGN, Operaciones de Guerra, vol. 259, f. 83).
Más adelante Inocencio Villamil informó a las autoridades novohispanas: “Observaciones, el número de insurgentes serán cien hombres de caballería perfectamente armados y montados, el resto con sus machetes y mal montados, pocas municiones, menos víveres, pues para esto tienen que salir a las rancherías inmediatas a buscar sus familias estantes, que les suministren tortillas o robar a los caminantes. El descontento entre los que sirven de soldados es mucho y aún algunos de los que hacen de cabezas no sirven gustosos. Veracruz, 10 de enero de 1821).
Guadalupe Victoria y los insurgentes estaban activos y resistiendo por los rumbos de Veracruz. El expresidente nació en Villa de Tamazula, Durango en 1786 y murió en el Castillo de Perote el 21 de marzo de 1843. Estudió en el Seminario de Durango y posteriormente en el Colegio de San Ildefonso en 1811 para estudiar Jurisprudencia. Se unió a la insurgencia en 1811-1812.
Y eso fue lo que ocurrió, cuando el historiador contó su cuento. Su cara se puso fantasmal, quizá más pálida que una sombra.
Fuentes
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
Juan Ortiz Escamilla (Comp.) [Con la colaboración de David Carbajal López y Paulo César López Romero]. Veracruz. La guerra por la Independencia de México 1821-1825. Antología de documentos. Comisión Estatal del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana.
Luis A. Canela Morales (Coord.). Los Tratados de Córdoba. Recuperado en https://www.inehrm.gob.mx/recursos/Libros/Los_tratados_de_Cordoba.pdf
Rodrigo Moreno Gutiérrez. La trigarancia. Fuerzas armadas en la consumación de la independencia. Nueva España, 1820-1821, recuperado de:
___, Ortiz Escamilla, Juan (2010). El teatro de la Guerra: Veracruz 1750-1825. Publicacions de la Universitat Jaume I.
Guadalupe Victoria. Documentos I (1986) [compiladores Carlos Herrejón Peredo y Carmen Saucedo Zarco]. México. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.
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Centroamérica
Por Rodolfo González
Uno de los aspectos narrativos más importantes en que el liberalismo observó la era de las revoluciones fue que estos fueron el resultado de un progreso iniciado por la revolución francesa y sus ideas de libertad y progreso. La asociación entre ideas republicanas francesas y las independencias se mantuvo, y se mantiene, presente en la explicación de las independencias americanas. Como una suerte de ondas en el agua o como una genealogía política de revoluciones se interpretó la evolución de los acontecimientos históricos. Tal perspectiva permeó todo el espectro político de la derecha a la izquierda. ¿Porqué? Debido al paradigma del progreso, es decir, la idea general de que lo revolucionario estaba asociado al progreso, bien fuese algo tecnológico, social, etc. ¿De dónde y cómo surgió ese relato? A riesgo de equivocarme podría ser sin duda por el prestigio político y cultural que tuvo Francia en el mundo liberal americano ¿Cuántas historias conocemos de escritores que fueron a estudiar a Francia? Digo, Darío o Asturias no eran la excepción. Es que era chilero decir “somos el progreso, somos la libertad, hablamos francés y todos venimos de las revoluciones liberales que empezaron en 1789”, o algo así.
Ahora bien, la recepción de las noticias e ideas revolucionarias francesas llegaron a los territorios americanos, la influencia de estas y, las del liberalismo británico, no fueron tan decisivas en el curso de los acontecimientos. Eso fue más bien mérito de los jóvenes Estados Unidos. Evidenciar esa influencia solo se hizo evidente con la revisión de trabajos conforme se acercó el bicentenario de la independencia de los Estados Unidos en la década de 1970. Destacar la incidencia de las ideas, leyes y de la guerra de independencia en el Caribe, empezó por los historiadores norteamericanos que estudiaban Latinoamérica y los españoles americanistas.
Esta perspectiva de influencia intercontinental de ideas era evidente para la academia mexicana debido al rol fundamental que ejercieron las ciudades portuarias como Baltimore, Filadelfia, Nueva York y Nueva Orleans como nodos de interacción e intercambio de mercancías e ideas. De hecho, gracias a los permisos de negociar con naciones neutrales durante las guerras napoleónicas, los territorios americanos comerciaron activamente con Estados Unidos como intermediario en el Caribe, o con las embarcaciones pesqueras y balleneras en el Cono Sur y el Océano Pacífico (¿Se acuerdan donde sucedió la historia que inspiró el relato de Moby Dick?), así como lo han señalado los trabajos de Carlos Marichal, Mario Trujillo Bolio y Cristina Mazzeo, entre otros.
Para la historia, eso ensanchó los horizontes interpretativos. No solo se trataba de una relación colonial francoanglosajona en la historia de América, era un proceso continental. Quizá uno de los trabajos que planteó varias situaciones clave para entender ello, específicamente para las independencias, fue Peggy K. Liss y su “Los imperios transatlánticos”. Ese fue una mirada bastante comprehensiva sobre la interacción de los procesos políticos del mundo atlántico y como se vincularon con los hispanoamericanos La diferencia sustancial de esta interpretación, fue que la autora observó que el espacio americano no solo fue un receptor pasivo de los acontecimientos europeos o como un reflejo de la revolución francesa. Los actores americanos (anglos, hispanos y portugueses) dejaron una huella importante en las revoluciones atlánticas, desde las guerras coloniales (peleadas sobre todo por americanos) a las guerras de independencia. La única ausencia notable en buena parte de las historias atlánticas fue reconocer la existencia de un Atlántico Negro. Eso no es cosa menor, porque lo mismo fluían ideas y armas, entre América y África. Aunque, el comercio triangular del comercio de esclavos/diáspora africana, fue esencial, también lo fueron las ideas y modelos políticos. No nos olvidemos de Haití y como influyó su independencia en la crisis francesa que les hizo vender Lousiana a Estados Unidos, la proliferación del miedo y la rebelión en Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico y Nueva Granada, el estallido de la mayor rebelión esclava en Estados Unidos en Nueva Orleans en 1811, la prohibición de la esclavitud en territorios hispanos en la independencia y la invención del estado de Liberia con el auspicio de Estados Unidos.
Pero lo que más pesó en las discusiones sobre el atlántico fue el liberalismo y el constitucionalismo. Los primeros en plantearlo para el caso centroamericanos fueron Jorge Mario García Laguardia y Mario Rodríguez. Ambos destacaron la influencia de la Constitución de Cádiz en la historia política centroamericana entre 1808-1826 y como moldeó su experiencia política. No sería exagerado plantear, que se trató de una revolución constitucional que dejó huella en toda la población del antiguo reino de Guatemala.
En los años noventa se dedicó más análisis a esta coyuntura. Ello respondió, en parte, a que los debates académicos transitaron de la organización social y el paradigma revolucionario a la reflexión sobre la democracia y la participación ciudadana. Desde ese momento los principales referentes fueron los trabajos Francois Xavier-Guerra, Annick Lemperiere y Antonio Annino que agarraron a México como estudio de caso. Xavier-Guerra, en especial, destacó al liberalismo español como un horizonte compartido por las elites que protagonizaron la política estatal de inicios del siglo XIX en ambos lados del Atlántico.
Para no hacerles muy largo o pesado el texto, les dejaré cuatro trabajos que les servirán para profundizar un horizonte más general de esa historiografía (1), los pormenores de la época gaditana para Guatemala (2) y sobre la cultura política a propósito del ejercicio de la ciudadanía, los derechos sociales (3) y el derecho a la rebelión (4).
¿Para qué sirve tener presente todo lo anterior? Cuando desapareció la figura legítima del rey en la Monarquía hispana, se creó un vacío político que se llenó con la idea del pactismo. En teoría, el rey garantizaba la unidad del cuerpo social y en su ausencia, las partes, las corporaciones (ayuntamientos, iglesia, consulados de comercio) tenían la potestad de decidir qué hacer porque eran garantes de la legitimidad. Así, que se decidió, mientras se enfrentaban a Napoleón, convocar a los representantes de la monarquía y crear una Constitución.
Un documento así era revolucionario por lo que cambió: el lenguaje y el significado de las palabras (ciudadano no solo era el vecino de un lugar, sino alguien con derechos políticos), la ciudadanía (se legisló en principio para que todos fuesen iguales, lo que implicó que indios eran iguales a criollos, criollos a peninsulares y peninsulares a mulatos), la forma de elegir y ser electo (apoyándose en los sistemas parroquiales para decidir en cuerpo representantes que, a su vez, elegían otros representantes para ocupar nuevos aparatos políticos que separaban los poderes ejecutivo, judicial y legislativo), legitimidad (el simbolismo y legitimidad política expresada de forma pública en juras a la constitución y no necesariamente al rey), entre otras cosas.
La experiencia gaditana creó una auténtica escuela política. Hubo más ingresos a estudiar en la universidad desde 1808 que los tres decenios anteriores. La abolición del tributo y el trabajo personal, impactó en la movilización indígena que, junto a la conciencia de que se podía crear un gobierno legítimo constitucional dentro de la monarquía, generó dos ciclos soberanos de Totonicapán en 1813 y 1820. Se radicalizaron los sectores populares mestizos y mulatos, ya que podían acceder a cargos públicos sin la “mancha” de su origen de casta y tener más derechos para evadir y rechazar las cargas fiscales. Ese motivo, de hecho, estuvo en el fondo de las movilizaciones de elites y grupos populares de San Salvador, Tegucigalpa, León y Granada entre 1811 y 1812. Asimismo, la proliferación de documentos escritos como El Amigo de la Patria y el Editor Constitucional, dando puntos de vista opuesto y confluyentes sobre varios temas, estimuló el debate político de la época, al igual que las tertulias políticas donde hombres y mujeres participaban de la élite participaban abiertamente, y los sermones que se dialogaban o rechazaban abiertamente el nuevo paradigma político. El mismo peso tenían las representaciones artísticas como obras de teatro, poesías y procesiones facetas efímeras, pero no menos políticas.
El paradigma político dejó de tener fuerza hacia 1826, bien entrada la etapa independiente y con el advenimiento de las guerras federales. El amplio abanico de la noción de ciudadanía igualitaria se fue estrechando paulatinamente solo dejando con legitimidad a aquellos vecinos de buena reputación, de oficio reconocido e ingreso seguro. Lo irónico, es que pese a eso la la participación política no. La participación electiva de individuos para ocupar cargos de gobierno mantuvo el horizonte de la existencia de derechos sociales, gracias también a la continuidad de formas políticas usadas desde abajo desde la época monárquica como la petición, rogativas y solicitud de clemencia. Si eso no fuera suficiente, si los resultados de las elecciones no eran satisfactorios (recordemos que la elección es un medio de resolución política y no un fin en sí mismo) no era casual que hubiera levantamientos armados para impugnar los resultados, lo cual fue recurrente en Nicaragua y Honduras. No menos importante, en ese sentido, fue que la retórica constitucionalista se mantuvo presente en el rechazo a la tiranía, según la retórica del apego a las leyes y la defensa de los derechos ciudadanos, algo bien presente hasta las revoluciones liberales de finales del siglo XIX.
En fin, tanto el contexto atlántico de una cultura compartida como de la revolución gaditana abre mucho la perspectiva de lectura de la era de las revoluciones. Sn embargo, hay un problema. Si bien Xavier-Guerra, su mejor exponente, dejó bien claras las condiciones de unidad de América con la Península como un mismo proceso, no explicó las razones del rompimiento político independentista. Para observar ello, es necesario leer las cosas desde el ángulo propiamente de las guerras civiles y revoluciones armadas.
- https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/intercambio/article/view/48878/48689
- http://www.historiaconstitucional.com/index.php/historiaconstitucional/article/view/770/178178372
- https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/dialogos/article/view/47030/48535
- https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2558489.pdf
Guatemala
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El Salvador
Por Walter Menjívar
PRESENTACIÓN
Algunas localidades (entre ellas Quezaltepeque, La Libertad) han sido protagonistas y testigos de las más importantes transformaciones que ha venido sufriendo El Salvador como territorio, en razón de los distintos modos de organización económica, social, política y cultural que han predominado en la sociedad. Estos modos de organización responden a intereses de grupos de poder que han estado presentes en diferentes momentos dentro del territorio. Por su parte, los sectores excluidos en ciertos momentos de la historia han activado formas y mecanismos de resistencia, que se suscitan en la interrelación de demandas y reivindicaciones diversas, incidiendo desde distintas formas de lucha y con alcances diversos.
La realidad presente es en ese sentido, la configuración de un cúmulo de circunstancias socio-históricas que han sido parte del territorio como espacio vital y de la influencia externa que este ha tenido en lo económico, político y cultural.
Este movimiento histórico continuo, vertiginoso, necesita tener imaginarios del presente (como referente del inicio de algo) y del futuro (como el sendero por donde continuar caminando), construir proyectos que impregnen a las relaciones sociales de nuevos paradigmas de convivencia armónica, justa y prósperas para las mayorías, para la naturaleza, para la vida.
Quezaltepeque. Rasgos más sobresalientes.
Quezaltepeque está ubicado en la ladera inferior norte del volcán cuyo nombre es homónimo, este territorio ha sido una zona de recarga acuífera importante, cubierto con espesos mantos de depósitos aluviales y eólicos, derivados de las tierra alta que le rodea en su lado sur, drenado por una red de numerosos arroyos que se nutren principalmente de las zonas de recarga acuífera del volcán y luego corren hacia el norte, hasta el rio Lempa ([i]), la cuenca hidrográfica más importante de El Salvador. Estas condiciones óptimas de tierra fértil y con un importante recurso hídrico subterráneo y superficial han sido idóneas para que los distintos grupos humanos se asienten y garanticen sus condiciones materiales de existencia y con su particular visión de sociedad propicien expresiones culturales, políticas en toda su historia.
Época prehispánica
En la época prehispánica dentro de los límites de lo que ahora se conoce como Quezaltepeque, las señales que deja el tiempo indican que este territorio fue densamente poblado, la presencia de sus antiguos habitantes estuvo mayoritariamente asentada en su lado norte y oeste (en los ahora cantones El Puente, Platanillos, Las Mercedes y Tacachico), conformando comunidades dispersas en las riveras y cercanías del Rio Sucio, el Rio Claro y Agua Caliente, las cuales estaban probablemente relacionadas política y religiosamente a las grandes metrópolis circundantes según la temporalidades del auge gobernante, una de ellas situada en su extremo norte conocido como Las Marías; existiendo con ello constancia de la importancia que tenía este territorio para pueblos prehispánicos según su predominio en la línea del tiempo.
La población indígena se asentaba en sitios donde confluyeran elementos vitales para su existencia: el rio, la tierra fértil, la montaña, entre otros; en una lógica armónica con ese entorno del cual se consideraban parte y al que conocían profundamente desde una relación íntima y espiritual. Los componentes de la naturaleza, su comportamiento dinámico, eran parte de su religión, de su filosofía del mundo que habían creado desde siglos; la naturaleza estaba presente en todo el ritual religioso que regía sus vidas en sus múltiples dimensiones: productiva, cultural, estructura social y política.
El sitio arqueológico “Las Marías”[ii] está ubicado en el cantón Tacachico en el extremo norte de Quezaltepeque, fue una de las ciudades prehispánicas según los arqueólogos más importantes de El Salvador, la cual se presume por la evidencia arqueológica que estuvo habitada por una significativa población nahua-pipil entre el año 900 y 1,200 d.c., una ciudad que alcanzaba geográficamente aproximadamente 170 manzanas de extensión, disponiendo de una plaza de juego de pelota, un número significativo de templos y la única calzada prehispánica que se registra en toda la región[iii]. Este sitio arqueológico no ha sido estudiado a fondo, fue hasta en el año 2007 que se dictaminó una resolución interna del desaparecido Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA) que solicita del Estado su protección como bien patrimonial de El Salvador. Para el año 2014 el Estado pudo adquirir el terreno donde se concentran los edificios más importantes de la metrópolis de este bien patrimonial[iv], quedando pendiente aprovechar todo lo que el sitio arqueológico implica al igual que el resto de asentamientos de esta misma naturaleza diseminados en el territorio de Quezaltepeque, para el estudio de los pueblos prehispánicos, su importancia para las generaciones actuales y futuras, como un espacio vital para la dinamización cultural, la identidad histórica y un atractivo para el turismo nacional y extranjero, estrategia importante para el desarrollo económico local.
Quezaltepeque además está muy cercano en su dirección poniente al centro ceremonial San Andrés y al sitio arqueológico Joya de Cerén (nombrado patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO en 1993); así mismo, en su lado noroeste, en el municipio de Aguilares se encuentra el sitio arqueológico Cihuatán, una de las ciudades más densamente pobladas por nahua pipiles en la época precolombina y que pudo ser parte integra al sitio de Las Marías.
La evidencia indica que la configuración socio demográfica en la época prehispánica y su asentamiento de lo que ahora es Quezaltepeque, obedeció a dos hechos fundamentales: la relación política- religiosa y económica que las comunidades indígenas tenían con los centros ceremoniales inmediatos, pero sobre todo a las condiciones óptimas del territorio donde se asentaban, determinada por tierras fértiles y disposición abundante de recurso hídrico.
Periodo colonial
Con la llegada de los españoles y su posterior colonización se fue transformando la configuración socio demográfica del territorio de lo que ahora es El Salvador, pero en particular Quezaltepeque, sobre todo en su caracterización étnica y cultural que tuvo repercusiones negativas para la población originaria. Es en este periodo que se le asigna su nombre topónimo que significa “Cerro de Quetzales” (el cual pudo derivarse del nombre que los pobladores prehispánicos le asignaran al volcán). y se delimita su primera área geográfica que era mucho más amplia de lo que es ahora. En distintos momentos de la época colonial Quezaltepeque jurisdiccionalmente perteneció a la Alcaldía mayor de San Salvador y en otros estaba adscrito a Opico.
El proceso de colonización duró más de tres siglos y estuvo marcado por distintos hechos que cambiaron de una manera profunda las formas de vida de sus antiguos pobladores. La introducción de una visión religiosa nueva (a través de una intensa evangelización del ritual católico llevada a cabo por diferentes órdenes misioneras hacia la población indígena) y la introducción del enfoque mercantil de la tierra, son los dos principales factores que fueron desquebrajando en este territorio la antigua posesión comunitaria de la tierra, la cohesión sociocultural indígena alrededor de esta, pero sobre todo fue invisibilizando y en el peor de los casos aniquilando la presencia indígena dentro de sus antiguos asentamientos en el territorio que hoy comprende Quezaltepeque.
Con el nuevo orden colonial, se incorporaron nuevos usos, concepción y posesión de la tierra. A la posesión común de la tierra por parte de la población indígena fue imponiéndose paulatinamente la propiedad privada con fines agrarios de tipo mercantil, a través de la denominada hacienda añilera a una escala importante dentro de Quezaltepeque, cuyos propietarios eran españoles, criollos y a medida que transcurrió el periodo colonial fueron participando población mestiza que era atraída por las oportunidades laborales que daba el añil. Este sector mestizo en claro crecimiento posibilitó en buena medida la reproducción de la dinámica económica y cultural que promovían los criollos, pero que producto de la interacción cultural con la población originaria, también se fueron fusionando prácticas culturales indígenas. Para el caso de Quezaltepeque la población mestiza fue sobreponiéndose como el sector poblacional dominante, predominando en el lapso de tres siglos (XV a XVIII), únicamente quedaron pequeños núcleos poblacionales indígenas y negros, en su zona alta, correspondiente a las laderas medias y altas del volcán de Quezaltepeque.
Lo anterior tiene una explicación, la evidencia arqueológica en el municipio muestra que una de las principales actividades productivas durante la colonia fue el cultivo de añil; aún persisten ruinas de obrajes[v] en el cantón El Puente sobre la ribera del río sucio y en el cantón Platanillos en sus caseríos San Emilio y Agua Caliente. En principio, la producción de añil requirió de tierras con abundantes fuentes de agua y de mucha mano de obra indígena. Estas dos condiciones presentes para el caso de Quezaltepeque obviamente coincidió con los sitios donde predominaban los asentamientos humanos prehispánicos (indígenas); se puede inferir que el interés por el lucro dado por el añil a los españoles pudo llevar bajo mecanismos de imposición, coacción, coerción o engaño, usando la fuerza o artilugios legalistas, a la usurpación y apropiación de tierras ocupadas por comunidades indígenas.
Se sabe además que la utilización de mano de obra indígena en la producción de añil fue una de las causas importantes de muerte para dicha población, debido a las condiciones de sobreexplotación y de insalubridad a la que era sometida. Lo anterior puede explicar un fenómeno que se dio durante la colonia: la “desaparición” de la mayoritaria población indígena que habitaba dentro de lo que ahora es Quezaltepeque y por otro lado una creciente presencia de población mestiza. Según el historiador David Browning en su libro El Salvador La Tierra y El Hombre, para el año 1550 Quezaltepeque tenía 1,000 habitantes indígenas y ya para el año 1740 había 650 ladinos(mestizos) y ningún indio.[vi]
Un factor importante a considerar dentro de todo este proceso de colonización fue la intensa evangelización cristiana en estos mismos asentamientos de presencia indígena, lo cual era un elemento coadyuvante y legitimador del etnocidio que estaba en curso a través del nuevo orden colonial, tal y como lo demuestra la evidencia arqueológica de la hacienda Mapilapa (antes de 1658 parte de Quezaltepeque, ahora dentro de los límites del municipio de Nejapa) que aún mantiene vestigios de pilas añileras y la fachada de una ermita católica[vii], mostrando como estos elementos (el económico mercantil y el religioso) estaban estrechamente relacionados en la vida colonial; de hecho, es de recordar que la iglesia no era un ente estrictamente dedicado a la promoción espiritual y la “salvación de almas”, sino que también asumía atribuciones políticas y administrativas de tipo civil: gestionaba la totalidad de actividades de beneficencia y las responsabilidades sociales (matrimonios, educación, registros civiles y la aplicación de algunas legislaciones) que hoy se conciben como mandato y responsabilidad del Estado[viii] . La iglesia definía las normas morales de conducta y comportamiento individual y social, estaba estrechamente ligado a la legitimización ideológica de los aspectos económicos de la época, incorporando nuevas formas de expresión cultural de tipo sincrética donde se fusionaron elementos de las prácticas religiosas indígenas con la fe católica; este último elemento fue un factor cultural de mucha relevancia en las nuevas formas de cohesión social, coacción simbólica en las relaciones de poder entre los distintos grupos sociales que le daban vida a la dinámica territorial. La introducción de la figura del patrono (santos); desde la perspectiva de la religiosidad católica colonial era muy equivalente simbólicamente a quién ostentaba el poder dentro de las haciendas. Este al igual que el santo asumía rasgos de caudillo “protector” y “benefactor”.
Desde la perspectiva indígena este elemento de la figura del patrón (santo) pudo estar asociado a quién en ausencia de sus antiguos rituales religiosos y medios propios para garantizar su subsistencia, le debían servidumbre y pagar tributos, por tal de obtener favores (disposición de tierra o trabajo) para poder sobrevivir.
Otro caso muy emblemático en este mismo sentido, fue la hacienda Atapasco, ubicadas sus ruinas coloniales en las inmediaciones del rio sucio y el río claro al poniente dentro de los límites de Quezaltepeque (en lo que ahora es el cantón El Puente). Esta hacienda según el arqueólogo José Erquicia fue donada por la Real Corona como un próspero latifundio a la orden de Santo Domingo de Guzmán a finales del siglo XVII[ix]. Es de hacer notar que este fue un importante enclave colonial al interior de Quezaltepeque donde confluye la prosperidad productiva y económica de la época colonial. En este sitio hay evidencia de explotación añilera, un ingenio de hierro donde se producían herramientas para la agricultura y aún se conserva en buen estado que a criterio del historiador Browning[x] fue el único puente construido de piedras en la época colonial, situado sobre el cauce del río sucio donde atravesaba el denominado “Camino Real de la Real Audiencia de Guatemala”, ruta importante de comunicación y comercio de la época.
Por la evidencia del sitio colonial de la hacienda Atapasco, su destrucción obedeció a la erupción volcánica de 1658, puesto que está semienterrada con sedimento volcánico, lo que denota también el papel fundamental que ha jugado el volcán de Quezaltepeque en el municipio, en las distintas etapas de su historia.
Durante ese periodo coexistieron en El Salvador distintas formas de tenencia y posesión de la tierra, principalmente la comunal usufructuada por población indígena, los ejidos propiedad de los ayuntamientos o alcaldías y la privada con la hacienda añilera cuyos propietarios eran en su mayoría españoles y posteriormente mestizos. Todo parece indicar según lo demuestra la evidencia arqueológica que esta última forma de posesión estuvo presente de una manera significativa a partir del siglo XVI, imponiéndose a las dos anteriores formas de tenencia común (ejidal y comunal), al menos en las laderas bajas de Quezaltepeque, donde las tierras eran propicias para la producción de añil y la crianza de ganado, quedando la tierra comunal en las partes altas. La figura de la hacienda jugó un papel importante en la dinámica social, económica, cultural y política del municipio durante buena parte de la colonia.
El interés por la agricultura comercial de la clase económica dominante española cuyos réditos eran otorgados por la explotación de la tierra, fue modificando la dinámica socio demográfica, su composición étnica y cultural en el municipio de Quezaltepeque. La desaparición de los registros de la población indígena en Quezaltepeque durante fue avanzando el periodo colonial y el aumento de la población mestiza dentro del municipio está estrechamente relacionado con el fenómeno económico de la hacienda del añil. Para el geógrafo e historiador David Brownig “La plantación de añil se convirtió en sinónimo de quebrantamiento y destrucción de las comunidades indígenas tradicionales.” [xi] “El número de ladinos aumentaba a medida que las comunidades indígenas se desintegraban.”[xii].
¿Pero qué ocurrió con la población indígena en Quezaltepeque, aquella que pudo haber sobrevivido a la explotación añilera, pero que no aparece registrada en los asentamientos tradicionales ya para finales del siglo XVII? El mismo Browning sostiene que en razón de las condiciones de control y explotación a las que eran sometidas las comunidades indígenas en el orden que impuso la colonia, los indígenas que no morían por las condiciones de insalubridad a las que estaban expuestos en la hacienda añilera, desertaban de los pueblos en unidades familiares y se dispersaron en una forma desordenada hacia aquellos territorios rurales no explotados mercantilmente por los españoles y mestizos, y ahí podían estar libres de la estructura social y económica de la colonia[xiii]. Estos sitios de asentamiento según algunas crónicas de la época eran en tierras pobres, barrancas y cerros y para el caso de Quezaltepeque pudo haber sido las partes altas del volcán de San Salvador en su ladera norte (en territorios de lo que ahora son los cantones San Francisco, San Juan Los Planes y Macance), una zona muy poco productiva para los intereses de la agricultura comercial colonial, puesto que no era propicio para la producción añilera, ya que no contaba con abundantes fuentes de agua como si lo tenían las laderas bajas.
Al término del periodo colonial las sociedades locales, en particular la de Quezaltepeque estaba configurada por una población rural mayoritariamente mestiza asentada en su territorio sobre la base de una dinámica económica propiciada por la explotación agrícola comercial de las haciendas, ello estimuló su crecimiento iniciado a través de procesos migratorios del interior del país.
Paralelo a esta explotación comercial de la tierra, también la población mestiza e india practicaba la agricultura de subsistencia en tierras ejidales, comunales y en haciendas por arrendamiento. La población indígena, aunque tenía una importante presencia en la ladera sur del volcán de Quezaltepeque, esta aparece invisibilizada en los registros de la época de finales del siglo XVII y XVIII para el caso del municipio de Quezaltepeque. La disminución en sus asentamientos tradicionales como consecuencia de la agricultura comercial y la intrusión de población mestiza pudo conllevar a su dispersión, concentrándose en los territorios alejados del control directo del orden colonial, deduciblemente en las tierras altas del volcán de Quezaltepeque, explotándola como tierra del común.
Debido a que no hay evidencia arqueológica que ubique donde se centralizaba y administraba el poder político y religioso dentro del territorio de Quezaltepeque, es difícil imaginarse la configuración de ciudad colonial dentro del municipio. Por la estructura de una sociedad estrictamente agraria, se sabe que su población estaba asentada en su mayoría donde se dinamizaba la actividad agrícola comercial y de subsistencia, incluso los españoles tenían la costumbre de pernoctar donde estaban ubicadas sus haciendas; pero la fuerte presencia de población mestiza a menudo fue transcurriendo la colonia y al estar el municipio dentro de una importante ruta de comunicación y comercio, Quezaltepeque pudo irse perfilando como un poblado donde fueron apareciendo características más urbanas, incorporándose con importante presencia otras actividades productivas de tipo artesanal, tal y como lo constatan su larga tradición alfarera, de producción de carbón, comales, cárnica y de flores; estableciéndose en el esquema económico regional como un territorio de potencialidades comerciales, debido a su conectividad con otras ciudades relevantes como San Salvador.
Periodo posterior a la naciente Republica
En los primeros 40 años de vida independiente Centroamericana y dentro de esta, El Salvador (a partir de la firma del acta en 1821), según los historiadores, no sucedieron hechos significativos que transformaran en un sentido estricto y radical la dinámica de vida particular de la población india y mestiza. Para estos sectores poblacionales de la sociedad, los primeros años de vida independiente fue una especie de prolongación de la dinámica colonial, en vista que la independencia fue un proceso político que lideraron las elites criollas de cada provincia que conformaban la región centroamericana. Este proceso político fue motivado principalmente según los historiadores por tres sucesos importantes: primero, las nuevas corrientes del pensamiento ilustrado que llegaban de Europa (particularmente Francia e Inglaterra); segundo, los hechos políticos que habían conducido al debilitamiento de la Monarquía en España y toda Europa; y tercero, el más importante, los intereses políticos y económicos de una élite criolla en las distintas provincias de Centroamérica. Los grupos de poder a nivel local querían el control de los réditos económicos que continuaban generándose a través de la producción de añil y que, antes eran usufructuados en gran medida por la corona española y por burócratas enquistados en instancias de poder político colonial que servían de intermediarios entre la corona y las colonias (la Real Audiencia y Capitanía General de Guatemala y el Virreinato de la Nueva España ubicado en México). En este juego de intereses económicos también existían injerencias internacionales, como fue el caso de los ingleses, que por mucho tiempo competían por el comercio marítimo en el océano Atlántico.
Este juego de intereses económicos se expresó a nivel político, surgiendo los conflictos y las intenciones de anexión a Estados Unidos o a México y los subsiguientes conflictos por la constitución de la república federal centroamericana, etc. Estos conflictos si ocasionó en alguna medida un desgaste en las distintas dimensiones de la sociedad de la época, debido a la inestabilidad política y sus consecuentes luchas marcadas por la violencia. Es en este clima, que se fueron sentando las bases de la naciente republica orientada hacia un liberalismo económico en función de los intereses de la elite criolla. En estas bases se sentarían las transformaciones más profundas en toda la estructura social, predominada por un giro radical en la concepción, el uso y propiedad de la tierra y la creación de un Estado que toma más protagonismo en responder a este nuevo orden por nuevos grupos de poder, en detrimento del papel político históricamente jugado por la iglesia católica.
Para el caso de Quezaltepeque es importante hacer notar (como datos de su historia dentro de este proceso donde se iniciaba la vida independiente) dos hechos a nivel político-administrativo que son relevantes: uno fue que para 1824 pasó como municipio a ser parte de San Salvador (la capital de la nueva república), incorporación que fue legalizada por Decreto Ejecutivo en 1833 y ratificada por Decreto Legislativo del 22 de abril de 1834[xiv]. Este suceso histórico es clave, en el sentido que le reviste de importancia política al territorio y este se va perfilando como un territorio con presencia político-institucional del nuevo orden social. Tanto así que cuando se disuelve definitivamente la Republica Federal Centroamericana en 1841 debido a los intereses políticos y económicos irreconciliables de las naciones que la conformaban, en Quezaltepeque comienza a configurarse dos hechos característicos de la nueva sociedad: la presencia de un “Estado independiente” en el territorio, que viene de la mano con el inicio del desmantelamiento de las formas de tenencia común de la tierra heredadas por la colonia; y es que para 1857 a Quezaltepeque se le permite vender parte de sus tierras ejidales para financiar sus primeros edificios públicos[xv]. Este hecho pudo suscitarse porque según Segundo Montes, entre finales del periodo colonial y el inicio de la vida independiente hubo una fuerte demanda de añil en Europa, por lo que en El Salvador la producción del añil se intensifica y se expanden las haciendas para su producción a todas las tierras aptas para su cultivo, a costa de afectar las formas de tenencia común de la tierra y la agricultura de subsistencia que en ellas se desarrollaba[xvi]. El añil para la mitad del siglo XIX seguía constituyendo la base de la economía de El Salvador; sin embargo, ya se iba perfilando como un producto agroexportador en declive, debido que dentro de la revolución industrial que estaba viviendo Europa ya se estaba introduciendo el colorante artificial como materia prima; por lo que las autoridades de la nueva república salvadoreña comenzaron a estimular el cultivo de un nuevo producto agrícola con características comerciales: el café.
Época de la introducción del café y la inmigración extranjera
Para 1846 ya un Decreto Legislativo en El Salvador otorgaba un trato preferente para la producción del café, una persona que plantara más de cinco mil cafetos estaría exento de impuestos municipales durante diez años, así mismo en los primeros siete años de su producción no pagaría derechos de exportación y los trabajadores de las fincas estarían eximidos del servicio militar[xvii]. Sin embargo, existía un importante obstáculo para el despegue de la caficultura a gran escala y este era la estructura de tenencia de la tierra y su uso. Los asentamientos humanos (principalmente indígenas) en tierras aptas para el café eran un obstáculo; estos asentamientos habían sido heredados de la dinámica económica de la colonia que en su momento como se ha explicado en apartados anteriores había transformado la configuración socio demográfica de muchos territorios en el país, entre estos el de Quezaltepeque.
Para superar estas barreras desde el Estado, se introdujeron en la dinámica de producción del café reformas en la tenencia y el uso de la tierra que favorecieran su explotación a gran escala, y por otro lado, se estimuló la inmigración extranjera de manera que estos flujos migratorios le introdujeran mayor dinamismo a la economía a través de sus emprendimientos y le imprimiera aires culturales de modernidad a este nuevo orden de sociedad que se estaba construyendo, intentando con ímpetu superar los rezagos de la sociedad colonial.
Los cambios en las formas de tenencia común de la tierra (comunales y ejidales) ya se venía dando desde el periodo de la colonia, y continuo en las primeras décadas de la independencia en favor de las haciendas añileras y en la instalación de la nueva institucionalidad independiente. Este proceso se dio aun cuando formalmente existían regulaciones legales que de alguna manera protegían la existencia de la propiedad común de la tierra; pero como lo constatan muchos historiadores la disputa por la tierra comunal siempre estuvo presente, en la medida que su naturaleza común interfería en la lógica del modelo económico basado en la propiedad privada (la cual constituía un mecanismo clave de la agricultura comercial). Con la introducción del café a gran escala la propiedad común de la tierra era una barrera que debía ser derribada desde su base. Entre 1879 y 1881 se aprobaron una serie de leyes que abolieron la propiedad común de la tierra en todo el país (ejidal y comunal).
En el caso de Quezaltepeque como es de suponer, tal y como sucedió en otras regiones del país, el modelo económico de la colonia sustentado en los dos últimos siglos de ese periodo por la producción del añil había relegado a las comunidades indígenas hacia tierras altas donde la agricultura comercial española no tenía posibilidades de desarrollo y rentabilidad; ahora, con la introducción del café y las reformas legales que abolían las tierras comunales y ejidales para su explotación, el panorama nuevamente vuelve afectar principalmente a las comunidades indígenas. Como se sabe Quezaltepeque por sus características geográficas posee tierra fértil en sus laderas altas volcánicas, propicias para el cultivo del café; ya que desde el punto de vista climático, las zonas más apropiadas para el cultivo del café son las que se encuentran por encima de los 456 mts y en especial sobre los 608 mts.[xviii]
Desde antes, estas nuevas transformaciones en la tenencia y el uso de la tierra orientadas hacia la propiedad privada (primero para el cultivo del añil y luego con el café) significaron para las comunidades indígenas de Quezaltepeque otro golpe que les afectó con dimensiones aun incalculables, en su cohesión sociocultural y sus modos de subsistencia. En el caso del café, para 1860, antes que se promulgaran las leyes de extinción de tierras comunales y ejidales vastos bosques de las laderas que rodeaban el oeste del volcán de Quezaltepeque se despojaron con fuego a gran escala[xix]. Y es que fue entre 1860 a 1885 que cobra un impulso el desarrollo de este producto siendo en este periodo que se suscitan hechos importantes que configuraron un nuevo modelo de sociedad y que afectaron particularmente al municipio de Quezaltepeque (por su ubicación) en sus múltiples dimensiones, a nivel social, político, económico, medioambiental, etc.[xx]
El paisaje del municipio de Quezaltepeque cambia de una manera significativa a partir de estas circunstancias; los cantones Primavera, El Señor, San Francisco, Macance y San Juan Los Planes se convierten en zonas cafetaleras y van hacer principalmente familias de inmigrantes sus propietarias, quienes llegaron entre mediados y finales del siglo XIX; dichas familias van a tener una injerencia crucial en la historia del último siglo de El Salvador, particularmente en la vida de Quezaltepeque.
La población indígena asentada en esos territorios se convierte en colonos, otros conforman sus asentamientos dentro o en los límites territoriales y sus vidas precarias orbitan alrededor de la dinámica propiciada por la producción del café; lo mismo sucede con la mayoría de población del interior del municipio y con otra que provenía de fuera, principalmente de Chalatenango (donde el añil ya había decaído). La migración de población chalateca hacia Quezaltepeque, comienza con el café, mucha de su población cultivaba pequeñas parcelas de tierra basados en agricultura de subsistencia y en temporadas de cosecha de café se veían obligados a migrar temporalmente hacia los territorios donde el café se producía a una escala importante y Quezaltepeque fue uno de los territorios más próximos para ellos, por tanto, su destino.
Otros cambios importantes que impuso la introducción del café en el país fue el mejoramiento de su conectividad. Para 1853 el gobierno desarrolla los servicios portuarios y la mejora de la carretera que conduce hacia San Salvador; en ese mismo año el primer barco levó anclas desde Panamá para inaugurar la primera línea regular de vapores que unía puertos de Centroamérica, incluyendo el de La Libertad con California[xxi]. Hacia 1855 se otorga una concesión que autorizó a una compañía británica para construir una línea de ferrocarril entre las principales zonas de café de los departamentos de Sonsonate, Santa Ana y San Salvador con el puerto de Acajutla y Quezaltepeque estaba en su tramo de construcción.
Otra característica importante suscitada por el café fue el inicio de su urbanidad y su dinamización comercial, en este proceso además de jugar un papel crucial los cambios a nivel país producto de las exigencias que imprimía el modelo agroexportador, tuvo mucho que ver la inmigración extranjera que se asentó en el municipio, particularmente la de origen catalán y de otros países europeos, asiáticos y africanos, sobre todo provenientes del imperio Otomano, que se sumaron al aprovechamiento de las potencialidades económicas que ofrecía el municipio.
En el primer siglo de vida independiente América significó para muchos europeos y para otros ciudadanos procedentes de otros continentes, el equivalente de lo que ahora es para los salvadoreños viajar a Estados Unidos a cumplir “el sueño americano”. La crisis socioeconómica que atravesaban sus sociedades de origen y un sentido de aventura hizo que muchos extranjeros, particularmente europeos decidieran emprender distintas oleadas migratorias hacia América en busca de prosperidad. Estas tierras casi vírgenes en las más diversas potencialidades comerciales y un mercado demandante de materias primas a nivel internacional producto del liberalismo económico internacional, estimuló la inmigración de personas, muchas de ellas pobres, pero con una visión más moderna y emprendedora a la existente a nivel local. Su integración a la sociedad fue facilitada por las condiciones generadas por el Estado con estímulos e incentivos y a una estructura social clasista y discriminatoria a nivel étnico (particularmente hacia la población originaria); los inmigrantes pese al desgarre de su tejido social de origen, pronto encontraron lo que buscaban, prosperar; hasta convertirse muchos de ellos, parte de las elites económicas y políticas de mucha influencia a nivel nacional, pero particularmente a nivel territorial y local.
Europeos y norteamericanos se asientan en distintos territorios donde el café se convierte pronto en el centro de la actividad económica y le dan empuje a un estilo liberal al país y particularmente a los territorios donde se asientan, entre ellos el territorio de Quezaltepeque. Su protagonismo y pujanza en la vida social en El Salvador es propiciada por las condiciones que permite la introducción del café.
Referencias Bibliográficas
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- Trujillo, Gloria del Carmen (2010). Comerciantes Catalanes en El Salvador: Trayectorias de Familia en el Siglo XX, pp 24. Ensayo Académico.
- Erquicia, José (2007). Proyecto de reconocimiento de sitios arqueológicos históricos de El Salvador, pp 9. Artículo Científico. PAHES-UTEC primera fase.
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- Diario Oficial, tomo 375, nº 72.
- Resolución Interna 0003 publicada por CONCULTURA el 21 de abril de 2007.
- El Salvador Historia Contemporánea, Carlos Gregorio López Bernal, p.268
- La Prensa Gráfica, Revista Dominical, 9 de diciembre de 2007.
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- Segundo Montes, El agro salvadoreño (1973-1980), p. 39.
- O. 25 de agosto, 1854
- O. 25 de agosto, 1854
- O. 7 de octubre de 1953.
NOTAS HISTÓRICAS
El topónimo de Quezaltepeque es de origen pipil se ha traducido como “Cerro de Quetzales”, este nombre reafirma la tradición oral mediante la que se ha transmitido que antiguamente el cerro fue el hábitat del ave de quetzal. Para Tomás Fidias Ketzaltépet se traduce como “El verdegal o cerro ubérrimo”12 y para el poeta Antonio Casquín, significa “Espacio de riquezas verdes donde está la esmeralda”13, aludiendo a la posición geográfica de la antigua ciudad respeto al volcán y las repercusiones de la actividad volcánica alrededor de ésta.
Los estudios sobre la distribución prehistórica e histórica de los pipiles definen las zonas central y occidental, o casi toda la región de El Salvador al oeste y sur del río Lempa 14 como el territorio ocupado por éstos, en lo que ahora comprende la nación salvadoreña. Quezaltepeque se encuentra ubicado en ésta área; tiene a lo largo de su dominio importantes vestigios arqueológicos, sin embargo únicamente se ha reconocido e intervenido el sitio “Pueblo Viejo”15 ubicado en el Cantón Tacachico también conocido como “Pueblo Viejo Las Marías” (Véase mapa Nº 1 y 2). Según las investigaciones arqueológicas preliminares, éste sitio fue habitado entre los años 900 y 1200 d. C., está estrechamente vinculada con Cihuatán y pertenece a la Fase Guazapa.
Durante el período precolombino el actual territorio de Quezaltepeque lo conformaron varios asentamientos, algunos de estos conservan sus topónimos como la antigua Nixapa, Atapasco, Camotepeque, Tacachico, Tutultepeque y Quezaltepeque cuya área estaba delimitada por las tres quebradas vertientes del volcán que la atraviesan El Chagüite, El Coyol y Poloncuilo. También los hubo en los cantones Primavera, Macanse y Platanillos donde existen vestigios arqueológicos, sin embargo, sus nombres en lengua materna se perdieron con el paso del tiempo.
Posterior a la incursión española de 1524 en Cuscatlán, 1550 es la fecha oficial de la fundación del pueblo de San Josep de Quezaltepeque, la cual coincide con el inicio del proceso de formación de reducciones y pueblos de indios. El Dr. Tomas López de la Real Audiencia y el Padre Tomas de la Torre sugirieron la fundación del convento de la Orden de Santo Domingo en San Salvador para pacificar y poner bajo dominio cristiano a los indígenas de la provincia de Cuscatlán16.
El convento fue construido por Tomas de la Torre, Fray Vicente Ferrer y Fray Matías Paz, con la cooperación del Oidor Tomás López cuya función fue apaciguar la resistencia a la fundación del convento que se edificó en 1551 en el valle Atapasco, como consecuencia de las terribles condiciones de los nativos bajo el sistema del repartimiento y la encomienda en el que se les trataba como esclavos. El papel mediador de los Religiosos entre los indígenas y encomendero fue visto históricamente como una acción protectora, sin embargo, es de considerar que los sacerdotes entre quienes hubo inquisidores jubilados no pusieron fin a los maltratos de los indígenas más bien dieron continuidad al proceso de conquista mediante la introducción de la religión. Los indígenas de Tacachico se mantuvieron en constante resistencia hasta casi su total desaparición, pues como puede verse en la relación de Gálvez y Corral17 para 1740 había dos indios y tres ladinos en el pueblecillo sin frutos y de temperamento tan dañoso que desde párvulos se mueren, por lo que siempre ha estado destruido18 . Los relatos de los franciscanos19 expresan que fue obra de San Francisco reducir el pueblo a cuatro indios pues el resto fue muriendo por represalias del Santo ante la persistencia de continuar con sus idolatrías, embriagueces, supersticiones y mitotes. Contrario al relato religioso los habitantes nativos no desaparecieron por castigo divino sino por los métodos empleados por los frailes para formar los pueblos de indios, entre las que se cuentan la quema de las milpas y ranchos y la caza de los nativos en los montes, entre otras, con el fin de someterlos al régimen colonial.
Tacachico fue encomienda de Marcos de Parea a partir de 154820, pueblo de doctrina del convento de los Franciscanos fundado en 1574 con el mismo propósito que el de los dominicos, para el dominio de los indígenas dispersos en las montañas. El primer asentamiento colonial de este pueblo tuvo origen en el valle de Tacachico en Quezaltepeque y posteriormente fue trasladado probablemente en el año 1676, fecha que se toma como el origen del pueblo, este hecho explica la existencia de 2 Tacachico a la par, uno cómo pueblo y el otro como cantón de Quezaltepeque, y de este traslado se recogió por escrito hacia 1888 un relato de tradición oral. Este relato religioso que fundamenta y legitima el origen del pueblo probablemente se remonte al recuerdo del traslado del primer Tacachico y la edificación de nuevo pueblo bajo advocación de San Pablo. Tacachico perteneció a la vicaría de Texistepeque de Santa Ana la Grande hasta 1754, después fue pueblo anexo de la parroquia de San Juan Opico siempre del partido de Santa Ana.
A finales del siglo XVII, había en el pueblo de Quezaltepeque tres cofradías, una de Nuestra Señora de la Natividad, una de la Santa Veracruz de indios y otra de mulatos y ladinos. El mayordomo de la primera fue el indio Josep Flores, y esta existía desde antes de 1590; y el mayordomo de la segunda fue Nicolás Baptista y esta funcionaba desde 1596. Además de éstas, había dos cofradías del convento de los dominicos, una del Dulce nombre de Jesús fundada en 1614 y otra de la Santa Veracruz fundada en 1565, cuyo alférez fue Francisco Rivera22. San Joseph de Quezaltepeque fue uno de los pueblos de indios anexos al curato de San Salvador, junto a los pueblos San Miguel Guazapa, Santa Catalina Apocpa, San Antonio Abad Cuzcatanzingo, San Miguel Paleca y San Jerónimo Nejapa que fue la cabecera de estos pueblos de indios 23 .
Conformaron su geografía, en los dos primeros siglos de la Colonia por los años 1550 - 1700, las tierras de valle de Atapasco lugar donde edificaron convento y haciendas los dominicos, las tierras donde se redujo el pueblo de indios de San Jerónimo de Nejapa, la Nejapa antigua sitiada por la erupción de 1658, el pueblo de indios San Josep de Quezaltepeque, y Tacachico, Las haciendas Tutultepeque, Los Santos Inocente, y las tierras realengas, comunales y los ejidos.
A la visita de Cortés y Larraz a la Parroquia de San Salvador había 6 pueblos anexos a ésta, y 23 haciendas. Quezaltepeque es el 5º pueblo anexo, del cual se estimó una población de 156 familias de ladinos con 1000 personas, sin contar a los niños y las familias alrededor de las haciendas en las rancherías, es decir la población rural, que vivía internada en los montes al margen del padrón religioso. A finales del siglo XVIII que se implementan las reformas borbónicas en el Reino de Guatemala, la Alcaldía Mayor de San Salvador fue elevada a Intendencia 1786-1823 y dividida en 15 subdelegaciones (San Salvador, Olocuilta, Opico, San Vicente, Zacatecoluca, Sensuntepeque, Cojutepeque, Tejutla, Chalatenango, Santa Ana, Metapán, Usulután, San Miguel , San Alejo y Gotera); la subdelegación de San Salvador estaba integrada por los curatos de San Salvador, Nejapa, Mexicanos, San Jacinto, Tonacatepeque, Texacuangos, y Suchitoto. Quezaltepeque quedó bajo el curato de Nejapa integrado por cuatro pueblos (Nejapa, Quezaltepeque, Apopa y Guazapa)24.
Puede decirse que la división político administrativa de Quezaltepeque no cambia, pues como puede verse en el informe de Gutiérrez y Ulloa de 1808, el pueblo continuó como anexo de San Salvador teniendo a Nejapa como su cabecera. Para este período inmediato al proceso de independencia Quezaltepeque se repartía entre los territorios de la hacienda Atapasco de los dominicos; la hacienda Tacachico propiedad del peninsular Gregorio Castricciones 1780-183025; la hacienda Tutultepeque de Miguel Lansel y de la Familia Bustamante hacia mediados del siglo XIX; Los Santos Inocentes hacienda de la señora Luisa de Lara a finales del siglo XVIII, y a principios del siglo XIX propiedad Don José Rossy cuyas tierras estaban en disputa por falta de tierras de ejido y comunes26; y las tierras ejidales de las comunidades del volcán.
La nueva estructuración del Estado salvadoreño establece otra división política administrativa, cómo relata Lardé Larín27, este territorio que perteneció por todo el período colonial a San Salvador dentro del curato de Nejapa, fue puesto bajo la administración del distrito de Opico en 1824 y devuelto distrito de San Salvador en 1833. En 1835 se le erige como distrito de manera que pasó a ser la cabecera de los territorios que estaban bajo jurisdicción de Opico; pero, al ser Quezaltepeque uno de los pueblo que se adhirieron a la capital de la República Federal de Centro América, el distrito de Quezaltepeque quedó sin cabecera por esta razón se habla del estado acéfalo del pueblo en 1836. Al restablecer el antiguo partido de Opico en 1839, no fue reincorporado a éste sino que continuó dentro del de San Salvador al disolverse la República Federal de Centro América.
Hacia la segunda mitad de siglo XIX, a partir de la Estadística de Ignacio Gómez28 es posible aproximarse al estado del pueblo, para el cual se estimó una población de 2,991 habitantes. El territorio Quezaltepeque no difiere en gran medida del asentamiento colonial, lo componen las tres antiguas haciendas Tacachico, Tutultepeque Atapasco, los sitios de ganado, las tierras ejidales y comunales y el centro del poder administrativo, sin embargo, para Para este período inmediato al proceso de independencia Quezaltepeque se repartía entre los territorios de la hacienda Atapasco de los dominicos; la hacienda Tacachico propiedad del peninsular Gregorio Castricciones 1780-183025; la hacienda Tutultepeque de Miguel Lansel y de la Familia Bustamante hacia mediados del siglo XIX; Los Santos Inocentes hacienda de la señora Luisa de Lara a finales del siglo XVIII, y a principios del siglo XIX propiedad Don José Rossy cuyas tierras estaban en disputa por falta de tierras de ejido y comunes26; y las tierras ejidales de las comunidades del volcán.
Hacia la segunda mitad de siglo XIX, a partir de la Estadística de Ignacio Gómez28 es posible aproximarse al estado del pueblo, para el cual se estimó una población de 2,991 habitantes. El territorio Quezaltepeque no difiere en gran medida del asentamiento colonial, lo componen las tres antiguas haciendas Tacachico, Tutultepeque Atapasco, los sitios de ganado, las tierras ejidales y comunales y el centro del poder administrativo, sin embargo, para este período se hace referencia a los asentamientos rurales de la jurisdicción como los valles Realengo, Potrerillos, Aposentos, Macanse y García. El casco urbano lo componían 300 casas, una escuela, el cabildo, la iglesia y el convento; además se contaban entre las riquezas del pueblo el puente Atapasco, una importante obra de ingeniería colonial.
Por decreto Legislativo de mayo 1865 se forma el Departamento de La Libertad integrado por dos distritos, el Distrito de Nueva San Salvador y El Distrito de San Juan Opico, dentro este último, queda el pueblo de Quezaltepeque. Para estos años la delimitación territorial es más precisa pues aparte de las tres haciendas mencionadas y un ejido, se identifican la Aldea San Francisco Realengo y doce valles29: Aguacate, Segura, Agua Caliente, Primavera, Jirón, Santa Lucía, Santa Rosa, Platanillos, San Juan Los Planes, Macanse, La Majada y Sitio El Niño30.
Se sabe que, al menos hasta 1865 solo existe una escuela en el pueblo, cuyo principal obstáculo para el avance en la educación era la asistencia de alumnos, que aún no se lograba garantizar, aparentemente porque los padres preferían emplearlos en tareas domésticas y en la agricultura por lo cual constantemente los sacaban de la escuela.
Cinco años después se identifican tres escuelas en el municipio y dos de ellas son rurales, una situada en el valle Jirón y otra en el valle Platanillos.
Curiosamente para 1870 el estado deficiente en la educación se le atribuye a la negligencia del preceptor, pues de las tres escuelas, únicamente funcionaba la de Platanillos, la cual pese a la falta de un local y útiles presentó buen desempeño en el aprendizaje de los alumnos ese año, gracias a los esfuerzos de los padres de familia31; es decir, contrario al discurso de 1865, que culpa a los padres del negar la escuela a sus hijos, para 1870 se está hablando de padres organizados con interés en la educación.
Para el inicio de esta década de 1870 además de hacer funcionar una escuela rural se contaban entre las obras de progreso la construcción de 18 casas de tejas en el interior del municipio, y la apertura de caminos de dos ruedas. Según hoja estadística de 1873 la población del municipio era de 2,927 habitantes32.
Respecto a la agricultura las plantaciones aseguraban buenas cosechas de añil, azúcar y granos. Tales avances en obras públicas, educación, más el crecimiento en la agricultura y comercio fueron parte del argumento bajo el cual en marzo de 1874 el pueblo fue elevado a la categoría de Villa. A Finales de la siguiente década, en 1888 la población de la villa es de aproximadamente 4,085 personas33, el pueblo está conformado por 106 casas, dos portales, y los edificios municipales (cabildo, escuela, palacio municipal, comandancia y cárceles) entre los que se cuentan los inmuebles religiosos (convento, iglesia, calvario y cementerio); en el interior, el territorio estaba repartido en 38 fincas, 6 haciendas y 45 terrenos, más cierta cantidad, no registrada, de casas, parcelas y terrenos rurales. Para esta época dos de las haciendas coloniales Atapasco y Tacachico se han fraccionado, la primera en Atapasco Grande y Atapasquito y la segunda en Tacachico, Segura y Paso
Hondo.
En 1897 se pretendió anexar las haciendas Segura y Paso Hondo de Quezaltepeque a la jurisdicción del Paisnal, para una mejor administración y control de la policía sobre los colonos de estas haciendas, situadas a una legua de centro administrativo del Paisnal mientras que de Quezaltepeque, a siete leguas.32
Si bien no se logró pasar Segura al Paisnal, pero en 1912 el territorio disminuyó al perder las tierras de la Hacienda Tutultepeque que pasaron a formar parte del Municipio de Nejapa por decreto legislativo, la razón de esta ruptura se justifica en la necesidad de ampliar el territorio de Nejapa, sin embargo, hay que considerar que los vínculos de la Hacienda Tutultepeque con el centro de poder municipal siempre fueron débiles, relacionándose ésta directamente con el poder central, y la incidencia de sus propietarios para efectuar este cambio siendo los Bustamante importantes funcionarios dentro del gobierno34 ocupando cargos en la Junta de Fomento, y relacionados a ésta.
La villa fue elevada a ciudad en 1905 y en mayo de 1915 se separa administrativamente del distrito de Opico y pasa a integrar un tercer distrito para el Departamento de La Libertad, el distrito de Quezaltepeque creado por decreto legislativo, y a éste se agregó el pueblo de San Pablo Tacachico como anexo.
Otro cambio importante en la delimitación territorial fue la desmembración de doce caballerías de la Hacienda Tacachico, que constituían una finca de propiedad de Doña Elvira Mercedes González de García González que le fueron otorgadas al Doctor Fernando López originario de Santa Ana, en 1916.
El terreno lotificado lindaba al oriente con la Hacienda Tutultepeque, al norte con terrenos que fueron de Don Gustavo Ramón González, al poniente con la Hacienda El Jocote quedando de por medio el río Sucio, y al sur con terrenos que fueron ejidos del pueblo de Quezaltepeque separados por la quebrada la Mica35.
Las doce caballerías fueron divididas en más de 23 lotes entre una manzana y más de ocho manzanas, que se vendieron a 50 y 60 pesos cada una, lotes que fueron comprados por vecinos de los valles Jirón y Platanillos, colonos de Tacachico y jornaleros originarios de Coatepeque y Chalatenango entre los años 1919 y 1923, quienes viajaban a Quezaltepeque por temporadas de trabajo desde finales del siglo XIX. La venta de parte de la Hacienda Tacachico dio origen a un nuevo valle y fue así como surgió a principios del siglo XX el Cantón Las Mercedes, que conservó el sobrenombre de la finca, con el que se consolidó la actual división político-administrativa al interior de Quezaltepeque (Véase mapas 3 y 4).
Oficialmente el interior del municipio de Quezaltepeque quedó integrado por 13 cantones repartidos en 47 caseríos (Véase cuadro Nº 1). Los nombres de los cantones y caseríos responde a apellidos de las familias más antiguas de la población que habitaron los valles, algunos pertenecen a antiguas haciendas y fincas, y otros son topónimos originarios. También se perdieron muchos nombres de lugares importantes como el de Los Tetuntes, cuya delimitación no está del todo clara pero que al parecer fue parte del territorio de una comunidad indígena extinguida.
Comprenden parte de la historia geológica del municipio importantes fenómenos naturales que han cambiado el paisaje físico sobre todo las erupciones volcánicas tanto las antiguas de las que no existen estudios pero que hay una marcada presencia de lavas antiquísimas en los suelos, así como las erupciones del Volcán de San Salvador o Quezaltepeq. La terrible erupción de 165841 destruyó las haciendas en el contorno del antiguo pueblo de Nejapa, pueblo que quedó sitiado por la lava, arruinó las Estanzuelas de indios y afectó la hacienda Atapasco del convento de los dominicos42.
Esta erupción del playón originó el traslado de los pobladores de Nejapa, que inmediato al suceso se repartieron entre Quezaltepeque y Opico, posteriormente fueron agregados al pueblo de Quezaltepeque, donde los nejapas ocuparon las tierras del noroeste en las riberas del río sucio, este asentamiento temporáneo dio origen al valle sitio de los nejapas, lugar que habitaron los despoblados antes de trasladarse al Valle Camotepeque de donde finalmente se movilizaron al actual territorio en el que está ahora Nejapa.
En junio de 1917 hubo otra movilización de pobladores de los valles del volcán hacia los valles del norte del municipio, ocasionada por la erupción del Volcán de San Salvador. Los temblores dejaron en ruinas las casas de adobe del pueblo, a excepción de las casas modernas recién construidas y el cabildo, la casa de la hacienda Miranda fue arrasaba por una de las corriente de lava43.
Las lavas de ésta erupción cubrieron los suelos de Quezaltepeque sobreponiéndose a las anteriores, de ésta manera se amplió el bosque negro, el cual se forman con la vegetación que se levanta sobre las rocas volcánicas más antiguas, esta extensa área cubierta por lava que se extiende desde la cima del volcán hasta el cantón El Puente y es conocida como el playón.
Existe el relato que esta erupción provocó el traslado de una laguna que estaba en el cantón El Puente, donde aún se encuentran rastros acuíferos de la laguna que al parecer fue absorbida reapareciendo en Chanmico, donde se encuentra actualmente. Sobre la charca que quedó en Quezaltepeque, vestigio de este fenómeno natural, se cuenta que ahí hubo una vez una laguna y que ésta se la llevó una bruja quien la puso dentro de un huevo.
El territorio que corresponde a Quezaltepeque está dentro de cuatro zonas climáticas diferentes, por tanto el municipio es afectado por cuatro estados del clima (Véase mapa Nº 6). La mayor extensión de sus tierras está en la categoría de valles bajos, sabanas tropicales o tierra caliente con una elevación de los 0-800 msnm; tiene una menor proporción de valles superiores o sabanas tropicales calurosas entre los 800-1200 msnm; una pequeña parte de clima tropical de altura de tierra templada entre los 1200-1800 msnm; y una escasa área de clima tropical de altura o de tierra fría entre los 1800-2700 msnm44.
La principal cuenca hidrográfica de Quezaltepeque es el Río Nixapán, Sucio o Negro que nace del rebalse de la Laguna del Valle de Zapotitán y forma su caudal con los arroyos que desembocan en sus aguas, cruza de sur a norte y separa los departamentos de La Libertad y San Salvador, su trayecto por el municipio es de 14 kilómetros. Antiguamente este río de agua salobre tuvo un amplio caudal y era navegable. Afluentes del Río Sucio son el Río Claro que se forma de las aguas de la vertiente “La Toma”, la quebrada el Agua Caliente que vierte del nacimiento “La Llorona” en Platanillos, quebrada “El paso” o Santa Lucía a la que se unen El Coyol y el Chagüite, Quebrada Honda, quebrada el Copinol, quebrada “La Mica”, la quebrada Tacachico y Paso Hondo, Poloncuilo, entre otros pequeños arroyos de invierno (véase mapa No. 7).
Los informes de finales del siglo XIX se anticipan en anunciar la deforestación del territorio de Quezaltepeque producto de la extensión de tierras labradas para la agricultura y la comercialización de maderas para la construcción. La hacienda Tacachico además de caracterizarse por ser productora de añil, granos, azúcar y ganado, también incurría en la explotación de maderas, algunas de las tierras que destinaba a este rubro se ubicaban en la Loma del Espino, en el actual cantón Las Mercedes, donde además mantenía extensos zacatales.
De estas tierras denominadas como tierras bajas se sacaba las maderas del quebracho, el guachipilín, el güiligüiste, el tempisque, el chichipate, el iguano, la caoba, el salamo, el laurel, el maquishuat y el cedro utilizado para elaborar los horcones de las casas y muebles. Otros árboles explotados no por sus maderas sino por sus propiedades eran el sicagüite y el nance para la curtimbre y el de mora para la tinta. La otra zona de explotación de maderas es el sureste del municipio de donde se extraían el Tatascamite utilizado para la construcción de viviendas, para carbón y herrería, y las varas de cuilote para elaboración de paredes.
Desde la época colonial la tala de árboles de finas maderas como la caoba, al igual que las carboneras, incidieron en la reducción del área boscosa, sin embargo fue el cultivo del café el cual incrementó la destrucción del bosque primitivo, al sustituirlo por árboles de sombra apropiada para producir café de buena calidad, sobre todo en las tierras altas del Volcán. La siguiente cita refiere la desaparición de las montañas de Quezaltepeque ubicadas en el Volcán de San Salvador45 y la sustitución del bosque por el paisaje cafetalero:
“Aunque estas tierras volcánicas a las que me refiero antiguamente se componían de colinas montañosas que se constituían también en guarida de todo género de fierras y animales silvestres del país hoy todo se ha extinguido con el adelanto de la Agricultura pues ya no existen montañas de ningún género”46. A eso también se agrega el uso de maderas para las calderas del ferrocarril, introducido a finales del siglo XIX.
La misma cita da cuenta cómo el desaparecimiento de los bosques implicó la destrucción de la fauna, sin embargo pueden mencionarse algunas especies de animales como el coyote, tigrillo, el zonto o gato de monte, el mapache, el micoleón, la cotuza, el venado, el conejo de monte, el puerco espín, el cusuco, la iguana y el garrobo, varias especies de culebras: masacuata, tepolcuba, chinchintora, tamagás, el coral, bejuquilla; varias especies de pájaros como la chachalaca, la chacha o gallina de monte, el gavilán sarado, el cenzontel, la chiltota, el cheje, el tecolote, el talapo, y los pericos barranqueños que se crían en las barrancas del Río Sucio, entre otros.
Los depósitos de lava volcánica fueron favorables para la preservación de especies como el coyote y el tigrillo, entre otras que tiene su hábitat en las áreas cubiertas de lava, pese a que las montañas del maipaisal47 no estuvieron fuera del alcance de la explotación de madera, a finales del siglo XIX aserradores incluso de otros municipios solicitaban al gobernador departamental permiso para cortar árboles en el malpais para construcción de edificios, debido a la calidad de maderas que el teshcal preservó.
[i] El Salvador La Tierra y el Hombre, Browning David. Pag. 172.
[ii] Llamado así, por el sitio actual donde se encuentra conocido como Pueblo Viejo Las Marías o Hacienda Las Marías.
[iii] Diario Oficial, tomo 375, nº 72. Resolución Interna 0003 publicada por CONCULTURA el 21 de abril de 2007.
[iv] Lo alcanzado en materia de responsabilidad del Estado ha sido posible al esfuerzo de reconocimiento, estudio y difusión que instituciones locales como la Fundación Quino Caso han desarrollado en los últimos diez años.
[v] Infraestructura donde se dé procesaba la extracción del colorante azul, llamado añil.
[vi] Quezaltepeque en tan solo doscientos años invisibilizó a la gente indígena como comunidad cultural y se interpuso un nuevo grupo poblacional surgido del cruce entre españoles e indígenas, el mestizo o ladino. En poblaciones donde se cultivó el añil con cierto grado de intensidad, se vio aumentada la desestructuración de la comunidad indígena, esto lógicamente tiene que ver, con el fuerte impacto que ocasionó la aplicación de los modelos económicos, religioso-ideológicos que imponían los españoles y sus descendientes. Esto se manifestaba en tres acontecimientos importantes: 1. Donde había añil se había intensificado la propiedad privada a través de la hacienda en detrimento de la tierra como parte de la comunidad, lo cual permitía la cohesión de la comunidad indígena, alrededor de lo que venía sobreviviendo de su cosmovisión ancestral. 2. Las difíciles condiciones laborales en las haciendas añileras eran propensas al desarrollo de enfermedades que afectaban a la población indígena y de las cuales no tenían respuestas sus organismos, ni un medio de salud que les cubriera. 3. El contacto más directo entre español e indígena, facilitó las condiciones para que se cruzaran genes y cultura, lo cual va dando lugar a una creciente población ladina, que va modificando las lógicas de asentamiento y las características socioculturales de los territorios, entre estas una profundización de la discriminación contra el indígena.
[vii] Esta hacienda estaba dentro de los límites territoriales de Quezaltepeque antes que fuera cedida al pueblo indígena de los Nixapa afectado por la erupción volcánica de 1658.
[viii] El Salvador Historia Contemporánea, Carlos Gregorio López Bernal, p.268
[ix] La Prensa Gráfica, Revista Dominical, 9 de diciembre de 2007.
[x] Para transportar los productos agrícolas a principios del siglo diecinueve había en El Salvador únicamente tres puentes, uno de piedra y los otros dos de madera (David Browning, El Salvador La Tierra y El Hombre, p. 274.)
[xi] El salvador la Tierra y El Hombre, David Browning P. 139
[xii] Idem, p. 207
[xiii] Estos nuevos asentamientos que se constituían a partir de las migraciones que hacia la población indígena de sus asentamientos tradicionales se les llamaba “Pajuides”, los cuales eran poblados clandestinos de refugio para evadir el pago de tributo y demás exacciones coloniales (El Salvador, Historia Contemporánea, López Bernal Carlos y Knut Walter Franklin, p. 271.)
[xiv] Chavarría y otros, “Guía de aplicación de leyes y ordenanzas tributarias municipales y sus efectos en la recaudación de impuestos de la Alcaldía de Quezaltepeque”, Universidad de El Salvador, p. 15.
[xv] David Browning, El Salvador la Tierra y El Hombre, p. 293.
[xvi] Segundo Montes, El agro salvadoreño (1973-1980), p. 39.
[xvii] David Browning, El Salvador la Tierra y El Hombre, p. 263.
[xviii] Idem, p. 266.
[xix] D.O. 25 de agosto, 1854
[xx] Segundo Montes sostiene que con la introducción del café en la estructura económica del país se consolida el modo de producción capitalista en El Salvador, el cual afecta a todos los niveles de la realidad, el social, el cultural, el político y el ideológico. Con la extinción de tierras ejidales y comunales se separa a las mayorías poblacionales para el caso indígenas y mestizos de su medio de producción, la tierra; y los convierte en una fuerza de trabajo libre, desposeídos de su medio de sustento con la excepción de su energía. Por otro lado, el café permite a partir de las condiciones legales que propicia el Estado, la regulación y coacción de esa mano de obra libre, la apropiación de los medios de producción en pocas manos y en consecuencia la acumulación y concentración de riqueza en una reducida élite económica que tiene sus expresiones también a nivel local y que de alguna manera cambia: de la elite añilera a una nueva, la elite cafetalera, donde hay participación de inmigrantes extranjeros.
[xxi] D.O. 7 de octubre de 1953.
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Por Roberto Ayala
El gobierno inaugurado en mayo de 2018 ha acelerado y profundizado la puesta en marcha de las llamadas políticas neoliberales. No se trata solo de la política económica. El proyecto neoliberal busca imponer una reestructuración social en profundidad. Quiere cambiar la estructura social, el marco cultural, las mentalidades. El neoliberalismo trae aparejado un giro autoritario, que responde a o anticipa un incremento del malestar y la conflictividad social. En ese marco general, colocamos el análisis de los ataques a la Universidad Pública. Porque lo que pasa en la Universidad, es una expresión de lo que pasa en el país.
La reestructuración social neoliberal y el empuje conservador, el salto autoritario, crean condiciones político-culturales para el ataque a la Universidad pública. La reestructuración neoliberal busca disminuir el peso social de lo público, y un aspecto particularmente relevante de ello es erosionar el alto prestigio social de las universidades públicas (tarea nada sencilla en un país en el que los negocios privados del sector, tras 40 años, siguen siendo objeto de una consideración claramente inferior a la de los centros públicos). Por ello, entender el enconado ataque de que son objeto requiere comprender el proyecto neoliberal y sus implicaciones más amplias.
Pese al largo predominio de las políticas neoliberales, las universidades públicas en Costa Rica, como en buena parte de América latina, siguen siendo los principales centros de formación superior, tanto en la docencia como en la investigación, más allá de y pese a sus inocultables deficiencias y carencias. Considerando la infraestructura física, el nivel general del personal académico, los centros de documentación y biblioteca, la infraestructura tecnológica y las condiciones de acceso de estudiantes, profesionales y docentes, la concepción general de la formación, el trabajo de extensión social y, en general, el impacto social en lo económico, diversos aspectos de lo cultural y, finalmente, en la actividad científica y tecnológica en el país, los centros públicos están muy por encima del nivel de los mejores negocios privados. En ningún lugar como en la educación superior, y la salud pública, se hace tan patente las limitaciones de lo mercantil.
Por otro lado, pese a que las universidades públicas no pueden escapar al denso clima ideológico-cultural impuesto por los sectores dominantes, y de que, como órganos del Estado del capitalismo periférico costarricense, pertenecen a un dispositivo institucional diseñado y operado para cumplir con funciones y aportar insumos y servicios imprescindibles en la reproducción del orden social y económico (en particular, aportando personal profesional capacitado a los distintos segmentos del mercado de trabajo), a lo que hay además que agregar su dimensión de agencia ideológica orientada a la construcción de hegemonía, pese a todo ello, por su carácter peculiar, de lugares de concentración del acervo, transmisión, creación, examen y debate, del conocimiento social disponible (el ‘general intellect, de que hablaba Marx), siempre resulta posible crear y encontrar espacios relativamente abiertos de elaboración y reflexión críticas. Esto señala el carácter paradojal de las Universidades públicas, por un lado, dispositivos de la autoreproducción del orden social y fuente de relatos fundamentadores; por otro, ámbitos en que, sometidos a todo tipo de presiones, represivas y de adaptación, pueden desarrollarse expresiones de pensamiento e investigación crítica, conectadas directa o indirectamente a diversos movimientos y luchas sociales.
En un determinado momento histórico, claramente el período de la segunda postguerra, la creación y/o impulso del sistema de educación superior pública, se articulaba al proyecto desarrollista. El fomento de la industrialización demandaba ocupaciones y destrezas diversas. El proceso de modernización encabezado y dirigido por el Estado lleva a la multiplicación de sus funciones y órganos, conjunto ordenado alrededor de la tarea de potenciar el crecimiento económico, orientado a la sustitución de importaciones y la creación de condiciones las más propicias para la proliferación de todo tipo de iniciativas empresariales privadas. Un elemento del diseño consiste en el reforzamiento, o creación, de un mercado interno de consumo capaz de absorber buena parte de la producción en las primeras subfases del ‘take off’ rostoviano. En la medida que, en el caso latinoamericano general, los mercados de exportación se mantuvieron prácticamente cerrados para todo lo que no fuera materias primas, junto al hecho de que el nivel de integración regional del proyecto modernizador impulsado desde la CEPAL (Prebish), no pasó de las declaraciones de buenas intenciones y alguna burocracia inoperante, el estímulo del crecimiento y la ‘modernización’ dependió sobre todo de la profundidad, y los límites, del mercado interno.
En ese marco, la universidad pública pasa a desempeñar un papel central y a ocupar un lugar social principal. Para fines de los años 60 y comienzos de los 70, la universidad pública es el objetivo de todo joven, sobre todo en el conurbano, de familias trabajadoras de mediano ingreso. Un torrente de hijos e hijas de padres con apenas estudios secundarios, asumían un notable cambio cultural y de mentalidad. Ir a la universidad se tornó parte de las expectativas socialmente incorporadas por este sector social. La mayoría de clase media baja, familias trabajadoras de medio nivel de capacitación, en las cuales, no raro, la madre se desempeñaba como ama de casa. La creciente diferenciación y complejización social, facilita el consenso social en torno a la financiación de una rápida expansión del número y capacidad de los centros universitarios públicos[1].
En América latina, al menos en buena parte, la universidad pública es el instrumento principal de movilidad social ascendente, el camino a la condición de ‘clase media’ moderna, con el boleto de acceso al patrón de consumo y al estilo de vida correspondientes. No pocas veces es también la plataforma para la realización de estudios de postgrado en el exterior, una experiencia culturalmente renovadora, de superación del talante provinciano. Es por la universidad de fines de los años 70 (y siguientes), con desarrollos variados según las diversas situaciones y lugares, que pasa todo lo que asociamos con ‘los años 70’, el ‘setentismo’, que en Centroamérica tiende a correrse más hacia los 80, atenuado en diversos grados por las condiciones sociales y culturales en la mayor parte de la región. De la cultura rock, entre los jóvenes de clase media acomodada, a la militancia en las distintas expresiones de la izquierda, del protagonismo del movimiento estudiantil universitario al ascenso de la Sociología hacia el lugar de privilegio de la cultura intelectual-progresista, de la apresurada y desaprensiva ruptura con la moral sexual conservadora-católica al consumo ‘social’ de marihuana, de los conciertos de música de protesta a las noches de bohemia, con cierto exceso… Tendencias sociopolíticas, culturales y microsubjetivas que encuentran expresión en la Costa Rica de la época, en grupos minoritarios claro, pero que en buena medida marcan la tendencia y protagonizan la escena del momento. El autorepresentado país de pequeños propietarios rurales se enrumbaba a lo urbano y a un cambio cultural y de mentalidad importante, entre sectores y grupos decisivos. La Universidad fue uno de los principales vehículos. Los años 70 vieron el despuntar de un gran cambio cultural, la expresión local del que recorría el mundo desde las sociedades del capitalismo avanzado, y la universidad fue el lugar donde más desenfadadamente resonó.
La crisis de comienzos de los 80, representa un tropiezo abrupto y el punto de arranque de otro cambio importante. El modelo de acumulación y crecimiento desarrollista que había impulsado una gran trasformación social dentro de los límites del capitalismo periférico, entra en crisis, alcanzado por la crisis de endeudamiento. Las políticas neoliberales hacen su irrupción y se imponen, primero como respuestas ad-hoc, luego como nueva ortodoxia. La reorientación de la economía hacia la exportación, de bienes no tradicionales y de servicios turísticos, y la atracción de inversión extranjera, desplaza la preocupación con el mercado interno de consumo. Comienza el proceso de ensanchamiento de la desigualdad de ingreso y riqueza. Las políticas neoliberales avanzan sobre el legado desarrollista. Achicamiento del Estado y transferencia al sector privado de funciones diversas, venta de activos y privatizaciones, gran reducción del peso relativo del empleo público, subsidios diversos, exoneraciones y reducción de impuestos a las grandes empresas y los más ricos, privilegios y entrega al capital extranjero, TLC’s, normativa ultraliberal del banco central, política cambiaria como recurso de ajuste, apertura externa, la política antiinflacionaria como pretexto para atacar los salarios y la capacidad de inversión del Estado, flexibilización del mercado laboral, ley ‘de protección’ del trabajador, saturante campaña de los medios de comunicación corporativos, etc.
Las universidades públicas se defienden, pero no son inmunes. Los distintos estamentos de la comunidad, casi siempre con el movimiento estudiantil a la cabeza, no necesariamente las federaciones de estudiantes, dan muestras de una enorme capacidad de resistencia, alcanzando victorias significativas, aunque parciales. En la primera década del siglo veremos dos espectaculares expresiones de movilización social con fuerte participación universitaria, el llamado ‘combo 2000’ y el desarrollo ‘in crescendo’ del movimiento contra el tratado de libre comercio con EEUU, durante los años 2005-2007. Con todo, el embate privatizador, acorazado y fogoneado por un gran bloque de intereses y un cada vez más hegemónico discurso ideológico, continúa avanzando, absorbiendo los tropiezos. No se privatizaron las universidades públicas, pero hay muchas formas de someter a lógica de mercado la educación superior.
En 1976 inicia actividades la UACA, primer negocio privado del país (auspiciado por ANFE). La élite política le concede la condición de ‘fundación sin fines de lucro’, es decir, una más de las formas de exonerar (evadir legalmente) del pago de impuestos. Algunos apellidos ilustres y fuertes vínculos con el poder social y político, arropan los pasos iniciales del proyecto. Más de 40 años después el centro privado sobrevive en la intrascendencia. Con todo, en esas 4 décadas, se crearon en el país más de 50 centros de estudios privados, una buena parte clasificables en el rubro de ‘universidades de garaje’[2]. Usinas de títulos sin verdadera fiscalización ni control de calidad, centrados en carreras con mercado laboral hace mucho saturado (con alguna excepción, del todo accidental e institucionalmente inestable), no pocas veces carentes de las más elementales condiciones materiales y profesionales exigibles. Un burdo intento de maquillar la situación consiste en la espuria distinción entre ‘universidades de docencia’ (privadas) y ‘universidades de investigación’ (públicas). Pero una universidad que no hace investigación no es una universidad, es un colegio, un mero centro de enseñanza. Y aún la docencia en los negocios privados es deficiente, por falta de condiciones básicas, como bibliotecas y centros de documentación bien dotados, entre otras.
Dos factores alcanzan particular relevancia en la notoria floración de negocios privados: primero, la modernización y urbanización del país, alimenta el interés cultural, o impone la necesidad social, de buscar una certificación de educación superior, en el intento de lograr una inserción en el mercado laboral más promisoria. Por otro lado, mientras el interés y la demanda de acceso a la educación superior crecía, la oferta de cupos de los centros públicos se estancaba o avanzaba muy por detrás del crecimiento de la demanda. Puesto en breve, la limitación de los cupos en las Universidades públicas ha sido uno de los más importantes factores, sino el principal, del crecimiento acelerado de los negocios privados[3].
A partir de los años 90, decenas de miles de jóvenes se lanzan a la extenuante tarea de articular trabajo y estudio, en el intento de mejorar su posición social, colocando entre paréntesis el tema de la calidad de la formación recibida en los centros privados, y en un momento en que la economía del país crecía a un ritmo de 4-5% promedio, generando ya una cantidad insuficiente de empleo, pero muy por encima del desempeño de la última década. El crecimiento de los negocios privados a un ritmo bastante superior al de los centros públicos, es una forma de privatizar la educación superior. Pero no es la única.
Ante la imposibilidad, hasta el momento, de avanzar con una política de privatización directa de las Universidades públicas, posición de los sectores liberales más duros[4], el proyecto de mercantilizar la educación superior ha tenido que recurrir a mediaciones. Desde la permanente puja, limitación y regateo, en torno al presupuesto universitario, y, cuando se ha podido, directamente recorte, como en los últimos años, hasta una creciente derivación de la oferta de algunas carreras, de particular prestigio y/o demanda, como medicina, odontología, periodismo, derecho, psicología, administración, educación, hacia los negocios privados[5]. Otra vez, sin mecanismos efectivos de control de la calidad de la formación, planes de estudio, nivel del personal docente o recursos pedagógicos, tecnológicos y de investigación.
El clima cultural y el proceso de reestructuración social neoliberal también se manifiestan en la universidad pública en la forma de ajustes paulatinos en los programas de estudio, orientados en el sentido de un practicismo que, so pretexto de adecuar los programas a las necesidades ‘sociales’, en realidad al mercado de trabajo y los específicos requerimientos de las empresas, produce un amezquinamiento de la formación; en una reorientación de los planes de estudio que da particular énfasis a los aspectos más aplicados, no pocas veces presentados en abierta contraposición con ‘lo teórico’, entendido como sofisticación inútil. Más que profesionales con sólida formación teórica y capacidad de análisis, se busca proveer técnicos. Degradando la relación teoría/práctica, se debilita la capacidad de pensamiento innovador, la actitud crítica, la capacidad de plantear los problemas fuera del marco del sentido común de la actividad específica; la transmisión de conocimiento se contrapone sin justificación a la capacidad para construirlo, y se olvida que ‘no hay nada más práctico que una buena teoría’. Ya no importa saber por qué pasan las cosas, solo saber cómo se hacen y como hacerlas bien, interesa saber hacerlas y hacerlas lo mejor posible. De ello resultan individuos que consiguen abordar problemas prácticos, pero que enfrentan carencias difíciles de remontar cuando de generalizar y pensar de manera abstracta se trata. Eso limita la capacidad para discernir los aspectos compartidos de problemas diferentes. Sin capacidad de abstracción y generalización no puede haber conocimiento científico.
La tendencia practicista está de una u otra manera siempre presente en el mundo capitalista. Ya en el siglo XIX se puede observar la tecnologización del desarrollo del conocimiento científico, condicionado por las necesidades de la acelerada expansión del capitalismo industrial. La mercantilización de la investigación tecnocientífica permite entender el desconcertante desequilibrio entre lo que se ha destinado en el último par de décadas al desarrollo de la tecnología de teléfonos inteligentes y los recursos destinados a campos de conocimiento no directamente vinculados con los intereses de las grandes corporaciones, pero sí muy próximos al tratamiento de problemas y penurias sociales acuciantes. No son las necesidades sociales las que principalmente fijan las pautas de la educación y la investigación, sino los requerimientos de la competitividad empresarial (y la competencia entre los Estados de las potencias centrales). Los obstáculos para el avance de la ciencia son fundamentalmente sociales.
El practicismo en la formación impone la búsqueda no precisamente de conocimientos, sino de competencias. La educación superior debería mantener como objetivo buscar formas de articular la instrucción profesional, sólida y actualizada, con una aproximación puesta al día a lo que en el mundo germano se denominó ‘bildung’, es decir, la formación que pone al individuo en relación con su herencia cultural, tanto de su comunicad como la humana general, y que le permite elevarse al plano de su condición histórico-universal, a la comprensión y conciencia de su historicidad, de ese mundo que hacemos y que sin embargo nos arrastra[6]. Pero la mercantilización y el practicismo no están interesados en desarrollar bildung, sino en formar ‘recurso humano’, instrumental en el mercado.
La mercantilización se manifiesta (como tendencia en América latina) también por otras vías, acaso menos evidentes, en los intentos de crear una absurda contraposición entre las áreas de ingeniería y tecnología y las ciencias sociales, humanidades y artes (lo cual en realidad, es una expresión de lo visto en el párrafo anterior); en la presión ejercida en dirección al autofinanciamiento de las universidades y el objetivo de recuperar una parte significativa de los costos de la educación mediante cargos a los estudiantes y sus familias (lo cual encarece enormemente la educación superior, restringiendo su acceso y/o produciendo la crisis de endeudamiento de los estudiantes de la que tenemos noticia tanto en EEUU como en Chile). El alza de las tarifas y el creciente traslado a los estudiantes de los costos, se observa con claridad en los estudios de postgrado.
Las limitaciones presupuestarias se traducen en restricciones crecientes en los más diversos ámbitos. Desde los sistemas de becas, el programa de residencias estudiantiles, recursos informáticos y diversos servicios de apoyo a los estudiantes provenientes de familias de medio y bajo nivel de ingreso, hasta la restricción en la oferta de cursos y cantidad de grupos, de acuerdo a la demanda, la degradación del trabajo docente con el nunca resuelto problema del alto porcentaje de el mal llamado ‘interinazgo’, caída de los sueldos, sobre todo del personal sin estabilidad laboral, así como recortes a los fondos de investigación. La privatización de la educación superior es un empeño que avanza por distintas vías.
Finalmente, la mercantilización tiene su complemento en la elitización de las instituciones públicas de educación superior. La elitización de las universidades públicas erosiona, previsible y comprensiblemente, el respaldo social, hace una contribución inestimable a la campaña de la derecha liberal contra el prestigio de las instituciones, que borra su insustituible contribución a la sociedad, presentándolas como poco más que un club de privilegiados y un festival de despilfarro de los dineros públicos. Típicamente, por un lado, inducen la elitización para luego utilizarla como justificación de la campaña de desprestigio y palanca de la mercantilización. El hecho es que, de una u otra forma, los aspectos ya mencionados coadyuvan a la selectivización del ingreso. Informes recientes indican que dos terceras partes de la población estudiantil de nuestras universidades públicas proviene de las familias de los dos quintiles superiores de ingreso. Pero la situación es aún más restrictiva en los casos de la UCR e ITCR.
Es un hecho que hay una sobre-representación de los jóvenes provenientes de familias de clase media alta y profesional, y que los hijos de las familias trabajadoras de mediana y baja calificación enfrentan grandes dificultades para acceder a las instituciones públicas, y a las carreras con nota de corte para admisión más alto. Lo cual produce la desconcertante paradoja de que los jóvenes de familias trabajadoras deban orientarse hacia los centros privados para intentar dar cumplimiento a su aspiración de acceder a estudios universitarios. Y entonces han de lidiar con los temas ya abordados, de baja calidad de la enseñanza general y tarifas crecientes, lo que además tiene una consecuencia más opaca, una mayor dificultad para alcanzar los puestos de trabajo mejor remunerados.
Pocas cosas hay tan absurdas como una ‘institución de educación superior con fines de lucro’. Tanto más si se maquilla la situación para enmascarar la realidad. Los negocios privados de la educación superior, han gozado de un fuerte impulso en los últimos 40 años. Los resultados han sido apenas mediocres, en el mejor de los casos. Pese a lo cual han experimentado una fuerte expansión. Se ha buscado instalar la percepción de que existe una situación de competencia real entre las universidades públicas y los negocios privados, creando un clima de opinión en el cual se subrayan las supuestas ventajas de los últimos: menor duración de las carreras, a costa de la solidez y profundidad de la formación, una orientación neta hacia las necesidades del mercado de trabajo, lo cual estimula planes de estudio practicistas, un ‘fuerte vínculo empresarial’, eufemismo referido a la densa carga ideológica del clima organizacional (‘potenciamos tu competitividad’ es uno de los lemas de la ‘Universidad Latina’), la flexibilidad de los horarios, lo cual ‘permite vincularse más rápidamente al mundo laboral, mientras se estudia’, rasgo que, en lo que tiene de positivo, desaparecería en los principales centros, tan pronto consiguieran debilitar suficientemente a las instituciones públicas.
La campaña privatizadora/mercantilizadora busca socavar por distintas vías la educación superior pública. Así como no se puede entender la atmósfera ideológica hostil a las universidades públicas, patrocinada por los medios controlados por poderosos grupos económicos y la derecha política, sin consideración de la agenda neoliberal que impulsa una reestructuración social en profundidad en el país, desde hace décadas, tampoco se puede pretender que la superación de las amenazas se dará dentro de los límites de la institución académica. Resulta imprescidible que las comunidades académicas comprendan, se involucren y asuman sus responsabilidades en los movimientos sociales (como tantas veces en el pasado) que intentan frenar y revertir la reestructuración social neoliberal, como parte de los procesos más amplios que buscan una salida a los crecientes desequilibrios y los elementos de crisis civilizatoria del capitalismo.
Tal cosa, por supuesto, exige enfrentar con determinación a los enemigos de la educación superior pública, pero también hacerse cargo de las limitaciones y deformaciones internas que, inadvertidamente o no, facilitan su trabajo. Desde la elitización hasta la degradación laboral del mal llamado ‘interinazgo’, pasando por un examen de admisión que premia y convalida las desigualdades previas, hasta los problemas vinculados con la investigación, postgrados, sedes regionales, injustificables brechas salariales, etc.
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Vargas Llosa, M.; Levine, B. EL DESAFIO NEOLIBERAL. Ed. Norma. Bogotá. 1992.
[1] Entre 1967 y 1981 se pasó de 6mil a 54mil estudiantes universitarios, casi todos en las universidades públicas. Ruiz Angel. LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN COSTA RICA. Ed. Universidad de Costa Rica. San José. 2000.
[2] En 1994, 24% de los estudiantes lo hacían en centros privados, actualmente tal porcentaje se eleva a algo más de 50% (dato difícil de precisar pues los negocios privados ni siquiera tienen la obligación de reportar su número de estudiantes). Del porcentaje que lo hacen en las Universidades públicas, 15% corresponde a la modalidad a distancia, la UNED.
[3] Por supuesto, influye poderosamente también que los centros públicos casi no ofrezcan carreras en horario nocturno, lo cual prácticamente imposibilita el acceso a la juventud trabajadora.
[4] Para el Banco Mundial, la educación superior es un bien privado, no público, al igual que la atención de salud de tercer nivel, lo cual justificaría su desplazamiento al ámbito del mercado, donde el acceso estaría del todo mediado por la capacidad de pago, despejando el camino para la completa mercantilización y elitización. Una buena aproximación sería el caso de un país como Chile.
[5] Es realmente incomprensible, e injustificable, que la UNA, al menos, no tenga carreras como Medicina, Ingeniería o Arquitectura. Mientras proliferan en los negocios privados, lo cual da cuenta de la necesidad y demanda social.
[6] En LA FENOMENOLOGIA…., “Las dos tareas que Hegel se traza son: introducir la conciencia individual en la Ciencia y, a la vez, elevar el yo singular al yo de la humanidad, lo cual es la realización de la Bildung”. Fabre, Michel, “Experiencia y formación: la Bildung”. Rev. de Educación y Pedagogía, #59, 2011. Medellín, Colombia.
Panamá
Por Olmedo Beluche
Que nuestras ciudades modernas están en crisis no requiere mucha evidencia. Basta salir a la calle: expulsión de pobres y trabajadores desde el centro hacia los suburbios, problemas de transporte público, ineficiente recolección de basura, escaso suministro de agua potable, calles intransitables, cortes frecuentes de energía eléctrica por falta de mantenimiento al sistema, hipotecas de por vida basadas en el interés compuesto, contaminación, destrucción de la naturaleza y del mundo rural...
En Panamá, no pasa un día sin que los moradores de alguna comunidad salgan a la calle a protestar porque no tienen agua, o calles, o escuelas, o centros de salud, o porque simplemente no se recoge la basura. Esta crítica realidad no puede ser justificada con la excusa de la reciente pandemia de la covid-19, sino que expresa un deterioro constante que data, al menos, de 40 años y, en caso de la ciudad de Colón, por lo menos 70 años.
Si viajamos a otros países probablemente encontremos ciudades menos sucias, pero adentrándonos en ellas podremos apreciar muchos componentes de la crisis que describimos, sobre todo si visitamos sus suburbios, tugurios o guetos. Ciudades de decenas de millones de habitantes rodeadas de “favelas”, villas miseria, zonas rojas, como sea que se les llame, así se trate de México, San Pablo, Buenos Aires o Los Ángeles, Detroit, Nueva York, Johannesburgo, Nueva Delhi, Shanghái, etcétera.
¿Cómo explicar esta triste realidad del mundo contemporáneo? Federico Engels, en su ensayo “Contribución al problema de la vivienda” (1876), dice: “Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real.”(1) En la sociedad actual, la producción y reproducción de la vida se hace bajo las condiciones del sistema capitalista de producción: por el cual, una minoría propietaria de los medios de producción explota y obtiene plusvalía (ganancia) del trabajo de una mayoría desposeída de medios de producción, que venden su fuerza de trabajo por un salario.
El antropólogo y geógrafo británico, David Harvey, en “El derecho a la ciudad”, señala: “La urbanización siempre ha sido. un fenómeno de clase, ya que los excedentes son extraídos de algún sitio y de alguien, mientras que el control sobre su utilización habitualmente radica en pocas manos... surge una conexión íntima entre el desarrollo del capitalismo y la urbanización.” (2)
De ahí que el proceso de urbanización moderno sirve por doble vía al sistema de acumulación capitalista: por un lado, es utilizado como mecanismo de inversión y atesoramiento de las enormes sumas de capital generadas por la producción industrial de mercancías, o a veces, como mecanismo al servicio del lavado de capitales salidos de fuentes ilegales, como el narcotráfico, la corrupción o el robo de bienes públicos; por otro lado, se convierte ella misma en fuente de más acumulación de capital y ganancia cuando se mercadean dichas propiedades.
“El crecimiento de las grandes ciudades modernas concede al suelo localizado en determinadas áreas, particularmente aquellas que se hallan centralmente situadas, un incremento artificial y colosal de su valor”, enfatiza Engels en el opúsculo citado. Y agrega que “En realidad la burguesía no conoce más que un método para resolver a su manera la cuestión de la vivienda, es decir, para resolverla de tal suerte que la solución cree siempre de nuevo el problema. Ese método se llama Haussmann”. George Eugene Haussmann fue un político francés que, bajo el régimen de Napoleón Tercero, rediseñó la ciudad de París, derribando los barrios populares que poblaban el centro de la ciudad, con sus pequeñas callejuelas, en las que la levantisca población fortificaba con barricadas cada vez que una nueva revolución estallaba. Haussmann trazó las grandes avenidas que hoy adornan el centro de París, creó un plan urbano de viviendas de lujo en el centro y expulsó a los pobres a la periferia de la ciudad.
A este método urbanístico ahora se le llama gentrificación: apropiación para la extracción de plusvalía de las mejores tierras (renta del suelo) con la expulsión de quienes no pueden pagarla hacia los suburbios. Trasladando los problemas al extrarradio de la ciudad, los suburbios o los guetos. “La producción del espacio capitalista ha ocasionado el barrido de la ciudad anterior para dejar sitio a una nueva condición desde la que contemplamos la hegemonía del valor de cambio. conducirían a la exclusión de poblaciones enteras y a la desintegración de la ciudad como proyecto colectivo”, ha dicho el filósofo marxista Henri Lefebvre en su ensayo también titulado “El derecho a la ciudad”, de 1968. (3)
La globalización con su integración mundial económica y las megaciudades con decenas de millones habitantes y la cuasi desaparición del mundo rural lleva a algunos, como la arquitecta francesa Francoise Choay, a hablar de la “postciudad” y también la “megalópolis”. Para Choay, estas postciudades implican “la desaparición. de ciertos modos locales de vivir juntos con un sentido institucional que era específico de aquellas entidades imbuidas de una cierta identidad y que solían llamarse ciudades”. (4)
Puede decirse entonces que la ciudadanía moderna, es decir, los habitantes de las ciudades, hemos sido expropiados no solo de los medios de producción, lo que nos condena a vender nuestra fuerza de trabajo por un salario, sino que también hemos sido expropiados de la ciudad que habitamos y la cual ha dejado de pertenecernos. Hablando de nuestro país, nuestra capital, la ciudad de Panamá, fue estructurada por el colonialismo español como centro administrativo y político, y lugar de asiento de las clases dominantes, pero también marcada por el característico modo en que el Istmo se ha insertado en la división internacional del trabajo, y que se ha denominado “transitismo”. El “transitismo” ha implicado un territorio y una población dedicados exclusivamente al servicio del comercio internacional, puente de mercancías y de gentes entre dos océanos, en el que, por esa razón ni la agricultura ni la industria han podido desarrollarse y crecer adecuadamente. El transitismo lo absorbe todo, incluyendo la población que emigra hacia la zona de tránsito, y que absorbe entre 80 y 90 % de la economía.
En otro ensayo (“Ciudad de Panamá, 500 años entre ferias y miserias”) hemos establecido que la ciudad de Panamá ha pasado por diversas etapas históricas, todas ellas asociadas al transitismo: La aldea de pescadores, antes de la conquista española. La ciudad colonial transitista. La ciudad en la crisis del transitismo del siglo xviii y xix. La ciudad del ferrocarril y la expropiación del transitismo. La ciudad, “a un canal pegada”, la “ciudad fragmentada”, al decir de Álvaro Uribe. La ciudad que recupera la soberanía sobre la zona expropiada en 1903, y que gracias al canal panameño da impulso al boom inmobiliario del siglo XXI y la “ciudad emparapetada” (Uribe).
No nos detendremos en este momento en cada una de esas etapas que tuvo sus particulares implicaciones sociales, políticas y arquitectónicas. Lo importante es resaltar que ese determinismo geográfico, el transitismo, empeorado por las condiciones de la separación de Colombia y el Tratado Hay-BunauVarilla, produjo lo que el arquitecto Álvaro Uribe denominó hace 30 años “La ciudad fragmentada”. Producto de la aparición de un fenómeno extraño como la Zona del Canal, la ciudad de Panamá se vio forzada a un crecimiento anormal, no concéntrico, sino estirado hacia el este, como un cometa, y con un bache de por medio por la “zona”, con un salto hacia el oeste.
A ello se sumó el que Estados Unidos no permitió a la oligarquía panameña de 1903 ningún medio de acumulación de capital basado en el transitismo, cuyo control se perdió por efecto del Tratado Hay-Bunau Varilla, y solo le quedaron métodos indirectos de acumulación de capital, como el rentismo, basado en la propiedad de la tierra de la ciudad y la construcción de insalubres cuartos de inquilinato para los trabajadores del canal.
La explotación de la vivienda miserable del inquilinato llevó a dos graves conflictos sociales, en 1925 y 1932: el Movimiento Inquilinario, con su costo de vidas y represión por parte de las tropas norteamericanas en 1925. La apropiación de las fincas que rodeaban la ciudad, hacia el este, por las principales familias de los “próceres” de 1903 (Uribe reproduce un mapa donde ubica las fincas de los Arias, Obarrio, Espinoza, Hurtado, Icaza, Lefevre...), produjo con el tiempo la fragmentación de la ciudad. Sin un centavo de inversión privada, esperando que el Estado invirtiera en infraestructura, paulatinamente se fueron valorizando los terrenos de dichas fincas, hasta que se fraccionaban para la urbanización, pero como áreas aisladas unas de otras, siguiendo los contornos de las fincas para mejor aprovechamiento de la tierra, y sin ningún plan ni control del desarrollo urbano por parte del Estado. Todo lo cual permite comprender mejor la caótica situación del tráfico urbano, el transporte público, etcétera.
Álvaro Uribe resume: “..el factor decisivo en la producción de la ciudad, lo ha constituido esa forma de pago exigido por la propiedad monopólica del suelo, la renta. En cuanto a la ciudad de Panamá, de lo anterior se desprende que la ausencia de instrumentos de regulación efectiva de la expansión urbana y. la posición complaciente del Estado. convirtiendo nuestra ciudad en un mosaico fracturado, en un amasijo de fragmentos. que constituyen un obstáculo para el disfrute pleno de la vida urbana.”
En “La ciudad fragmentada”, escrita en 1989, cuando empezaba el proceso de “reversión” de las áreas urbanas de la ex Zona del Canal, Uribe finaliza expresando la esperanza de que la reversión de lo que fue la Zona del Canal, permitiera a la ciudad de Panamá corregir muchos de sus “errores” urbanísticos o que, al menos, se hiciera uno mejor para esas áreas revertidas. Hoy, más de treinta años después, podemos ver que no ha sido así. Dos han sido los criterios utilizados por los planificadores del Ministerio de Economía a cargo de las áreas revertidas:
1. Por un lado, no permitir el uso completo de las instalaciones revertidas, ni siquiera por agencias gubernamentales, prefiriendo que se deterioren, antes que su entrada al “mercado inmobiliario” produjera una devaluación masiva del monopolio de la tierra en las ciudades de Panamá y Colón.
2. Cuando se ha procedido a entregar a la gestión privada de algunos lugares, en Albrook, Clayton o Howard, se ha reproducido la anarquía reinante en el resto de la ciudad, sin respetar reglas de uso de suelo, desarrollo de alcantarillados, respeto a la naturaleza, etc. Recientemente un canal de televisión dedicó un ilustrativo espacio a esa realidad en el barrio de Albrook, en el que una moradora confesó que compró su casa allí creyendo que compraba el paraíso y se ha encontrado con el infierno.
¿Tiene esto solución? La solución a los problemas de nuestras ciudades no puede provenir de quienes son los responsables de la actual situación y sus beneficiarios. Empezar a resolver los problemas de nuestras ciudades empieza por proponernos recuperar “El derecho a la ciudad”, para toda la ciudadanía, es decir, todos sus habitantes, como proponen Henri Lefebvre y David Harvey.
Dar respuesta a este problema no es un simple problema técnico, sino político. Si bien la arquitectura, el diseño y la ingeniería pueden adoptar mejores criterios para realizar su labor respetando el ambiente e integrando espacios públicos para la población, el problema está en los propietarios capitalistas del negocio inmobiliario, quienes buscarán siempre rebajar los costos para maximizar ganancias. Esa es una ley del sistema capitalista y solo se puede cambiar cambiando al sistema económico y social, quitándole poder a esa minoría y transfiriéndolo a las mayorías. Pero eso requiere, como dijo Federico Engels, un cambio, tanto de quienes detentan el poder político y económico, así como de la forma de organizar la vida, su producción y reproducción. Como bien dijo: “Quien pretende que el modo de producción capitalista, las leyes férreas de la sociedad burguesa de hoy sean intangibles, y, sin embargo, quiere abolir las consecuencias desagradables pero necesarias, no puede hacer otra cosa que predicar moral a los capitalistas”. Pero para los capitalistas los consejos están demás porque: “En cuestiones de dinero sobran los sentimientos”.
Recuperar la ciudad requiere que una nueva fuerza social y política desplace del poder a los especuladores, rentistas y los políticos corruptos a su servicio. Recuperar la ciudad requiere la movilización activa, participativa y democrática de la ciudadanía. Recuperar la ciudad requiere una nueva generación de arquitectos y arquitectas, de ingenieros e ingenieras, de diseñadores y diseñadoras dispuestos a diseñar y luchar por una ciudad democrática, humana y ecológica.
Olmedo Beluche (Ciudad de Panamá, 1958). Sociólogo e investigador panameño. Licenciado en Sociología por la Universidad de Panamá, Maestría en Estudios Políticos y Doctorado en Sociología. Profesor de la misma institución. Sus libros más recientes son Estado, nación y clases sociales en Panamá (1998), La invasión a Panamá: preguntas y respuestas (1998), La verdadera historia de la separación de 1903 (2003) e Independencia hispanoamericana y lucha de clases (2012).
Notas:
1.- Federico Engels, Contribución al problema de la vivienda. Fundación Federico Engels. https://traficantes.net
2.- David Harvey, El derecho a la ciudad. http://biblioteca.clacso.edu.ar
3.- Henri Lefebvre, El derecho a la ciudad. http://biblioteca.clacso.edu.ar
modos locales de vivir juntos con un sentido institucional que era específico de aquellas entidades imbuidas de una cierta identidad y que solían llamarse ciudades”.
4.- Francoise Choay (1999), “De la ville a l’urbain”, Revue D’Urbanisme 309, pp. 6-8.
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Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento, Rosa Luxemburgo se acordaría de su infancia en Zamość, cuando su padre le enseñó las primeras palabras en ruso. Entonces Zamość era una pequeña aldea polaca oprimida por Austria, luego por el ducado y por el zar ruso. Se situaba al sureste de Polonia, en el Voivodato de Lublin a 20 kilómetros del hoy Parque Nacional de Roztocze. Había sido fundada hacia el año de 1580 por el Canciller y Hetman, jefe del ejército de la República de las Dos Naciones (formada por Polonia y Lituania) Juan Zamoyski, en la ruta comercial que unía Europa del Oeste y del Norte con el Mar Negro y contaba con pocos habitantes.
Ahí pasó, Rosita, sus primeros años, tras nacer el 5 de marzo de 1871, a unos días de la instalación de la Comuna de París por los obreros franceses. Tuvo otros 4 hermanos. Ella fue la más joven de la familia judeo-polaca de una holgada posición económica. No obstante, sus padres estaban en el camino de abandonar el judaísmo y se trasladaron a Varsovia. A los 5 años de edad contrajo una extraña enfermedad en la cadera que la dejó “cojita” toda su vida.
En Varsovia, Rosita fue, al parecer, una excelente estudiante.Estudió en la escuela secundaria y en 1887 se graduó con “excelentes calificaciones” dice su biógrafa Mary Alice Waters. De que era una mujer inteligente no hay duda aunque no tuviera buenas calificaciones en la secundaria. Por su brillantez intelectual se enroló en un círculo de estudios del Partido Proletario ligado a los Naródniki (populistas rusos) fundado en la década de 1860 cuya primera organización se llamó Zemliá i Volia (“Tierra y Libertad”), que muchos años después, abanderaría Emiliano Zapata en México durante la Revolución de 1910.
A los 18 años cumplidos, Rosa se mudó a Zúrich, pues la policía rusa le había echado el ojo. Dice Mary Alice Waters que cruzó la frontera polaca-suiza en una carreta de un campesino que le puso un montón de heno en el cuerpo para despistar al enemigo. Yo lo creo. Así debió haber sido ¿sino cómo pasó la frontera?
Ahí en Zurich se le ocurrió la brillante idea de matricularse en la Universidad, que en ese entonces sí aceptaba mujeres para estudiar matemáticas y ciencias naturales. Ahí estaba Rosa en camino a mutar en Roja, la más roja de la bandera roja.
La Universidad era la más importante de Suiza y fue fundada en 1833 como la primera universidad europea creada por el Estado, en lugar de por un rey o la iglesia. Por ese carácter laico aceptaba a las mujeres, que como Rosa querían seguir estudiando y no pensaba en casarse para atender a su marido.
Hacia 1892 se le vio fundando el Partido Socialista Polaco (PSP en polaco: Polska Partia Socjalistyczna) dirigido por Józef Piłsudski (Józef Klemens Piłsudski de Kościesza) con un grupo de emigrantes. El evento político ocurrió en París el 17 de noviembre. Rosa ya era una marxista, activista e internacionalista. No se le cuadraba a nadie, ni a los jefes de la socialdemocracia internacional fundada por su abuelo político, Federico Engels. El programa del PSP se proponía luchar por “una República de Polonia independiente basada en principios democráticos” y, claro, luchar por una jornada laboral de 8 horas como estableció la Segunda Internacional Socialista en 1889. Al año siguiente, Rosa Roja se le vio en las manifestaciones para conmemorar el 1o de mayo de 1890 en honor a los “Mártires de Chicago” y por el establecimiento de la jornada laboral de 8 horas (de hecho, Rosa redactó un artículo brillante sobre el origen del 1o de mayo y lo ubicó no en Europa, sino en Australia).
Dice su también biógrafa, Raya Dunayevskaya que la “Entrada misma de Rosa Luxemburgo, en mayo de 1898, en la escena alemana, centro de la Segunda Internacional, conmovió la más prestigiada y numerosa de las organizaciones marxistas del mundo -el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD)-. Desde el comienzo, se vio en el centro de todas las discrepancias, las cuales no han cesado el día de hoy”.
¡Y que entrada! Rosa redactó su brillante obra contra el reformismo de Eduardo Bernstein (El socialismo evolutivo): Reforma o Revolución de 1899. Una joven de 27 años desafiando al teórico de la Socialdemocracia alemana y colaborador de, nada menos y nada más, que de Federico Engels.
Esa era nuestra Rosa, la Roja, la más roja de la bandera roja.
La revolución mundial desde los ojos agudos de Rosa Luxemburgo
El ambiente socialdemócrata alemán era de efervescencia porque se había construido un gran partido con influencia entre las masas a finales del siglo XIX. Llegaba a contar con un centenar de diputados y más del 30% de los votos. Tenía Universidades, escuelas, clubes, sindicatos y cuadros políticos de alto nivel. Marx había muerto en 1883 y Engels en 1895. Así que los socialdemócratas alemanes encarnaban la continuidad de los clásicos: Bernstein y Kautsky. Lenin y Trotsky se les cuadraban, pero Rosa Luxemburgo no.
Así que la Rosa ya Roja rompió con el PSP en 1894 con otros emigrantes para fundar otro partido, que años después se convertiría en el Partido Socialista Democrático de Polonia y Lituania (en polaco: Socjaldemokracja Królestwa Polskiego (SDKP). Al empezar el siglo XX, se amplió con la incorporación de un sector liderado por Feliks Dzierzynski y pasó a denominarse Socialdemocracia del Reino de Polonia y Lituania —en polaco, Socjaldemokracja Królestwa Polskiego i Litwy (SDKPiL) y en lituano Lenkijos karalystės ir Lietuvos socialdemokratija (LKLSD)—, también denominado Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y Lituania. Ahí estuvo la Rosa Roja, nuestra Rosa.
Lenin y Trotsky guardaban silencio frente a la degeneración reformista de Bernstein y Kautsky por respeto a los continuadores de Marx y Engels, pero Rosita ni maíz paloma: los desafió antes que esas lumbreras del comunismo ruso. Así que ella, se dio cuenta por ser miembro de la socialdemocracia alemana que Bernstein se había adaptado al capitalismo alemán que tenía mucho dinero para derramar entre los socialistas.
Bernstein planteó que el socialismo sería evolutivo, como Lombardo Toledano en México: el camino es apoyar al PRI para que se vuelva socialista. Pero se les cebó, pues los neoliberales se apoderaron del PRI, como la socialdemocracia del partido y apoyaron entrar a la Primera Guerra Mundial de 1914. Rosa, ingeniosa, aguda e inteligente vio antes que nadie ese proceso de degeneración.
Así que se sentó, tomó la pluma y empezó a redactar su magna obra: Reforma o Revolución. Yo la tengo en la edición de editorial Pluma de Bogotá de 1976.
¿Qué carajos dice esa obra magna de Rosita la roja?
Antes, un paréntesis JP Nettl fue un gran historiador de Rosa Luxemburgo, que escribió una larga y profunda biografía de nuestra Rosa, al grado de que The New York Times describió como un trabajo clásico que hizo plena justicia a su actividad política, contexto, contribuciones teóricas y personalidad. Y cada año, los alemanes van al panteón a honrar a la Rosa Roja, enterrada en el cementerio de Friedrichsfelde, que se ha convertido en “La Meca” de los socialistas, comunistas y trasnochados como yo.
Reforma o Revolución es la primera gran obra de nuestra Rosa, la Roja. Por su profundidad perdura en el tiempo y en el espacio, es el mismo debate en todos los partidos del mundo, por ejemplo, en MORENA el partido en el gobierno.
¿Qué pensaba Eduard Bernstein en 1897?
Resulta que este socialdemócrata alemán creía que el socialismo sería evolutivo, pues el capitalismo alemán lo permitía, cada vez más derechos, cada vez más concesiones a los trabajadores ¿por qué no concederles el gobierno? Así que Eduard Bernstein redactó sus ideas para la prestigiada revista teórica de la socialdemocracia alemana Neue Zeit entre 1897 y 1898, sentando la línea correcta y combativa para el partido más importante de la izquierda alemana. Después de publicar sus artículos, el tal Bernstein publicó un libro intitulado Die Voraussen des Sozialismus und die Aufgaben der Socialdemokratte (traduzco: Las premisas para el socialismo y las tareas de la socialdemocracia).
Pero Rosa lo refutó en Berlín, el 18 de abril de 1889. Ya era alemana, socialdemócrata y nuestra Rosa Roja, la más roja de la bandera roja.
¡Y que aparece nuestra Rosa Roja! Refutó todos los postulados “teóricos” de Bernstein a los 27 años cumplidos. Su obra se llama como ya lo señalamos Reforma o Revolución
La tal Rosita, la Roja, lo refuta. Madre mía. Una mujer, polaca, extranjera, de origen judio y no sé qué más… se peleó con el jefe de jefes de la socialdemocracia alemana. Mi comadre Rosa sí que tenía los tamaños necesarios: unos ovarios del tamaño de una sandía o más.
Para empezar, Rosa aclara que no se oponen a las reformas en el sistema capitalista. No estaba loca. Estaba bien cuerda, pero que las reformas llevarían al socialismo no lo creía. Así que dijo que para destruir la explotación capitalista se necesita una buena revolución, que además debería ser socialista.
Escribió en papel y con tinta: “Recién cuando la gran masa de obreros tome en sus manos las armas afiladas del socialismo científico, todas las tendencias pequeñoburguesas, las corrientes oportunistas, serán liquidadas. El movimiento se encontrará sobre terreno firme y seguro. ‘La cantidad lo hará’.”
Estaba en Berlín, era alemana y lo fechó el 18 de abril de 1899, antes que los jefes Lenin y Trotsky; era nuestra Rosa Roja, la más roja de la bandera roja.
Ser o no ser, esa es la cuestión. Reforma o Revolución, esa es la cuestión.
Así de cabrona la Rosa Roja.
Era cabrona y brillante la Roja (en polaco Róża Luksemburg). Rosa empezó burlándose del jefe de jefes. Era la Rosa Roja. Se burló de Bernstein con la siguiente frase en alemán que traduzco: “Si es cierto que las teorías son sólo imágenes de los fenómenos externos en la consciencia humana, debe agregarse, del tal sistema de Eduard Bernstein, que las teorías suelen ser imágenes inversas”.
En fin. Se peleó con los jefes de jefes de la socialdemocracia alemana. La más importante de la Segunda Internacional fundada por el jefe Federico Engels. Ella nos legó el concepto de “oportunistas” a los que “oportunamente” se ubican en la lucha por el poder. Esa era la agudeza de Rosa, la Roja.
Como dice Raya Dunayevskaya “... muestra el tipo de teórica, el tipo de personalidad, el tipo de activista que era Rosa Luxemburgo”. Yo lo creo no porque sea mi comadre, sino porque tenía razón.
A punta de fregadazos se posesionó en el más grande partido de la Socialdemocracia
Mundial. Los jefes la respetaban, aunque mujer, era la principal teórica de la socialdemocracia alemana. Tenía una amiga íntima, Clara Zetkin, que era muy pero muy respetada en la socialdemocracia alemana. Era tan cabrona como Rosa, pero mesurada. Rosa fue arrebatada. Tiraba cañonazos a todos. Era pues, bien cabrona, como se dice en México, pero yo estoy de acuerdo con ella.
Entonces según la lógica, en un café o algo por el estilo, Clara y Rosa idearon construir el 8 de marzo como un día de las “Trabajadoras del mundo”. No sé dónde fue, pero las cabronas nos impusieron dulcemente, como lo hacen las mujeres, el 8 de marzo como día internacional de las trabajadoras, que años después las Naciones Unidas los convirtieron en el Día Mundial de la Mujer.
Esa era la Rosa Roja.
¿Reforma o revolución?
Eh ahí el debate. En los últimos años del siglo XIX fue el tema que partió en dos bandos a la socialdemocracia internacional, agrupada en torno a las banderas de la Segunda Internacional (fundada el 14 de julio de 1889). Rosa tiró la primera piedra, le seguirán Lenin, Trotsky y los 38 delegados que se juntaron en Zimmerwald entre el 5 y el 8 de septiembre de 1915.
Las reformas son importantes en el capitalismo, pero para cambiarlo por un nuevo mundo, una nueva sociedad se requiere la revolución, sostuvo firmemente Rosa Luxemburgo, de ahí la importancia de sus textos ya compilados como libro en “Reforma o revolución”.
Rosa Luxemburgo tuvo razón. Los diputados socialdemócratas alemanes votaron en el Reichstag financiar la guerra con “bonos de guerra”. Los socialdemócratas votaron a favor de la propuesta e incluso, el PDA llegó a declarar una tregua con el gobierno, prometiendo abstenerse de declarar huelgas durante la guerra. La poderosa socialdemocracia alemana en la Primera Guerra Mundial. Los obreros alemanes lucharon contra los obreros europeos, cuando habían jurado unirse en torno a las banderas de la Segunda Internacional. Ahí murieron millones de personas. La Segunda Internacional estaba fracturada, muerta en vida.
Rosa no asistió a la conferencia de Zimmerwald porque estaba presa por oponerse con todas sus fuerzas a la guerra.
Rosa estaba presa. Entre 1904 y 1907 estuvo 3 veces presa. Pensó en el suicidio. La película de Von Trotta la captura muy bien. Rosa no se achicó, se dedicó en la cárcel a estudiar, leer y escribir. Como lo harían muchos presos políticos después, como José Revueltas en Lecumberri, en Ciudad de México después de 1968. Entonces Rosa se transformó en “Espartacus” (Espartaco). Junto a Karl Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring, creó el grupo Internacional el 5 de agosto de 1914, el cual se convertiría posteriormente el 1 de enero de 1916 en la Liga Espartaquista, antecedente del Partido Comunista Alemán (PCA).
No era una autoridad en la Internacional Socialista, pero era muy respetada. Conoció a Lenin en Londres, en 1907, durante el V congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR). Se codeaba con las lumbreras internacionales de la Socialdemocracia pero tenía sus propios puntos de vista.
Así de cabrona era la Rosa Roja.
El Folleto Junius
El Folleto Junius es un espléndido trabajo marxista, lo dijo Lenin
Róża Luksemburg. Luchó con todas sus fuerzas contra la guerra y cayó presa. Los alemanes querían ir a la guerra. Róża Luksemburg no. Europa fue a la Primera Guerra Mundial. Un puñado de internacionalistas se opusieron y fueron a la cárcel. Se reunieron en Zimmerwald un año después.
Presa, Róża Luksemburg, escribió uno de sus textos más brillantes: Junios.
Decía: Desde hace tiempo se reconoce el 4 de agosto de 1914 como una de las fechas más negras en la historia del movimiento socialista internacional. En los meses que la precedieron se veía claramente que la guerra era inminente, y los partidos socialdemócratas de Europa occidental habían denunciado los planes de sus burguesías imperialistas.
El 4 de agosto, cuando los ejércitos de Alemania, Austria y Francia y los zaristas ya estaban en marcha, el Reichstag se reunió para discutir y aprobar los fondos necesarios para la guerra del Káiser. Con frases encendidas de condena, no del capitalismo alemán y del militarismo prusiano sino del enemigo zarista, el conjunto del bloque socialdemócrata del Reichstag, de más de cien diputados, votó a favor del presupuesto de guerra y la “defensa de la patria”.
Siguiendo las huellas del PSD -esa joya de la Segunda Internacional, el partido de la autoridad revolucionaria indiscutida, a la que todos consideraban modelo de internacionalismo proletario- la mayoría de los socialdemócratas franceses e ingleses también votaron el apoyo a sus respectivos gobiernos. Sólo en Rusia, Serbia, Polonia, Italia, Bulgaria y Estados Unidos la mayoría de los partidos socialdemócratas se negó a rendirse ante la ola de chovinismo y la histeria patriótica de la guerra.
Para las tendencias revolucionarias de la Segunda Internacional, el voto del bloque parlamentario socialdemócrata fue un golpe tremendo. Cuando Lenin recibió los diarios alemanes portadoras de la noticia, creyó que se trataba de una falsificación de la policía alemana. Rosa Luxemburgo, a pesar de su conocimiento íntimo del grado de degeneración oportunista alcanzado por el PSD, quedó anonadada.
No había osado extraer las conclusiones últimas de la podredumbre interna del PSD, aceptar el hecho de que el partido más grande e influyente de la Internacional fuera capaz de traicionar tan totalmente los principios más elementales del marxismo revolucionario sin siquiera tratar de negarlo.
Rosa se abocó inmediatamente a la tarea de agrupar al pequeño núcleo de socialdemócratas revolucionarios que repudiaron la posición oficial del PSD. Los primeros resultados fueron magros. Un mes más tarde, el 10 de septiembre, dos diarios suizos publicaron la noticia de que en Alemania había socialdemócratas que se oponían a la política oficial del partido. El comunicado llevaba las firmas de Karl Liebknecht, Franz Mehring, Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo.
Liebknecht, a la sazón diputado en el parlamento provincial prusiano y en el Reichstag, se había manifestado rotundamente en contra del presupuesto militar. Había dirigido a los disidentes dentro del bloque socialdemócrata, pero se había sometido a la disciplina partidaria en la votación del 4 de agosto. Fue la última vez. Se unió inmediatamente a la oposición revolucionaria y, debido a su cargo público, se convirtió en su vocero principal. Al final de la guerra el nombre de Liebknecht era sinónimo de las fuerzas revolucionarias en Alemania.
En diciembre de 1914, cuando se votó un nuevo incremento de los fondos bélicos, el de Liebknecht fue el único voto en contra. El trabajo de organizar una tendencia sólida, coherente, procedía con suma lentitud. En la primavera de 1915 apareció el primer número de Die Internationale, que fue inmediatamente prohibido por el gobierno. Desde entonces se difundió mediante una red clandestina. Durante el transcurso de la guerra circularon ilegalmente las cartas Espartaco, primero mimeografiadas y luego impresas. Recién en el día de Año Nuevo de 1916, casi un año y medio después del comienzo de la guerra, delegados provenientes de toda Alemania se reunieron secretamente en el bufete de Liebknecht para crear el Gruppe Internationale, que aprobó las “Tesis sobre las tareas de la socialdemocracia internacional” como programa y el Folleto Junius como primera declaración política.
La Liga Espartaco
El Gruppe Internationale tomó el nombre de Liga Espartaco en noviembre de 1918 y fue el núcleo inicial del Partido Comunista Alemán, fundado a fines de diciembre del mismo año.
Durante la guerra surgió otro grupo de oposición. La camarilla centrista del bloque parlamentario socialdemócrata -que tenía pocas dudas respecto de la política oficial pero no quería comprometerse— se volvió más audaz a medida que avanzaba la guerra y su falta de popularidad en la clase obrera alemana fue en aumento. En diciembre de 1915, un año después de que Liebknecht emitiera su voto solitario de protesta, un total de veintisiete diputados votó contra el nuevo presupuesto de guerra y otros veinte se abstuvieron. Este grupo, llamado Grupo de Trabajo Ad Hoc, se convirtió en el núcleo del Partido Social Demócrata Independiente, fundado en enero de 1917, agrupación que osciló constantemente entre el PSD y Espartaco, siendo su única constante su falta de principios o de estructura.
Su dirección volvió al PSD al finalizar la guerra, mientras que buena parte de la base ingresó al Partido Comunista Alemán.
Por supuesto que el gobierno alemán quería a toda costa silenciar a sus críticos revolucionarios y logró enviar a la mayoría de ellos a prisión. Cuando comenzó la guerra Rosa Luxemburgo ya había sido sentenciada a un año de cárcel por un discurso antibélico pronunciado a principios de 1914. En octubre le fue negada la apelación y, aunque por razones de salud se le permitió postergar el cumplimiento de la sentencia, fue aprehendida en febrero de 1915. Mientras cumplía la sentencia redactó lo que posteriormente se conoció con el nombre de Folleto Junius.
Lo terminó en abril de 1915 y consiguió sacarlo de la prisión, pero dificultades de orden técnico, la falta de una imprenta y otros problemas, impedirían su publicación hasta abril de 1916.
Al mismo tiempo redactó las “Tesis sobre las tareas de la socialdemocracia internacional”. Tenía el propósito de presentarlas en la conferencia de Zimmerwald de socialdemócratas opuestos a la guerra, pero en virtud de un error de información respecto de la fecha de la conferencia y el secreto que necesariamente la rodeaba, los amigos de Rosa no pudieron sacar a tiempo de la prisión el borrador de las Tesis como para poder llevarlas a Zimmerwald.
Rosa Luxemburgo fue liberada en enero de 1916 y permaneció en libertad durante seis meses. Fue arrestada nuevamente en julio de 1916 y encarcelada sin juicio hasta que la primera oleada de la Revolución Alemana la liberó en noviembre de 1918.
Liebknecht, protegido parcialmente por sus fueros parlamentarios, permaneció en libertad hasta mayo de 1916. El Primero de Mayo de 1916 el grupo Espartaco resolvió organizar una demostración en el centro de Berlín. Había invitado al Grupo de Trabajo Ad Hoc a participar, pero cuando este grupo se negó, los partidarios de Espartaco lo hicieron solos. Varios cientos se reunieron en la Potsdamerplatz para escuchar a Carlos Liebknecht decir “¡Abajo el gobierno! ¡Abajo la guerra!” antes de que lo arrestaran.
Ante su arresto, los ex colegas de Liebknecht en el bloque socialdemócrata del Reichstag se apresuraron a quitarle su inmunidad. Puede medirse hasta qué punto se hundió la política reaccionaria del PSD durante la Primera Guerra Mundial en este discurso del diputado Landsberg:
[“Caballeros [...] vemos en Liebknecht a un hombre que quiso, apelando a las masas, obligar a declarar la paz a un gobierno que repetidas veces ha expresado su deseo de paz ante todo el mundo. [...] Esta guerra es una guerra por nuestros hogares [...] cuan grotesco fue su intento [...] cómo puede alguien imaginarse que [Liebknecht] podría influenciar al mundo, jugando a la alta política tirando panfletos, haciendo una demostración en la Potsdamerplatz [...] Comparad esta inestabilidad patológica con nuestra calma clarividente, sensata [del partido oficial] [...]”, (citado en Rosa Luxemburg, J.P. Nettl, Londres, Oxford University Press, 1966, p. 649.)
Liebknecht fue sentenciado en junio y su arresto detonó, para sorpresa de todos, la primera gran huelga política de la guerra. En diciembre de 1916 comenzó a cumplir una sentencia de cuatro años y un mes.
El verdadero título del folleto de Rosa fue “La crisis de la socialdemocracia alemana” y lo firmó con el seudónimo Junius. El nombre proviene probablemente de Lucius Junius Brutus, legendario patriota romano de quien se dice que dirigió una revolución republicana en la Roma clásica. También utilizó ese nombre un autor inglés no identificado cuyos ataques al ministerio del duque de Grafton aparecieron bajo la forma de cartas al diario londinense Public Advertiser en 1769-1772.
El contenido del folleto se refiere no tanto a la crisis del PSD como a las raíces y causas de la guerra. Dirigido a los obreros alemanes más conscientes, explica cuidadosamente los factores que hicieron que el holocausto fuera inevitable: es decir, los intereses de las clases capitalistas competidoras de Europa. Denuncia exhaustivamente los mitos con que el PSD justificó su apoyo a la guerra.
Lo que no trata de hacer, como explica Lenin en su comentario, incluido como apéndice al final de esta selección, es dar una explicación clara del derrumbe del PSD, ni de analizar el papel del grupo de Kautsky que, con el paso de los años, había capitulado cada vez más ante el ala derecha. Durante un cuarto de siglo se habían ido sentando las bases políticas y organizativas del 4 de agosto de 1914. Y el folleto tampoco da una perspectiva clara de qué hacer ahora, por dónde comenzar. Pero, como dice Lenin, a quien no le gustaban las alabanzas extravagantes, “de conjunto, el Folleto Junius es un espléndido trabajo marxista”.
En su comentario, Lenin se detiene largamente en dos errores que le pareció importante corregir: el error de afirmar que no habría más guerras nacionales y el error de hacer la menor concesión a la consigna de “defensa de la patria”.
Lenin comprendió plenamente la importancia de que semejante trabajo apareciera en Alemania y el papel que jugaría en la lucha contra el PSD. Saludó cálidamente al autor, a quien probablemente desconocía, y planteó sus críticas en un espíritu de colaboración fraternal con los individuos aislados que obviamente trataban de llevar las consignas revolucionarias hasta sus últimas consecuencias.
Tomado íntegro de la traducción inglesa que apareció por primera vez en un folleto de la Socialist Publication Society en Nueva York, 1918, con las firmas de Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y Franz Mehring. Hemos omitido el capítulo cuarto, que hace una historia larga y detallada de la dominación del imperialismo alemán en los Balcanes y Asia Menor, sobre todo Turquía, en las dos décadas que precedieron a la guerra.
Los últimos segundos de nuestra Rosa Roja
Dice Lelio Bossa que nuestra Rosa Roja fue liberada de la cárcel el 9 de noviembre de 1918, un año después de la Revolución Soviética. Nueve días después asumió la dirección del periódico espartaquista Rote Face, donde incitaba a las “masas” a la rebelión. Estaba convencida de la Revolución Inminente para todo el continente. ¿Revolución política o social?
Escribió la Rosa: “El derrocamiento de la dominación capitalista, la realización del orden socialista: nada más que esto es el tema histórico de la presente revolución” (Der Anfang en rote Fahne del 18 de noviembre de 1918, hoy en ARS II, p. 594).
Ese es un “análisis de coyuntura” y no vaciladas. Así era la Rosa Roja. Tenía mucha prisa (yo también). Entonces a Lenin y Trotsky se les ocurrió fundar la III Internacional o Comiterm (Internacional Comunista), para dejar atrás a la socialdemocracia chovinista y partidaria de la Primera Guerra Mundial.
La Rosa Roja sería, pues la Rosa de la Internacional Comunista, pero la mataron con Karl Liebknechec. Clara Zetkin, su compañera del 8 de marzo, expuso en su libro “Un Rosa Luxemburgo Strelulung sur russia revolution (Verga der Lommunistechen Internacionale, 1922, p. 83) una crítica al proceso de insurrección de los espartaquistas a la Revolución Alemana de 1919.
Entonces llegó el 15 de enero de 1919, nuestra Rosa Roja y Karl Liebknechec fueron arrestados, nos recordó Basso:
“El cuerpo de Rosa fue echada a un canal, donde fue encontrada tan solo unos algunos meses después. ‘Karl y Rosa cumplieron su último deber revolucionario [...] escribió Leo Jogisches a [V. I.] Lenin apenas fue confirmada la noticia de su muerte: pocas semanas Jogisches arrestado, sufría la misma suerte”.
Dijo Roland Holst que la personalidad de la Rosa Rosa reunía la personalidad de la niña más alegre, la ternura de la mujer más tierna, la seriedad y la fuerza… Fue nuestra Rosa Roja. La única.
Pero Kar Kautsky escribió lo contrario: “Rosa Luxemburgo y sus amigos tendrán siempre un puesto de gran relieve en la historia del socialismo; de esta historia ellos personificaron una época, la cual ha llegado a su fin”.
Yo digo que aún no ha llegado a su fin. Para mi fracasó la Socialdemocracia o Internacional Socialista (donde aceptaron al PRI de México).
Lo que está vigente es la Revolución Permanente y la pandemia lo demostró: Socialismo o Barbarie, dijo nuestra Rosa Roja.
Como dijo Georg Lukács: Ha sido siempre portavoz insuperada, maestra y dirigente inolvidable del marxismo revolucionario.
"..El mundo de la mujer burguesa es su hogar. En cambio, el hogar de la mujer proletaria es el mundo, el mundo entero, con todo su dolor y su alegría con su fría crueldad y su ruda grandeza.." RL.
..5 de marzo, 1871 Zamość, Polonia, entonces parte del imperio zarista. Conmemoramos el Ciento Cincuenta y dos aniversario del natalicio de ROSA LUXEMBURGO, "El Águila de la Revolucion" como la llamó Lenin. Quien entregó su vida por la lucha de los trabajadores. 'La fraternidad mundial de todos los trabajadores es para mí la cosa más elevada y más sagrada de este mundo, es mi estrella guía, mi ideal, mi patria. Prefiero renunciar a la vida que traicionar este ideal'
F. Mehring dijo una vez que Rosa era “la más genial discípula de Carlos Marx”. Brillante teórica marxista y polemista aguda, como agitadora de masas lograba conmover a grandes auditorios obreros. Uno de sus lemas favoritos era “primero, la acción”, estaba dotada de una fuerza de voluntad arrolladora. Una mujer que rompió con todos los estereotipos que en la época se esperaban de ella, vivió intensamente su vida personal y política.
Clara Zetkin, dijo: "El trabajo y la lucha le infundían alientos. De sus labios rara vez salía un «no puedo»; en cambio, el «debo» a todas horas. (…) Luxemburgo, gran teórica del socialismo científico, no incurría jamás en esa pedantería libresca que lo aprende todo en la letra de molde y no sabe de más alimento espiritual que los conocimientos indispensables y circunscritos en su especialidad; su gran afán de saber no conocía límites y su amplio espíritu, su aguda sensibilidad, la llevaban a descubrir en la naturaleza y en el arte fuentes continuamente renovadas de goce y de riqueza interior. (…) Con una abnegación que no hay palabras con qué expresar, Rosa puso al servicio del socialismo todo lo que era, todo lo que valía, su persona y su vida"
La sobresaliente labor teórica y práctica de Rosa Luxemburgo, a través, tanto de sus obras escritas, como de su militancia, ha inspirado varias luchas en defensa de la dignidad humana y los derechos fundamentales, además de consolidarla como una de las figuras más importantes del pensamiento marxista y revolucionario del siglo pasado. Asimismo, su papel eminente en espacios políticos y académicos, que en su época estaban completamente dominados por varones, hacen que sea una figura destacada en la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres.
A ciento cincuenta y dos años del nacimiento de la rosa más roja de la Revolución.. ROSA LUXEMBURGO quien nos dijo..'Solo triunfaremos si no nos olvidamos de aprender'
La recordamos con agradecimiento y decimos, hoy más que nunca, ¡¡SOCIALISMO O BARBARIE!!
Fuentes
Basso, Lelio (1977). Rosa Luxemburgo. México. Editorial Nuestro Tiempo. Traducción de Gerardo Dávila.
Dunayevskaya, Raya (1985). Rosa Luxemburgo. La liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución. México. FCE. Traducción de Juan José Utrilla.
Luxemburgo, Rosa (1976). Obras Escogidas. Colombia. Editorial Pluma. Tomo 1 y 2. Traducción de Daniel Acosta.
Nettl, JP (1974). Rosa Luxemburgo. México, Ediciones Era.
Internet
Michael R. Krätke. Rosa Luxemburg, una economista muy política, recuperado 06/03/20223 en: https://sinpermiso.info/textos/rosa-luxemburg-una-economista-muy-politica
Obras completas, digitalizadas, de la teórica marxista polaca, Rosa Luxemburgo, recuperado 06/03/2023 en: https://www.bloghemia.com/2019/01/rosa-luxemburgo-obras-completas.html
Película
Margarethe von Trotta (directora). (1986). Rosa Luxemburgo. (Film). República Federal de Alemania.
Fundación
Rosa-Luxemburg-Stiftung. sitio oficial: https://www.rosalux.de/