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Por Tomas Andino Mencía

Tal parece que un factor a tomar en cuenta en el panorama geopolítico que subyace a la actual guerra entre Israel y Palestina es la disputa por las reservas de gas natural, descubiertas a fines de los años 90s, entre los países que cuentan con este preciado recurso en las aguas del Mar Mediterráneo Oriental.  Entre los países afortunados en poseer este recurso encontramos a Turquía, Grecia, Chipre, Egipto, El Líbano, Jordania, Israel, y a una nación que no es reconocida como Estado…. ¡Adivinaron, los palestinos! en particular los palestinos de la Franja de Gaza.

Integración gasífera del oriente próximo

Inicialmente el mercado para la comercialización de este recurso se limitaba al interior de los propios países del llamado Oriente próximo, ya que Europa era abastecida por Rusia a bajo costo. En ese sentido estaban obligados a vender y comprar entre sí, para lo cual los países poseedores necesitaban sostener relaciones normales con los compradores; una “normalización” también necesaria para hacer pasar con seguridad los gasoductos por sus territorios.

Tanto se avanzó en este campo en la última década, que hasta fue creado un espacio de coordinación entre Chipre, Egipto, Grecia, Israel, Jordania y la Autoridad Nacional Palestina, denominado “EastMed Gas Forum”, una organización regional destinada a coordinar el desarrollo del gas natural, abriendo la puerta a la construcción de una red de intereses comerciales y energéticos comunes. En tal sentido, este factor económico contribuyó a reconfigurar por una década las tradicionales relaciones conflictivas en el Medio Oriente, reorientándose desde entonces hacia la búsqueda de acuerdos para llevar adelante grandes proyectos de infraestructura energética, dominados, como era de esperar, por grandes transnacionales del petróleo.

Este inédito consenso económico era políticamente viable ya que un lustro antes (1993) se habían firmado los Acuerdos de Oslo, en los cuales la OLP e Israel firmaron su mutuo reconocimiento, desencadenando una ola de acercamientos entre Israel y los países árabes de su entorno. Asimismo, en septiembre de 2020, se estableció el “Acuerdo de Abraham” entre Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, posteriormente firmados por Marruecos y Sudan, que abrió las puertas a la llamada “normalización” de relaciones con Israel.

Dicha tendencia cobró más importancia con la guerra ruso-ucraniana. Como es sabido, desde esta nefasta guerra Europa se encuentra sedienta de fuentes de gas natural de bajo costo, tras las sanciones internacionales impuestas a Rusia, su histórico proveedor. En 2022 casi todo el viejo continente entró en una grave crisis energética sin precedentes, de la cual el único beneficiado fue Estados Unidos, que vende su gas licuado a los europeos a un precio 40% más caro que Rusia. Por tal razón, Europa se encuentra urgida de encontrar nuevas fuentes del vital recurso natural, a un menor precio que los proveedores norteamericanos. Y aquí es donde entra la oportunidad para los países con costas en el Mar Mediterráneo oriental.

En ese contexto, los países poseedores de gas del oriente próximo, en especial Egipto e Israel, se frotaron las manos y emprendieron proyectos ambiciosos para aprovechar el nuevo mercado, para lo cual era precondición acelerar su “normalización diplomática” a fin de cooperar en abastecer el mercado europeo.

Como era de esperar, esto también atrajo a las potencias gasíferas, es decir, aquellas que poseen la tecnología y el capital necesarios para su extracción (léase Rusia, Arabia Saudita, transnacionales europeas y norteamericanas), mismas que tratan de influir la aprobación de contratos de exploración y explotación; lo que explica su interés por el acercamiento diplomático entre países con viejas disputas políticas, territoriales y religiosas. No es casual por eso que en 2021 y 2022 encontremos el surrealista panorama de ver a un Vladimir Putin, supuesto adversario de occidente, y al Príncipe saudí, Mohamed bin Salman, corta cabezas de opositores, coqueteando para establecer buenas relaciones con el entonces primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, genocida de los palestinos. El olor a gas atrajo a todas las fieras.

De hecho, potencias como China y Rusia se anotaron sendos goles al lograr que varios de los países árabes ingresaran al BRICS este año; hecho que no le ha caído en gracia a Estados Unidos.

Pero integración bajo dominio israelí

Lo particular de este proceso es que, en la última década, Israel emergió como una potencia cada vez más creciente en materia gasífera, gracias al desarrollo económico, tecnológico y militar que le permite su privilegiada relación con los Estados Unidos, mediante la construcción de varias plataformas, como las de Tamar y Leviatán, convirtiéndose en el más fuerte competidor de la región; seguido en segundo lugar por Egipto. De hecho, se convirtió en el principal exportador de gas a los países vecinos y su agresividad económica era evidente.

Un reportaje de El Confidencial informaba lo siguiente; “En 2022, las compañías energéticas israelíes produjeron 21,29 bcm (miles de millones de metros cúbicos) de gas natural, de los cuales 9,21 se exportaron a Egipto y Jordania. La cifra estaba destinada a aumentar, dado que, tan solo dos meses atrás, Israel se comprometió a redoblar la producción de Tamar e incrementar las exportaciones debido a la subida de la demanda en los países árabes y al plan egipcio de vender más GNL a Europa. El pasado mes de mayo, el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu también aprobó un plan para la construcción de un nuevo gasoducto terrestre con El Cairo. Pero no hay mayor ejemplo de las puertas que podía abrir la emergente diplomacia del gas natural israelí que el acuerdo alcanzado el año pasado con el Líbano para delimitar la frontera marítima entre ambos países y, con ello, repartir los derechos de la explotación de yacimientos. Un convenio que no solo puso fin a una disputa territorial que se había extendido durante décadas, sino que fue firmado por dos estados que, técnicamente, continúan en guerra el uno con el otro.”[1]

Dependencia y militarismo como subproducto incomodo

Por supuesto, hay otros países que no simpatizan con esto: por un lado, Qatar, a quienes no conviene la competencia gasífera en el EastMed Gas Forum; y por otro, Irán, que ve que la “diplomacia del gas” está fortaleciendo a su archienemigo israelí, el cual poco a poco se está echando a la bolsa a varios países árabes, los que ahora se muestran dóciles ante Tel Aviv; por ejemplo, callan ante los desmanes recientes del régimen sionista en los territorios ocupados en Palestina.

El recelo de los Ayatolas es ciertamente justificado por dos razones: La primera es que, considerando las entrañables relaciones de Israel con Estados Unidos, es plausible pensar que el auge de Israel al largo plazo beneficiara a la potencia norteamericana a través de múltiples medios de intervención económica, de lo cual Israel sería una especie de “Caballo de Troya”. Y la segunda es que, sobre la base de sus avances en materia energética, y con tantos intereses en juego, Israel proyecta avanzar también en el campo militar hacia la constitución de una especie de “OTAN del Medio Oriente”, una alianza militar con dedicatoria a enfrentar a la nación persa (Irán), que es el siguiente paso después del Acuerdo de Abraham.[2]

Dentro de los países del consenso gasífero también hay inconformidad. La marcada dependencia hacia Israel está volviéndose incomoda a sectores sociales de países como Egipto, Jordania y El Líbano, los cuales no tienen su misma salud económica, favorecido por el privilegiado trato de Estados Unidos. Tal situación también tiene inconformes a los sectores más militantes del islamismo radical, por lo que implica que los países árabes ahora dependan de su tradicional enemigo.

Con los palestinos, lo vuelven a hacer

Poniendo los pies en la tierra, hay también perjudicados ya en esta fiesta. El caso de los palestinos es especial. A principios de siglo se descubrió el yacimiento denominado “Gaza Marine” a 30 kilómetros de la costa de la Franja de Gaza, plataforma marina que jurídicamente pertenece a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), entidad reconocida por los Acuerdos de Oslo de 1993, un estatus injusto porque geográficamente el campo de gas se encuentra en la plataforma de aguas exclusivas de la Franja de Gaza.

Aunque al principio se le considero un recurso de poca monta, ahora se le valora en mas de 28 mil millones de metros cúbicos. Pero, como era de esperar, durante veintitrés años los palestinos no pudieron explotarlo por la sistemática oposición de Israel. La excusa siempre fue que, aunque Israel reconoce la ANP, la Franja de Gaza es gobernada desde 2006 por Hamas y con estos no quiere tratos.

Un reportaje de un medio judío de la prensa israelí reporta lo siguiente: “La Autoridad Palestina encargó a la empresa de energía British Gas que realizara una exploración de gas en la zona en 1999. Un año después, British Gas encontró el Marina 1 a unos 30 kilómetros mar adentro, y más tarde el Marine 2, más pequeño, pero finalmente se retiró del contrato. El proyecto fue entregado al gigante energético Shell en 2016, solo para que también se retirara dos años después debido a las objeciones israelíes y otras disputas. Desde entonces, los palestinos han estado buscando inversores en el proyecto de 1.100 millones de dólares para extraer los 28.000 millones de metros cúbicos de gas natural. Las conversaciones en 2012 finalmente no llegaron a ninguna parte, al igual que las negociaciones del año pasado con el gobierno israelí anterior.”[3]

Sin embargo, en 2023 el nuevo gobierno israelí, sustituto de Netanyahu, aceptó autorizar la explotación del yacimiento de Gaza Marine, siempre y cuando el trato se hiciera con la ANP y con Egipto, lo cual excluía al gobierno de la Franja de Gaza, administrado por Hamas. Eso explica que a la ANP se le haya visto muy dócil en el tema de sus relaciones con Israel.

Los factores subyacentes a la guerra

La Franja de Gaza es la región económicamente más miserable de Oriente medio, y su exclusión coloca a sus habitantes ante la imposibilidad de aprovechar esos recursos para aliviar la extrema miseria en que viven, cuyo territorio esta férreamente bajo control israelí. Esto es una afrenta difícil de tragar para Hamas, que por cierto había disminuido su actividad militar en los últimos años, y un factor que seguramente exacerbó su extremismo y de sus aliados en la última hora.

En mi opinión, este trato desigual con la Franja de Gaza, sumado a los factores como la agudizada opresión israelí de los últimos años impuesta por la coalición ultraderechista de Netanyahu, así como los factores geopolíticos que mencione en mi primer artículo sobre la crisis actual[4], contribuyeron a detonar la guerra actual. Por el inicio de las actividades bélicas, las explotaciones petrolíferas se han detenido o enlentecido; la producción para la exportación puede considerarse por ahora contenida, sino es que fracasada y la región está de nuevo polarizada.

Esto ha hecho volar por los aires la tendencia económica integracionista hegemonizada por Israel, y, como ya dije en dicho artículo, también dinamitó la normalización diplomática que la acompañaba, de la mano del imperio norteamericano; sin hablar de que se esfumo la idea de una OTAN del Medio Oriente. Lo anterior significa que se le viene un duro golpe a la economía de Israel y de los países vecinos, de la que difícilmente se recuperaran en el corto plazo. Solo en la guerra que tiene planeada emprender, el gobierno israelí ha solicitado mas de 100 mil millones de dólares.

Si Netanyahu hace realidad su ofensiva para ocupar totalmente la Franja de Gaza, este proceso estará absolutamente fracasado. De ahí la presión diplomática de las potencias occidentales incluso de Rusia y China para detenerla. En ese sentido, Hamas logró su objetivo, con lo que parece que hay que tomar en serio el adagio popular de que “O todos en la cama o todos en el suelo”.

Llegados a este punto, es extraña la escases de análisis, al menos en español, que se refieran a este punto. Tal vez se deba a que, a muy pocos, salvo a los marxistas, se nos ocurre buscar la causa subyacente de una guerra en un tema tan material como los hidrocarburos. Pero es que, parafraseando a Eduardo Galeano, ninguna guerra tiene la franqueza de decir que mata niños, mujeres embarazadas y ancianos por petróleo o gas, sino que dice que lo hace por una “causa noble”, como la democracia, o, como en este caso, “por Dios” o “por Ala”.

 

[1] Israel estaba usando el gas para seducir a sus vecinos. Ahora, todo puede estallar (elconfidencial.com). https://www.elconfidencial.com/mundo/2023-10-17/israel-usar-gas-seducir-vecinos-estallar_3755711/

[2] El mito de una emergente ‘OTAN de Oriente Próximo’ | Política Exterior (politicaexterior.com) https://www.politicaexterior.com/el-mito-de-una-emergente-otan-de-oriente-medio/

[3] Israel, Egipto y la AP coordinan un yacimiento de gas en Gaza (israelnoticias.com). https://israelnoticias.com/franja-de-gaza/israel-coordina-con-egipto-y-la-autoridad-palestina-el-desarrollo-de-un-yacimiento-de-gas-en-gaza/

[4] Andino, Tomás. La ofensiva de Hamas en el tablero político del Medio Oriente, Revista de Centroamérica, PSOCA. https://revistadecentroamerica.org/index.php/mundo/132-mundo-la-ofensiva-de-hamas-en-el-tablero-politico-del-medio-oriente