Costa Rica

Por Roberto Ayala

Junio, 2024.

¿Qué ha sucedido en Costa Rica en estos últimos años? Y ¿a dónde está yendo el país? Dos preguntas que buscan introducir algo de orden en estas reflexiones sobre la situación y el curso de los acontecimientos de más o menos la última década, culminando con el proyecto del sr. Chaves. En una primera aproximación, lo que todos saben, el país ha vivido un prolongado período de bajo crecimiento y déficit fiscal, que terminó alimentando el incremento de la deuda pública. No es algo novedoso. Ya a mediados de los 90’s, al inicio del gobierno Figueres, el déficit fiscal planteaba un problema (8.1% del PIB), utilizado para justificar el cierre de INCOFER. El ferrocarril efectivamente generaba pérdidas, era una antigüedad, muy ineficiente y poco seguro, pero la decisión de simplemente cerrarlo, para beneficio de los empresarios del transporte de carga por carretera, y no de modernizarlo, tuvo un impacto neto negativo para el país, y persigue al expresidente hasta el presente, contribuyendo a sus insucesos electorales. También hubo en ese momento propuestas de venta de activos estatales, a fin de reducir la deuda pública[ii]. Es decir, la situación enfrentada en la última década tiene un antecedente largo, resulta de las orientaciones neoliberales que se vienen implementando en las últimas 3 décadas y del endémico problema de la evasión/elusión fiscal. Partiendo de las políticas del acuerdo Figueres/Calderón en 1995 y la ley de protección del trabajador de M. A. Rodríguez, que fue la primera acción importante de debilitamiento de la seguridad social. Una seguridad social y un sistema de salud público (el nuestro) que son referencia en América latina. Tiene deficiencias en términos de calidad de gestión, por la falta de voluntad política.

En un marco más general ¿cómo se relaciona esta situación con el carácter y la dinámica del sistema político? ¿Cuáles son las tendencias en disputa en el momento actual, de cuya resolución dependerán los escenarios futuros de corto y mediano plazo? Un primer criterio metodológico es no pensar Costa Rica como si fuera una isla. Hay algunos fenómenos y tendencias generales que recorren el mundo y la región, y se particularizan en cada sociedad, de acuerdo a su estructura social y sus experiencias, tradiciones y cultura política.

Si levantamos un poco la mirada, veremos que la situación en el país comparte rasgos con ciertas tendencias a nivel internacional, relacionadas con las orientaciones económicas neoliberales y derivas conservadoras y autoritarias. Podríamos ver el caso de EEUU, por ejemplo. El señor Trump, que lidera una oleada neoconservadora, en este momento, según las encuestas, tiene posibilidades de volver al Gobierno de Estados Unidos, en los comicios de fin de este año 2024. Tal vez enfrente más dificultades de lo que usualmente se advierte, pero independientemente de si Trump vuelve a ganar las elecciones o no, hay una fuerte corriente conservadora en la sociedad norteamericana, que se expresa en temas de valores, como el aborto, que se tradujo en la abolición del reconocimiento constitucional del derecho al aborto, en el año 2022 (si bien entre la población, incluyendo votantes republicanos, el apoyo al derecho al aborto sigue siendo claramente mayoritario), en las políticas de recorte del gasto/inversión social, en posturas ambiguas o directamente de negación del cambio climático, y la negativa a aplicar las medidas básicas para mitigar los impactos, limitar las vulnerabilidades, incluso frenar y revertir la tendencia; en medidas autoritarias, que con el pretexto de afirmar la seguridad, recortan derechos y libertades, de la democracia formal. La tendencia autoritaria del sr. Trump tiene diversas expresiones concretas, algunas incluso han dado pie a procesos judiciales en curso, en el permisivo sistema de justicia norteamericano (cuando de miembros de la élite se trata), pero queda claramente manifestada en su incuestionable participación en el asalto al Capitolio, la sede del Congreso de EEU, de enero de 2021. Una suerte de intento de golpe de Estado, ‘una “conspiración de muchas partes” para anular los resultados legítimos de la elección presidencial de 2020 y que no actuó para evitar que sus partidarios atacaran el Capitolio y golpearan a la policía’.

Hay cursos conservadores en distintos países de América Latina. Es cierto que en Brasil Bolsonaro fue derrotado electoralmente, pero está por verse cuál va a ser la suerte del Gobierno de Luis Inacio da Silva, Lula. Que, dicho sea de paso, porque la realidad tiene matices, en algún momento de su segundo mandato, en uno de sus mejores momentos de respaldo social, dijo claramente que era católico y que estaba en contra del aborto. De esa manera buscaba delimitar su posición frente a grupos de su propio partido, y conectar con el estado de opinión de sectores mayoritarios de la población[iii]. Habrá que ver qué pasa en la política brasilera, que es un país muy importante en América del Sur.

En la Argentina estamos viendo los primeros meses de un gobierno que probablemente sea el experimento más de derecha visto en América latina en los últimos 100 años, a la derecha incluso de dictaduras emblemáticas, en la orientación ideológica de las políticas. Autodefinido como ‘anarcocapitalista’, presumiendo de ser ‘el primer gobierno libertario (sic) del mundo’ (no estaría mal que se preguntara justamente porqué nunca antes ninguna sociedad había considerado prudente o sensato asumir tan dudoso título), el fenómeno ya ha provocado una enorme fractura económica y social, en un tiempo record (mucho más rápida que la vivida en 2000-01), que incuba una crisis política de proporciones correspondientes, cuyas formas y caminos aún permanecen abiertos. En Chile, Boric hace aguas por todos lados, abandonando desde muy temprano aspectos políticos que hacían a la identidad misma del proyecto político que singularizó su rápida y exitosa performance política, esos que justamente lo diferenciaban de la vieja ‘Concertación’ (y que le permitieron capitalizar electoralmente la sensibilidad y demandas del levantamiento social de noviembre del 2019), además de correrse a la derecha en temas clave como las políticas económicas y sobre seguridad y migración.

Podríamos hablar de la Rusia de Putin, otro conservador (nacionalista- populista de derecha, con rasgos autoritarios). Podríamos hablar del ascenso de la derecha ultraconservadora en Europa. Italia es gobernada por una señora que encabeza un partido filo-fascista. En Francia dados los crecientes problemas del gobierno de Macron, no se puede descartar que en las próximas elecciones Le Pen pueda tener opción de ganar las elecciones. En España, el Partido Socialista Obrero Español de Sánchez, que viene destiñéndose hace 40 años, desde Felipe González, apenas consiguió mantenerse en el gobierno de forma muy precaria en las últimas elecciones. Aparte de la enorme frustración con y posterior descalabro electoral de PODEMOS. Mientras tanto, la derecha, radicalizada, continúa al acecho.

Uno de los problemas centrales de la dinámica del orden social vigente es el notorio ensanchamiento de la brecha de desigualdad, derivada de las políticas económicas asociadas a los nombres de Tatcher y Reagan: privatización, apertura externa, desregulación del mercado de trabajo, caída del gasto social, reducción de impuestos para los más ricos y grandes corporaciones, todo simbólicamente coronado por el ascenso de los economistas ‘ortodoxos’ al estatus de principales legitimadores técnicos del viraje y del retorno de un discurso semileseferista[iv]. El giro neoconservador de fines de los 70’s, supone la instauración de un violento ataque al salario, condiciones de trabajo y derechos y organización de los trabajadores (todo en buena medida justificado, maquillado, como necesario sacrificio en la lucha contra la inflación y por la estabilidad macroeconómica), con los correspondientes efectos sobre sus condiciones de vida y capacidad de consumo, todo lo cual se traduce en una significativa elevación de la tasa de ganancia del capital. Una referencia muy conocida en los ámbitos académicos sobre los impactos psico-sociales, es la elaboración del tema entregada por Richard Sennett en su LA CORROSIÓN DEL CARÁCTER. El brusco giro libremercadista, que en EEUU arranca en realidad bajo el gobierno Carter, con el ascenso al control del Banco de Reserva Federal de la perspectiva neoclásica- monetarista, desde siempre enconada enemiga de la regulación/intervención keynesiana, se extiende y replica rápidamente como hegemonía ideológica en la academia y los medios de comunicación norteamericanos y en los organismos financieros internacionales, también bajo control por una vía u otra de la política y los intereses de EEUU. Desde allí, se propaga por el mundo, apalancada en América latina y otras latitudes por los devastadores impactos de la crisis de la deuda de los años 80. Los niveles alcanzados de desigualdad social son un obstáculo no solo para el ‘desarrollo’, sino para el crecimiento mismo. Los impactos sociales, el innecesario daño social provocado por el ajuste, con su secuela de marginaciones en distintos niveles, y de extrema concentración de la riqueza, alienan a los perdedores del juego, produciendo resentimiento y desafección. La pérdida de confianza en los sistemas políticos y partidos tradicionales, así como la frustración con las opciones progresistas, timoratas y poco audaces, demasiado moderadas, ha tendido principalmente a ser canalizada sobre todo por los sectores conservadores, a partir de las sucesivas derrotas de las luchas sociales y el retroceso en los niveles de organización y conciencia política de los sectores populares. La fragmentación y despolitización de los explotados y oprimidos se trueca en debilitamiento de los movimientos sociales populares, retroceso de la conciencia de clase, repliegue en lo privado, lo familiar y los valores tradicionales. Y allí se encuentran con los discursos conservadores. La brecha social se replica como brecha cultural, abriendo un abismo con los sectores ilustrados y progresistas de capas medias y dándole relevancia política a los déficits de secularización.

Hay una clara tendencia conservadora recorriendo el mundo, que amenaza derechos y libertades conquistadas en duras luchas. Por supuesto, siempre concurren tendencias contrapuestas. Pese a todo, constantemente se dan expresiones de lucha y resistencia para defender y ampliar esos derechos. Pero el hecho decisivo es que está en curso un profundo cambio cultural, que se apoya y echa raíces en cambios estructurales de la organización y el funcionamiento social, en el impacto social de innovaciones tecnológicas, y que va siendo moldeado en la lucha abierta entre sectores progresistas y conservadores. Lo que quiero poner de relieve es que hay ‘luchas’, que es un proceso en curso, ‘en disputa’, y que el asunto no está resuelto. Hace 52 años, la Corte Suprema de Estados Unidos tomó una decisión que despenalizaba el aborto. Si hubiésemos estado presentes en el año 1972 y nos hubiesen preguntado: ¿cómo creíamos que sería el mundo de la tercera década del siglo XXI?, probablemente una buena parte de nosotros habríamos apostado por una proyección mucho más optimista de lo que realmente resultó. 50 años después, estamos experimentando el riesgo de por lo menos una involución distópica. La crisis civilizatoria pone en cuestión avances culturales fundamentales, aunque también aporta las precondiciones para un salto adelante en el proceso histórico. Todo dependerá del resultado de las confrontaciones sociales y su incidencia en las diversas esferas dinámicas de lo social.

En otro lugar he desarrollado la noción de ‘crisis civilizatoria’ (Ayala 2018), que básicamente es la combinación de la multiplicación de elementos de crisis en el capitalismo como sistema social mundial, del hecho de que ‘el capitalismo no tiene futuro, no merece tenerlo, porque no puede dar lugar a un orden social justo’, con la crisis del proyecto alternativo, emancipatorio, como resultado de la monstruosa deformación burocrática y derrumbe final de los regímenes que llevaron a la crisis los proyectos de sociedades postcapitalistas del siglo XX, con la consecuente restauración del capitalismo, con todas sus contradicciones. Como consecuencia, vivimos en un mundo al borde del abismo: pobreza, desempleo, desigualdad, 870 millones de personas con algún grado de desnutrición, olas migratorias desbordadas, crisis climática, guerras (retórica militarista con amenazas de confrontación nuclear entre grandes potencias), desbordes de criminalidad asociados a redes de narcotráfico y bandas delincuenciales internacionales, brillantes innovaciones tecnológicas que en el marco del capitalismo profundizan las tensiones, inseguridad, incertidumbres y ansiedades. Centros de poder que juegan con el futuro del planeta y la vida y condiciones de existencia de centenas de millones de individuos. ¿Cuánta gente más va a tener que morir o pasarla mal porque buena parte del establishment simple y sencillamente no tiene la intención política de tomar las medidas que hay que tomar para frenar el deterioro climático del planeta?

Podríamos hablar de la pobreza en el mundo, la desigualdad social que alcanza niveles no vistos desde antes de la II guerra mundial. De las centenas de millones de hombres y mujeres que padecen algún grado de subnutrición o hambre[v]. Entonces, cuando se ve que distritos electorales que durante 40 años votaron al Partido Comunista o al Partido Socialista, a la izquierda reformista en Francia, hoy votan por la señora Le Pen, se impone el desconcierto, porque para muchos resulta difícil entender lo que pasa. O como puede ser que la señora Meloni gobierne un país con un pasado fascista que terminó en un gran desastre. De las actividades sobre Piketty, de hace 2 años (organizadas por la Maestría en Sociología de la UCR), una de las cosas interesantes que quedaron, siendo que discrepamos mucho de Piketty, fue su valoración crítica de la izquierda institucional, la que abandonó la lucha contra el capitalismo. Piketty la denomina izquierda Brahmánica, la izquierda que olvidó su compromiso con las necesidades, intereses y aspiraciones de los proletarios, los trabajadores y trabajadoras asalariadas, y se hizo un progresismo de clase media, enfocado en los diversos temas particulares que pueblan las preocupaciones de los sectores progresistas educados, pero que relega, desjerarquiza o directamente abandona los asuntos vinculados con la explotación de clase y la lucha anticapitalista (Piketty 2019). Desde el punto de vista de Piketty, en Europa, esto significa una defección política torpe; en una América latina con más de 180 millones de pobres y decenas de millones más en situación de vulnerabilidad, habría que encontrar un adjetivo diferente, probablemente más fuerte[vi].

Todo ello en el marco del salto adelante en el proceso de internacionalización del capitalismo que vivimos claramente desde comienzos de los años 90. El aumento de la tasa de ganancia (de explotación del trabajo), la aceleración de la innovación tecnológica, con efectos notorios en la productividad y en lo social-cultural, junto a la enorme expansión del mercado provocada por la irrupción China en la economía mundial (más Rusia y los países del Este europeo, India y otros de menor peso) son rasgos fundamentales. Una consecuencia no buscada del proceso es el espectacular ascenso de China al status de potencia, con las peculiaridades y contradicciones del fenómeno, que hace con que su curso futuro aún no esté del todo claro (dictadura burocrática, economía capitalista muy regulada por un Estado fuerte y eficaz, gran desigualdad social, tensiones con diversas nacionalidades, aspiraciones de la ascendente clase media profesional, la hostilidad política norteamericana y conflictos geopolíticos diversos, Taiwan, etc.). La irrupción de China y el malestar provocado por el ensanchamiento de la desigualdad en las potencias occidentales, ha alterado el curso del fenómeno de globalización, induciendo movimientos proteccionistas y cierto retroceso del discurso librecambista, matizado por consideraciones sobre la ‘seguridad nacional’. En el caso de la potencia dominante, EEUU, está en curso un retorno del protagonismo del Estado, por la vía directa de la política industrial. La competencia con China requiere la mano visible del Estado y el músculo de lo político. El caso de Europa es aún más dramático. En 20 años pasó de representar 31% de la economía mundial a 17.4% actualmente. Toda la economía de la UE es ya igual o algo inferior en términos nominales a la de China; por PPA es casi la mitad. Pero hay que subrayar el ritmo del cambio tecnológico, La computación cuántica, la 5G o la IA, la nanotecnología, el cambio en la matriz energética, terapias génicas, etc., inducirán cambios profundos en la vida social y en los términos de convivencia, en buena medida inanticipables.

Lo anterior da un necesariamente breve esbozo del contexto y el plano internacional en el que nos movemos. Sigue pendiente la tarea de estudiar a fondo los efectos políticos y culturales que está provocando la crisis capitalista, las diversas crisis capitalistas, por un lado, y, por otro, la ausencia de alternativa, el fracaso del proyecto postcapitalista del SXX (la historia, pese a Fukuyama, continúa, la historia y las luchas sociales preparan nuevas vías para la superación de un régimen social que no tiene futuro). Parafraseando a Gramsci, ‘el viejo mundo no tiene futuro, el nuevo no consigue hacerse presente, y en esos claroscuros surgen monstruos’. Y estamos viendo monstruos y escenarios de espanto, de las mil expresiones de la crisis climática al costosísimo extravío anarcocapitalista de Milei, pasando por la masacre sionista en Palestina, el riesgo de que la estupidez suicida y los intereses geopolíticos lleven a una confrontación directa entre las principales potencias, que sería catastrófica para el conjunto de la humanidad.

No somos una isla política, lo que pasa en el mundo nos afecta y establece en buena medida el ámbito de las posibilidades. De ahí la importancia de al menos esbozar el contexto. Hace seis años estuvimos a poco de que un partido evangélico (de la derecha religiosa) ganara las elecciones. Cuatro años después, un personaje, en buena medida no formado en el sistema político local, consiguió alzarse con el triunfo en las urnas, pese a haber tenido responsabilidad en el programa económico contractivo del gobierno Alvarado, pese a ser un forastero político, sin un verdadero sustento partidario, y pese a la sanción por acoso sexual impuesta por su empleador de más de 30 años, el Banco Mundial[vii]. El hecho de que un individuo con tal perfil haya logrado ser electo en un sistema político por décadas notablemente estable, es por sí mismo indicador de un considerable malestar acumulado. Los antecedentes son conocidos: la quiebra del bipartidismo, la caída del PUSC a la condición de partido de segundo orden, la incapacidad del PLN para ganar elecciones, el ascenso y abrupto desplome del PAC, el rechazo de la derecha religiosa por el sector más secularizado de la sociedad, el reiterado insuceso de la desentonante (respecto de la historia del país) alternativa ‘libertariana’, la desconcertante dificultad del FA, como opción progresista, para conectar con los sectores populares, fenomenizan la pérdida de o poca confianza en los partidos políticos, tradicionales y emergentes, que está de una u otra forma relacionada con el bajo crecimiento económico y el incremento de la desigualdad social de las últimos 20 años. La pérdida de eficacia del sistema político, erosiona su respaldo social.

Se trata de un Gobierno, el de Chaves, de derecha neoliberal. En buena medida, no lineal, continuidad del gobierno Alvarado. Chaves fue parte del Gobierno del sr. Alvarado durante un periodo relativamente corto, pero todo indica que compartía en general la orientación contractiva de Alvarado. También hay por supuesto, discontinuidades, peculiaridades. La más llamativa, la inclinación conservadora, en valores, expresada en el acercamiento a sectores evangélicos, con la promesa de ‘eliminar la ideología de género en la educación’[viii]. También en la figuración de personas conservadoras en el gabinete y en diversas manifestaciones del Presidente. Se trata de un tema muy relevante, pues estamos viviendo, como ya se dijo, un período de grandes cambios culturales, relacionados con cambios socioeconómicos y estructurales importantes. Lo cual significa que estamos no ante modas sino frente a tendencias enraizadas. Pero este cambio cultural, en algunas de sus expresiones asociado con el avance y reconocimiento de las reivindicaciones de grupos hasta no hace mucho objeto de fuerte discriminación y marginación, al combinarse con tensiones y fracturas sociales, genera rechazo en algunos sectores, influidos por agendas conservadoras. Por tanto, puede transformarse en tema de manipulación político- electoral. Hoy podemos ver, en lugares distintos y distantes, casos en que grupos y discursos antisecularización y nacionalistas culturales se esfuerzan por seducir a sectores de población empobrecida, trabajadora o incluso de clase media, asalariada o pequeña propietaria, que experimentan notorias dificultades en sus vidas cotidianas, insatisfacción por su situación y temores por sus hijos.

Es decir, posar de conservador puede en circunstancias particulares ofrecer réditos electorales. A corto plazo. En mi opinión, no está del todo claro si el conservadorismo de Chaves se sigue de convicciones firmes o de un cálculo político. Chaves asume el gobierno enfrentado por un lado a algunos grupos del núcleo duro de las élites político-sociales (PLN, Lanación-Teletica), con la desconfianza de buena parte del empresariado (por sus declaraciones tempranas sobre evasión fiscal, registro de accionistas y secreto bancario), pero también al sector progresista por el tema del acoso. Con casi toda la ‘institucionalidad’ política en contra, no resulta sorprendente que la comunicación política se haya inclinado hacia un tono populista-conservador, orientado a conectar con los sectores de la población percibidos como los perdedores del modelo socioeconómico. Simbólicamente, ‘la señora de Purral’. Una máscara conservadora como cálculo político, no parece una mala apuesta en un país en el que los principales grupos del sistema político se han opuesto durante décadas a eliminar el carácter confesional formal del Estado costarricense. Esos que durante 15 años bloquearon la legislación sobre fertilización in vitro. Sea o no máscara y cálculo, esta es una sociedad en conjunto aún bastante conservadora, con un fuerte déficit de secularización (como buena parte de América latina), conviene no olvidarlo.

El marco de este vuelco general a la derecha del clima político lo pone la situación económica del país, hace años marcada por bajo crecimiento, déficit fiscal, deuda creciente, alto desempleo, fuerte variación cambiaria, etc. En determinado momento, se comienza a hablar de ‘crisis’. La misma definición de la situación como ‘crisis’, ya justificaría un debate. ¿Una definición que quiere justificar una política de ajuste innecesaria? No cabe duda de que hubo y hay un problema de déficit y de deuda pública (también privada[ix]), pero de donde viene y qué lo produce. Hay, me parece, que partir de una afirmación importante: es una ‘crisis’ autoinfligida.

Hay crisis que no son autoinfligidas, que nos caen encima de afuera. Como la crisis del 2008, que surgió en Estados Unidos, en el sector inmobiliario, con una rápida caída de los precios de los bienes raíces, el incumplimiento de los deudores y el escándalo de los créditos ‘subprime’. Una clásica crisis de sobreproducción, que del sector inmobiliario se dirige al financiero y de ahí hace metástasis en la economía real. Y a nosotros nos llega por los aires esa crisis y nos golpea de manera significativa, aunque menos severamente que a México, gracias a que la mayor parte de la banca y sector financiero es estatal. El hecho de que el país tenga una banca pública estatal le ha protegido 2 veces, en menos de 20 años. En la crisis que arranca en 2008 y en el año 2023 con la crisis de quiebra de bancos en Estados Unidos y en Europa[x], y no se ha sentido en Costa Rica. ¿Por qué? No se siente porque tenemos una banca políticamente regulada, aunque no se reconozca. Podemos recordar a la señora Chinchilla en el año 2011, exigiéndole a la banca pública bajar los intereses de intermediación. Lo podía hacer porque era una banca pública, porque de haber sido una banca privatizada, ojalá de capital extranjero, ni lo habría intentado; solo se le podía ocurrir exigir una reducción de las tasas porque tenemos una banca pública estatal, que además subvenciona a buena parte del empresariado. Y eso desempeñó un papel principal en la contención interna del fenómeno externo.

La ‘crisis’ de la que se hablaba en 2018 no nos venía de fuera, y tampoco surgía de razones internas vinculadas con el ciclo económico. Fue una ‘crisis’ autoinfligida por las políticas neoliberales que se han venido aplicando en los últimos 30 años. El gobierno del señor Alvarado es el más neoliberal de las últimas 3 décadas en el país, de cualquier forma que se mida, objetivamente. Hay un torrente de datos que podrían demostrar que es el más neoliberal, desde el punto de vista objetivo de ejecución de políticas. Hasta qué punto la situación actual del país en 2018 era autoinfligida. Cuando estalla lo de la pandemia, ¿qué hace la mayor parte de los gobiernos del mundo, gobiernos de derecha o de centro, liberales o de centro izquierda, independientemente del tinte ideológico, casi todos los gobiernos medianamente razonables apelaron a políticas keynesianas para amortiguar las crisis, políticas contracíclicas. ¿Qué hace el señor Alvarado?

Desde el arranque del período de gobierno, aplica una política contractiva, procíclica, en un momento en que la economía mundial aún no salía del todo de la crisis internacional de 2008. Aplica un ajuste de proporciones y profundidad inéditas, provocando un daño social innecesario, puesto que los problemas del déficit y de la deuda pública no tenían su causa principal en un exceso o ineficiencia del gasto, sino en el estrangulamiento fiscal del Estado, por la evasión/elusión fiscal de los más ricos y de las grandes empresas, y por la regresiva estructura tributaria del país. Es ampliamente conocido que vivimos en un país en el que las grandes empresas suelen no pagar impuestos ¡porque declaran ‘cero ganancias’ u operan con pérdidas![xi] Otras empresas declaran ‘no tener utilidades gravables’, que no es lo mismo que no tener utilidades, y que tampoco pagan impuesto sobre la renta acogiéndose a alguna legislación particular. Nos movemos en un capitalismo que no genera ganancias o que no paga impuestos ‘legalmente’. Es el caso sobre todo de las empresas comprendidas en el llamado ‘régimen especial’, zonas francas y otras modalidades. En tales condiciones, sería un milagro que el Estado costarricense no enfrentara un problema de ingresos, que alimenta el déficit y este la deuda pública.

Una absurda e innecesaria política contractiva, centrada en el gasto público y la reducción o congelamiento de los salarios de los trabajadores del Estado, aplicaba el sr. Alvarado cuando se desencadena la pandemia de covid, provocando un trastorno monumental en la economía mundial, que supuso una caída de más del 8% del pib mundial en el 2020. Alvarado mantiene la política de ajuste que profundiza los efectos de la crisis objetiva exterior y amplifica el impacto contractivo, con todo lo que eso implicaba socialmente, en pérdida de empleo, deterioro social y penuria para las familias, dolor social. El desempleo subió a niveles no recordados en el país, alcanzando el 24% y la pobreza llego cerca del 30%, de la población, no de familias (las familias de menor nivel de ingresos tienen un mayor número de integrantes; cuando se dice que la pobreza es de un 22% de los hogares, como a fines de 2023, el % de la población puede ser un 3% adicional). En este momento tenemos entre 24 y 25% de la población en condición de pobreza. Si sumamos los casi pobres, que son 2 líneas de ingreso, estamos hablando de alrededor de 40% de la población. Si vemos la situación de la mayor parte de la población, es un deterioro importante en los últimos 10 años. El consumo dejo de crecer significativamente en el gobierno de la señora Chinchilla. El gobierno de Chinchilla es el parteaguas del período de relativa bonanza que tuvo el país entre los años noventa y la primera década del siglo actual y los últimos 10 años largos[xii]. A partir del gobierno de la sra. Chinchilla, según las estadísticas oficiales, las estadísticas sociales entran en franco y sostenido deterioro. Es el caso del desempleo, que se aproxima al 9%. Es el gobierno de Chinchilla donde por primera vez se dice que la evasión fiscal es del 6% del PIB.

Las políticas económicas que aplicó el señor Alvarado profundizaron la dinámica contractiva. Desde el principio, sectores académicos, políticos y sindicales alertaron sobre los impactos probables de esta política. Política que no hizo sino profundizar en forma inédita las orientaciones neoliberales que de una u otra forma y en distinta medida han aplicado los gobiernos desde los años 80’s. Decía más arriba que el de Alvarado es el gobierno más neoliberal de este largo período. Esto es así porque ninguno otro anterior avanzó tanto en ese curso, y en un contexto internacional tan adverso, para colmos. Mucha gente, a lo largo del período, advirtió sobre los muy probables efectos, una y otra vez. Lo advirtió gente que no puede ser tenida por críticos radicales (O. Solís), que ha publicado a lo largo de los años textos periodísticos que avisaban. Así como lo han hecho los intelectuales y académicos de izquierda. El señor Alvarado pasa la ley fiscal, que es un ajuste brutal. Pasó la ley de empleo público que empobrece a los trabajadores del Estado. Una acción que debilita el consumo y la demanda interna. Pasó la ley de proscripción del derecho de huelga, algo que ni gobiernos como el de Bolsonaro, Macri o Milei, han hecho. Directamente, un ataque frontal en la lucha de clases. A lo que sumó la ley que degrada las convenciones colectivas a temas muy secundarios. Y comenzó a implementar la política de ajuste del presupuesto de la educación superior[xiii]. Gestiono recortes en el presupuesto social del Estado. Buscó un préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con los condicionamientos de rigor, de 1750 millones de dólares, innecesario, considerando la acumulación de reservas internacionales de que disponía el país en 2018-19. Tampoco hubo disposición política para una verdadera lucha contra el fraude fiscal, el delito por excelencia de los más ricos. Y el actual presidente de la República, cuando recién era exministro, decía que la evasión fiscal alcanzaba un monto de 3800 millones de dólares, lo decía en agosto del 2020, y, como ministro, proponía invertir $140 millones en actualizar los sistemas informáticos del ministerio de Hacienda, afín de hacer más efectivo el combate de la evasión fiscal. Luego de 2 años a la cabeza del gobierno, no parece que el señor Chaves haya avanzado significativamente en ese asunto.

Por supuesto, los medios corporativos, vinculados a poderosos grupos económicos (Lanación, Teletica), suelen ignorar el tema de la defraudación fiscal, pese a la enorme magnitud de los montos, comparados con los de los más sonados casos de corrupción, que tanto destaque obtienen. Informes recientes indican que la evasión puede rondar los 2.5 billones de colones, o más de 4.500 millones de dólares, cada año[xiv]. Cuesta dimensionar tales cantidades. Decía el señor Chávez, antes de ser presidente: por eso no necesitamos un préstamo del FMI, basta con apretar la persecución contra la evasión, mejorar la recaudación fiscal y estrechar los conductos de la elusión. También, como plantearon algunos economistas heterodoxos, se pudo usar un 20-25% de las reservas del Banco Central, que no compromete la capacidad para mantener la estabilidad de la moneda, del Colón, ni el resguardo monetario necesario para garantizar importaciones, que son los criterios técnicos que los economistas convencionales, y sobre todo los organismos financieros internacionales y las agencias calificadoras de riesgo, usan para estimar el riesgo país, en cuanto a la capacidad para cumplir con los vencimientos de deuda. No lo hicieron. Prefirieron ir a tocar las puertas del FMI, con todo lo que eso implica, en términos condicionamientos que empobrecen, descompensan socialmente y debilitan al Estado y su capacidad para responder a las demandas sociales.

¿Qué pasó con las reservas del Banco Central? resulta que, en el año 2022, las reservas del Banco Central andaban en torno a los 8000 millones de dólares. Hoy superan los 14,000 millones, crecieron 6000 millones de dólares. Tenemos 14,000 millones de dólares en el Banco Central, con un alto costo para el Banco y riesgos para la economía del país[xv]. Pero tenemos recortes presupuestarios generalizados en cultura, educación y todo el sector social, que arrancan con el gobierno Alvarado, y que se continúan en el de Chaves. Todo esto lleva a poner en discusión no solo las inclinaciones ideológicas de la gente que gobierna, sino la inteligencia del personal político (en el ejecutivo y en la oposición de derecha en el parlamento). ¿Qué forma de gobernar un país es esta? Los economistas más ensalzados del país (todos neoliberales) podrían afirmar que quien escribe es sociólogo, no economista. Bueno, se puede recurrir otra vez a un economista como O. Solís, como ya se dijo, muy lejos de la izquierda, y que más bien es un entusiasta defensor de las políticas del señor Alvarado, que varias veces escribió que el país debe estar orgulloso de ese gobierno, porque fue ‘valiente y tomo medidas’ (contra los trabajadores y sectores populares; claro que no se toma la molestia de explicar la razón del espectacular descalabro de su partido en las elecciones del 2022 y la conexión con las políticas que aplicó el gobierno que tanto ensalza...). Como diputado, el señor Solís le hizo oposición, férrea, al primer gobierno de su partido, por razones no del todo claras. Bajo el gobierno de L. G. Solís, el PAC contaba con 13 diputados, pero en realidad seis fueron de oposición. Solís y la señora Epsy Campbell, fueron oposición a ese gobierno, por la derecha.

El señor Solís es un buen economista, y, cuando quiere, dice cosas interesantes. En un artículo de julio del 2022, cuando el Banco Central comenzó a elevar la tasa de interés, presuntamente para combatir la inflación, ateniéndose a la más convencional noción de economía -‘si sube la inflación, hay que subir la tasa de interés’-, Solís escribió: “la inflación no obedece a un incremento en la demanda local, sino que se trata de una inflación de costos importada”[xvi]. Si la inflación es importada, no tiene ningún sentido subir la tasa de interés. Se sube la tasa de interés, desde el punto de vista convencional, cuando la inflación es interna, para contener la demanda, partiendo de una teoría sobre la inflación que yo no comparto: según las corrientes económicas monetaristas, las tasas de inflación muy altas son causadas por un exceso de oferta de dinero; la solución es, básicamente, subir la tasa de interés interna, lo cual incrementa las tasas de interés en los préstamos al consumo (tarjetas de crédito, préstamos para vivienda, etc.; también afecta la inversión productiva), y esto, por su vez, frena la demanda de productos. El resultado harto conocido es contracción del crecimiento o estancamiento, aumento del desempleo, caída del consumo, pobreza, desigualdad, deterioro social, malestar... Para no variar, esto no es del todo falso, pero es fenoménico. Se pregunta entonces por ‘la causa de la causa’. En realidad, la inflación es, generalmente, en forma subyacente, puja distributiva; la inflación tiene que ver con una pugna por el excedente, las empresas, sobre todo los monopolios o las que operan en condiciones oligopólicas, coludidas o cartelizadas, suben los precios para quedarse con una mayor parte del mismo; los trabajadores por su parte meten presión en el sentido contrario, aunque los salarios, por lo general, corren detrás. Sobre todo en condiciones de casi nula organización sindical de los trabajadores del sector privado, como ocurre en Costa Rica.

Por su parte, Stiglitz[xvii] y Krugman[xviii] llamaron la atención sobre la torpeza de la Fed al subir la tasa de interés, porque rechazaban que sirviera para combatir el fenómeno inflacionario específico. Lo única que iban a lograr es deprimir la economía y apuntalar el dólar. ¿Y quiénes iban a ganar con eso? Los que ganan siempre con estas políticas económicas, que por lo general impulsan tendencias de concentración adicional de la riqueza. Diversos informes, de Oxfam a Forbes, muestran el notable avance de la concentración de la riqueza en menos de 3 mil individuos-familias a nivel mundial en los últimos 3 años[xix]. Global wealth distribution de Credit Suisse & UBS, informa que el 1% más rico posee el 46% de la riqueza mundial[xx]. En abril del 2024, se informa que los multimillonarios, más de 1 mil millones de dólares, son 2781, 141 más que el año pasado.

En Costa Rica ocurrió lo que muchos habían adelantado, el incremento de la tasa de interés no tenía sentido porque el índice se relacionaba centralmente con factores externos. Dos años después la inflación interna ha caído porque la internacional ha bajado y porque, probablemente sobre todo, el Colón ha tenido un salto enorme de apreciación. De julio del 22 a abril del 24, el Colón pasó de 700 por dólar a 500, una revaluación de más del 25%. Es seguro que la política del Banco incidió en esa reducción de la tendencia de los precios, pero innecesariamente. En enero del año en curso, el índice ‘big mac’ de The Economist estimó que el colón era la sexta moneda más revaluada, entre 54 divisas observadas[xxi]. La escalada del Colon está conteniendo la capacidad de crecimiento de la economía y sofocando algunos sectores, particularmente vulnerables, como el turismo o los sectores que enfrentan la competencia de bienes importados abaratados, también a los exportadores, particularmente a los de capital local, que pierden competitividad en dólares.

¿Cómo se puede entender que la moneda se aprecie casi 30% en menos de dos años sin una reacción contundente del Banco Central? Las protestas de los empresarios se han tornado rutinarias, y ha forzado a aquellos con más margen a tomar un conjunto de medidas de acomodo al Colón, ¡como una de las monedas más fuertes del mundo! De despidos a colonización de salarios previamente pagados en dólares, pasando por cierre de unidades de producción, empresas turísticas operando con pérdidas o por debajo de la tasa normal de ganancia, paralización de nuevas contrataciones. Al presente, el BCCR ha bajado la tasa de política monetaria (TPM) a 4.75%. En un contexto de 11 meses de deflación, resulta claramente insuficiente, aunque este nivel de la tasa inmediatamente ha estimulado la subida del colón a 530 a comienzos de junio (evidencia sólida del peso de la política monetaria en el precio de la moneda, así como hace dos años, la suba de la tasa alentó la apreciación del Colón, contra las fantasías-patrañas acerca del precio establecido por ‘el juego libre de las fuerzas de mercado’). Un Colón sobrevaluado y una tasa de interés ‘extraña’ (excesiva), no solo sofocan la economía del país, sino que producen tensiones que de mantenerse en el tiempo inducirían cambios estructurales, estimulando el consumo importado de bienes producidos o producibles localmente, desindustrializando y desplazando todo el sector de producción de bienes. En lo inmediato, dificulta la generación de empleo. Aunque la tasa de desempleo ha caído al 7%, se debe en parte a la retirada del mercado de trabajo de decenas de miles de personas.

Llama la atención el apoyo del señor Chávez a esta política del BCCR. El objetivo ha sido, claro, reducir el servicio de la deuda pública en dólares, mediante la apreciación del Colón. Pero eso tiene también efectos negativos. En Estados Unidos Barack Obama presionaba a J. Jellen porque consideraba que el nivel de la tasa de la FED obstaculizaba el crecimiento de la economía. La presionaba para que bajara la tasa de interés, porque pese al discurso sobre la separación de poderes, siempre hay presiones políticas, de diversos orígenes, correspondientes a intereses diferentes. Los formalismos no son inútiles, cumplen un papel limitado y relativo, pero no impiden que se haga política, y que el ejecutivo no le diga al Banco Central: su tasa de interés está sofocando la economía, impide el crecimiento, impide generar empleo, impide que haya consumo y de vuelta alimenta todos los problemas económicos del país, porque es un perro que se muerde la cola (la presión e influencia de otros grupos e intereses se ejerce de forma más encubierta). El país crece menos de lo que podría, por tanto, la recaudación impositiva crece poco, el déficit continúa y hay que continuar alimentando la deuda. Aunque, con la reducción de los salarios y la contracción económica provocada por el ajuste fiscal de Alvarado y continuado por Chaves, el gobierno puede presentar cifras aparentemente positivas. El ajuste está cumpliendo su papel generando un superávit primario en los ingresos del Estado, pero a costa del salario y las condiciones de vida de los trabajadores del Estado, el empobrecimiento del país y la concentración del ingreso y la riqueza.

Se puede afirmar que ‘el gobierno de Chaves ha sido una continuidad del de Alvarado’. Una afirmación solo parcialmente correcta. Chaves participó del gobierno Alvarado y heredó el resultado de las políticas de ese gobierno. Es decir, se benefició del tremendo, inédito, ajuste aplicado en ese período. Pero, en parte porque tal ajuste era innecesario, agravando la situación, en parte porque las condiciones son ahora diferentes, la política económica de Chaves tiende a diferenciarse hasta convertirse en una política expansionista, contra la permanente contracción planeada por Alvarado. Decía en algún momento la ministra de planificación de Alvarado que los salarios de los trabajadores del Estado estarían congelados por ¡12 años![xxii] Solo en 4 años, los salarios ya habían perdido entre 15 y 25% de capacidad de compra, dado el salto inflacionario del año 2022. Hay básicamente dos formas de enfrentar una crisis económica, desde las políticas económicas convencionales: una contractiva, otra expansiva. La primera, apuesta a la lógica monetarista, la segunda a la digamos ‘keynesiana’, generalizando. Alvarado claramente apostó a la primera. Chaves, se benefició del ajuste y centró sus dos primeros años en bajar la deuda y el déficit, manteniendo los recortes en el gasto, general y particularmente social (de ahí la negativa a reconocer y cancelar el total de la deuda del Gobierno Central con la CCSS, que se viene acumulando y creciendo desde hace varios gobiernos). Orientado a salir de la regla fiscal y, en el proceso, lograr el grado de inversión de las calificadoras de riesgo, que efectivamente le ahorraría al país cientos de millones de dólares en servicio de la deuda pública. A partir de ahí y para el resto de la gestión, todo parece indicar que se dirige a una política expansiva, apoyado en un plan de obra pública, cuya magnitud en el momento actual continúa sin precisarse. Pero está claro que busca un aumento del gasto público y de la inversión. Está por verse qué hará, cuando tenga más holgura fiscal, con el gasto social y los salarios del sector público. Como tecnócrata neoliberal, es probable que se incline por continuar bajando la deuda, manteniendo contenido el presupuesto de lo social y los salarios, como recurso de la baja del costo de operación de la economía y del aumento de la tasa de ganancia en el sector privado. A costa de los trabajadores, como corresponde a un economista ortodoxo. Eso en general. Pero puede haber excepciones puntuales, en sectores, según la conveniencia.

Los elementos de continuidad abundan, se pueden ilustrar tomando los datos muy conocidos de recorte del gasto social[xxiii], así como las propuestas de privatización involucradas en la propuesta de referéndum anunciada en mayo de 2024 y la apertura de la producción de energía eléctrica, que corona más de 20 años de socavamiento del ICE y la obstaculización de su desarrollo e inversiones, por los distintos gobiernos. Un elemento relevante es la propuesta de jornada 4/12 (‘4/3’ maquilla). Una propuesta en dirección del todo opuesta a la tendencia internacional, de reducción de la jornada laboral, no como gentil concesión de gobiernos y gran capital, sino como respuesta cada vez más obligada al constante incremento en la productividad del trabajo, consecuencia no buscada, derivada de la continua incorporación de innovaciones tecnológicas, ahorradoras de trabajo, al proceso productivo. Buscar la legalización de la (ya existente) jornada 4/12 es un alarde de insensibilidad social. Pero además es torpe, por lo señalado en relación con las tendencias derivadas del notable aumento de la productividad del trabajo.

4 días, 12 horas. Haciendo las matemáticas del asunto, son doce horas en el trabajo, pese a que sobran los ‘papers’ académicos que indican que una jornada tan prolongada, provoca generalmente una fuerte caída del rendimiento del trabajador, física y sobre todo mentalmente. A eso hay que agregar que muchos trabajadores dedican al menos una hora para ir y otra para volver del sitio de trabajo; no pocos, más. Entre 30 minutos y 1 hora para prepararse para partir al trabajo. Ya son casi 15. Sumando las 8 recomendadas de reposo-sueño, le queda al trabajador 1 hora al día para todo lo demás en su vida. Para las responsabilidades domésticas y asuntos personales. ¿Hace falta alertar que estas condiciones laborales conspiran contra la calidad de vida y la salud de los trabajadores/as? ¿Qué clase de vida familiar, de relación de pareja, puede darse en esas condiciones? ¿Cuánta atención se puede dedicar a los hijos/as? Y muchos de los legisladores/as que apoyan esta contrareforma laboral-social son los que, en otros temas, hacen discursos sobre la defensa de la familia, tradicional, por supuesto. El efecto será devastador para buena parte de los trabajadores/as[xxiv].

En otro lugar hemos discutido la afirmación de un ministro y diputados/as de que se trata de una opción voluntaria. Pero la relación profundamente asimétrica de poder entre un trabajador y el empresario, la situación de necesidad del primero, su situación de indefensión ante la ausencia de organización sindical, así como la incapacidad técnica y falta de voluntad política de los gobiernos para hacer cumplir la letra formal de la legislación, hace con que no se pueda esperar nada ‘voluntario’ en la ‘decisión’ de los trabajadores/as. También se ha insistido en el hecho de que, por razones diversa, en la práctica, es altamente probable que las trabajadoras sean las más afectadas. El Estado costarricense tiene dificultades para hacer cumplir hasta las leyes laborales más elementales en este país. La prensa reporta que 550 mil trabajadores no tienen Seguridad Social, hay 200 mil personas que ganan menos del salario mínimo, una cantidad enorme de gente a la que no se le respeta la jornada legal.

Si el gobierno del sr. Chaves tiene elementos de continuidad, también presenta particularidades, y no solo en la política económica. Una de esas particularidades, probablemente la más importante, el carácter conservador, en valores, del gobierno, que es un elemento muy importante. Hay indicios de que hay mucho de cálculo en eso. Que la deriva conservadora sea por convicción o por cálculo, interesa desde el punto del análisis y de la caracterización precisa de Chaves como figura y del gobierno, en su dinámica. Pero lo cierto es que se ha presentado como conservador y ha atacado, al menos verbalmente, derechos democráticos, sociales y culturales, conquistas importantes de los movimientos sociales y de la democratización de la vida social.

Entonces, el gobierno del sr. Chávez es una continuidad no lineal, con ajustes de acuerdo con las nuevas circunstancias, y algunas particularidades. Los elementos conservadores, el más llamativo; que, desde el punto de vista político contingente, resulta muy relevante. Otro aspecto diferencial, de mucho más peso, es que el gobierno del señor Alvarado fue apoyado en su gestión, específicamente el ajuste aplicado, por buena parte del poder económico más concentrado, y al día de hoy es reivindicado por todo el espectro de la derecha, desde los empresarios hasta el señor R. Arias, y su sector del PLN, pasando por los notorios elogios de la Nación, como alguien que ‘mostró coraje’. Mientras que ese gobierno es reivindicado y protegido, Chávez está enfrentado, por una razón absolutamente contingente, al grueso de las élites y al bloque más prominente, pese a la coincidencia ideológica en puntos fundamentales.

La crisis de que tanto se habló y se habla es una crisis auto infligida por todo lo ya mencionado y porque el país podría estar creciendo mucho más, sí se aplicara una política económica diferente. Quedándonos en el ámbito de la gestión del capitalismo periférico, el país necesita un cambio de política económica urgente. Tenemos dos años por delante del gobierno de Chávez, que se suman a los seis anteriores. Necesitamos un cambio de rumbo del país antes de que este bloque político de derecha que va del señor Chávez a los evangélicos, pasando por Feinzaig y al menos la fracción arista de Liberación Nacional, más la Unidad Social Cristiana, transformen esta sociedad en algo parecido al experimento chileno (donde el Estado solo aporta 10% del presupuesto de las Universidades ‘del Estado’).

Alguien podría apelar a la teoría del cuanto peor mejor, pero ya sabemos que cuando las cosas van mal, desde el punto de vista socioeconómico, no necesariamente se traduce en una salida por la positiva. Las políticas neoliberales han provocado un gran deterioro social, pero las respuestas sociales han sido variadas. Hemos presenciado en las últimas décadas múltiples y poderosas movilizaciones sociales en defensa de las conquistas sociales, que en no pocos lugares han obtenido triunfos parciales, que frenaron ofensivas contra el nivel y las condiciones de vida de los trabajadores, y han sido la base para el triunfo de gobiernos progresistas. Pero el fracaso o incapacidad de estos gobiernos para producir cambios significativos, ha derivado en frustración y desencanto, llevado a movimientos pendulares. Nos estamos moviendo hace 20 años entre gobiernos de derecha liberal o conservadora y gobiernos progresistas, muy moderados, más allá de ocasionales desbordes discursivos, que fracasan, en parte por el temor a avanzar con reformas más audaces, apelando a la movilización y organización de los trabajadores y sectores populares. Esta autolimitación se ha combinado con la férrea determinación de las élites de socavar por todos los medios posibles los proyectos progresistas, apoyados en el control de ingentes recursos económicos, políticos, culturales, de los principales y mejor financiados medios de comunicación, y, cada vez más, de la institucionalidad política, la forma política de organización de la dominación de clase, de la defensa de los privilegios y del poder social. Como parte de esta instrumentalización de la institucionalidad, el recurso a la judicialización de los referentes de los gobiernos progresistas. El caso de Lula y Cristina Kirchner, por citar dos emblemáticos. No cabe duda de la determinación de los grupos del capital local y los centros de poder internacional, particularmente la política de los gobiernos estadounidenses, de operar contra estas experiencias, aislando, activando campañas mediáticas negativas, financiando oposición interna, aprovechando errores y extravíos y finalmente imponiendo sanciones de diverso tipo. Por supuesto, el recurso puede ser instrumentado contra figuras políticas de cualquier color político. En este momento resulta bastante claro que el poderoso e influyente sector de las élites enfrentado al sr. Chaves, prepara activamente un escenario de este tipo. No me ocupo del mérito sustantivo de las causas judiciales[xxv]. El tema es la instrumentalización política del aparato legal. Hoy contra Chaves, mañana contra... Es seguro que el sr. Chaves, y su entorno, toman en cuenta este horizonte, que por tanto incide sobre las decisiones y movimientos presentes. El sr. Chaves parece suscribir alguna variante de la máxima atribuida a Sun Tzu: ‘atacar es la mejor manera de defender’, pero lo que no se puede cuestionar es que el ‘diario’ lanacion ha mantenido una posición abiertamente hostil desde la campaña electoral[xxvi].

¿Qué ha sucedido en Costa Rica en estos años? Un plan de ajuste que ha producido empobrecimiento en algunos sectores, un aumento de la desigualdad, fuertes dificultades y pobre crecimiento de las empresas locales del llamado ‘régimen definitivo’ (empresas sin beneficios fiscales). Y todo ello para enfrentar una crisis autoinfligida. No es solo que tengamos discrepancias ideológicas y prácticas con las políticas neoliberales, es que son políticas torpes, que promovieron una contracción innecesaria, con el dolor social asociado. Los trabajadores del sector privado viven en una situación de dictadura empresarial. El País tiene menos del 2% de sindicalización en el sector privado. El más bajo o uno de los más bajos en toda América Latina y más allá.

Las reestructuraciones neoliberales suelen correlacionarse con tendencias autoritarias. La bonapartización[xxvii] de los regímenes políticos, o elementos de ello, anticipan o enfrentan incrementos de la conflictividad social ante los efectos sociales de las políticas de ajuste. Es una tendencia que podemos observar con distintos grados de desarrollo en diversas sociedades, de EEUU a Chile. Legislaciones que legalizan normas e instrumentos represivos y de recorte de derechos humanos y libertades. En ocasiones con el pretexto de la seguridad, nacional o contra la delincuencia, en este caso fogoneada por la pobreza, desigualdad y marginación de importantes sectores de la población (buena parte de América latina enfrenta un desastroso incremento del accionar de las redes del crimen organizado vinculado al tráfico ilegal de drogas, en el marco de la ‘guerra contra las drogas’ norteamericana, un completo y contraproducente fracaso). En Costa Rica, rasgos tan diversos como la autonomía y el peso de instituciones no sometidas al control político ciudadano, como el BCCR, la Contraloría o la Sala IV, con enorme peso en la conducción del Estado representan elementos bonapartistas en el sistema político. También la práctica proscripción del derecho de huelga de los trabajadores del Estado, un ataque directo de clase a los derechos y capacidad de organización y resistencia de los trabajadores.

Cerremos este trabajo con algunas breves observaciones sobre el presente y la dinámica de los acontecimientos. El curso futuro de los acontecimientos, hasta las elecciones de 2026, resultará de un amplio elenco de factores, de muy diverso tipo y orden. Uno que en tiempos no tan lejanos fue decisivo es el protagonismo de los sectores populares y sus luchas. Hoy, este factor sigue desempeñando un papel principal, pero en forma negativa, por su notable debilidad. El retroceso de los movimientos sociales populares deja el campo abierto a los sectores que por décadas han presionado por contrarreformas neoliberales, algunas de ellas hoy asumidas por el señor Chaves. Pero las contingencias también hacen la historia. El fuerte enfrentamiento entre Chaves y un sector de mucho peso de las élites sociales, ha impedido que consigan acuerdos para hacer avanzar una agenda en la que en principio tendrían un amplio acuerdo ideológico. Es una circunstancia realmente peculiar. Desde el punto de vista de la oposición de derecha, tiene cierto sentido, chato, el priorizar el bloqueo a Chaves. El temor a Chaves prima. Pero ¿cómo explicar que Chaves, por su parte, no haga nada para facilitar el acuerdo, negociando aspectos menores, y más bien se esmere en torpedearlo políticamente? Si Chaves realmente ha querido privatizar el BCR, ¿por qué no ha propiciado, hasta ahora, un marco para factibilizarlo en el parlamento?

En buena medida, las particularidades del gobierno de Chaves, más allá de diferencias de talente y estilo o de convicciones ideológicas, responden a la situación creada por las políticas de Alvarado. El ajuste sin precedentes acometido, al reducir el gasto/inversión pública, congelando o bajando salarios de los trabajadores del Estado, baja los costos de funcionamiento de la economía, aumentando la tasa de ganancia del capital. Desde el punto de vista interno, el ajuste contractivo es una bola de nieve que corre hacia arriba: empobrece a los trabajadores y sectores asalariados de capas medias, que disminuyen sus gastos, afectando a los pequeños negocios de las capas medias. Estas por su vez disminuyen sus compras a empresas mayores, con lo cual se da el impacto negativo sobre toda la economía interna. Al repunte pueden contribuir los sectores de alto ingreso y riqueza que han mantenido capacidad de consumo, que se benefician de la estabilidad o caída de precios inducida por el debilitamiento de la demanda. Pero sobre todo, en una economía como la costarricense, muy dependiente de factores externos, la recuperación del crecimiento dependerá en buena medida, del comportamiento de la inversión extranjera, de las exportaciones, tradicionales o no. y del turismo, que aportan liquidez y demanda desde fuera. La combinación de esos factores, junto al impulso del fin de la pandemia, le ha permitido a Chaves-Acosta ir moviéndose hacia una política económica de creciente perfil expansionista, manteniendo un elemento crucial del ajuste, el recorte del gasto social. Las perspectivas generales de la economía son en este punto, mayo de 2024, claramente positivas, en términos de crecimiento. Chaves es un tecnócrata neoliberal pragmático. Diferente de un liberal doctrinario, más a la derecha, al menos en temas económicos, como Feinzaig o J. C. Hidalgo. Entonces, se mueve en péndulo, según las condiciones y circunstancias, y los respectivos cálculos, entre políticas cada vez más expansivas y el ajuste del gasto social, propuestas de privatización y apoyo a la política del BCCR de un Colón notoriamente sobrevaluado.

Desde el inicio, a cuatro manos con el ministro de Hacienda Acosta, han gestionado lo económico-financiero priorizando el servicio de la deuda externa[xxviii]. De ahí la determinación de contener el gasto social, a fin de generar superávit fiscal primario. También la política de mantener una tasa de política monetaria alta responde al mismo objetivo general: bajar el déficit y la deuda, para primero salir de la regla fiscal, ante la negativa del parlamento a revisarla, y en segundo lugar, mejorar la calificación de riesgo de la deuda para acercarse y lograr el llamado ‘grado de inversión’, que supone una sustancial reducción de los intereses sobre la deuda que el país tiene que abonar cada año. En pocas palabras, logró reducir la deuda por la combinación de ajuste fiscal, crecimiento económico y, en países con deuda denominada en moneda extranjera, una apreciación del tipo de cambio real, en buena medida impulsada por una elevada TPM. Tanto la alta tasa de interés, como los regateos en gasto social planteaban un fuerte riesgo de costo político alto. No obstante, los informes sobre valoración de la gestión indican que Chaves ha logrado evitar lo principal del costo, perdiendo apoyo, pero manteniendo un sorprendente 55% de respaldo a mediados de la gestión. Un desempeño sin antecedentes en los últimos 30 o más años.

El comportamiento político no convencional de Chaves, es también una apuesta riesgosa, por un lado, desconcierta a la oposición, de derecha o progresista (la ruptura de convenios con la Fundación Omar Dengo y con Cinde, no es algo que se esperaría de un gobierno de orientación neoliberal), pero así mismo produce incertidumbre en los diversos sectores sociales, del empresariado a los trabajadores organizados y capas medias. Por otro lado, su política exterior se presenta mucho más definida, claramente consistente con lo que en realidad constituye una política de Estado, de hace décadas, de alineamiento con las orientaciones del Departamento de Estado de EEUU. Este aspecto de la geopolítica de Costa Rica ha llegado a ser un elemento central de la política económica, entendida en sentido amplio. Buena parte del desempeño económico ha llegado a depender, desde los años 80’s, de la definición de ‘aliado de EEUU’. Desde la recuperación de la gran crisis de finales del gobierno Carazo hasta la extremadamente ventajosa renegociación de la deuda cifrada en dólares de fines de los 80’s, una suerte de reconocimiento a la administración Arias por los invaluables servicios prestados en la tarea de apagar el fuego centroamericano de aquella convulsa década, pasando por la crucial asistencia norteamericana en la reestructuración e inicio de diversificación de la economía costarricense.[xxix] El flujo de inversión directa tradicional, las relaciones comerciales, la mayor parte del flujo turístico, la calificación de riesgo, las relaciones con las instituciones financieras internacionales, todo ello ha dependido de la capacidad de EEUU para manipular los mecanismos de la economía internacional para premiar y castigar a los distintos países. La geopolítica ha orientado los flujos de capital y el acceso a condiciones favorables al crecimiento y la diversificación económica. Los casos emblemáticos de este tipo de operaciones en gran escala, de ingeniería económica, social y política, con los correlatos ideológico-culturales, son muy conocidos, los afamados ‘tigres asiáticos’, particularmente Corea del Sur y Taiwan. El caso de Japón, un país ya industrial avanzado antes de la II Guerra, es diferente, más próximo al de la Europa occidental y su Plan Marshall. En América latina el caso emblemático de ‘semicolonia privilegiada’ es por supuesto Chile.

El gobierno de sr. Chaves ha mantenido la orientación de esas últimas décadas, imprimiéndole su característico estilo y formas poco cuidadas. En agosto del 2023, el gobierno costarricense emitió un decreto que le impide a las empresas chinas participar en el tendido de la red 5G[xxx]. El alineamiento con la política norteamericana en temas como Palestina y Ucrania, resulta más que anticipable, (para no mencionar temas de más larga data, en especial, el caso del torpe manejo de las relaciones con un país como Nicaragua, sin embajador designado a la fecha, pese a los profundos vínculos heredados y la gran presencia y relevancia socio-económica de la población nicaragüense en el país), pero en el caso de la disputa económica y tecnológica geoestratégica entre EEUU y China, llama la atención que buena parte de los Estados latinoamericanos han optado, por ahora y pese a la intensa presión norteamericana, por una política de no cerrar las puertas a China, buscando extraer beneficios de la competencia entre las dos potencias. Independientemente de si esa postura táctica consigue producir los resultados esperados, en el tema específico, sin duda genera efectos en temas colaterales. Es el caso de la anhelada participación en la llamada política de ‘nearshoring’, la relocalización estadounidense de segmentos de la industria de microprocesadores desde China hacia países no solo cercanos sino ‘amigos’ y aliados confiables y estables, el ‘friendshoring’. Costa Rica, todo parece indicar, parte con gran ventaja en la carrera por hacerse con una parte jugosa del movimiento. Y en esto la principal carta no corresponde al hecho de contar con el personal capacitado y la fuerza de trabajo calificada, o más bien con la capacidad de formarla con relativa rapidez (el valioso activo social-cultural de las Universidades públicas), que sin dudas en un factor de gran relevancia; el criterio fundamental es la confiabilidad para la política y los intereses norteamericanos. Esa confiabilidad no surge solo de circunstancias coyunturales, sino principalmente de trayectorias y perspectivas. Está claro que el sr. Chaves apuesta a este elemento crítico, la relación con EEUU para tratar de dar forma y actualizar su proyecto de Jaguar latinoamericano. Que efectivamente, de realizarse, en un nivel significativo, puede abrir un período de cambio importante en la economía y la sociedad.

A la mitad de período de la gestión, el sr. Chaves cuenta con 55% de aprobación (CIEP[xxxi]). Resulta muy probable que la segunda parte del período se de en condiciones económicas más favorables. Contingencias aparte (que nunca faltan), el crecimiento de 2025 al 2026 puede andar entre el 4 y el 6%, si conjeturamos sobre el impacto de la intervención estatal. La tendencia expansionista de la política económica, apoyada en la aceleración de la obra pública, es un fuerte estímulo para el crecimiento y la inversión pública tracciona la privada. El efecto será un cambio cuantitativo positivo, que generará empleo y reducirá la presión en sectores de las capas medias, incluso promoviendo su expansión. Pero el reforzamiento del modelo de atracción de inversiones de corporaciones que aprovechan la fuerza de trabajo capacitada y comparativamente barata (manufactura de exportación), no puede producir un cambio cualitativo, no es un camino que lleve a la superación del carácter periférico-dependiente del capitalismo costarricense. Más bien lo altamente probable es que refuerce la desigualdad social y sectorial y la dependencia externa. Una evidencia fuerte es la experiencia mexicana en este tema. El ‘nearshoring’ no es nuevo en México. Por décadas, el país ha sido destino de cuantiosas inversiones de corporaciones industriales estadounidenses, base del enorme comercio intracorporativo que se desarrolla, con efectos positivos marginales para México. Se trata de una política no ha servido como impulso para la superación del subdesarrollo capitalista. En realidad, la economía mexicana, desde hace décadas, es en lo fundamental una provincia de la economía de EEUU. Y dado el grado de avance de esa tendencia, parece irreversible, en los marcos del capitalismo periférico mexicano. Ni económica ni socialmente ha funcionado el modelo: En 2020, la pobreza alcanzaba el 46%. En los últimos 30 años, el crecimiento no ha superado en promedio el 3% anual.

Estructuralmente no cambiará nada, pero a corto plazo, las perspectivas de un crecimiento económico por encima del promedio de los últimos 20 años, probablemente favorecerá la imagen de Chaves y sus cálculos político- electorales. El sr. Chaves es un outsider. Una partícula extraña en el cuerpo político y en la cultura política del país. Un componente percibido como anómalo por el entorno, que ha generado emociones y reacciones diversas, incluso encontradas, pero muy frecuentemente exaltadas. A favor y, sobre todo, en contra. Se dice que los apasionamientos nublan las entendederas, el buen juicio. En un sentido y en el otro. Tratando de construir un concepto adecuado sobre la figura, podríamos comenzar, en un abordaje apretado, con su irrupción en el escenario local como ministro de Hacienda del sr. Alvarado[xxxii]. Algo más de 6 meses de ejercicio ministerial, con declaraciones y posturas controversiales, de distinto signo. Por un lado, comienza dando declaraciones sobre la necesidad de abordar con fuerza el combate de la evasión fiscal, llegando a proponer una costosa actualización tecnológica del Ministerio de Hacienda[xxxiii]; sobre un efectivo registro de accionistas, medida duramente rechazada por el empresariado evasor y la derecha política-lanación; también sobre el levantamiento del secreto bancario ‘como una herramienta para combatir la evasión de impuestos’. Por otro lado, se mostró como un riguroso partidario de la aplicación de la regla fiscal y de la generación de excedentes para cumplir con el pago de la deuda pública. Desde destinar superávits de instituciones públicas al pago de la deuda hasta proponer un impuesto ‘solidario’ a los salarios públicos y privados superiores a 500 mil Colones (iniciativa de una torpeza política notable), pasando por oponerse a excluir a las municipalidades del cumplimiento con la regla fiscal, aprobada en el gobierno Alvarado antes de su arribo. Un año después anuncia su candidatura presidencial, y casi de inmediato se ve obligado a lidiar con el fuerte impacto de las informaciones sobre su sanción en el Banco Mundial por ‘conducta inapropiada’ (“insinuaciones sexuales” y un “patrón de comportamiento inapropiado no deseado”). El hecho de que pese a todo lo anterior consiguiera pasar a segunda ronda en las elecciones de 2022, con algo menos de 17%, contra el 27% del sr. Figueres, ganando en segunda ronda con 52% de los votos emitidos, habla de una cuota de habilidad política, pero también de la profunda falta de confianza de sectores mayoritarios del electorado en los partidos tradicionales.

El sr. Chaves da inicio a la segunda mitad del período para el que fue electo en condiciones indudablemente favorables. Contingencias positivas y negativas pueden darse y se darán. Pero en el punto actual, Chaves parece tener mucho a su favor. Perspectivas de crecimiento, inversión extranjera, respaldo social, alineamiento internacional propiciador, aspectos ya comentados. El entorno internacional coloca nubarrones: conflictos geopolíticos y la ‘competencia estratégica’ entre EEUU y China (el intento del primero de bloquear el ascenso de la segunda), colocan riesgos importantes. Así como los efectos de cambio climático, los riesgos de una nueva pandemia, los impactos sociales de las innovaciones tecnológicas, las presiones contra los regímenes especiales y exoneraciones fiscales (capitalismo sin impuestos). Internamente, el salto de la criminalidad y la ola de homicidios, la pérdida de capacidad adquisitiva de los trabajadores del Estado, la anémica generación de empleos y, muy en particular, la ‘crispación’ del clima político (el fuerte tono y términos del enfrentamiento entre Chaves y la oposición parlamentaria, una buena parte a la derecha de Chaves, y la acentuada parcialidad de los medios y su desembozada instrumentalización política), suman obstáculos. No obstante, Chaves ha mostrado una notable habilidad para sortear situaciones difíciles, y más bien parece que lejos de inclinarse a buscar acuerdos, prefiere apostar por mantener el clima de confrontación y tajante delimitación, otro rasgo inusual en la práctica política local más frecuente. Es muy claro que buena parte de la institucionalidad política le es hostil (con una mención destacada para la Contraloría de la sra Acosta, tan indulgente con gobiernos anteriores, los del PLN en particular), aparte de la campaña cotidiana de los medios opositores, que ‘pegan políticamente y se defienden como libertad de expresión’. Pero también lo es que cuando tuvo, el sr. Chaves, oportunidades de avanzar en acuerdos, incluso alianzas, con sectores del parlamento, no se mostró particularmente interesado, optando por operar en contra, con declaraciones y acciones. La impresión que produce es que apuesta fuerte por un proyecto en solitario, con rasgos personalistas. Considerando su comportamiento y autodefinición pragmatista, la noción de personalismo en política, como adhesión a las orientaciones de un jefe más que a doctrinas y concepciones ideológicas definidas, introduce en el sistema político tanta flexibilidad como un alto grado de incertidumbre, para los grupos sociales y centros de poder. Si bien el objetivo de constituir una estructura partidaria sólida y funcional, ha enfrentado dificultades notables, y continúa sin definición suficiente, resulta claro que el sr. Chaves trabaja para llegar a los comicios del 2026 como el gran elector, apoyado en un buen desempeño económico y un alto respaldo social. Hacia ahí apuntan sus declaraciones sobre la necesidad de que ejecutivo y legislativo estén ‘unificados’ y sobre la deseabilidad de una constituyente. Chaves pareces ser alguien con una gran autoconfianza, un rasgo de personalidad que puede ser una importante fortaleza, y también la fuente para clamorosos fracasos. Los personajes con dificultad para escuchar y con tendencia a sobreestimar las propias capacidades y a enamorarse de las propias ocurrencias, han alcanzado un relevante papel en la historia, en la columna de los desastres y descalabros. Tontos altaneros han malgastado talento real.

Lo anterior nos lleva al cuestionamiento principal de que es objeto el sr. Chaves, el de ‘autoritario’. Resulta casi inevitable remitirse al estudio clásico sobre la ‘personalidad autoritaria’ del grupo de Berkeley liderado por Th. Adorno y apoyado en las teorías de Freud y Fromm (un largo debate y acertadas objeciones han contribuido a delimitar y rescatar un núcleo pertinente y analíticamente útil de la teoría). El sr. Chaves no encaja en las definiciones aportadas por Adorno et al., lo cual nos lleva a una acepción más política. En Sociología no hay un acuerdo significativo en la delimitación conceptual, que permita una indisputada operacionalización. El uso frecuente apela a rasgos fenoménicos, reconocibles desde el sentido común y negativamente valorados. Lo contrario a democracia formal, libertad y derechos, persuasión y negociación política; asociado a lo arbitrario, imposición, recurso a la coacción, dictatorial, despotismo, no respeto de la separación de poderes, obstrucción de la alternancia en el poder. ¿Responde el sr. Chaces a tales caracterizaciones?

La valoración se puede elaborar en dos planos. En un plano general, las políticas neoliberales, en la medida que provocan malestar social y un incremento efectivo o potencial de la conflictividad, se ven acompañadas de medidas institucionales autoritarias, fortalecimiento de los órganos policiales represivos, endurecimiento de la normativa legal y las penas, ataques al derecho de organización y de huelga de los trabajadores (gobierno Alvarado), judicialización de la protesta, iniciativas parlamentarias orientadas a cambiar libertad por ‘seguridad’, instrumentalización de la ‘justicia’ a fin de inhabilitar o provocar la descalificación política o el desprestigio popular de un oponente político (‘lawfare’), recurso utilizado fundamentalmente contra referentes del campo progresista, desde centros de poder de élites sociales (otra vez, no se trata de tomar posición sobre el mérito de las acusaciones formuladas en cada caso, sino de señalar el uso selectivo y ‘politizado’ de la normativa y las instancias judiciales, estatales o internacionales, para encaminar campañas de desprestigio y acoso contra determinados individuos y grupos). De esto se sigue una fuerte tendencia autoritaria institucional, la bonapartización de los regímenes políticos (Ayala, 2022).

Un aspecto particular y crucial de la tendencia es la ‘despolitización’ de órganos centrales del Estado, es decir, el colocar dispositivos institucionales fundamentales más allá de los mecanismos de control democrático, caso del Banco Central o la Contraloría de la República u órganos de ‘control’ como la ARESEP. En el caso del BC, la ‘independencia’ de la institución se eleva como valor por encima de las instituciones democráticas, colocando en la práctica al banco y a su personal bajo la influencia, por decirlo suavemente, de los centros locales y sobre todo internacionales del capital financiero. Esa es la razón de que cada nuevo gobierno tenga como primer criterio a la hora de designar un jefe del BC buscar el plácet de los organismos financieros internacionales y de Wall Street. El efecto en términos de pérdida de control de la política monetaria y los riesgos de disonancia con los objetivos de desarrollo económico-social, han sido suficientemente argumentados en el debate académico y político internacional, y en los últimos 3 años hemos tenido una experiencia local de ello, primero con una acentuada devaluación del Colón, luego con una igualmente absurda sobrevaluación. La ‘tecnocratizacion’ bonapartista de dispositivos centrales del Estado como tendencia es un correlato de las dinámicas del capitalismo internacional, y la proliferación de elementos de crisis en el sistema. Su fenomenización más notoria e inquietante es el ascenso de corrientes políticas de ultraderecha, conservadoras o ‘libertarianas’.

Chaves no es un exponente de la ‘ultraderecha’, pero como tecnócrata neoliberal, no escapa a la tendencia. En nuestra experiencia, el gobierno que mejor encaja es el de Alvarado, no casualmente el más neoliberal de la historia del país. Chaves participó de ese gobierno y compartió sus principales acciones. Su despido fue por exceso, no por defecto. Otro tanto ocurre en su faceta de funcionario con importantes responsabilidades del BM. De hecho estas instituciones internacionales comportan un decisivo elemento bonapartista en la situación y dinámica político-institucional, sobre todo de los países dependientes- periféricos o semicoloniales.

El otro criterio para valorar la definición de Chaves como ‘autoritario’ es su desempeño específico. Como Presidente de la República el sr. Chaves ha mantenido todas las acciones del gobierno precedente, en particular la cuasi- proscripción del derecho de huelga y la reducción a asuntos de tercer orden de las convenciones colectivas, que representan un ataque frontal a los derechos y capacidad de organización y resistencia de los trabajadores. Un ataque directo en la lucha de clases. Durante el desarrollo de la campaña electoral, Chaves hizo uso de lo que A. Pineda ha llamado un uso utilitario-instrumental de elementos religiosos y morales en sus discursos y presentaciones; pero cuidándose de mantener una cierta ambigüedad en las expresiones, a fin de mantener algún equilibrio entre la Iglesia Católica y los grupos evangélicos. Entremezcladas, agregaría yo, con formulaciones más aceptables para los sectores con diverso grado de secularización del electorado, particularmente de clase media urbana (pero ‘quemando puentes’ con el subsector de valores progresistas). Su alianza con sectores conservadores doctrinarios, que le permitió factibilizar su candidatura, tiene por supuesto efectos en el ejercicio del gobierno. La más visible, la designación en el ministerio de educación. También el nombramiento de una libertaria en el clave ministerio de la presidencia. Sin embargo, una vez en el gobierno, dice Pineda: “las promesas realizadas por Chaves revelaron de manera transparente su carácter instrumental, pues si bien el presidente de la república no ha abandonado la pretensión de tener de su lado al activismo religioso conservador, y a los sectores de la población identificados con este, de momento sus acciones concretas no han estado a la altura de sus ofrecimientos. Pese a que durante el primer año de gobierno hizo apenas lo suficiente para mantener contentos a los integrantes de estos sectores (como dejar de utilizar la palabra “persona”, como complemento de “estudiante” o “docente” en las instituciones educativas del país; o empezar revisar, desde el Ministerio de Salud,

la norma técnica para la aplicación del aborto terapéutico), durante el segundo año el impulso no sólo se ha desacelerado, sino que en algunos casos, como el relativo a la revisión de la norma técnica, de hecho se ha detenido; situación que ya ha empezado a incomodar a algunos de sus “aliados” originales y que poco a poco empieza a reducir la utilización del factor religioso por parte de Chaves a una dimensión meramente simbólica, y, hasta cierto punto, decorativa. Está por verse, entonces, si el “populismo religioso” articulado por Chaves logra tomar nuevos bríos en lo que resta del gobierno o si más bien decae estrepitosamente hasta revelarse como una mera fachada”. La extensión de la cita se justifica por su pertinencia y precisión[xxxiv]. En breve, todo parece indicar que el ‘conservadorismo’ discursivo es en buena medida producto de un cálculo político-electoral. Un movimiento adaptativo. En realidad, lo que se conoce de la biografía del sr. Chaves deja poco margen a un perfil conservador doctrinario, más allá de los valores y creencias religiosas del común de los políticos locales.

Chaves no es un producto del sistema político local. Viene de ser un tecnócrata de organismos internacionales, por 30 años. Eso puede explicar en parte su relativa falta de familiaridad y dificultades con los usos y prácticas del sistema político-institucional local, menos relacionados con las ‘virtudes’ de la democracia formal, que con los hábitos de bloqueo parlamentario, desarrollados tras más de 30 años de gobiernos sin mayoría parlamentaria, conducta agudizada desde el debilitamiento y fin del bipartidismo. Una particularidad del sistema político costarricense es funcionar sin mayorías parlamentarias, que resulta en dificultades más o menos importantes para la gobernabilidad. Una peculiaridad llamativa, comparado con lo que suele ocurrir en otros países, con regímenes parlamentarios o presidencialistas, sobre todo del capitalismo avanzado, en los que el sistema electoral está explícitamente diseñado para producir mayorías parlamentarias, garantizando así la funcionalidad del aparato político.

Las dificultades de Chaves se agudizan por su crispada relación con sectores de mucho peso de las élites tradicionales. Eso sin duda lo ha llevado a un recurso exacerbado a las conocidas formas de comunicación populista, que buscan saltar por encima de las regulaciones habituales y contrapesos entre ‘poderes’ del Estado, a fin solventar los bloqueos maquillados de apego a las ‘normas’, el orden institucional basado en reglas. El intento de salir del laberinto institucional saltando por encima, y establecer una relación directa con los ciudadanos, parece haber funcionado, considerando los datos de respaldo a la gestión. Pero ¿es eso señal de una conducta política autoritaria? Asociar formas populistas con deriva autoritaria es algo que se ha vuelto bastante común, sobre todo en los discursos políticos y campañas mediáticas, asociados a la defensa del orden social y político. Populismo es otro de esos términos ambiguos, que se usa para calificar fenómenos notoriamente diferentes. Las más de las veces se usa para adjetivar a aquellos gobiernos que se orientan a aplicar políticas económicas que se alejan, poco o mucho, de la ortodoxia neoliberal, o a aquellas figuras políticas que colisionan con, y buscan modificar, el arreglo institucional controlado por las élites tradicionales. Entonces son populistas Bukele y Milei, un ecléctico oportunista y un anarcocapitalista, Cristina Kirchner y Trump, una referente del nacionalismo popular y un multimillonario de derecha. Por supuesto todos los ‘progresistas’, Lula, López Obrador y Petro, menos Boric, el progre bien portado. Tampoco Pepe Mujica, de guerrillero tupamaro a gobernante ‘prudente’, una usina de frases y posturas ingeniosas. Pero el populismo, con independencia de lo que por ello se entienda, no implica autoritarismo. Tratar de cambiar las reglas del juego, siguiendo las reglas que el juego dispone para cambiar las reglas, no es autoritarismo. Es parte de las posibilidades del juego. Apelar al ‘pueblo’ para intentar cambiar el arreglo impuesto y conservado por una ‘oligarquía’, puede ser ‘populismo’, pero no es autoritarismo.

Por otro lado, caracterizar a Chaves como ‘populista’, es solo parcialmente adecuado. No cabe duda de que recurre a un discurso, contenido y formas, que podrían caber en esa delimitación. Sin embargo, también lo es que su ejercicio de la presidencia se ha caracterizado por un énfasis neoliberal tecnocrático: pagar deuda, bajar el endeudamiento, alcanzar superávit primario, para salir de la regla fiscal; conseguir el grado de inversión de las calificadoras, para pagar menos por el servicio de la deuda; bajar el gasto social, corriendo riesgos políticos con su base de apoyo social que un ‘populista’ no parece que correría. Incluso su apoyo al presidente del BC y su política monetaria orientada a mantener un colón sobrevaluado (a fin de reducir el costo en colones del servicio de la deuda pública denominada en dólares), un recurso también de ajuste (‘obligar a las empresas a ser más eficientes y competitivas’...), no son comportamientos denominables como ‘populismo’. Impulsar el crecimiento con bajo costo social y aumentando la tasa de ganancia del capital, se parece más al modelo aplicado en Chile y en el sudeste asiático, que Chaves conoce muy bien. La imagen de ‘economía jaguar’ recogida de un documento del Banco Mundial y acogida con entusiasmo por Chaves, apunta también a ese modelo.

No cabe duda de que el sr. Chaves juega con los límites institucionales en el intento de eludir los obstáculos normativos (‘palos en la rueda’) que coloca la oposición parlamentaria. Pero en general, los gobiernos juegan al límite de las posibilidades a fin de cumplir con sus objetivos. Puestos bajo la lupa, se encontrarían casos incluso de violación de la normativa en la mayoría, sino en todos los gobiernos (por el caso de pago de deuda sin contenido presupuestario y sin autorización del Congreso, Helio Fallas y Rocío Aguilar fueron sancionados).

Cada vez queda más claro que Chaves intenta darle cuerpo a un proyecto político de largo aliento, que va más allá de un período presidencial (ya ha dado declaraciones de que proyectaría volver a postularse en 2030, pero como la normativa dice que tendría que esperar 8 años para estar legalmente habilitado, su pretensión requeriría en principio una reforma constitucional). La confrontación con el núcleo duro de las élites, que controla la institucionalidad político-jurídica, la instrumentalización política de la ‘legalidad’, le lleva a buscar salidas que de una manera u otra desbordan las prácticas usuales, aunque no necesariamente las ‘reglas de juego’. Habla de convocar referéndums y de reformas constitucionales, pero, como recuerda O. Solís en declaraciones recientes, el referendum está contemplado en la Constitución, y no atenta contra la institucionalidad política y ‘el sistema de pesos y contrapesos’. “Por el contrario, oponerse al referendo, o a que se consulten asuntos no prohibidos por la Constitución, es estar en contra del Estado de derecho, la institucionalidad y las decisiones del Poder Legislativo”, afirma[xxxv]. El referéndum, en principio, es un mecanismo de democracia directa, en el que la población, los ciudadanos, pueden participar de la toma de decisiones. No obstante, las propuestas de referéndum específicos, en la medida que suelen ser impulsados desde esferas de poder, pueden operar como trampas desmovilizadoras, como el referéndum de 2007, sobre el TLC con EEUU, que surgió como recurso para canalizar institucionalmente la potente movilización social contraria al pacto. Tampoco se puede descartar que la última propuesta de referéndum puesta por Chaves, orientada a reformar la ley orgánica de la Contraloría General de la República (CGR), tenga más que nada un carácter de maniobra distractora, en el marco de la confrontación con la oposición de derecha y progresista en el parlamento, como ya ha ocurrido en el pasado. Se trata de un tema con complejidades técnicas extremas. Eso y el clima de confrontación, con toda seguridad transformaría el referéndum en un plebiscito sobre el presidente y el gobierno. Un movimiento enormemente riesgoso para todas las partes.

La ‘institucionalidad política’ es la forma política de organización de la dominación social, de clase. Por eso llama la atención que sectores progresistas efectúen declaraciones y actúen como si la oposición al sr. Chaves pasara por la defensa de un régimen político que ha mostrado con toda rotundidad y sin ningún pudor que es un juego de cartas marcadas para los trabajadores y los sectores populares (en realidad, han salido a respaldar dispositivos bonapartistas del Estado -Banco Central ‘autónomo’-, a prominentes figuras de los partidos tradicionales y funcionarios agentes de las élites -la contralora Marta Acosta-, así como a la ‘libertad de prensa’, tal como la entiende el diario lanación, enemigo histórico de los intereses populares)[xxxvi].

Estamos asistiendo a la gestación de un ambicioso proyecto político, excéntrico respecto de las prácticas tradicionales en el régimen político vigente (pero dentro del régimen, aunque pueda estar orientado a reformarlo), con un marcado perfil neoliberal tecnocrático y con un uso instrumental, por ahora, de elementos de un discurso conservador. Hasta donde podrá llegar, dependerá de una compleja relacionalidad de factores, fuerzas e intereses sociales, y sobre todo de la movilización popular y su capacidad para defender derechos y conquistas sociales. Entender el fenómeno Chaves, y las correspondientes disputas interelitarias, es decisivo para comprender uno de los aspectos relevantes del momento que vive el país y sus diversos cursos posibles. Todo en el marco de las resonancias internas de los diversos factores externos que están provocando tensiones extremas en la economía y la política mundiales, del cambio climático a las nuevas tecnologías, pasando por los conflictos geopolíticos y la competencia estratégica de EEUU y China. Es decir, la multiplicación de los elementos de crisis en el sistema capitalista mundial y las luchas de resistencia de los explotados y oprimidos.

Bibliografía.

Ayala, Roberto. “Crisis civilizatoria y Socialismo”. Rev. de Ciencias Sociales 148. San José. 2018.

Borón, A.; Lowy, M.; Anderson, P.; Salama, P. LA TRAMA DEL NEOLIBERALISMO. Ed. de Ciencias Sociales. La Habana, 2003.

Fragomeno, R.; Beluche, G.; Arias, E.; Ayala, R. EL NEOLIBERALISMO EN SUS TRABAJOS Y SUS DÍAS. Ed. Arlekín. San José. 2022.

Katz, Claudio. LA ECONOMÍA MARXISTA, HOY. Maia Ed. Madrid. 2009. Piketty, Thomas. CAPITAL E IDEOLOGÍA. Ed. Deusto. Vizcaya. 2019.

 

[i] El presente texto se compone a partir de la participación en tres actividades públicas de análisis de coyuntura política nacional.

[ii] https://semanariouniversidad.com/pais/venta-de-activos-la-apuesta-de-chaves-para-edificar- una-agenda-politica-sobre-la-base-de-un-pasado-polemico/

Ver el recuadro “La añeja apuesta de la privatización”.

[iii] Recientemente ha ratificado su posición en este tema.

https://www.swissinfo.ch/spa/bolsonaro-y-lula-coinciden-en-rechazo-al-aborto-en-su- %C3%BAltimo-cara-a-cara/48014940

[iv] “En los últimos veinte años se registró un notorio aumento de la influencia de los economistas. Esta incidencia coincidió con el ascenso de la vertiente ortodoxa que reivindica la asignación mercantil de los recursos y promueve políticas neoliberales... Los economistas ortodoxos han gozado del favor de las clases dominantes por su aptitud para implementar la ofensiva del capital contra el trabajo. Asumieron rápidamente la conducción de medidas tendientes al desmantelamiento de las conquistas sociales y no dudaron en instrumentar políticas descaradamente favorables a los acaudalados”. Katz, 2009.

[v] https://www.cepal.org/fr/node/42885.

[vi] https://www.cepal.org/es/comunicados/pobreza-america-latina-volvio-niveles-prepandemia- 2022-informo-la-cepal-llamado-urgente

[vii] file:///C:/Users/Roberto/Downloads/Chavismo_a_la_tica.pdf

[viii] https://www.nacton.com/el-pais/potitica/chaves-se-compromete-con-pastores-a- eliminar/JUFZSGGUQBAKNAS4F2JMIWFSJ4/story/

Aunque hay que recordar que su contrincante en la segunda vuelta, J. M. Figueres, también hizo declaraciones contra la ‘ideología de género’, asociada por los conservadores con el llamado ‘marxismo cultural’.

[ix] https://semanariouniversidad.com/pais/alto-endeudamiento-costarricenses-frena- crecimiento-economico/

[x] https://www.eleconomista.com.mx/opinion/El-peligro-de-olvidar-la-crisis-bancaria-de- 2023-20240225-0055.html

[xi] https://semanariouniversidad.com/pais/apm-terminals-grupo-nacion-meco-y-h-solis-entre- las-183-empresas-que-declararon-cero-renta-en-2021/

[xii] https://historico.semanariouniversidad.com/pais/crecimiento-econmico-fue-aceptable-pero- insuficiente-empleo-y-dficit-fiscal-los-grandes-pendientes-de-chinchilla.

https://www.elfinancierocr.com/economia-y-politica/el-modesto-desempeno-de-costa-rica- con-la-presidenta-laura-chinchilla/3HF6FHPVBZHLPDKN23E4AMEQTA/story/

https://www.diarioextra.com/Noticia/detalle/221705/chinchilla-se-encharco-en-cumulo-de-

errores

[xiii] https://www.fcs.ucr.ac.cr/index.php/component/content/article/34-pronunciamientos/46- pronunciamiento-5-sobre-ley-de-presupuesto-extraordinario-con-un-recorte-del-gasto-de- 327-974-millones-de-colones-y-ley-de-suspension-del-15-de-la-jornada-laboral?Itemid=101 https://www.larepublica.net/noticia/historico-recorte-de-gasto-que-propone-carlos-alvarado- debe-ser-minimo-del-doble-segun-diputados

https://www.crhoy.com/nacionales/alvarado-justifica-recortes-en-presupuesto-para-becas-y- comedores-escolares/

[xiv] https://semanariouniversidad.com/pais/ultimos-datos-de-hacienda-muestran-que-evasion- ronda-los-%E2%82%A125-billones-y-exoneraciones-los-%E2%82%A12-billones/

[xv] https://www.nacion.com/economia/indicadores/reservas-monetarias-superan-14000- millones-cuales/EXK4V53O7RASVL6CUQKOZJHP3I/story/undefined/?outputType=amp- type

[xvi] https://www.nacion.com/opinion/columnistas/costosa-politica- antiinflacionaria/IIO24ZYOERHAPBMBL6DRKLT7LU/story/

[xvii] https://www.elperuano.pe/noticia/192640-stiglitz-la-subida-de-tipos-de-interes-ocasiona- recesion

https://www.project-syndicate.org/commentary/fed-interest-rate-increases-counterproductive- all-pain-no-gain-by-joseph-e-stiglitz-2022-12/spanish

[xviii] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11803354/06/22/Krguman-cree-que-la-

Fed-sobreactua-al-subir-tipos-Por-que-un-4-de-inflacion-es-excesivo-y-un-2-es-sagrado.html

[xix] https://www.oxfamintermon.org/es/nota-de-prensa/el-1-mas-rico-acumula-63-riqueza- mundial# https://www.forbes.com.mx/riqueza-global-crecio-en-2021-concentracion-persiste-en-pocas- manos/

[xx] https://www.bankinter.com/blog/economia/reparto-riqueza-mundial

[xxi] https://www.larepublica.net/noticia/colon-es-la-sexta-moneda-mas-sobrevaluada-en-el- mundo-indice-big-mac

[xxii] https://semanariouniversidad.com/ultima-hora/mideplan-congelara-salarios-publicos-por- 12-anos-en-aplicacion-de-reforma-fiscal/

[xxiii] https://semanariouniversidad.com/pais/profundo-recorte-a-inversion-social-maquillo- mejora-en-cifras-fiscales/

https://semanariouniversidad.com/pais/costa-rica-toco-fondo-en-la-inversion-social-en-el- 2023/

[xxiv] https://semanariouniversidad.com/opinion/jomadas-4x3-afan-enfermizo-explotador/ https://semanariouniversidad.com/pais/costa-rica-se-aleja-de-tendencia-europea-de-jomadas- menores-a-40-horas-semanales/

https://semanariouniversidad.com/pais/colombia-chile-y-mexico-los-tres-paises-de-la-ocde- que-apuntan-a-reducir-las-largas-jornadas-laborales/

[xxv] Dejando a un lado los políticos intencionalmente corruptos, o que en forma deliberada utilizan la posición política para desarrollar procesos de acumulación privada de riqueza/capital, la debilidad institucional de los sistemas políticos en América latina hace con que el recurso a mecanismos informales o extralegales, que factibilizan iniciativas de gobierno, en principio positivas, se torne más frecuente en la región, comparada con los niveles y estándares correspondientes de los países centrales, capitalistas avanzados, con instituciones más sólidas, sostenidas por el mayor margen de negociación e integración de intereses y demandas, de muy distintos sectores, asociado por su vez a una mucho mayor base de riqueza material, recursos económicos públicos y privados, que es lo que sustenta, directa e indirectamente, la eficacia y legitimidad de las instituciones políticas y apuntala una cultura política, que, acto seguido, reopera sobre toda la superestructura político-institucional, en el marco de la interacción y la afectación recíproca. Es esto lo que, de paso, comienza a resquebrajarse en los países avanzados con el relativo avance del deterioro social y de los niveles de desigualdad, la inseguridad del presente y la incertidumbre respecto del futuro, como resultado de 40 años de ataques y debilitamiento del Estado de bienestar. La pérdida de margen económico y el deterioro social tarde o temprano socavan, pese a toda la autonomía relativa, la solidez institucional, la confianza en el sistema político y la cultura política que produce cohesión social. Trump y la ultraderecha europea son parte de la evidencia al respecto.

[xxvi] “Los enfrentamientos y antagonismo del periódico La Nación con don Pepe fueron legendarios. En 1948 —en plena Revolución— don Pepe recibió en su oficina, en el San Luis Gonzaga, a los representantes de la oligarquía nacional, junto al director de La Nación, Ricardo Castro Beeche, que venían desde San José, a ofrecerle todo su apoyo y el del periódico, a cambio de que derogara las garantías sociales y el código de trabajo. La reacción de don Pepe fue echarlos de su oficina, y enviarlos de vuelta a San José, sin acceder a ninguna de sus peticiones. Este incidente marcó para siempre la enemistad del periódico hacia don Pepe, y el Partido Liberación Nacional. Muchos años después, en una oportunidad el periódico «La Nación», que lo seguía atacando un día sí y otro también, lo entrevistó, y en una de tantas el periodista le preguntó a don Pepe si se arrepentía de algo en la vida, entonces él contestó: Sí, claro, me arrepiento de no haber quemado el edificio de «La Nación»”. https://elespiritudel48.org/anecdotario/11/

Se trata de dos figuras políticas muy diferentes. La anécdota sirve para recordar que lanación es un operador político en formato periodístico.

[xxvii] El “bonapartismo” es el régimen político (o elementos en el régimen) en el cual la clase dominante, las élites sociales, aunque cuentan con los medios institucionales regulares, ‘democráticos’, de gobierno, recurren a métodos e instrumentos autoritarios, y/o a un líder carismático, elevado por encima de la institucionalidad política, cuando las tensiones y conflictos sociales se tornan particularmente agudas; el objetivo del bonapartismo es prevenir o reprimir el ascenso de las luchas sociales.

https://marxismo.mx/que-es-el-bonapartismo/

[xxviii] https://www.nacion.com/economia/finanzas/pagos-de-deuda-del-gobiemo-por-255-

billones-hasta/TQ3NYI5BNBASFLMUNN5SVWKELY/story/

https://semanariouniversidad.com/pais/hacienda-ingresos-por-impuestos-subieron-85-en-el- gobierno-actual/

[xxix] Mientras O. Arias fue galardonado con un Premio Nóbel, en la vecina Panamá, el ‘Jefe de Estado’ panameño, el General O. Torrijos fallece en un ‘accidente’ de aviación, en el que todo apunta a que estuvo involucrado alguna agencia norteamericana. Tres meses antes había fallecido en similares condiciones Jaime Roldós, presidente de Ecuador, otro líder político latinoamericano díscolo, según los criterios de EEUU. Todo eso en el marco de la reciente presidencia de Ronald Reagan y su peculiar visión de la ‘guerra fría’, y su agresivo militarismo y política exterior.

[xxx] https://semanariouniversidad.com/pais/decreto-de-presidente-chaves-deja-fuera-a-cinco-de- las-empresas-lideres-en-5g/

[xxxi] https://ciep.ucr.ac.cr/wp-content/uploads/2024/05/INFORME-DE-RESULTADOS-DE-

LA-ENCUESTA-CIEP-UCR-Mayo-2024-V2.html

[xxxii] https://www.facebook.com/carlosalvaradoquesada/posts/he-designado-a-rodrigo-chaves- robles-como-el-nuevo-ministro-de-hacienda-por-27-a/736120826886594/?locale=es_LA “Carlos Alvarado Quesada 30 de octubre de 2019.

He designado a Rodrigo Chaves Robles como el nuevo Ministro de Hacienda. Por 27 años se ha desempeñado en el Banco Mundial y actualmente es el Director País de esta organización en Indonesia. Cuenta con amplia experiencia como economista en materia fiscal, en reducción de la pobreza y desarrollo rural.

Con su designación busco ratificar el compromiso de nuestro Gobierno con la estabilidad fiscal y poner un acento especial en materia de reducción de la pobreza y eficiencia de los presupuestos. Confío plenamente en su capacidad para liderar esta Institución”.

[xxxiii] https://www.nacion.com/opinion/editorial/editorial-hacienda- digital/KI7OQ34BQNHJXI244FF7BFOSOQ/story/

“El ministro de Hacienda propone un ambicioso programa de modernización tecnológica para combatir la evasión fiscal. La inversión es cuantiosa, pero el retorno es mayor.

11 de diciembre 2019, 8:25 pm.

El ministro de Hacienda, Rodrigo Chaves, adelanta conversaciones con la banca internacional de desarrollo para financiar un ambicioso programa de modernización tecnológica para combatir la evasión fiscal en todas sus modalidades y mejorar la calidad del gasto, incluido el manejo de la deuda pública.

La inversión es cuantiosa, especialmente en tiempos de estrechez presupuestaria, pero el retorno es mayor. Ojalá la Asamblea Legislativa lo comprenda y se apresure a aprobar los empréstitos para financiar la inversión anual de $50 millones a lo largo de los próximos cinco años”.

[xxxiv] https://cicde.uned.ac.cr/blog/132-religion-populismo-rodrigo-chaves

[xxxv] https://www.puroperiodismo.com/2024/05/otton-solis-apoya-el-referendo-de-chaves- respalda-ciudad-gobierno-y-jornadas-4-3-se-opone-a-venta-del-bcr-y-apertura-electrica/

[xxxvi] La oposición popular, de izquierda, al proyecto de Chaves, a la derecha en el parlamento y a las élites y su institucionalidad, pasa por levantar un programa de reivindicaciones y acciones que promueva una fuerte intervención del Estado impulsando el crecimiento económico, con generación de empleo, abolición de la pobreza, combate de la desigualdad social y promoción del bienestar social, fortaleciendo la capacidad de organización autónoma y resistencia de los trabajadores y sectores populares; pero ese es tema para otro trabajo.