Por Olmedo Beluche
Esta guerra ha surgido de la voluntad de las clases capitalistas de cada nación de vivir de la explotación del trabajo humano y de las riquezas naturales del planeta. De tal manera que las naciones económicamente atrasadas o políticamente débiles caen bajo el yugo de las grandes potencias que, con esta guerra, intentan rehacer el mapa del mundo, a sangre y fuego, de acuerdo con sus intereses explotadores… En esta situación intolerable, nosotros, representantes de partidos socialistas, de sindicatos y de minorías de estas organizaciones… nosotros que no nos situamos en el terreno de la solidaridad nacional con nuestros explotadores, sino que permanecemos fieles a la solidaridad internacional del proletariado y a la lucha de clases, nos hemos reunido aquí para reanudar los lazos rotos de las relaciones internacionales, para llamar a la clase obrera a recobrar la conciencia de sí misma y situarla en la lucha por la paz…. Obreros y obreras, padres y madres, viudas y huérfanos, heridos y mutilados, a todos vosotros que estáis sufriendo la guerra y por la guerra, nosotros os decimos: Por encima de las fronteras, por encima de los campos de batalla, por encima de los campos y las ciudades devastadas. ¡Proletarios de todos los países, uníos!
Zimmerwald, septiembre de 1915
Una vez más suenan los cañones en Europa. En el resto del mundo, África, Asia, América Latina, nunca han cesado de sonar en uno u otro lugar, desde que vivimos bajo la era del imperialismo capitalista, mal llamado últimamente “globalización”.
Nuevamente truenan los cañones en el Viejo Continente con su séquito de crímenes contra la población civil, de destrucción del patrimonio cultural y material, con sus centenas de miles de refugiados. Pero ahora no son africanos, sirios, afganos, vietnamitas o colombianos, son europeos.
De nuevo los bandos en pugna de las burguesías opresoras y explotadoras, rusa, pero también norteamericana, europea y ucraniana, esconden bajo pilas de mentiras y propaganda sus reales intereses imperialistas en ese sangriento juego.
Los responsables de la guerra son dos: Putin y Biden (y sus marionetas de la Unión Europea)
Contrario a lo que las mentes simplistas quieren creer, en la invasión rusa a Ucrania, hay dos bloques militares imperialistas implicados, y ninguno es bueno: los intereses de la burguesía rusa representada por Putin, y los intereses del capitalismo occidental, norteamericano (más las burguesías subalternas europeas, a través de la OTAN y la Unión Europea), encabezado por Biden, que han instrumentalizado al gobierno ucraniano de Zelenski y a la población de ese país como carne de cañón.
Por eso se equivocan quienes, pretendiendo hablar desde el movimiento obrero y la clase trabajadora padecen dos desviaciones extremas: los estalinistas nostálgicos, que confunden a Putin con Stalin, y a la Rusia capitalista actual con la fenecida Unión Soviética; tanto como los que con ilusiones democrateras, respaldan a las instituciones del imperialismo occidental (OTAN y Unión Europea) y sus sanciones contra Rusia, creyendo que hacen parte de un frente “democrático” pro ucraniano, y marchan encogiéndose de hombros junto a verdaderos criminales de saco y corbata (más hipócritas que Putin) como Biden, Boris Johnson, Macron o el sátrapa Iván Duque.
Da pena ver a una parte de la izquierda española, por ejemplo, sentirse satisfecha de que su consigna revolucionaria (¡Armas para Ucrania!) se ejecute a través del gobierno burgués de Pedro Sánchez y su ejército monárquico, peón de la OTAN (El Mundo, 3/3/22).
La izquierda revolucionaria e internacionalistas reunida en Zimmerwald, Suiza, en 1915, en plena guerra mundial, jamás pretendió presentarse del lado de Churchill contra el Kaiser. Por el contrario, Lenin, firmante de aquella declaración, exhortaba a los soldados a volver sus armas contra sus respectivos gobiernos y no matar a sus hermanos del otro lado de la frontera.
Algunos izquierdistas europeos, no sólo socialdemócratas, parecen creer el cuento positivista de que el mundo se divide en dos: naciones civilizadas y naciones bárbaras. Y creen que ellos viven en las primeras y se tragan sin protestar las poses pseudo democráticas de sus instituciones burguesas.
Fuera tropas rusas de Ucrania, alto a la masacre contra la población civil
Repudiemos la invasión rusa contra Ucrania. Exijamos la salida inmediata de las tropas rusas de ese país. Condenemos los ataques contra la población civil por parte del ejército ruso. Rechacemos la destrucción del patrimonio cultural y económico de Ucrania por las tropas de Putin. Pidamos un cese inmediato de la guerra. Basta de bombardeos a Ucrania.
Los objetivos de Putin en esta guerra son completamente repugnantes: imponer la voluntad de la Gran Rusia capitalista sobre las naciones de su entorno históricamente oprimidas por el zarismo. Opresión continuada por Stalin con sus métodos barbáricos que llevaron al desprestigio el proyecto socialista de la Unión Soviética y a su rápida disolución en 1990.
Lenin y Trostky (que era ucraniano de nacimiento), durante la gloriosa Revolución Rusa, lograron unir a múltiples naciones con sus diversos legados históricos y culturales bajo las banderas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) porque hicieron lo contrario a lo que hoy hace Putin: apelar a las clases oprimidas a sublevarse contra sus explotadores y respetar sus derechos nacionales y culturales, empezando con el DERECHO A LA AUTODETERMINACIÓN NACIONAL Y LA INDEPENDENCIA.
En Putin no hay ningún rasgo democrático, ni siquiera con el propio pueblo ruso, menos con los demás, como se demostró en Chechenia. Putin la única ideología que levanta es el nacionalismo gran ruso, el cual siempre fue duramente combatido por Lenin.
Contario a lo que hizo Putin dos días antes de lanzar su cruenta invasión a Ucrania, que repudió a Lenin y la URSS; reivindiquemos ante la clase trabajadora rusa y sus soldados lo que decía Lenin, criticando a Stalin por su intervención en Georgia en 1922:
“… el interés vital de la solidaridad proletaria, y por consiguiente de la lucha proletaria de clase, requiere que jamás miremos formalmente el problema nacional, sino que siempre tomemos en consideración la diferencia obligatoria en la actitud del proletariado de la nación oprimida (o pequeña) hacia la nación opresora (o grande)”
Y agrega, hablando que podría sufrir la URSS si:
“quebrantásemos nuestro prestigio en él, aunque sólo fuese con la más pequeña aspereza e injusticia con respecto a nuestras propias nacionalidades no rusas. Una cosa es la necesidad de agruparse contra los imperialistas de occidente… Otra cosa es que nosotros mismos caemos… en actitudes imperialistas hacia nacionalidades oprimidas, quebrantando con ello nuestra sinceridad de principios…” (Obras Escogidas, Tomo III).
Exijamos la disolución de la OTAN
Pero la paz en el mundo y la paz en Europa y de Ucrania exigen en estos momentos combatir no solo a Putin y su cruel invasión; sino también al proyecto imperialista occidental encabezado por Biden, Estados Unidos, y los gobiernos títeres europeos de la OTAN. Proyecto imperialista que tiene un claro, evidente y múltiples veces confesado objetivo: establecer un Orden Mundial nuevo, unipolar, basado en el control hegemónico total del mundo por una sola potencia: Estados Unidos.
Está expresado por los centros de poder norteamericano, Estados Unidos en su control imperialista del mundo considera que tiene dos “competidores”, dos enemigos a los que debe combatir y debilitar: Rusia y China.
La imposición de ese orden mundial unipolar hegemonizado política, económica y militarmente por Estados Unidos es el que ha llevado a la actual invasión de Rusia contra Ucrania, porque en los últimos años y meses ha sido evidente el intento de la OTAN por cercar a Rusia militarmente y aislarla por completo de Europa, utilizando a Ucrania y otros países como punta de lanza en ese objetivo imperialista.
Pese a los intentos iniciales de Rusia, posteriores a la desaparición de la URSS, en 1990, por acercarse como socio de Europa y Estados Unidos, las puertas se las cerraron en las narices. Con ayuda de los medios de comunicación occidentales Putin fue caricaturizado como un mafioso dictador. Durante años la OTAN, que se creó para enfrentar al desaparecido Pacto de Varsovia, no solo continuó existiendo, sino que se fue expandiendo hasta las fronteras de Rusia.
Estados Unidos y la OTAN instrumentalizaron a la extrema derecha ucraniana proccidental desde 2014, armaron a ese gobierno y dejaron entrever el objetivo de sumarlo a su alianza militar. En eso tiene razón Putin cuando denuncia la política agresiva de occidente hacia su país.
Biden usa la guerra para escapar de su propia crisis
Por eso Putin no es el único culpable de la invasión a Ucrania, también lo es Biden y los políticos hipócritas que gobiernan los estados subordinados al imperialismo yanqui en la Unión Europea. La responsabilidad por la sangre inocente derramada en Ucrania no solo es del gobierno ruso sino también de Estados Unidos y la Unión Europea.
Biden, que encabeza un gobierno débil, en crisis, desprestigiado, atorado por el bloqueo que los republicanos le han impuesto en el Congreso, ha utilizado la invasión rusa a Ucrania para tratar de sacar ventajas y salir del atolladero en que está sumido.
Ni a Biden, ni a sus compinches europeos les importa un rábano la vida de los ucranianos, ellos sólo intentan sacar ventajas con sus denuncias a la invasión rusa distrayendo a sus pueblos de los problemas internos insolubles causados por su crisis capitalista y empeorados por la pandemia de la COVID.
Boris Johnson, que estaba a punto de ser destituido por el “partygate” (las orgías romanas de vino que se echaba con sus amigos durante las restricciones de la pandemia); y a Emmanuel Macron, que está cerca de perder las elecciones con la extrema derecha francesa; a ambos la invasión rusa les sirve para desviar la atención y salvar momentáneamente el pellejo.
Rusia, “el eslabón más débil de la cadena imperialista”
Incluso las duras sanciones económicas lanzadas por occidente contra el gobierno ruso tienen un claro objetivo, y no es la vida del pueblo ucraniano, sino usar esta guerra como pretexto para terminar de debilitar a Rusia como posible competidor en el reparto del mundo. Y para ese objetivo, no les interesa a los capitalistas occidentales si la factura la paga la clase trabajadora europea y mundial con mayores precios de los combustibles, de las que sus transnacionales sacarán ventajas.
Es muy probable que las draconianas sanciones económicas y culturales impuestas por el imperialismo occidental deriven en una crisis política de envergadura dentro de Rusia, que podría incluso llevar al derrocamiento de Putin (objetivo señalado por los norteamericanos). Crisis que, en apariencia fortalecería el proyecto hegemónico unipolar del imperialismo yanqui. Pero solo en apariencia, porque en la actual fase de decadencia del capitalismo el sistema no logra resolver ningún problema sino es abriendo otros más complejos.
Por una política independiente de la clase trabajadora
De la crisis de la sangrienta Primera Guerra Mundial emergió la derrota de los imperios, ruso, alemán, otomano y austrohúngaro, además de la prístina Revolución Rusa; y de la Segunda Guerra Mundial, nació la disolución del sistema colonial, los grandes movimientos de liberación nacional y la debacle del imperio británico, junto con las revoluciones china, vietnamita y cubana; la humanidad sabrá sacar de la actual tragedia una alternativa socialista y revolucionaria. Somos optimistas.
Pero la única manera de evitar que la invasión de Ucrania por Rusia degenere en una guerra prolongada que conduzca a ambas naciones a la ruina y la barbarie, como las que ha producido Estados Unidos y la OTAN en Libia, Afganistán, e Irak, es que surja una dirección política obrera y socialista que enarbole los viejos principios que heredamos desde el siglo XIX y XX:
Repudiar los nacionalismos, que son ideologías reaccionarias instrumentalizadas por las burguesías para maniatar las mentes de los oprimidos bajo sus intereses y dirección.
La clase trabajadora NO TIENE PATRIA, y su enemigo en todos los países son los capitalistas que le explotan por igual en todos lados. Por ello, la única guerra moralmente legítima es la de los oprimidos contra sus opresores.
Por eso sostenemos como principio el INTERNACIONALISMO PROLETARIO, es decir, la solidaridad y unidad de los de abajo contra los explotadores, sin distingos nacionales. ¡PROLETARIOS DEL MUNDO, UNÍOS!
La clase trabajadora no defiende naciones, sino que, al sentirse parte de una sola humanidad, defiende por principio los DERECHOS HUMANOS de cada persona sin distingos de ningún tipo. Por eso no puede ser cómplice de quienes pisotean estos derechos bajo ningún concepto.
Los Derechos Humanos no se restringen al derecho a la vida o a los derechos políticos, sino que alcanzan la libertad para vivir la vida como cada quien desee, sin hacer daño a los demás, lo que abarca los derechos sexuales y reproductivos, así como el de elegir la identidad de género.
Siguiendo las exitosas enseñanzas de Lenin, forjadas en la construcción de la Unión Soviética, debemos distinguir en el campo de la política nacional e internacional dos tipos de naciones: naciones opresoras y naciones oprimidas.
Sin volvernos nacionalistas, siempre hay que apoyar a la nación oprimida por su liberación frente a las naciones opresoras e imperialistas. Y apoyando esa lucha por la liberación nacional insistimos en la unidad de los oprimidos por encima de las fronteras nacionales.
Por principio entonces debemos exigir el respeto a la AUTODETERMINACIÓN NACIONAL, lo que quiere decir, DERECHO A LA INDEPENDENCIA, SOBERANÍA E INTEGRIDAD TERRITORIAL.
La lucha no acaba hasta el final de todo tipo de opresión, discriminación, injusticia y sobre todo explotación. No puede haber socialismo en los estrechos márgenes nacionales, ni burocráticos, ni mucho menos con empresarios dizque “progresistas”. El socialismo es sobre todo democracia obrera más expropiación del gran capital.
Sostengamos la independencia política de la clase trabajadora, incluso en el marco de la guerra. Repudiemos a Putin y exijamos la autodeterminación de Ucrania, pero también desenmascaremos a la hipócrita y criminal burguesía norteamericana y europea, trajeados de saco, bien lustrosos y blanquitos, que hablan bajo, pero tienen un garrote manchado de sangre en las manos.